SP — LARRY ROMANOFF — Una breve Introducción al Tíbet — August 14, 2021

Una breve Introducción al Tíbet

Por Larry Romanoff, 26 de Diciembre, 2019

Traducción: PEC 

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Los occidentales parecen tener una ceguera deliberada respecto al Tíbet, con fuertes opiniones a menudo sostenidas por quienes no han estado allí y cuyo conocimiento parece recogido de la propaganda errónea de la prensa popular. Los medios de comunicación occidentales han impuesto en nuestra imaginación la imagen de una teocracia de fábula en la que un dios reencarnado gobierna a un pueblo pacífico que hace girar ruedas de oración en un idilio pastoral. La fascinación de Occidente por el Tíbet lo ha convertido en un lugar mítico sobre el que proyectamos nuestros sueños y nuestras propias fantasías espirituales. El resultado es lo que yo llamo el síndrome de Shangri-La (1), millones de occidentales que eligen creer en una fantasía atractiva pero totalmente mitológica y romántica que nunca ha existido.

El primer adjetivo que viene a la mente sobre el Tíbet es “desolado”. Los que hayan estado en el lejano norte más allá del Círculo Polar Ártico, o por encima de la línea de árboles de las Montañas Rocosas norteamericanas o de los Alpes europeos, tendrán una idea del paisaje Tibetano, que está a 3.000 metros por encima de la línea de árboles. Las condiciones de aislamiento o el clima del Tíbet no son nada hospitalarios y pocos vivirían allí por decisión propia. El Tíbet es un desierto de gran altitud con poco oxígeno, casi ninguna lluvia y temperaturas muy duras. Sólo un número escaso de los animales más resistentes puede sobrevivir allí, y en gran parte del territorio, el clima severo significa que nada, o casi nada, puede crecer. Nadie en el Tíbet ha visto nunca un árbol o ni siquiera un arbusto.

Los Tibetanos nativos no son diferentes a los grupos étnicos mongoles de China, ya que son parcialmente nómadas pero susceptibles de recibir educación y una estructura social con comunidades estables construidas. Cabe destacar que pocos Tibetanos se dedican al comercio de forma natural o espontánea, mientras que prácticamente todos los chinos lo hacen, lo que lleva a los occidentales a considerar las tiendas de chinos que hay en Lhasa como una “explotación comercial” o algo parecido. Esto es quizás un inciso, pero es una de las razones por las que no vemos mendigos en las calles de China (salvo un subconjunto de uigures de Xinjiang). Incluso la anciana china más empobrecida comprará cebollas verdes en un mercado, las pondrá a la venta en un paño en la acera y vivirá de forma independiente.

La prensa occidental se refiere eufemísticamente a la estructura social del Tíbet anterior a 1950 como un “sistema feudal” benigno, pero no era tal cosa. Cuando Mao entró a reformarlo, el Tíbet era una colonia de esclavos. Prácticamente todo el pueblo era literalmente propiedad del Dalai y demás Lamas, la gente tenía prohibido poseer tierras y trabajaba toda su vida sin cobrar. Los monjes más elevados poseían entre 35.000 y 40.000 esclavos.

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El Dalai Lama es “etiquetado” internacionalmente como un hombre santo no materialista. De hecho, el Dalai Lama era el mayor propietario de siervos en el Tíbet, con 6.170 siervos de campo y 102 esclavos domésticos. Sus vidas eran un “infierno en la tierra”.

El nivel de pobreza en el Tíbet (fuera de los monasterios) hasta la década de 1950 no podía ser imaginado por los occidentales; había que verlo para creerlo. Los Tibetanos no podían permitirse ropa de tela, y seguían vistiendo con pieles de oveja como lo hacían siglos atrás. La vida era brutal, dura y corrupta. La esperanza de vida era de apenas 30 años. Las chicas y los chicos más guapos eran confiscados por los monasterios para mantener relaciones sexuales. La educación estaba prohibida para todos, excepto para los monjes, porque la educación era cara y los campesinos educados eran considerados peligrosos para el sistema. El Dalai Lama prohibió cualquier desarrollo de la industria porque la riqueza de la población traía consigo la independencia de la religión. Sin embargo, los Lamas enviaron a sus hijos a las escuelas británicas de la India y transfirieron libremente los activos financieros de la provincia a los bancos británicos.

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La así llamada religión Tibetana estaba tan entrelazada con el gobierno que era inseparable, y no era más que un método de control de la población, con métodos más forzosos cuando la religión fallaba. Con este fin, la tortura era rampante. Para quien quiera buscar, en Internet no faltan fotos de las salas de tortura, especialmente en el Palacio de Potala y el Monasterio de Gandan, con instrumentos utilizados para aplastar dedos y cortar tendones de las piernas. Hay esposas de muchos tamaños, incluso pequeñas para los niños, instrumentos para cortar narices y orejas, otros para romper las manos. Uno de los favoritos del Dalai y demás Lamas era un ingenioso método para arrancar los ojos. Habían tallado un gorro de piedra especial con dos agujeros que se presionaba sobre la cabeza para obligar a los ojos a sobresalir por los agujeros, en cuya posición se sacaban los ojos, tras lo cual se vertía aceite hirviendo en las cuencas. (2)

Los acontecimientos diarios típicos en el Tíbet consistían en que los Lamas y sus matones acorralaban a los campesinos que no estaban suficientemente enamorados de la vida futura y deseaban un poco más de la vida actual, lo que normalmente se ejemplificaba cortando y extrayendo los tendones de los tobillos y de las piernas, condenando a esas personas a vivir como reptiles rastreros. Otro castigo común era cortar las manos por las muñecas. Un ejemplo típico de los que se han divulgado ampliamente fue el de un hombre que se opuso cuando un Lama intentó confiscar a su atractiva esposa al monasterio para tener sexo. El Lama hizo colocar las manos del hombre sobre una piedra plana y las golpeó con palos hasta que quedaron reducidas a una pulpa de carne separada. Por si fuera poco, repitieron el proceso con el hermano y la hermana del hombre. Ambos murieron a causa de la agresión.

El Tíbet ha sido descrito como el sistema de esclavitud más oscuro de la historia de la humanidad, uno incluso más oscuro y atrasado que el de la Europa medieval y, en algunos aspectos, incluso peor que el de EE.UU., sin derechos ni libertad de ningún tipo. Prácticamente toda la población del Tíbet era propiedad privada que se utilizaba, se vendía, se regalaba, se utilizaba para pagar deudas o se cambiaba por otros bienes. El Dalai y demás Lamas gobernaban no sólo sus vidas terrenales con un poder absoluto, sino que aterrorizaban literalmente al pueblo con el pretexto de las recompensas y los castigos en sus vidas posteriores, justificando en parte los privilegios religiosos de reproducirse a voluntad. De ahí la falta de educación y el enfoque en la religión.

El Dalai Lama fue el responsable de todo esto. La presión de Estados Unidos para concederle el Premio Nobel de la Paz fue una obscenidad equivalente a presentar esos respetos al comandante americano de Guantánamo. Muchos artículos periodísticos occidentales se refieren al Dalai Lama como un líder espiritual, pero nunca fue tanto eso como el antiguo jefe de un gobierno escandalosamente inhumano y represivo. No hay literalmente nada publicado en los medios de comunicación populares occidentales sobre el Tíbet que se parezca ni remotamente a su verdadera historia. Cuando la CIA se dio cuenta de su incapacidad para despojarle a China del Tíbet, el Dalai Lama cambió su discurso por el de la libertad del pueblo, más que por el de la independencia de China, pero en esa definición de libertad se incluía la vuelta al antiguo sistema “feudal”.

Atlas Vintage de 1864 de Colton: Asia-Imperio Ruso-Tíbet-Arabia (Auténtico)

El Tíbet ha estado bajo el gobierno de China durante muchos siglos, aunque se autogestionó en gran medida hasta la década de 1950, un hecho largamente reconocido por el mundo, pero que hoy se omite convenientemente en un afán por desprestigiar a China. Incluso un atlas americano de Rand-McNally del siglo XIX muestra claramente que el Tíbet es una provincia de China. La llamada “invasión” del Tíbet por parte de China en la década de 1950 es uno de los ejemplos más repugnantes de revisionismo histórico promulgado por Occidente.

China, a través de Chou En-Lai, intentó sin éxito durante diez años o más negociar con el Dalai Lama la liberación de la esclavitud del pueblo Tibetano. La mayor causa de su fracaso fue que los americanos se involucraron en medio de todas las discusiones, con la CIA entrenando insurgentes en Nepal y lanzando ataques terroristas en el Tíbet. Fue entonces cuando China finalmente intervino para detener la matanza y la opresión, cuando la CIA tramó la “huida a la India” del Dalai Lama, que T. D. Allman calificó como “uno de los mayores triunfos propagandísticos de la CIA en la guerra fría”. Los medios de comunicación occidentales se llenaron de informes escabrosos sobre masacres y profanaciones de reliquias religiosas de valor incalculable”. (3)

China ha invertido mucho en el desarrollo económico del Tíbet, así como en viviendas, infraestructuras y servicios educativos y sanitarios. El gobierno nacional chino ha construido recientemente más de 60.000 nuevas viviendas en el Tíbet, entregadas gratuitamente a la población para sacarla de la pobreza, reunirla en verdaderas comunidades y ayudar a proteger el medio ambiente. A muchos occidentales no les importará oír esto, pero en el Tíbet no hay opresión, y el Tibetano medio nunca ha disfrutado de un nivel de vida como el actual.

En el Tíbet, al igual que en Xinjiang, el gobierno está enseñando chino mandarín a los lugareños. Esto no es, como dirán el NYT o el WSJ, un “genocidio” de su cultura. La lengua Tibetana (o uigur) no está siendo sustituida. Por el contrario, los lugareños están aprendiendo una segunda lengua -la lengua básica de la nación- para ayudarles a salir del aislamiento. La religión es la misma. Los templos, las banderas de oración y las ruedas de oración son tan comunes en todas las zonas étnicas de China hasta llegar a ser una pesadez. El único cambio es que la religión se ha separado de la política, sobre todo la del tipo terrorista americana.

En realidad, el gobierno chino ha gastado incontables miles de millones en intentar sacar al Tíbet de la Edad de Piedra. La educación es ahora casi universal, el ferrocarril (presurizado) Qinghai-Tíbet, de 4.000 millones de dólares, aporta miles de millones de dólares en concepto de turismo y, por fin, proporciona una vía para la entrada y salida de mercancías. La tasa de crecimiento económico y el nivel de vida del Tíbet son ahora más altos que en gran parte del resto de China occidental. Esto es tan cierto que China ha mimado al Tíbet por encima del resto de las provincias rurales occidentales no desarrolladas, como Qinghai y Gansu, que ahora son más pobres que el Tíbet.

Ha sido bien documentado por muchos autores que la CIA y la NED financian a todos los grupos del “Tíbet Libre” en Norteamérica y Europa.

“Una de las principales razones por las que tantos occidentales han participado en las protestas contra China es ideológica: el budismo Tibetano, hábilmente hilvanado por el Dalai Lama, es un importante punto de referencia de la espiritualidad hedonista de la Nueva Era que se está convirtiendo en la forma predominante de la ideología actual. Nuestra fascinación por el Tíbet lo convierte en un lugar mítico sobre el que proyectamos nuestros sueños. Cuando la gente llora la pérdida del auténtico modo de vida Tibetano, no se preocupa por los verdaderos Tibetanos: quiere que los Tibetanos sean auténticamente espirituales en nuestro nombre para que podamos seguir con nuestro loco consumismo”. (4)

Desde principios de la década de 1950 ha habido una participación sistemática y sustancial de la CIA en la agitación de los problemas antichinos en el Tíbet, por lo que los temores chinos a los intentos externos de desestabilizar el Tíbet no son irracionales. De hecho, existe una enorme cantidad de documentación, que quizás no llega a ser una prueba irrefutable, de que la repentina violencia en el Tíbet en 2008 fue simplemente un regalo de Estados Unidos a China para los Juegos Olímpicos, algo como su regalo a Rusia para los Juegos Olímpicos de Sochi. Xinjiang es, por supuesto, lo mismo, en este caso con pruebas irrefutables.

Pero en realidad, la injerencia occidental y los intentos de genocidio comenzaron hace más de 100 años. Pocas personas parecen saber hoy que los británicos instigaron una guerra en el Tíbet a principios del siglo XX, jactándose más tarde de que sus ametralladoras acribillaron a miles de Tibetanos (que sólo tenían cuchillos o palos) sin sufrir ellos mismos ni una sola baja.

Pero aun así, todo el mundo quiere salvar a los Tibetanos.En este contexto, consideremos el historial del hombre blanco (europeo) en cuanto a la salvación de poblaciones autóctonas: exterminaron totalmente a las antiguas civilizaciones inca, maya y azteca, así como a los indios caribes y al 95% de los nativos norteamericanos.Australia exterminó a cerca del 90% de sus aborígenes, Nueva Zelanda al 75% de los suyos, Canadá lo mismo, y todos participaron en el exterminio de toda la raza de los habitantes de Tasmania, masacrando a todos los hombres, mujeres y niños de la isla. Por lo tanto, parece que para beneficio de los Tibetanos, ellos no han sido salvados.

*

Los escritos del Sr. Romanoff se han traducido a 30 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en idiomas extranjeros en más de 30 países, así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado altos cargos ejecutivos en empresas de consultoría internacional y ha sido propietario de un negocio internacional de importación y exportación. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando casos prácticos de asuntos internacionales a las clases del último año del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de Cynthia McKinney “When China Sneezes” (Cuando China estornuda), Cap. 2 “Tratar con Demonios”.

Puede verse su archivo completo en
https://www.moonofshanghai.com/  and 
http://www.bluemoonofshanghai.com/  

Puede contactarse con él en: 2186604556@qq.com

Notas

(1) Shangri-la se dio a conocer al mundo en la novela de 1933 “Horizonte Perdido”, del autor británico James Hilton, https://www.amazon.com/Lost-Horizon-Novel-James-Hilton/dp/0062113720, que lo describió como un valle místico y armonioso, guiado suavemente por devotos Lamas, y desde entonces el nombre se convirtió en sinónimo de un mítico paraíso terrenal pero aislado, cuyos habitantes son prácticamente inmortales. Sin embargo, Shangri-la existe realmente, una encantadora ciudad en el remoto noroeste de la provincia china de Yunnan.

(2) Anna Louise Strong; Entrevistas Tibetanas, 1959; https://www.marxists.org/reference/archive/strong-anna-louise/1959/Tíbet/index.htm

(3) T. D. Allman; Un mito impuesto al mundo occidental, The Nation Magazine; https://shugdensociety.wordpress.com/2010/07/03/a-myth-foisted-on-the-western-world/

(4) ¿Y si China es ahora nuestro pasado y nuestro futuro? Le Monde Diplomatique, por Slavoj Zizek; https://mondediplo.com/2008/05/09Tíbet

Copyright © Larry RomanoffMoon of Shanghai,
Blue Moon of Shanghai, 2021

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