SP — LARRY ROMANOFF — Naciones Construidas sobre Mentiras — Volumen 1 – Cómo se Enriqueció Estados Unidos — Parte 5

Naciones Construidas sobre Mentiras

Volumen 1 – Cómo se Enriqueció Estados Unidos

Parte 5

Larry Romanoff, octubre, 2021

Traductor: PEC

Parte 5 – Robo de Activos y Delitos Financieros

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Contenido Parte 5

El Botín de Guerra

El Lirio de Oro de Japón

La Isla del Tesoro

El Gran Robo de Oro – Parte I – La FED de EE.UU.

El Gran Robo de Oro – Parte II – Citibank

Ley de Compra de Oro de EE.UU. de 1933

Ley de Compra de Plata de 1934

Dios Salve a la Reina

Mi Moneda, Pero tu Problema

El Banco Mundial y el FMI

El Botín de Guerra

Comencé una sección sobre la colonización describiendo a Irak como una cuna de civilización. Uno de los resultados de esa larga historia es la existencia de piezas arqueológicas, tesoros artísticos, pergaminos y otros objetos acumulados a lo largo de los siglos, muchos de ellos de gran valor económico pero también de inmensa importancia histórica. La mayoría han desaparecido. Las tropas estadounidenses saquearon la mayor parte del país, y hoy muchos museos iraquíes están completamente vacíos. Los objetos de valor y las piezas arqueológicas fueron robados no sólo de los museos y las bibliotecas, sino también de los hogares. Irak fue saqueado en su totalidad. Las estimaciones publicadas afirman que durante las acciones de combate se robaron de los museos iraquíes de Bagdad, Mosul y otras ciudades al menos 200.000 objetos de arte y cultura, muchos de ellos de valor inestimable para la historia del mundo. El gobierno de EE.UU. afirma que sólo se trató de unas pocas acciones de canallas que desaprobaba, pero los hechos nos dicen lo contrario, y de hecho, muchos de esos objetos han aparecido en museos y colecciones privadas, en Israel, entre otros lugares.

En Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos violó los solemnes acuerdos que había hecho sólo unos meses antes, cuando sus tropas entraron en la zona de ocupación soviética y robaron más de 100 toneladas de lingotes de oro y plata del Reichsbank, además de colecciones de arte y documentos soviéticos de valor incalculable. Algunas obras de arte fueron finalmente devueltas bajo la protesta soviética, pero el oro y la plata habían desaparecido de alguna manera. La Unión Soviética insiste en que Estados Unidos sigue conservando colecciones inestimables de arte soviético robado, una afirmación que Estados Unidos negó, pero luego fue sorprendido en una mentira cuando los investigadores descubrieron documentos que demostraban que Estados Unidos había conservado efectivamente una enorme cantidad de tesoros de arte, que para entonces habían desaparecido en colecciones privadas del grupo habitual de sospechosos. También hay informes documentados de que, al final de la Segunda Guerra Mundial, los militares estadounidenses vaciaron un tren de 24 vagones llenos de oro, plata y diversos caros objetos de arte cuyo valor se estimaba en muchos miles de millones en aquella época. Además, otros miles de millones de oro desaparecieron del Reichsbank más o menos en la misma época, y nunca han dado cuenta de ello.

Los detalles de los robos de tesoros en Europa son turbios y muy complicados, con demandas y contrademandas, siendo fácil y tentador negar las historias de búsqueda de tesoros sobre Alemania como cuentos exagerados de la guerra. Hoy en día (y durante los últimos 70 años) nos han inundado con historias de que los alemanes saquearon metales preciosos y obras de arte de valor incalculable en toda Europa, sobre todo a los judíos, pero hay mucho más en la historia que esto. Por un lado, después de que los judíos completaran su revolución bolchevique en Rusia en 1917, saquearon todo el país, empezando por todo el oro del banco central que fue enviado a los Estados Unidos como pago a Jacob Schiff por financiar la revolución. Pero Rusia fue saqueada de mucho más que el oro, ya que la clase media relativamente acomodada poseía miles de millones en metales preciosos, piezas arqueológicas y obras de arte de incalculable valor. La mayor parte de todo ello fue sacado del país, en gran parte hacia Alemania y Austria, cuando los bolcheviques fueron desalojados. Por lo tanto, es probable que gran parte de las obras de arte que los alemanes supuestamente saquearon a los judíos hubieran sido a su vez saqueadas de Rusia, y la falta de publicidad y de demandas posteriores se debe principalmente al hecho de que los bolcheviques masacraron a toda la clase media de Rusia en sus gulags, lo que significa que los propietarios originales estaban todos muertos y no quedaba nadie para reclamar. Aun así, las historias de tesoros europeos saqueados persisten hasta hoy, con nuevos hallazgos ocasionales, nuevos mapas del tesoro y más historias nuevas. Sin embargo, existe documentación que demuestra que los Estados Unidos y la FED saquearon efectivamente a Alemania al final de la guerra. Dados los hechos de la Operación Paperclip, esto no debería sorprenderle a nadie.

El Lirio de Oro de Japón

Sin embargo, hay otro asunto de saqueo, involucrando éste a Japón, que es un poco más siniestro y en una liga propia en términos de vencedores que reclaman el botín de guerra. Para empezar, debemos considerar algunos hechos aparentemente no relacionados.

El primero es que, en lo que respecta al conocimiento público de las atrocidades y los crímenes de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, casi todo el mundo es consciente de los crímenes, reales e imaginarios, incluido el saqueo de oro y objetos de valor, cometidos por Alemania, pero casi nadie, especialmente el propio pueblo japonés, es consciente del amplio catálogo de atrocidades casi increíbles cometidas por los japoneses.

El segundo es que, mientras Rusia celebró algunos juicios por crímenes de guerra contra los japoneses, que Estados Unidos calificó de “propaganda comunista”, no hubo juicios por crímenes de guerra contra los japoneses por parte de Estados Unidos. Hubo un juicio espectáculo en el que se ejecutó a dos o tres personas, pero eso fue por saber demasiado, no por crímenes de guerra. El historial de atrocidades de guerra de Japón era mucho mayor que el de Alemania, pero sólo hemos tenido silencio.

El tercero es que Japón tenía la desagradable costumbre de saquear no sólo los bancos centrales, sino todas las fuentes posibles de tesoro durante su barrido por China y toda Asia. Oro, plata, joyas, obras de arte, cualquier cosa de valor era saqueada y enviada a Japón durante las primeras etapas de la invasión. Este conocimiento ha sido ocultado, nunca ha entrado en la mente del público en general, excepto por breves comentarios hechos de pasada.

El cuarto se refiere a los términos de la rendición de Japón a los Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial. No es muy conocido que cuando los estadounidenses redactaron los documentos de la rendición de Japón, prohibieron específicamente las reclamaciones de reparaciones de guerra contra Japón. El artículo 14(b) del tratado decía:

“Las potencias aliadas renuncian a todas las reclamaciones de reparación de las potencias aliadas, a otras reclamaciones de las potencias aliadas y de sus nacionales (cursiva mía) derivadas de cualquier acción realizada por Japón y sus nacionales en el transcurso de la guerra, y a las reclamaciones de las potencias aliadas por los costes militares directos de la ocupación”.

El entonces Secretario de Estado estadounidense Allen Dulles intimidó y coaccionó a los demás aliados y a todos los países asiáticos para que firmaran este acuerdo de rendición. Sólo China y Rusia se negaron a ser forzados a firmar.

¿Cómo se relaciona esto? Bueno, esencialmente a través de la teoría y el proceso de la Operación Paperclip – con un giro. En primer lugar, los estadounidenses codiciaban desesperadamente para sus propios programas de la CIA la experiencia de los criminales de guerra japoneses, que llevaron a cabo multitud de experimentos con humanos y de guerra biológica, por lo que importaron en secreto a miles de estas personas a los EE.UU., donde serían inmunes a la persecución, eliminando la necesidad de juicios públicos por crímenes de guerra. Una parte principal de la razón por la que Japón nunca ha afrontado internamente entre su propio pueblo los extensos y horribles hechos de sus atrocidades en China y Asia, es porque nunca se vio obligado a afrontarlos externamente, ante el mundo. Matando dos pájaros de un tiro, la ausencia de juicios por crímenes de guerra japoneses evitó convenientemente la exposición pública de la vasta letanía de crímenes de guerra genocidas cometidos por los estadounidenses en Japón. Más adelante más.

La siguiente conexión, y en cierto modo la más importante, es la renuncia a las reparaciones mencionada anteriormente. Dado que no iba a haber juicios internacionales por crímenes de guerra ni reclamaciones internacionales por reparaciones de guerra, no sólo las atrocidades militares de Japón, sino también todos sus saqueos, nunca se darían a conocer ni a nivel internacional ni a nivel nacional, y por lo tanto, nunca tendrían que llamar la atención de la población civil japonesa. Y a partir de ese silencio, la conducta bélica de Japón fue simplemente escrita fuera de la historia japonesa, y en gran medida de la historia del mundo entero, gracias a la codicia y la ambición estadounidense.

Pero, ¿por qué evitar las reparaciones? Los EE.UU. y los Aliados utilizaron las reparaciones de guerra como excusa para despojar a Alemania hasta los huesos, dejando sólo el esqueleto del país. Japón era mucho peor que Alemania en todos los sentidos, así que ¿por qué esa asombrosa generosidad con Japón? Y aquí llegamos a la parte siniestra. Como se ha mencionado anteriormente, los japoneses saquearon en gran medida toda Asia y enviaron parte de ese botín a Japón. Pero a medida que la guerra avanzaba y el botín de guerra era saqueado cada vez más lejos de casa, los japoneses comenzaron a reunir y almacenar su botín en preparación para envíos más grandes más adelante. Desgraciadamente, a medida que la guerra avanzaba, Japón empezó a perder el control de las rutas marítimas y el traslado a Japón dejó de ser una opción segura. Operando bajo la suposición incorrecta de que EE.UU. les permitiría conservar Filipinas a cambio de un alto el fuego, los japoneses optaron por enterrar la mayor parte de ese oro saqueado y otros activos en Filipinas. Hoy en día existe una amplia documentación de que los oficiales japoneses crearon docenas de depósitos profundos de almacenamiento en cuevas o zonas subterráneas excavadas, los llenaron con el tesoro saqueado y destruyeron las entradas con explosivos. También parece ser cierto que todos los individuos que trabajaron en el transporte, la excavación y el almacenamiento de todo este botín fueron enterrados dentro de las cavernas, dejando aparentemente sólo a tres o quizás cuatro personas con conocimiento del hecho del almacenamiento o de las ubicaciones. Este fue el proyecto del Lirio de Oro de Japón. (1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9)

Han surgido pruebas sustanciales e irrefutables de que los estadounidenses se habían enterado de la existencia del Lirio Dorado y habían capturado y torturado a uno de esos individuos, que reveló la existencia y la ubicación de al menos algunos de los sitios. Los estadounidenses, por supuesto, estarían obligados por el deber, la ética y la ley, a revelar esa información y repatriar esas decenas de miles de millones de dólares en oro y otros activos saqueados de los tesoros de China y los demás países de Asia. Pero los estadounidenses tenían una idea mejor. Con el tesoro saqueado desaparecido y presumiblemente perdido sin rastro ni mapa del tesoro, decidieron quedárselo para ellos. Dado que Japón difícilmente podría reclamar este botín después de la guerra, y dado que los miles de millones escondidos eran ahora esencialmente huérfanos, estaban disponibles para que los estadounidenses se los llevaran tranquilamente. El problema era que se trataba de un gran delito, incluso en la mente de los estadounidenses, ya que era claramente un robo a amigos y no a enemigos, amigos que querrían que se les devolviera su propiedad. Los estadounidenses encontraron la solución perfecta: la disposición sobre la confiscación de las reparaciones en el tratado de rendición de Japón significaría, de hecho, que estas naciones -y sus nacionales- renunciarían a sus reclamaciones sobre todo el tesoro saqueado por Japón, lo que serviría para hacer “legales” las acciones de los estadounidenses, siempre y cuando todas las partes firmaran el tratado. Y todas las partes, excepto China y Rusia, fueron obligadas a firmar.

Chalmers Johnson escribió una excelente reseña del “Gold Warriors” (Guerreros del Oro) de Seagrave (10) (11), en la que afirmaba: “Casi tan pronto como terminó la guerra, las fuerzas estadounidenses comenzaron a descubrir estupendos alijos de tesoros de guerra japoneses. El general MacArthur, a cargo de la ocupación, informó del hallazgo de “grandes acaparamientos de oro, plata, piedras preciosas, sellos postales extranjeros, placas de grabado y… moneda no legal en Japón”. También había un documento del ejército estadounidense que contenía una declaración que hacía referencia a “alijos no declarados de estos tesoros [que se sabe que existen]”. Al parecer, las fuerzas de ocupación estadounidenses habían descubierto al menos algunos de los lugares del Lirio de Oro de Japón, que contenían miles de millones en oro y otros objetos de valor. Esto es incuestionable, y existe documentación que indica que MacArthur visitó algunos de estos lugares abiertos y evaluó su contenido. La teoría aceptada es que, con el acuerdo del entonces presidente estadounidense Truman, confiscarían estas riquezas descubiertas, mantendrían un secreto absoluto y utilizarían el dinero personalmente y para financiar las futuras actividades clandestinas de la CIA.

Parece haber pruebas sustanciales de que Ferdinand Marcos encontró y recuperó él mismo unos 15.000 millones de dólares, en parte de un crucero militar japonés hundido y en parte de un túnel descubierto. Creo que fue alrededor del año 2000 o 2001 cuando un funcionario del gobierno filipino afirmó que una de las hijas de Marcos tenía una cuenta bancaria en Suiza con más de 10.000 millones de dólares, información que al parecer se filtró cuando intentó cambiar de banco. Y, de hecho, en 1998 el Tribunal Supremo de Hawai dictó una sentencia contra el patrimonio de Marcos por casi 1.500 millones de dólares, como compensación a un filipino que recuperó un Buda de oro macizo de un túnel japonés y que luego le fue robado por Marcos. Creo que las partes de esta historia relacionadas con Marcos han sido irrefutablemente documentadas y están fuera de toda duda, lo que serviría para certificar gran parte del resto de esta aventura, incluida la parte relativa a los estadounidenses.

La Isla del Tesoro

En 1999, Edward Michaud elaboró un excelente ensayo histórico titulado “Corregidor, La Isla del Tesoro de la Segunda Guerra Mundial”, en el que detallaba el saqueo de Filipinas. No se llamó saqueo en su momento, pero eso es lo que fue. Cuando los japoneses invadieron Filipinas, MacArthur se vio obligado a evacuar y refugiarse en la isla de Corregidor, antes de lo cual hizo dos cosas. Ordenó que se destruyeran todas las municiones y el material de guerra para no dejárselos a los japoneses, y recogió y embarcó toda la riqueza del banco central de Filipinas y todo el patrimonio personal que se pudiera recoger en poco tiempo de los ciudadanos locales, para enviarlo a Estados Unidos y ponerlo a salvo y evitar el inevitable saqueo de los japoneses. (12) (13) (14) (15) (16) (17)

Según el informe de Michaud, que creo que es preciso, “sólo los valores del Gobierno consistían en más de 51 toneladas de lingotes de oro, 32 toneladas de lingotes de plata, 140 toneladas de pesos y centavos de plata, y millones de billetes del Tesoro, bonos y acciones corporativas. La propiedad civil … consistía en aproximadamente dos toneladas de lingotes de oro de diversos tamaños, junto con una cantidad desconocida de piedras preciosas y moneda extranjera. Cuando se recibió la orden de evacuar la ciudad, los numerosos inventarios y registros en papel estaban aún incompletos, y muchos ciudadanos particulares ni siquiera recibieron recibos de sus objetos de valor. Gran parte se almacenó en secciones del gran complejo subterráneo conocido como Túnel de Malinta. Las 51 toneladas restantes de lingotes de oro del gobierno, que consistían en 2.542 lingotes de 42 libras cada uno (20 kilos), junto con el resto del papel moneda y de los valores, se guardaron en varios de los laterales interiores del Túnel de la Marina en el lado sur del complejo del túnel de Malinta”.

Virtualmente todo esto se cargó en cualquier barco, grande o pequeño, que estuviera disponible, y todo el lote se trasladó a Corregidor, donde finalmente se cargó en submarinos estadounidenses y se trasladó a Estados Unidos. Todo lo que no pudo ser embarcado a tiempo fue cargado en buques excedentes que fueron remolcados a aguas más profundas y hundidos, lo que supuso cientos de toneladas de metales preciosos, muchos de los cuales fueron recuperados posteriormente por los japoneses. Los submarinos se cargaban durante la noche, cuando la aviación japonesa no podía atacar, sumergiéndose durante las horas de luz del día por seguridad. Michaud cree que este tesoro filipino fue transportado a la Casa de la Moneda de los Estados Unidos, aunque imagino que acabó en la FED y no en la Casa de la Moneda. Termina su ensayo afirmando que “al final de la guerra este cargamento de valores, “o al menos su equivalente monetario”, fue posteriormente transferido de nuevo al Gobierno filipino”, pero no he visto ninguna prueba que apoye esta afirmación. Además, hoy en día nadie está en condiciones de hacer tal afirmación, ya que no se hizo un inventario exacto en el pánico de la evacuación antes de la llegada de los japoneses, y nadie sabe realmente lo que se llevó. En cualquier caso, a partir de los pocos datos disponibles, la preponderancia de las pruebas es que las Filipinas recuperaron pocas de estas riquezas. Este no fue en absoluto el único ni el último suceso de este tipo durante la Segunda Guerra Mundial.

El Gran Robo de Oro – Parte I – La FED de EEUU

Hace tiempo, bastante tiempo, Japón hizo algo que no fue muy agradable. Sí, otra vez. Esta vez, Japón imprimió una nueva serie de bonos del Gobierno Federal, una serie especial – sus famosos “57” – la especialidad destacaba por un nuevo diseño, nuevos colores y una nueva serie de números de serie. Si no recuerdo mal, esta serie de bonos no pagaba intereses anuales, sino que pagaba la totalidad de los intereses devengados y el principio original cuando se rescataba al vencimiento. A través de varios agentes, se vendieron todos los bonos, pero cuando la serie venció, Japón los declaró falsos y se negó a pagar. El motivo era que estos títulos eran “diferentes” de cualquier otro bono emitido por Japón; el diseño era erróneo, los colores estaban equivocados, los números de serie no se parecían a ninguno de los utilizados por Japón. Para empeorar las cosas, estos bonos tenían incluso “errores ortográficos”, y los japoneses, por supuesto, nunca cometerían tales errores en sus propios bonos emitidos en japonés. Tenían que ser falsos. Se rumoreó que unos pocos pequeños y cercanos amigos de Japón consiguieron rescatar sus bonos, pero todos los demás inversores tuvieron que aceptar que habían sido estafados. Este acontecimiento no pasó desapercibido para la FED de Estados Unidos, lo que nos lleva a nuestra historia.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la FED estadounidense y la CIA recorrieron el mundo no desarrollado durante años, diciendo a cada nación, incluida China, que cuando los japoneses (o los alemanes, o los italianos, o Dios sabe quién) les invadieran, saquearían el Banco Central y las reservas de oro de cada país. Por lo tanto, cada país debería entregar todo su oro a la FED para su custodia, para ser devuelto después de la guerra. A cambio, recibirían certificados de oro emitidos por la FED, que podrían ser canjeados posteriormente. Este argumento publicitario se presentó no sólo a los bancos centrales de cada nación, sino también a todos los principales bancos locales, ofreciéndoles liberar (temporalmente) todas sus pertenencias de oro y plata, para que el mundo fuera seguro para la democracia. Muchas naciones – y muchos bancos comerciales, realmente temerosos de otra guerra mundial, compraron este proyecto de ley, permitiéndole a la FED absorber incontables miles de millones de oro del mundo, tanto de los países desarrollados como de los no desarrollados. El metal fue cargado en buques militares estadounidenses y enviado a los Estados Unidos. Pero después de la guerra, la FED se negó a canjear ninguno de los certificados, alegando que todos eran falsos. Naturalmente, hubo protestas, pero hasta donde yo sé, los medios de comunicación estadounidenses se negaron a informar sobre estos hechos.

Los rumores circularon durante años, pero el Tesoro de EE.UU. y la FED negaron acaloradamente estas historias cuando salieron a la luz, rechazándolas como “leyendas urbanas” y “teorías de la conspiración”, ridiculizando tanto la idea de las transacciones de “custodia” como la propia existencia de esos certificados. Pero entonces, alrededor de 1980, se encontró un avión militar estadounidense estrellado en la selva filipina, cargado de pesados baúles de madera llenos de contenedores metálicos, todos con marcas de la FED, y todos conteniendo cientos de miles de millones de dólares de estos mismos certificados. Fue entonces cuando toda la historia se hizo finalmente pública, aunque los medios de comunicación occidentales han censurado casi totalmente la historia. Después de eso, estos certificados empezaron a salir a la luz en todo el mundo, con varias partes que intentaban ejercer reclamaciones. La FED se ha negado rotundamente a tratar este asunto de forma abierta y directa. Desde el descubrimiento, las partes en posesión de estos (ahora viejos) certificados de oro al portador se han encontrado sólo con la venganza, por lo general son inmediatamente detenidos y acusados por el FBI de fraude. Incluso aquellos individuos que no intentan canjear, sino que simplemente piden una verificación de autenticidad, también son arrestados y acusados de intento de fraude. La connivencia entre la FED, el Tesoro de EE.UU. y el FBI se volvió siniestra y peligrosa, y la FED hizo todo lo posible para intimidar a todos, excepto a los más valientes, para que guardaran silencio. Un periodista del Financial Times afirmó:

“Ahora se ha llegado a un punto en el que puedes entrar en uno de los grandes bancos de Nueva York, Londres o Zúrich, darles media tonelada métrica de oro a cambio de un certificado de propiedad, dar una vuelta a la manzana durante 10 minutos, volver a entrar en el mismo banco, y negarán haberte visto antes, y harán que te arresten por presentarles un certificado falso.”

Hubo un grupo, la familia Laurel, que parecía tener un caso especialmente bueno en el trato con la FED en sus varios cientos de millones de estos certificados que presentaron a la FED para su amortización. En este caso, ni la FED ni el Tesoro de EE.UU. se atrevieron a denunciar el certificado como falso, ni a detener a los Laurel por fraude. En cambio, la FED aparentemente declaró que “no podía verificar” la autenticidad de los certificados. De Seagrave: “Después de revisar cuidadosamente los documentos que usted y su cliente han presentado, no podemos verificar que el bono de la Reserva Federal y los documentos relacionados… sean auténticos. Además, como le indiqué al Sr. Portman por teléfono, el presidente Greenspan no está disponible para reunirse o hablar con usted o su cliente en relación con este asunto.” Otra comunicación de la FED de Chicago afirmaba: “No hay constancia de la emisión … de estos bonos …”, y el Tesoro de EE.UU. afirmaba: “… El Departamento del Tesoro no tiene constancia de que haya emitido ninguno de los documentos en cuestión, y … nunca ha emitido bonos al portador de la Reserva Federal de ningún tipo”. La rareza, por supuesto, es la falta de arrestos instantáneos del FBI por cargos de fraude, sustituidos por expresiones más bien pobres de “Caramba, parece que no podemos localizar los registros”.

Cuando Chiang Kai-Shek perdió la batalla por China y se preparó para huir a Taiwán, él y sus partidarios organizaron rápidamente un plan con el que vaciaron todas las existencias de oro y plata de los bancos centrales y comerciales de China, tras lo cual los estadounidenses lo sacaron del país en bombarderos B-29 propiedad de la compañía aérea privada de la CIA, Civil Air Transport. Creo que fue Aldrich quien señaló que estos mismos certificados de oro, los billetes de la Reserva Federal, parecen haber sido utilizados también “para persuadir a los directores de los principales bancos del interior de China para que se desprendieran de sus vastas reservas de oro”. También señaló que la CIA y la FED aparentemente ofrecieron certificados de oro de mayor valor que el oro que realmente se intercambiaba, como un incentivo adicional para que los bancos cooperaran, ya que los EE.UU. “casi seguramente no tenían intención de respetarlos de todos modos”. Existen suficientes pruebas de que la CIA y la FED le vendieron a Chiang Kai-Shek la misma historia. Como la CIA ya estaba en posesión de todo el oro de China, habiéndolo sacado del país en su propio avión, convenció a Chiang para que permitiera su traslado a Estados Unidos para su “custodia”. Chiang murió en 1975 sin volver a ver su oro, y la evidencia es que hasta el día de su muerte en 2003, Soong Mei-Ling (la Sra. Chiang) se pasó todo el tiempo intentando sin éxito recuperar su oro (es decir, el de China) de la FED. Parece que el oro sigue estando “seguro”.

Aldrich era razonablemente de la opinión de que estos certificados podrían ser, en efecto, intrincadas falsificaciones, pero que si lo eran, lo más probable es que fuera la CIA quien los fabricara. Esa es una posibilidad muy probable, ya que nunca ha sido un gran secreto que la guerra económica ha sido una especialidad de Estados Unidos durante mucho tiempo, esta guerra incluye absolutamente la falsificación de monedas y valores, por no hablar de los pasaportes y muchos otros tipos de documentos. Y de hecho, hay muchas pruebas de que la CIA estaba tratando de destruir la economía de China con moneda falsa durante estos períodos, utilizando lo que aparentemente era una empresa de impresión muy sofisticada en Manila. Según el Gobierno británico, “los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores también muestran que la CIA estaba involucrada en otros asuntos relacionados con la moneda, incluyendo el movimiento de planchas de impresión para la moneda china”. Pero los británicos no estaban en condiciones de señalar a nadie, ya que su propio Grupo de Operaciones Especiales imprimió y dispersó cantidades verdaderamente masivas de monedas falsas y diversos valores financieros durante la Segunda Guerra Mundial.

Sea como fuere, al ver las fotos de los certificados, la primera impresión de uno es que deben ser auténticos. Falsificar un certificado no es difícil, y si sólo tuviéramos trozos de papel el problema parecería sencillo. Pero tenemos mucho más que simples trozos de papel. Los contenedores del baúl, hechos de madera y cuero, los cierres metálicos, las numerosas cajas más pequeñas que contenían cada emisión, hechas de metal, fundidas, estampadas y grabadas, fundidas con sellos de la FED o del Tesoro de los Estados Unidos, esmaltadas en diferentes colores, y mucho más. Cada caja contenía también resúmenes en microfilm del contenido y los números de serie, con placas de grabado, cuyos contenedores llevaban el sello de “JP Morgan Chase Bank”, “Notas de Transferencia del Banco de la Reserva Federal” y “Certificados de Garantía del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos”. Para duplicar todo esto se necesitaría una gran cantidad de conocimientos y experiencia y sería una empresa enorme, mucho más allá de la simple falsificación o la impresión de certificados falsos. Y existe un volumen tan grande, aparentemente emitido por varios distritos de la FED, desde Dallas, Boston, Filadelfia… Envejecer aún más todo esto para que parezca tener muchas décadas de antigüedad y sufrir la exposición a la naturaleza, podría estar al alcance de muy pocos hoy en día, pero ¿con qué fin? Seguramente hoy nadie intentaría un fraude tan descarado, ya que las probabilidades de éxito serían exactamente nulas.

Y sí tenemos los registros de los envíos de oro a la FED de EE.UU., porque estos fueron reportados diariamente en el New York Times, y de hecho el registro histórico proporciona una amplia evidencia de que las pertenencias de oro de la FED aumentaron enormemente y muy rápidamente, más del triple en el espacio de tal vez uno o dos años. También muestran una disminución posterior, pero no hay pruebas de la dirección de esa disposición. A continuación, algunos ejemplos.

Al buscar en los archivos del New York Times con las palabras clave “China gold” (China oro) se obtuvieron bastantes datos, y un escritor afirmó que siete destructores navales estadounidenses cargados con 125.000 toneladas métricas de oro chino zarparon hacia Estados Unidos en 1938, aparentemente para protegerlo de los japoneses que estaban invadiendo en ese momento. Al parecer, se trataba del oro de Chiang robado en el continente. Todos estos barcos debían ser clandestinos, ya que los japoneses habrían tomado represalias si lo hubieran sabido.

Un artículo del NYT fechado el 1 de diciembre de 1934 se titulaba “Importaciones de oro, la mayor cantidad desde marzo”, informando a los lectores de que “las condiciones en el extranjero” provocan una demanda de dólares y de transferencias de oro a los EE.UU., presumiblemente por seguridad. El artículo afirma que sólo en noviembre se transfirieron a EE.UU. unos 113 millones de dólares en oro, con lo que el total de oro extranjero enviado a EE.UU. supera los 8.000 millones de dólares. Este artículo enumera a China con sólo 600.000 dólares en oro, pero China casi nunca aparecía en estos informes, ya que la salida de oro de China se hizo toda de forma ilegal y habría sido robada. Los países enumerados en este artículo incluían a Francia (66 millones de dólares), Canadá, Bélgica, Colombia, Gran Bretaña, Guatemala, Holanda e India. También enumeraba muchos cientos de millones en transferencias de oro en el mismo mes durante los cinco años anteriores.

Otro artículo fechado el 21 de septiembre de 1934 decía “Guatemala envía oro”, y enumeraba 230.000 dólares de China. Un artículo similar fechado el 8 de junio de 1934 señalaba que la FED de los Estados Unidos recibió muchas más decenas de millones de Francia, Jamaica, Canadá, Inglaterra, Colombia e India, con otros cientos de miles de oro legal de China. Y más millones de Canadá el 14 de abril de 1934. Otro anuncio fechado el 19 de febrero de 1937, enumeraba muchas decenas de millones en oro, más de 13 millones de dólares de los que llegaron a la FED estadounidense en un solo día. Esta lista incluía Australia, Canadá, Suiza e India. Otros artículos del 6 de junio de 1926 enumeraban envíos de Cuba, Chile y Singapur, e incluían algunos de China, que en total sumaban casi 100 millones de dólares.

La razón por la que China no aparece en los informes diarios del New York Times sobre las entradas de envíos de oro es que la extracción de oro de China era ilegal en aquella época, según el gobierno chino y el ejército japonés ocupante en las zonas que controlaban. Por lo tanto, los Estados Unidos no siempre tuvieron éxito en sus intentos. En un caso, un artículo del New York Times fechado el 25 de octubre de 1938 se titula “Transatlántico estadounidense cede a Japón su carga”, y en él se afirma que el USS President Coolidge se vio obligado a descargar 2,8 millones de dólares en oro para conseguir sus papeles de autorización en Shanghai. Se dice además que el cónsul estadounidense protestó, pero los japoneses insistieron en que el oro era de propiedad china y debía ser devuelto al banco Chase, de propiedad estadounidense, que intentaba sacarlo de China. Al parecer, el banco Chase había intentado disimular su actividad cargando el oro en un buque de la marina estadounidense durante un traslado a las nuevas instalaciones del banco, pero el traslado atrajo la atención de los japoneses debido a una escolta de la marina estadounidense demasiado prominente.

Creo que fueron Sterling y Peggy Seagrave, en su libro “Gold Warriors” (Guerreros del Oro), quienes escribieron:

“Aquí había un fraude que había sido utilizado muchas veces por los bancos de todo el mundo. Cuando se emitía un certificado de oro a cambio de lingotes depositados, se utilizaban códigos incrustados que incluían palabras mal escritas, para “asegurar” que el certificado del propietario coincidía exactamente con los registros del banco. Estas faltas de ortografía se citaban después fácilmente como “prueba” de fraude. En Japón, el primer ministro Tanaka fue más allá y diseñó sus famosos “57” para que tuvieran un aspecto completamente diferente al de los bonos gubernamentales japoneses normales. Si quería canjear uno para un aliado, podía hacerlo. Si no lo quería, podía declararlo falso y señalar que ni siquiera parecía un bono del gobierno.

La respuesta de la administración Reagan fue similar. Un gran número de bonos y certificados de oro de la Fed se imprimieron en la Oficina de Grabado e Impresión, en el tipo de papel equivocado, con una cómica variedad de errores deliberados. Muchos fueron grabados con las caras equivocadas, los lemas equivocados, los diseños equivocados, las firmas equivocadas. Algunos incluso fueron grabados e impresos en caracteres chinos tradicionales. Se trataría de una divertidísima campaña de desinformación, que inundaría Asia con falsificaciones flagrantes, para ridiculizar toda la idea. Cortaría las piernas legales de cualquiera que intentara canjear certificados de oro legítimos o bonos legítimos de la Fed. Se reirían de los tribunales”.

Es importante señalar aquí que se trata de dos series de certificados totalmente diferentes. Los originales, de la década de 1930, son el tema principal, pero cuando esta historia se hizo pública a principios de la década de 1980 apareció de repente un enorme volumen de certificados recién impresos que estaban mal hechos, impresos con errores ortográficos y de otro tipo que permitirían fácilmente declararlos falsos. Estos son los que aparentemente fueron impresos por la FED, por cortesía de la CIA, para confundir la cuestión y justificar la declaración de todos esos valores como falsos. Citando de nuevo a Seagrave sobre la serie original, “En resumen, estos billetes de la FED no fueron creados para una operación encubierta de la CIA en China, sino que son auténticos en todos los sentidos.”

Hay otros cuantos acontecimientos muy extraños en esta historia. Tras el descubrimiento del avión estrellado, la publicidad que lo acompañó y la aparición de solicitudes de reembolso de estos certificados, la FED decidió repentinamente en 1986 refundir y moldear todas sus existencias de lingotes de oro de forma rectangular a forma trapezoidal. No se ofreció ninguna explicación, pero en realidad no era necesaria. Refundir miles de toneladas de oro no es una tarea pequeña ni barata, y sólo se haría en caso de necesidad calamitosa de algún tipo, y ciertamente no por la tonta razón de “cambiar la forma” de los lingotes. Sea cual sea el propósito real o declarado de la FED, el resultado principal fue que el oro refundido ya no contiene sus marcas originales, lo que significa que ya no hay manera de identificar la fuente original de ese oro. Y eso significa que nadie podrá demostrar nunca que el oro que tiene la FED o cualquiera de los principales bancos estadounidenses es el oro que fue saqueado de China, o en realidad de cualquier otro país.

En 2013, hubo informes de los medios de comunicación que fueron rápidamente enterrados y censurados en los EE.UU., aunque no en Europa, sobre la búsqueda de Alemania para repatriar sus pertenencias de oro de la FED de EE.UU.. El gobierno alemán ha estado almacenando alrededor de la mitad de su suministro de oro con la FED de EE.UU., aparentemente en las bóvedas de la FED de Nueva York. El banco central de Alemania decidió llevarse a casa todo su oro, pero la FED rechazó la petición, alegando que tal movimiento sería imposible hoy en día, afirmando además que necesitaría hasta 2020 para poder realizar la transferencia. El gobierno alemán pidió entonces visitar las bóvedas de la FED para inventariar el oro y determinar su existencia real, pero la FED se negó a permitir que Alemania examinara su propio oro. Las razones aducidas fueron “seguridad” y “no hay espacio para visitantes”. Nada más. Tras una decidida insistencia en este extraño giro de los acontecimientos, Alemania envió finalmente a algunos funcionarios a la FED, a los que sólo se les permitió entrar en la antesala de la cámara acorazada, donde se les mostraron 5 o 6 lingotes de oro como “representativos de sus posesiones”, pero no se les permitió ver nada más. Los funcionarios alemanes volvieron una segunda vez, con más determinación si cabe, y al parecer la FED sólo abrió una de las 9 cámaras acorazadas y permitió a los alemanes ver la pila de oro desde una distancia considerable, pero no se les permitió ni entrar ni tocar. Y volvieron a casa. Después de insistir repetidamente, Alemania recuperó una pequeña parte de sus pertenencias de oro, pero casi nada de eso provino de la FED de EE.UU.; la mayor parte le fue enviada desde el banco central de Francia, propiedad de los mismos propietarios privados que poseen la FED.

Se ha especulado durante muchos años que la FED no tiene realmente mucho oro, que lo ha vendido, prestado o utilizado como garantía para los préstamos. En cualquier caso, hoy en día hay muchas afirmaciones de que el oro que se almacena en nombre de muchas naciones, en realidad no existe. A nadie, aparte del personal de la FED, se le ha permitido entrar en las cámaras acorazadas para ver o inventariar el oro, y no hay pruebas de que el oro exista realmente, aparte de la palabra de la FED.

Peor aún, la situación es la misma con el supuesto depósito de oro en Fort Knox, el lugar de almacenamiento de lo que se supone que son todas las pertenencias de oro del Tesoro de los Estados Unidos. La mayoría de la gente cree que Fort Knox es una cámara acorazada del gobierno, pero aunque está construida en terrenos del gobierno, está gestionada por la FED y todo su contenido es propiedad de la FED, no del Tesoro de los Estados Unidos. Esto ha sido cierto durante mucho tiempo; desde la creación del Sistema de la Reserva Federal en 1913, el contenido de Fort Knox ha pertenecido a la FED pero custodiado por el ejército estadounidense y por seguridad privada nacional. Pero nadie sabe lo que hay allí.

La última auditoría, y la última visita pública, tuvo lugar en 1953, justo después de la toma de posesión del presidente estadounidense Dwight Eisenhower. No se permitió la presencia de expertos externos durante esa auditoría, y el equipo de auditores sólo examinó alrededor del 5% del oro que había allí. No ha habido ni siquiera un inventario, y mucho menos una auditoría exhaustiva de Fort Knox en más de 60 años. En 1974, seis congresistas, un senador y la prensa fueron autorizados a entrar en Fort Knox para ver por sí mismos si el oro estaba allí o no. La visita demostró que había algo en Fort Knox que parecía oro, pero de todos modos desató aún más controversias. Sólo una pequeña fracción de las reservas de oro se puso a disposición de los visitantes, y un congresista publicó un informe en el que afirmaba que los lingotes de oro guardados en el fuerte eran menos pesados de lo esperado. En los últimos años, varios políticos estadounidenses han afirmado que es muy probable que ni Fort Knox ni la FED tengan oro, o quizá sólo una cantidad muy pequeña, y han exigido que se haga un inventario público completo y una comprobación, pero la FED se ha negado rotundamente.

Dada la casi certeza de que la FED y el Tesoro de EE.UU. tienen poco oro, ha habido mucha especulación sobre la ubicación de las pertenencias de oro del mundo que existen en la FED, en papel pero no en la realidad. No sé dónde está el oro, pero si tuviera que adivinar, supondría que está en lo profundo de las montañas en Suiza, en los cientos de túneles perforados en la roca debajo de la nueva sede del BIS – el Banco de Pagos Internacionales, que a su vez también es propiedad de las mismas personas que poseen la FED y varios otros bancos centrales europeos.

El Gran Robo de Oro – Parte II – Citibank

El Citibank ha sido una organización criminal durante toda su vida, desde el día en que nació en el siglo XIX con vínculos incestuosos con los Rockefeller y su imperio Standard Oil. A principios del siglo XX, cuando el banco cambió su nombre por el de National City Bank of New York, ya estaba involucrado en una multitud de esquemas criminales en los Estados Unidos, y pronto expandió sus tentáculos vampíricos en el extranjero, muy especialmente en China. Impulsó, probó y violó la mayoría de las regulaciones bancarias nacionales, pero fue en China donde los propietarios del banco tuvieron un éxito que superó los sueños más salvajes de la avaricia. Cabe señalar aquí que las pocas “biografías” de Citibank que existen han sido escritas en su mayoría por el propio banco, sobre todo como auto-elogio por su aparente crecimiento y éxito. Para contrarrestar esto, muchos autores escépticos que intentan una biografía más honesta y penetrante de este monstruo criminal se han quejado de que los archivos de Citibank están vetados a los investigadores. Y con razón, como veremos.

Peter James Hudson, en sus intentos de investigación periodística sobre Citibank, escribió: “¿Cómo se escribe la historia del capitalismo sin los archivos del capitalismo? Los (archivos) de Citigroup están cerrados a los investigadores”. También señaló que uno de los textos más importantes publicados sobre el Citibank “Citibank, 1812-1970, fue publicado por Harvard University Press, pero escrito por ejecutivos del banco como un ejercicio de estrategia corporativa”. Intentaba reconstruir la historia de Citibank a partir de archivos independientes “dispersos, no recopilados, no cotejados y en gran parte desconocidos, y creados no por Citigroup, sino por artistas y activistas que han protestado contra sus actividades”. Afirmó que esta obra ofrecería “una contranarrativa radical a una historia corporativa escrita por una corporación”.

En sus promociones en China, el Citibank se jacta de haberse establecido por primera vez en China en 1902, dando testimonio de su devoción por China mostrando una foto de una moneda emitida en China por el National City Bank de Nueva York. Pero luego, desde 1902 hasta la trepidante reentrada del Citi en el remanso de Shenzhen, en China, a finales de los años 80, no hay nada. En concreto, no hay información sobre las actividades del Citi durante ese periodo, salvo los nombres de una docena de ciudades con sucursales y una especie de declaración amortiguada de que Citibank abandonó China “a causa de la guerra”. Durante ese periodo, sólo tenemos silencio. No sólo silencio, sino una extraña falta de palabra escrita. De hecho, Internet, al menos las partes que pueden ser controladas, han sido totalmente higienizadas. Según todos los medios de comunicación y archivos históricos del mundo, el Citibank no existió en China desde 1902 hasta 1949, es decir, desde el día que llegó hasta el día que se fue. Pronto sabremos por qué.

A principios del siglo XX, en la mayoría de los países, los bancos centrales de los gobiernos no emitían moneda, dejando esa tarea a los distintos bancos concertados, cada uno de los cuales estaba autorizado a emitir cantidades ilimitadas de moneda siempre que tuviera suficiente respaldo en oro o plata para responder al volumen de papel moneda que imprimía. Y en muchos países, las monedas de papel de muchos bancos circulaban simultáneamente y eran libremente intercambiables, aceptadas como dinero en efectivo sobre la base de la garantía de un respaldo en metales preciosos. Esta condición también se daba en China, donde tanto los bancos chinos como los extranjeros emitían sus versiones de papel moneda.

En el caso del Citibank, o más correctamente, del National City Bank de Nueva York, se le concedió permiso para abrir sucursales en Shanghai y emitir papel moneda con el requisito del respaldo en metales preciosos, estipulación que el Citi cumplió. Pero luego, ante la falta de controles debido a la injerencia perturbadora de las potencias occidentales en China, el Citi se volvió ambicioso y amplió su red de sucursales a doce ciudades diferentes -sin permiso- y comenzó a emitir cantidades ilimitadas de moneda en todas ellas, pero sin el respaldo del oro o la plata. El Citi estaba casi en bancarrota cuando entró en China, sin capacidad para comprometer más activos, así que el banco simplemente comenzó a imprimir y emitir moneda china totalmente sin respaldo, con la suposición de que sería aceptada por la población que proporcionaría plata a cambio. Esto fue una verdadera “banca de maletín”, ya que se trataba simplemente de bancos ficticios ilegales sin activos y sin capital registrado. No he podido encontrar ningún registro definitivo de la cantidad total de moneda falsa que emitió el Citi, pero seguramente habría sido de decenas de miles de millones de dólares, contribuyendo en gran medida a la inflación de China y produciendo enormes beneficios criminales para el banco.

Pero hubo mucho más, ya que los propietarios del Citibank elaboraron y perpetraron uno de los mayores robos fraudulentos de toda la historia de China. El Citi no se conformó con los beneficios de la venta de papel moneda e ideó un plan para saquear todo el oro de los hogares chinos, oro que la mayoría de los ciudadanos tenía como forma tradicional de ahorro. El banco inició una campaña ampliamente promocionada para animar a todos los chinos a llevar sus lingotes de oro al Citibank para almacenarlos en las cámaras acorazadas del banco, bajo la premisa de la seguridad, entregándole a todos los ciudadanos “certificados” de oro en papel como prueba de sus depósitos, certificados que podrían canjearse en cualquier momento por el oro real. El gobierno chino hizo grandes esfuerzos para disuadir a sus ciudadanos de participar en este programa, ya que había quedado muy claro que no se podía confiar en los extranjeros.

Desgraciadamente, muchos chinos optaron por ignorar estas advertencias y entregaron confiadamente sus lingotes de oro al National City Bank de Nueva York para su custodia. Pero un día, cuando las bóvedas estaban llenas a rebosar y las escrituras en la pared, nuestros banqueros judíos cambiaron de opinión. Transfirieron todo ese oro de sus bóvedas a buques militares estadounidenses y lo enviaron a casa, a Nueva York. Entonces el Citibank simplemente cerró sus puertas, dijo “Adiós, China”, y volvió a casa. Según los informes que he visto, ese oro acabó en la FED de los Estados Unidos. Recordarán los comentarios anteriores sobre que la FED repentinamente volvió a fundir y refundir todas sus pertenencias de oro. Ahora, ya saben por qué.

Curiosamente, los militares japoneses ocupantes pudieron confirmar esta secuencia de acontecimientos, de la que informó el New York Times, al sospechar del proceso e iniciar la costumbre de inspeccionar los buques de guerra estadounidenses antes de su salida de Shanghai, y en más de un caso ordenar a los estadounidenses que descargaran el oro, parte del cual aparentemente “pertenecía” a los bancos Morgan y Chase. Pero parece que la mayor parte logró escapar, y una vez más el total fue ciertamente de decenas de miles de millones de dólares, y esto fue en la década de 1940. Teniendo en cuenta los casos probados y las estimaciones moderadas de lo restante, está muy claro que el Citibank le debe a los ciudadanos chinos mucho más que todo el valor del capital del banco en la actualidad.

Según los informes de la época de la evacuación del Citi, muchas personas llevaron sus certificados de oro a la sucursal del banco en Shanghai para canjearlos, pero el personal les dio largas y se encontraron con carteles que decían que todos los negocios del Citibank habían sido liquidados y que los ciudadanos debían dirigirse al Banco de China. Más tarde se vio que el Citi llevaba mucho tiempo preparando su retirada de China, sin dejar prácticamente ninguna prueba de nada en sus oficinas, habiendo eliminado o destruido todas las pruebas de todos los acontecimientos de sus más de 40 años de historia criminal en China. También parece evidente, a partir de los registros históricos, que el Citibank estaba en una situación desesperada durante ese período, habiendo perdido sus activos en Cuba y Sudamérica, en Rusia después de la revolución, y en los Estados Unidos durante la depresión, y estaba al borde de la insolvencia. Varios libros se han referido a ese periodo, uno de ellos publicado por la Universidad de Harvard, en el que se afirma que el milagroso desarrollo de Citibank se debió enteramente a su “rápida adquisición de activos” en China, documentando algunos autores que los activos del Citi en China ascendían a unos 30.000 millones de yuanes en el norte de China y otros más de 10.000 millones en el sur, habiendo sido estos “activos adquiridos” transferidos a EE.UU.

Naturalmente, aún hoy día, hay muchos chinos con toda su documentación histórica intacta que quieren recuperar su oro del Citibank. Muchos grupos de chinos han contratado abogados tanto en China como en EE.UU. para intentar presentar sus reclamaciones documentadas ante diversos tribunales, y como es natural, el Citibank hace todo lo que está en su mano para impedir que dichas reclamaciones sean atendidas en cualquier tribunal. En China, la defensa del Citi es que operaba como una entidad legal diferente -el National City Bank of New York- y por lo tanto no puede ser demandado en China puesto que esa entidad ya no existe. Sin embargo, la acusación sería admisible en EE.UU. ya que el Citi se considera el descendiente legal de ese banco anterior. Un grupo en particular presentó todas las pruebas para documentar una demanda contra Citibank por 250 millones de dólares. Finalmente, un tribunal de Nueva York accedió a admitir y escuchar el caso de estos demandantes chinos, con la extraña estipulación de que cada demandante tendría que comparecer en persona en los tribunales de EE.UU. para dar su testimonio, y además tendrían que presentar en persona los originales de todos los documentos. No se aceptarían copias.

Hasta ahí no había ningún problema. Pero cuando estos demandantes chinos acudieron a los consulados estadounidenses en China para obtener sus visados de viaje, el Departamento de Estado estadounidense se negó a aceptar ninguna de las solicitudes y denegó todos los visados de viaje a Estados Unidos. Los estadounidenses se negaron a ofrecer ninguna explicación, pero en realidad no necesitamos ninguna, ¿verdad? Ni visado de viaje, ni comparecencia personal en un tribunal estadounidense, ni juicio, ni devolución de miles de millones en oro por parte del Citibank. No fue de ayuda ni bien recibido que los funcionarios del Departamento de Estado de EE.UU. se burlaran de estos demandantes chinos diciéndoles que “hicieran sus reclamaciones en China”, sabiendo muy bien que eso no se podía hacer. Una manera fácil de pensar en esto es que si yo, John Jones, te engaño en un negocio, entonces cambio mi nombre por el de Harry Smith. Usted puede intentar demandar a John Jones en un tribunal, pero esa persona ya no existe, y la “persona jurídica” de Harry Jones nunca ha tenido ningún trato con usted. Este es el “estado de derecho” de EE.UU. del que los estadounidenses están tan orgullosos, y ese es el problema de demandar a Citibank en China. Por supuesto, incluso los abogados estadounidenses dijeron que las acciones del Consulado de EE.UU. en Shenyang (al negar los visados) eran ilegales, pero en China tienen inmunidad diplomática y no pueden ser acusados ni obligados a comparecer ante un tribunal. Podrían ser deportados como castigo, por supuesto, pero simplemente serían sustituidos por otros que leyeran el mismo guión.

En realidad, hubo un demandante que sí logró obtener un visado de viaje de corta duración a EE.UU. para preparar la presentación de una demanda judicial (18).Este hombre, Shao Lianhua, afirmó que primero tuvo grandes dificultades para encontrar un abogado estadounidense que se hiciera cargo de su caso, alegando que los abogados de EE.UU. trataban a su parte con desprecio, declarando abiertamente que no ayudarían a ningún chino a sacar dinero de EE.UU. Sin embargo, tras llegar a Estados Unidos y conseguir un abogado, Shao recibió visitas en su habitación de hotel la noche anterior a su comparecencia ante el tribunal. Dos policías fuertemente armados forzaron la entrada de su habitación y exigieron un registro de sus posesiones, especificando los documentos relacionados con sus certificados de oro. Esto fue claramente un acto ilegal, ya que no tenían ni orden de registro ni causa probable. Shao había tenido la presencia de ánimo de haber escondido sus documentos donde no pudieran ser descubiertos, pero no pudo impedir el registro. Finalmente, llamó a su abogado, y al parecer, tras una larga discusión, la policía se fue con las manos vacías. Pero no eran policías. Por sus tarjetas y sus fotos, los abogados acabaron identificando a los hombres como agentes secretos del Tesoro estadounidense. Podemos preguntarnos legítimamente por qué el Tesoro de EE.UU., actuando bajo órdenes de la Casa Blanca, enviaría agentes armados para realizar un registro ilegal con el único propósito de confiscar los originales de pruebas cruciales del fraude de Citibank.

En cualquier caso, Shao regresó a China, también con las manos vacías, y ese fue el último visado de viaje concedido a estos demandantes chinos. Yo diría que no necesitamos oír más historias sobre la “independencia” del poder judicial de EE.UU., o tontas historias ideológicas sobre el “estado de derecho” o de que los estadounidenses “juegan según las reglas”. Para dejar aún más claro este punto, en uno de sus artículos más ideológicamente insolventes, el New York Times escribió: “Sin un sistema político democrático… ¿podemos confiar en que los chinos jueguen según las reglas?”. Parece que son los países con un sistema político democrático en los que no se puede confiar que jueguen según las reglas.

Hay muchas otras reclamaciones validadas además de la de 250 millones de dólares mencionada anteriormente. Una lista del oro civil chino robado por el Citibank ascendía a 100 millones de dólares de una familia o grupo de familias, en nueve bloques que datan de 1912 a 1933. Otra lista incluía muchos millones en 19 bloques que databan de 1934 a 1941. Otra enumeraba 17 bloques que datan de 1907 a 1913, en cantidades individuales de hasta 25 millones de dólares. La evidencia es irrefutable de que mientras el Tesoro de los Estados Unidos, la FED y la CIA se ocupaban de extraer el oro de las naciones de los bancos centrales del mundo y de los grandes bancos comerciales, Citibank, Morgan y Chase estaban ocupados absorbiendo todas las pertenencias personales de oro de la población. Trabajando en conjunto, para amasar para la FED y los bancos estadounidenses todo el suministro de oro del mundo.

Pero a Citibank no le falta descaro. En 2002, el Citi promocionó ampliamente una gran celebración de sus “100 años en Asia”, durante los cuales “ayudó a dar forma al paisaje financiero de Asia y llevó la banca de consumo innovadora a millones de clientes”. No sólo eso, sino que como la presencia del banco vuelve a crecer en Asia, se nos dice que “Citibank está idealmente posicionado para servir a las diversas necesidades financieras de la región durante los próximos 100 años”. Creo que se nos puede perdonar que digamos: “No, gracias. Todavía no nos hemos recuperado de la forma en que ustedes “moldearon” nuestras economías en el siglo pasado”.

Uno de mis colegas hizo una sugerencia que me pareció factible: crear un “Museo del Oro” chino que contenga todas las pruebas, y situarlo cerca de una sucursal del Citi o de la oficina central de Citibank en China, y notificarlo a todos los medios de comunicación. Incluso podría contener un “Reloj del Holocausto Económico” para mostrar tanto el capital como los intereses acumulados de este robo masivo. Otro colega sugirió que una empresa de capital riesgo especializada en litigios podría estar interesada en recoger, autentificar y procesar estos certificados con vistas a crear una acción colectiva a escala nacional. Este tipo de medidas podría presionar al Citibank para que reconozca y pague por su delito, o para que haga las maletas y se marche de China para siempre.

Hay mucho más en esta historia, lo que lleva a especular razonablemente que Citibank hizo el mismo truco en quizás una docena de países. Si funciona en un lugar, debería funcionar en todas partes. Al mismo tiempo, en 1902, que el Citi (International Banking Corporation) se registró en China, también abrió operaciones bancarias en Manila, Filipinas, en Calcuta, la India, en Singapur, en Yokohama, Japón, en Brasil, en 1915, en Argentina, y en otros países. El Citibank (y Estados Unidos en general) era tan odiado en Argentina que en 1927 un grupo de patriotas (o anarquistas) voló la sede del Citibank y la del Banco de Boston, muy posiblemente como represalia por los mismos delitos. Por si fuera poco, estas mismas personas (o quizás otras) también bombardearon la embajada de Estados Unidos y la empresa Ford Motor. Citibank ha sido odiado en varios lugares, y yo diría que con razón. Las pruebas sobre las actividades de Citibank antes de la Segunda Guerra Mundial en cualquier parte del mundo son extremadamente difíciles de encontrar. Por cortesía de todo el mundo, desde Google hasta los medios de comunicación, pasando por el gobierno de EE.UU. e incluso el propio Citibank, el registro público ha sido blanqueado hasta un grado asombroso. Hay muchas personas en las altas esferas que realmente no quieren que esta información salga a la luz pública.

El sitio web de Citibank nos dice lo siguiente “La entrada inicial de Citibank en China se produjo en 1902, cuando puso en marcha su primera sucursal en Shanghai, el centro comercial y financiero de China en aquella época. En los treinta años siguientes, Citibank abrió catorce sucursales en China. La mayoría de las sucursales se encontraban en las principales ciudades portuarias y estaban adaptadas a las necesidades de los inmigrantes y comerciantes extranjeros en China. Obsérvese la última frase sobre las actividades adaptadas a las necesidades de los “inmigrantes y comerciantes extranjeros” en China. Existe una alta probabilidad de que se trate de los Sassoons, Kadoories, Hartungs y otros implicados en el tráfico de opio en China en aquella época. Si mis sospechas son correctas, el Citibank se estableció en China inicialmente con el propósito de traficar y blanquear dinero de la droga, la misma razón por la que se estableció el HSBC. Por supuesto, el Citi no se pronuncia al respecto y sólo dice que regresó discretamente a China a mediados de los años ochenta.

Una de las escasas referencias en Internet sobre el Citibank en China era un breve documento de una universidad estadounidense en el que se afirmaba que “… las sucursales chinas del Citibank incluso permanecieron abiertas y rentables durante la Gran Depresión que azotó a Estados Unidos en la década de 1930. Sin embargo, en 1940, debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, las catorce sucursales se cerraron ante la invasión japonesa de la China continental y se ordenó a todos los trabajadores inmigrantes del Citibank que regresaran a Estados Unidos por su propia seguridad. En 1942, todas las sucursales estaban cerradas y la revolución comunista, tras el fin de la guerra, impidió que el Citibank reanudara sus antiguos negocios en China. Sin embargo, pudieron regresar para abrir su sucursal en Hong Kong”. Qué bonito. El Citibank se fue de China no para escapar de sus crímenes sino por la guerra, y se le impidió volver no por sus robos masivos sino por culpa de esos comunistas poco cooperativos. Culpa a la víctima.

Como una especie de epílogo, podría señalar que el Citibank nació como una empresa criminal en 1812, con Moses Taylor sobornando fuertemente a la Legislatura del Estado de Nueva York para que le concediera una carta de estatuto bancario. Un autor señaló que con el dúo dinámico judío formado por Moses Taylor y James Stillman dirigiendo el espectáculo, “el Citibank cometió crímenes históricos de enorme magnitud”, cosechando enormes sumas de dinero gracias a la estafa a los inversores y a los tratos corruptos con los funcionarios del gobierno. El Comité Bancario del Senado de EE.UU. acusó al Citibank de promover fraudulentamente la venta de acciones a precios enormemente inflados, y de ser responsable en un 50% de la devastadora caída de la bolsa de 1929. De hecho, fue específicamente para proteger al público de Citibank, por aquel entonces uno de los mayores bancos de EE.UU., que el gobierno promulgó por primera vez la legislación sobre valores. Citibank no se atribuye el mérito de esto en su biografía de la página web.

Los crímenes de Citibank en China implicaron mucho más que la emisión de miles de millones en moneda fraudulenta y su robo masivo de oro. El Citi participó en el saqueo de varios bancos chinos, siendo el Banco de Hankou uno de ellos, también estuvo involucrado a una escala aparentemente grande en el contrabando de artefactos invalorables de China, en el contrabando y la venta de armas para facilitar la guerra civil de China, y muy involucrado en el espionaje para el gobierno de los Estados Unidos. He visto documentos del Citibank en los que se enumeran la ubicación y el movimiento de los aviones y las tropas, que se enviaban regularmente a la embajada de EE.UU. o a otros funcionarios. El registro indica que el gobierno de EE.UU. no sólo estaba al tanto de la actividad criminal de Citibank, sino que utilizó al Citi como una herramienta directa para implementar muchas de sus políticas antichinas, y de hecho el Citi no podría haber tenido éxito en sus crímenes sin la ayuda activa del gobierno y del ejército de EE.UU. Por una cosa, el botín del Citibank fue enviado fuera del país en buques de guerra estadounidenses.

 
Ley de Compra de Oro de EE.UU de 1933

Una de las características más interesantes del gobierno estadounidense es que engaña a todo el mundo por igual, sin hacer distinción entre extranjeros y ciudadanos estadounidenses, aunque para ser justos, esta actitud única recae principalmente en la Casa Blanca y en la cábala oculta que la controla, más que en el Congreso. El panorama es diferente para las corporaciones, por supuesto, las empresas estadounidenses están protegidas incluso hasta la declaración de guerra, pero los pueblos que componen el “público en general” son considerados indiscriminadamente como juego limpio. Como un ejemplo de muchos, en 1933 el presidente Roosevelt implementó la Orden Ejecutiva EO 6102, que prohibía a los ciudadanos estadounidenses tener oro, obligando a todos los individuos a entregar todos los lingotes de oro, monedas y certificados al Tesoro a cambio de (papel) dólares. Esencialmente, se nacionalizó todo el suministro de oro del país. Inmediatamente después de que la FED se hiciera con la propiedad directa de todas las pertenencias de oro de los Estados Unidos, el dólar se devaluó en un 65%, aumentando el precio real del oro en una cantidad equivalente y estafando a los ciudadanos estadounidenses en miles de millones de dólares. La versión oficial fue que la Orden Ejecutiva era una medida destinada a evitar que los “acaparadores” se beneficiaran de la devaluación del dólar, pero el verdadero propósito, y el único resultado, fue estafar a todos los ciudadanos con un aumento del 200% en el precio de su oro, lo que constituyó una transferencia de riqueza de esa cantidad del pueblo al Tesoro de EE.UU. (o la FED).

Pero la OE 6102 hizo algo más que engañar a los ciudadanos estadounidenses; también engañó a los extranjeros, incluidos los bancos centrales extranjeros. En aquel momento, aproximadamente la mitad de todos los miles de millones de oro registrados como existentes en EE.UU. y en poder de la FED y de varios bancos estadounidenses, eran propiedad de extranjeros, a menudo de los bancos centrales de otras naciones. Pero las posiciones financieras tanto del gobierno de EE.UU. como de la FED eran precarias, y el oro salía de EE.UU. a un ritmo cada vez mayor por el temor y las expectativas de una devaluación del dólar. Rápidamente, la FED dejó de tener suficientes reservas de oro para cumplir su compromiso de convertir la moneda estadounidense al oro, por lo que Roosevelt suspendió la participación de EE.UU. en el patrón oro y devaluó efectivamente el dólar en un 65% al aumentar el precio del oro. La medida fue totalmente política, destinada a proteger y aislar a EE.UU. y al dólar (y a la cábala bancaria que controlaba la Casa Blanca) de las inestabilidades monetarias de entreguerras; la probabilidad de que el orden económico internacional se desintegrara en el caos como resultado no era una preocupación. No era la primera vez, ni sería la última, que Estados Unidos utilizaría su posición financiera privilegiada para evitar el dolor interno causando estragos económicos en el mundo. Pero esto era sólo una parte del plan; la otra parte estaba por llegar.

Ley de Compra de Plata de EE.UU de 1934

Steve Hanke, profesor de economía de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, escribió un buen artículo sobre este tema en el número de noviembre de 2010 del Globe Asia, titulado “El plan de Estados Unidos para desestabilizar a China – la Moneda: El Arma Secreta”. Está disponible en línea y vale la pena leerlo.  (19)

El 9 de agosto de 1934, el Presidente Roosevelt implementó otra Orden Ejecutiva, esta vez la número 6814, llamada Ley de Compra de Plata  (20) (20a), que especificaba esencialmente dos cosas. Una, la confiscación de toda la plata en los Estados Unidos, y dos, un enorme programa para comprar plata en el mercado abierto a casi tres veces el precio de mercado de entonces. Desde cualquier punto de vista racional, esta acción era extraña.

Con la falsa pretensión de estar bajo la presión de los productores nacionales de plata (que no estaban sufriendo en absoluto), Roosevelt desafió las abrumadoras críticas de todos los sectores al aplicar esta ley que ordenaba al Tesoro (o a la FED) la compra de plata a un precio de al menos 1,29 dólares por onza, que era casi tres veces el precio de mercado de entonces, 45 centavos. El gobierno de EE.UU. efectivamente nacionalizó las reservas de plata de EE.UU., pero comprando esa plata a los estadounidenses al antiguo precio de 0,45 dólares. Sólo después el Tesoro ofreció comprar la plata a un precio mucho más alto. Esta acción absorbió miles de millones de los escasos fondos del gobierno en lo más profundo de la Gran Depresión, cuando la mayoría de los estadounidenses luchaban por sobrevivir y evitar el hambre y la bancarrota. El pueblo pagó un precio enorme por una política sin beneficio aparente para nadie. Los productores de plata se beneficiaron marginal y temporalmente, pero toda esa industria empleaba sólo a unos pocos miles de personas, por lo que este programa masivo definitivamente no estaba destinado a ellos, independientemente de la versión propagandística.

Pero hay algo más en la extraña naturaleza de esta política de compra de plata. La legislación autorizaba principalmente al Tesoro y a la FED a comprar plata “de países extranjeros” en el mercado abierto – en la Bolsa de Futuros de Nueva York. Pero eso nunca ocurrió. Ni ocurriría. Todo lo que tenemos que hacer es pensar. Ni siquiera un loco gastaría dinero comprando algo a 1,29 dólares cuando esa materia prima estaba ampliamente disponible en los mercados mundiales de todo el mundo a 0,45 dólares. Entonces, ¿qué es lo que realmente impulsaba esta nueva política?

Bien, aparte de la historia disparatada y claramente inventada de ayudar a los productores nacionales de plata que no están en apuros, había otra intención caritativa: “ayudar” a China, un plan que llevaba varios años en elaboración. Como señaló Steve Hanke:

“… China estaba en el estándar de la plata. Los intereses de la plata afirmaban que el aumento de los precios de la plata -que traería consigo una apreciación del yuan frente al dólar- beneficiaría a los chinos al aumentar su poder adquisitivo. Como informó un comité especial del Senado estadounidense en 1932: “La plata es la medida de su riqueza y de su poder adquisitivo; les sirve de reserva, de cuenta bancaria. Es la riqueza que permite a esos pueblos comprar nuestras exportaciones”.

Hasta ese momento, China llevaba cientos de años con un patrón de plata para su moneda, la única moneda del mundo totalmente respaldada por el metal precioso, y responsable de crear una base económica sólida y estable. Por esta razón, China logró escapar por completo de la Gran Depresión que asolaba al resto del mundo. Por supuesto, la política de la plata estadounidense asestó un golpe devastador a esta estabilidad centenaria, ya que los estadounidenses no compraban plata de países extranjeros en el mercado abierto, sino sólo en China a través de los bancos estadounidenses como Citibank, Morgan y Chase. Estos agentes estadounidenses ofrecían a los chinos el triple del precio de mercado por su plata, lo que naturalmente dio lugar a una avalancha de plata que fluía hacia estos bancos y desde allí se enviaba a los Estados Unidos.

El primer efecto, por supuesto, fue que el tipo de cambio entre el dólar estadounidense y la moneda china se desplomó. El elevado precio de la plata abarató las importaciones, pero las exportaciones del país se hundieron totalmente y el PIB se desplomó casi instantáneamente en un 25%. El segundo resultado fue que la avalancha de plata atraída por los bancos estadounidenses salió inmediatamente de China, destruyendo finalmente el respaldo en plata de la moneda china, lo que destruyó el sistema financiero de China y dejó la economía sumida en el caos. Se produjo una deflación masiva que destruyó el sector agrícola y dejó a millones de agricultores y campesinos repentinamente en la indigencia. Peor aún, la mayoría de las empresas tenían una deuda respaldada por la plata que ahora tendría que devolverse al triple de su precio; por supuesto, ninguna empresa tenía el efectivo necesario para hacer frente a tales obligaciones e innumerables decenas de miles de ellas quebraron, colapsando el mercado laboral. El sistema financiero total de China también estaba al borde del colapso, todo lo cual sirvió para arrojar repentinamente a China en medio de la Gran Depresión, eliminando décadas de doloroso esfuerzo para reconstruir la nación después de un siglo o más de saqueo por parte de Occidente. En ese momento, China no tuvo más remedio que abandonar el patrón plata y adoptar una moneda de papel.

China intentó, por supuesto, aplicar severos controles a la exportación de plata, pero éstos fueron en gran medida infructuosos, porque la mayor parte de la plata se sacó de contrabando de China a través de los bancos estadounidenses -Citibank, J. P. Morgan y Chase-, que eran inmunes a las regulaciones chinas de exportación y que tenían a mano los servicios del ejército estadounidense, con sus buques de guerra para transferir la plata fuera de China sin un desafío efectivo.

De nuevo Hanke:

“En un intento de asegurar el alivio de las dificultades económicas impuestas por las políticas de plata de EE.UU., China buscó modificaciones en el programa de compra de plata del Tesoro de EE.UU. Pero sus peticiones cayeron en saco roto. Después de muchas respuestas evasivas, la Administración Roosevelt indicó finalmente el 12 de octubre de 1934 que se limitaba a llevar a cabo una política ordenada por el Congreso estadounidense. Las cosas no funcionaron como Washington anunciaba. Sin embargo, funcionó como estaba “previsto”. Al dispararse el precio de la plata en dólares, el yuan se apreció frente al dólar. En consecuencia, China se vio abocada a las fauces de la Gran Depresión.

Un autor compasivo escribió: “Qué insensatez económica -y falta de espíritu de Estado, podría decirse- fue priorizar el bienestar de 5.000 personas [productores de plata] a expensas del público estadounidense y de los 450 millones de chinos que no hicieron nada para invitar a esa miseria. No hace falta decir que el proyecto de ley de compra de plata era una mala economía. Pero también fue una mala política. El daño que causó se extendió mucho más allá de la esfera económica. Se extendió a las relaciones entre Estados Unidos y China”. Sentimientos loables, pero bastante ingenuos.

Entonces, ¿quién ganó? Los bancos estadounidenses y la cábala de banqueros europeos que controlaban la Casa Blanca y la economía mundial. La economía de China estaba creciendo y el país estaba emergiendo con fuerza más allá de la capacidad de los banqueros para contenerla, así que había que hacer algo para mantener la disparidad de ingresos entre el Imperio y los campesinos. El gran premio fue la destrucción permanente de la moneda china respaldada por la plata y el retroceso del progreso económico de China en unos veinte años. Los productores de plata de EE.UU. se beneficiaron por un corto tiempo, pero el pueblo estadounidense perdió mucho cuando su gobierno desperdició miles de millones de dólares para colapsar la economía de China en lugar de reconstruir la de EE.UU., esta política probablemente extendió la depresión por años. Tal vez el único resultado bueno fue que este fiasco contribuyó en gran medida al colapso de la confianza pública en Chiang Kai-Shek y su gobierno nacionalista apoyado por Estados Unidos, allanando el camino para que Mao tomara el poder y echara a todos los extranjeros de China.

Me parece penoso que, incluso hoy en día, la versión estándar en todos los libros de texto de historia y economía estadounidenses comience con: “Aunque la Ley de Compra de Plata estaba pensada principalmente como un programa de apoyo a los productores de plata de los Estados Unidos…”

Para añadir un poco de contexto adicional a esto, el gobierno nacionalista de Chiang Kai-Shek todavía estaba al control de China durante ese período, con el fuerte apoyo del gobierno y el ejército de EE.UU., y mientras que el gobierno de EE.UU. estaba trabajando para destruir la economía de China desde el exterior, el educado y (tendría que decir) leal a EE.UU., T.V. Soong, estaba ayudando a Chiang a destruir China desde el interior. Francamente, dudo que Chiang entendiera mucho de economía o de cualquier otra cosa, pero Soong era brillante, y con su orientación, Chiang consiguió rápidamente nacionalizar toda la banca china y luego hacer funcionar el gobierno casi totalmente con deuda, hundiendo así la economía.

Y fue Soong quien, en 1928, fundó el “Banco Estatal de la República de China”, un nuevo Banco Central chino de propiedad extranjera que seguía el modelo de la FED estadounidense. También fue Soong quien no reaccionó ante el programa de compra de plata de los estadounidenses, que adoptaron entonces una moneda de papel y obligaron a todos los chinos a entregar su plata al nuevo Banco Central de Chiang, un banco que, convenientemente, estaba exento de las restricciones a la exportación de plata. Se podría concluir que tanto Chiang como Soong estaban implicados en la exportación de la plata de su propio país a los Estados Unidos, todo ello en consonancia con el plan estadounidense para China. Fue esta asociación la que finalmente selló la perdición del gobierno de Chiang, mientras que casi destruyó a China en el proceso. Pero de nuevo, fue esto lo que allanó el camino para que Mao obtuviera un apoyo abrumador y arrebatara el control del país a los estadounidenses (principalmente) y lo pusiera de nuevo en manos del pueblo chino.

Yo añadiría que Soong era lo suficientemente brillante como para entender exactamente lo que estaba ocurriendo, y lo suficientemente capaz de haberlo detenido si se hubiera preocupado de hacerlo. No he investigado a fondo a Soong, pero mi sensación en este momento es que era esencialmente un agente estadounidense que trabajaba desde dentro. Ciertamente, el hombre no era tan estúpido como para no entender los resultados de sus propias acciones al ayudar a Chiang con la adopción de una moneda fiduciaria de papel y una colección de bancos nacionales en quiebra que recurrieron a la impresión de dinero como reemplazo de los ingresos. El gobierno nacionalista de Chiang imprimió tanta moneda que el dinero se depreció por un factor de más de 1.000, una hiperinflación devastadora, todo ello bajo la atenta mirada de Soong. La situación era tan grave que las imprentas del gobierno no podían mantener el ritmo necesario, y la moneda china se imprimía en Inglaterra y se llevaba a China sobre el Himalaya en aviones militares estadounidenses C-47.

Para que no quede en el tintero, los Estados Unidos intentaron algo similar en el período posterior a 2005, produciendo durante una década una cantidad casi abrumadora de ruido mediático y presión política para forzar otra revaluación masiva al alza del RMB, sobre la base fraudulenta de que la moneda china estaba “infravalorada al menos entre un 25% y un 40%”. Si China hubiera cedido a esa presión, el país se habría hundido en las profundidades de otra grave depresión, y ese era el plan.

 
Dios Salve a la Reina

Se trata de una parte de la historia de Estados Unidos poco conocida y nunca discutida, pero que sin embargo, es uno de los principales factores que impulsaron a Estados Unidos a su abrumadora supremacía manufacturera y económica tras la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la destrucción final del Imperio Británico, de la que ninguna persona pensante tendría que arrepentirse, y también de las condiciones que se dieron tras el final de la Segunda Guerra Mundial. La Primera Guerra Mundial hizo que Gran Bretaña perdiera cerca del 40% de su antiguo Imperio y de su riqueza, y la Segunda Guerra Mundial completó esta tarea, pero no sin la poco conocida intercesión depredadora de Estados Unidos.

Durante la Segunda Guerra, Gran Bretaña necesitaba enormes volúmenes de suministros de alimentos, materias primas, productos manufacturados, armamento y material militar. Pero las fábricas británicas estaban siendo destruidas por la guerra, y en cualquier caso carecían de suficiente capacidad productiva. Gran Bretaña también carecía cada vez más de dinero para pagar esos bienes, y su solución era comprar a crédito a sus colonias. Canadá, India, Australia, Sudáfrica y muchas otras naciones suministraron a Inglaterra los bienes necesarios y el material de guerra, con la promesa de un pago futuro. El plan era que, una vez terminada la guerra, Gran Bretaña pagaría esas deudas con productos manufacturados que una Gran Bretaña reconstruida podría suministrar. Esas deudas se registraron en la moneda británica de entonces, la libra esterlina, y se mantuvieron en los libros de contabilidad del Banco de Inglaterra, comúnmente conocidos como “los Balances de la Libra Esterlina”.

Tras el fin de la Segunda Guerra, EE.UU. era la única economía importante del mundo que no había sido bombardeada hasta los escombros, una nación con todas sus fábricas intactas y capaz de funcionar a pleno rendimiento produciendo casi todo lo que el mundo necesitaba. EE.UU. tenía una enorme capacidad de suministro, pero los numerosos países del Imperio Británico, cuyas economías estaban en buenas condiciones y tenían dinero para pagar, se negaban a comprar a EE.UU., ya que esperaban que el Reino Unido se reconstruyera y pagara las deudas pendientes con productos manufacturados. El gobierno y las corporaciones estadounidenses se dieron cuenta de que ese enorme mercado, formado por tantas naciones del mundo, permanecería cerrado para ellos quizás durante décadas, que tendrían poco o ningún éxito comercial en cualquier parte del antiguo Imperio Británico mientras esos saldos en libras esterlinas permanecieran en los libros de contabilidad del Banco de Inglaterra. Y este es un lugar en el que la verdadera naturaleza de Estados Unidos sale a relucir, un incidente que sirve mejor que muchos para ilustrar la historia del “juego limpio” estadounidense y de la creación por parte de Estados Unidos de “un campo de juego nivelado”.

Al final de la guerra, Gran Bretaña, físicamente devastada y financieramente en bancarrota, carecía de fábricas para producir bienes para la reconstrucción, de materiales para reconstruir las fábricas o comprar las máquinas para llenarlas, o de dinero para pagar todo ello. La situación de Gran Bretaña era tan grave que el gobierno envió al economista John Maynard Keynes con una delegación a Estados Unidos para pedir ayuda financiera, alegando que Gran Bretaña se enfrentaba a un “Dunkerque financiero”. Los estadounidenses estaban dispuestos a hacerlo, con una condición: suministrarían a Gran Bretaña la financiación, los bienes y los materiales para reconstruirse, pero dictaron que Gran Bretaña debía eliminar primero esos saldos en libras esterlinas rechazando todas sus deudas con sus colonias. La alternativa era no recibir ni ayuda ni crédito de los Estados Unidos. Gran Bretaña, empobrecida y endeudada, sin recursos naturales y sin crédito ni capacidad de pago, no tuvo más remedio que capitular. Y, por supuesto, con todos los créditos cancelados y puesto que EE.UU. podía producir hoy, esas naciones coloniales no tenían más razones para rechazar los productos manufacturados de EE.UU. La estrategia tuvo éxito. Para cuando Gran Bretaña se reconstruyó, EE.UU. había capturado más o menos todos los antiguos mercados coloniales de Gran Bretaña, y durante algún tiempo después del final de la guerra, EE.UU. fabricaba más del 50% de todo lo que se producía en el mundo. Y ese fue el fin del Imperio Británico, y el comienzo de la última etapa del ascenso de Estados Unidos.

A los estadounidenses se les ha lavado el cerebro y se les ha hecho propaganda para que crean que su país apoyó desinteresadamente el esfuerzo bélico europeo y planificó y financió generosamente toda la reconstrucción de toda la Europa devastada por la guerra. Sus cabezas están llenas de “Préstamo y Arriendo”, del “Plan Marshall” y mucho más. Pero aquí tenemos tres verdades silenciosas: Una es que Estados Unidos ayudó a Europa y al Reino Unido principalmente porque necesitaba mercados para sus productos, al igual que Henry Ford aumentó los salarios de sus empleados para que pudieran comprar sus coches. Las corporaciones estadounidenses encontraron poco poder adquisitivo en las naciones europeas que ahora estaban en gran parte destruidas y en bancarrota, y sin estos mercados la economía estadounidense también se habría hundido. Fue el propio interés comercial y no la compasión o la caridad lo que impulsó la ayuda financiera de Estados Unidos al Reino Unido y a Europa. Todo lo que hizo Estados Unidos fue proporcionar financiación a gran escala para los productos de sus propias empresas, y la mayor parte de la “financiación” nunca salió de Estados Unidos. El Plan Marshall fue sobre todo un programa de bienestar para las multinacionales estadounidenses. La segunda verdad es que Europa e Inglaterra pagaron mucho por esta ayuda financiera. Hasta 2006, Gran Bretaña no pagó por fin la última cuota de los préstamos que le hizo Estados Unidos en 1945. La tercera es que la financiación de Europa en la posguerra no fue principalmente para la reconstrucción, sino como base de un control político abrumador que ha persistido en gran medida hasta nuestros días. Los fondos del cacareado Plan Marshall estadounidense se destinaron más a la financiación de la Operación Gladio que a la reconstrucción europea.

Como muy bien señaló William Blum en uno de sus artículos, Estados Unidos estaba mucho más interesado en sabotear a la izquierda política en Europa que en la reconstrucción, y los fondos del Plan Marshall se desviaron para financiar victorias políticas de la extrema derecha, así como para el violento programa terrorista conocido como Operación Gladio. También mencionó correctamente que la CIA desvió cantidades sustanciales para financiar el periodismo encubierto y la propaganda, siendo uno de los conductos la Fundación Ford. Además, Estados Unidos impuso enormes restricciones económicas y políticas a los países receptores como condición para recibir los fondos, que en su mayoría se utilizaron para ayudar a reafirmar a los banqueros y a las élites europeas en sus posiciones de poder económico y político (tras una guerra que ellos mismos instigaron) en lugar de ayudar a la reconstrucción. Al final, los europeos podrían haberlo hecho igual de bien sin esta supuesta “ayuda” de Estados Unidos, y Europa habría sido mucho mejor y más independiente hoy en día si hubieran rechazado la oferta. La convicción de la mayoría de los estadounidenses de que su nación “reconstruyó” Europa es pura mitología histórica creada por la propaganda y mantenida por la ignorancia.

Mi Moneda, pero tu Problema

Hubo otro factor que ayudó a llevar a los Estados Unidos a su poderosa posición internacional, y esto fue de nuevo en parte un accidente del destino y en parte la búsqueda depredadora estadounidense de la supremacía y la dominación mundial: el dólar como moneda de reserva del mundo. Una moneda de reserva es simplemente aquella que las naciones mantienen comúnmente en sus bancos centrales para el pago de las deudas internacionales resultantes del comercio y la inversión. Para funcionar como moneda de reserva, debe haber un suministro adecuado de este dinero para todos los que lo necesitan, la moneda debe ser fácil de comprar y de vender, debe ser estable, y por supuesto, las naciones deben tener cierta confianza en el país que la emite. Canadá podría haber hecho lo mismo, o Australia, o Suiza, pero se trata de economías relativamente pequeñas con un pequeño volumen de moneda disponible, ciertamente no suficiente para alimentar el comercio mundial. Las monedas europeas no eran estables ni tenían mucho valor después de la guerra, y el nivel de confianza en ellas era pequeño.

Sin embargo, el dólar estadounidense cumplía bastante bien estos criterios. Tras el final de la Segunda Guerra, las principales naciones del mundo establecieron lo que llamamos el “patrón oro”, que significaba que un país no podía imprimir más dinero del que tenía en reservas de oro. Con ello se pretendía mantener la estabilidad y evitar cualquier exceso de impresión de dinero que condujera a la inflación y pudiera destruir el sistema monetario internacional, como había ocurrido en el pasado. En teoría, todas las deudas internacionales debían liquidarse en oro, pero en la práctica esto resultaba engorroso e inconveniente. Como el dólar estadounidense existía en gran volumen y estaba -en teoría- plenamente garantizado para ser canjeado por oro en cualquier momento, todas las naciones simplemente liquidaban sus cuentas en dólares estadounidenses. Pero la fe en hacerlo se basaba en la promesa de que cualquier nación podría, en cualquier momento, cambiar sus pertenencias de dólares estadounidenses por oro real.

El sistema funcionó bastante bien durante unos 20 años, hasta que a principios de 1971 Estados Unidos estaba sometido a una enorme presión financiera por las enormes sumas que había tomado prestadas para financiar su atrocidad militar en Vietnam. La gota que colmó el vaso fue que Francia, que no ignoraba lo que estaba sucediendo y estaba preocupada por la capacidad de Estados Unidos para mantener el valor del dólar, insistió en cambiar todas sus pertenencias de dólares por oro, según el acuerdo. Las reservas de oro de Estados Unidos eran insuficientes para cumplir el acuerdo, y el país se enfrentaba a la posibilidad real de que todas las naciones exigieran el cambio. Ante esa presión, Estados Unidos declaró unilateralmente nulo el acuerdo financiero mundial, se retiró de su participación en el patrón oro, se negó a convertir en oro las pertenencias de dólares extranjeros de cualquier nación, y dejó a todos los países del mundo en posesión de incontables miles de millones de dólares estadounidenses que ya no tenían ningún valor fijo o garantizado, pero que seguramente se depreciarían, ya que Estados Unidos estaba imprimiendo efectivamente enormes volúmenes de dólares para financiar su guerra de Vietnam. En aquel momento, el Secretario del Tesoro estadounidense, John Connally, le dijo al mundo: “Es nuestra moneda, pero es vuestro problema”.

Como todas las naciones habían acumulado dólares estadounidenses de buena fe, pero ahora no tenían forma de deshacerse de ellos, no tenían otra opción que seguir utilizando el mismo dólar estadounidense, ahora de valor indeterminado, para todas las transacciones internacionales. Este acto de capitalismo depredador estadounidense impuso una impresionante sanción financiera al mundo, devastando los valores de las reservas monetarias de otras naciones. Después de renegar del patrón oro (el Acuerdo de Bretton Woods), Estados Unidos continuó imprimiendo enormes volúmenes de dinero, enviando al mundo occidental a una espiral inflacionaria. Desde la fecha del incumplimiento de EE.UU. en 1971 hasta 1981 o 1982, el dólar estadounidense se depreció en más del 95%, lo que representó una transferencia de riqueza casi inimaginable de todo el mundo al tesoro de EE.UU. porque todas las naciones que tenían dólares estadounidenses sufrieron ese grado de pérdida en sus reservas de divisas mientras que las deudas de EE.UU. permanecieron en dólares estadounidenses fuertemente depreciados, pagando así la deuda externa a 5¢ por dólar. En 1971, una buena casa en Estados Unidos costaba sólo 25.000 dólares. En 1976, esa misma casa costaba más de 100.000 dólares, y en 1983 el precio era de unos 250.000 dólares. Estos precios representan con exactitud la depreciación del dólar estadounidense durante esa década.

Tener una moneda de reserva internacional otorga importantes ventajas financieras a una nación, y Estados Unidos ha sabido aprovecharlas. La necesaria demanda internacional del dólar le permite a EE.UU. pedir préstamos a tipos más bajos y financiar déficits mayores durante más tiempo. A diferencia de otros países, EE.UU. puede pedir prestado y devolverlo en su propia moneda y no en una extranjera, como la mayoría de los demás países. Por lo tanto, Estados Unidos puede -y a menudo lo hace- trasladar a sus acreedores y a otros países las pérdidas derivadas de una caída del valor del dólar. Con productos básicos como el petróleo cotizados en dólares, Estados Unidos -a diferencia de otras naciones- nunca experimenta fluctuaciones y subidas en los precios de estas importaciones. Otra ventaja es que EE.UU. puede, y a menudo lo hace, manipular el tipo de cambio del dólar y puede, y a menudo lo hace, utilizar esto como una herramienta de presión política para ahorrarse el estrés financiero mientras ocasiona un grave daño a las economías mundiales.

Desde la crisis financiera de 2008, la FED estadounidense ha vuelto a “imprimir” billones de dólares en un supuesto intento de impulsar la economía de Estados Unidos. Pero esos dólares no tienen ninguna utilidad en una economía estadounidense maltrecha, así que los banqueros y las grandes multinacionales aprovechan ese dinero gratis y lo transfieren a países como China y Brasil, cuyas economías son sólidas y estables. Sin embargo, una vez en un país extranjero y convertido en moneda local, esta gran cantidad de dólares no se queda ociosa. Se coloca en los mercados bursátiles y financieros locales, y en el sector inmobiliario nacional. Y por supuesto, esta enorme avalancha de compras crea burbujas tanto en los mercados financieros como en los inmobiliarios, generando enormes beneficios para los banqueros estadounidenses y unos pocos más, al tiempo que desestabiliza totalmente estas otras economías nacionales y crea muchas dificultades locales, especialmente para los compradores locales de viviendas.

Los efectos inmediatos son una enorme presión sobre los tipos de cambio de esas monedas nacionales, burbujas bursátiles locales, un rápido aumento de los precios inmobiliarios y una gran presión inflacionista. El Real de Brasil experimentó un aumento del 30%, por ejemplo, y el RMB de China se vio sometido a una gran presión, razón por la cual China volvió a vincular el RMB al dólar estadounidense cuando Estados Unidos comenzó su proceso de QE (Expansión Cuantitativa). Y por supuesto, en algún momento estos banqueros estadounidenses simplemente venderán sus participaciones para tomar sus ganancias y regresar a casa, estrellando los mercados locales y dejando las economías locales financieramente devastadas. El resultado final es proporcionar a los bancos de EE.UU. una oportunidad de obtener beneficios obscenos a expensas de los países extranjeros, y pasarle el estrés de sus reajustes económicos al resto del mundo. Se trata simplemente de un proceso en el que EEUU utiliza su moneda como herramienta colonial para saquear a otras naciones más débiles, y como un arma más en su búsqueda de la dominación mundial. Cabe señalar que este proceso no beneficia a los EE.UU. en ningún sentido mensurable, sino que crea cientos de miles de millones en beneficios para la FED de propiedad judía y los bancos de inversión internacionales, que también son principalmente de propiedad judía. Por lo tanto, no es inapropiado cuestionar la razón por la que EE.UU. es un participante tan dispuesto en estos vastos fraudes, aunque, para ser justos, el gobierno de EE.UU. no tiene ningún control sobre la FED, lo que significa que los banqueros lanzan estas guerras económicas totalmente por su propia iniciativa, mientras utilizan el dólar estadounidense como su “ejército de los banqueros”.

Como consecuencia de la QE de la FED estadounidense, la economía china experimentó un fuerte repunte inflacionista al que el gobierno se vio obligado a responder, y los mercados inmobiliarios de la nación se vieron sometidos a una presión tan constante que el gobierno se vio obligado a tomar medidas enérgicas para frenar la excesiva demanda. China manejó estos desafíos mejor que cualquier otra nación, restringiendo el flujo de entrada de “dinero caliente” y controlando el tipo de cambio del RMB, evitando así el saqueo financiero que experimentó Brasil. La FED, los bancos de inversión y los medios de comunicación estadounidenses, todos ellos de propiedad judía, condenaron a China por haber tomado medidas para protegerse y haberles privado de cientos de miles de millones en beneficios adicionales, con el consiguiente placer adicional de destruir la economía china. Por supuesto, EE.UU. es perfectamente consciente de las consecuencias de sus acciones, y es difícil evitar la conclusión de que una de las razones del resentimiento de EE.UU. hacia la gestión de la moneda china es que, de hecho, impide que EE.UU. destruya la economía de China.

Hay una perspectiva sobre el dólar estadounidense desde el punto de vista de la gente que tiene algo y no lo quiere. Es sólo la demanda internacional de usar el dólar como moneda de comercio internacional – especialmente para el petróleo – lo que mantiene el valor de este dinero cada vez más inestable. Si el valor del dólar cayera drásticamente, la economía estadounidense se derrumbaría rápidamente, por lo que mantener el valor internacional es seriamente necesario para los estadounidenses. Por esta razón, durante la primera crisis petrolera de la OPEP en 1971, los Estados Unidos dijeron a las naciones productoras de petróleo que finalmente aceptarían pagar el nuevo precio más alto del petróleo a nivel mundial, pero sólo a condición de que el petróleo de la OPEP se cotizara sólo en dólares estadounidenses y que las naciones de la OPEP aceptaran sólo dólares estadounidenses como pago. Además, informaron a la OPEP de que si alguna nación renegaba de esta parte del acuerdo, Estados Unidos lo consideraría “un acto de guerra”. Esta demanda artificial de dólares en todo el mundo es lo único que hasta ahora ha salvado a Estados Unidos de la extinción.

La actual oferta monetaria M1 de EE.UU. es de unos 2,5 billones de dólares, pero hay muchos más dólares flotando por el mundo fuera de EE.UU. que esta mísera cifra, ya que China tiene más que esta cantidad por sí sola. Se desconoce el total, pero sin duda es muchas veces superior a la oferta monetaria nacional de Estados Unidos. Si llegara el momento en que el mundo ya no quisiera estos muchos billones de trozos de papel verde que se deprecian y los enviara a casa, donde deben estar, la masa monetaria de EE.UU. se multiplicaría muchas veces, dando lugar a lo que conocemos como hiperinflación, lo que provocaría que los pensionistas estadounidenses llevaran sus carretillas de dinero a la tienda de comestibles para gastarlas antes de que se deprecien aún más. Cuando esto ocurra, y lo hará, Estados Unidos se unirá rápidamente al Tercer Mundo y se convertirá en la república bananera más rica del mundo. Un destino bien merecido, añadiría yo. ¿Has jugado alguna vez al juego llamado Sillas Musicales? La música empieza a sonar y todo el mundo se levanta y empieza a caminar en círculo. Cuando la música se detiene -y nadie sabe cuándo se detendrá- todo el mundo se sienta rápidamente, y la única persona que no tiene silla pierde el juego. Esta es la situación actual del dólar estadounidense: todo el mundo sabe que la música se detendrá, pero nadie sabe cuándo, y nadie quiere ser la última persona que tenga esos dólares cuando la música finalmente se detenga.

EL Banco Mundial y el FMI

Otro ámbito por el que Estados Unidos se ha convertido en una nación tan rica es el de las instituciones financieras internacionales. Uno de los instrumentos más insidiosos de colonización y de imperio es el FMI, que está totalmente bajo el control de EE.UU. y unas pocas naciones occidentales. Las reformas del FMI requieren una mayoría del 85%, pero EEUU controla convenientemente el 17% de los votos, lo que le da un veto absoluto a todas las reformas, especialmente a las reducciones del poder imperial occidental. Otros esfuerzos coloniales se llevan a cabo a través de las maquinaciones financieras del Banco Mundial y de los banqueros judíos internacionales, como los Rothschild, que conceden préstamos impagables y luego se apoderan de infraestructuras básicas y de millones de acres de tierra como compensación. Las naciones lo suficientemente débiles como para capitular ante estas exigencias, y son muchas, están condenadas a la pobreza perpetua y a la esclavitud en la peor tradición colonial.

Una de las víctimas más recientes fue Grecia, que habiéndose endeudado profundamente y sin el valor de abandonar el euro y volver a su propia moneda, capituló ante los Rothschild y otros banqueros que la privaron de todos sus activos nacionales. A cambio de una financiación provisional para evitar la bancarrota, Grecia se vio obligada a colocar todos sus activos de infraestructura física, incluidos los puertos, las comunicaciones, los aeropuertos, el transporte, todas las empresas estatales y más, en un fideicomiso que estaba “totalmente fuera de toda influencia del gobierno griego”. El control de este fideicomiso estaba, por supuesto, en manos de esos mismos banqueros, que ahora determinarían los precios de venta adecuados con los que se distribuirían esos mismos activos. Hoy en día, el único activo significativo de Grecia es su capacidad para cobrar impuestos a sus ciudadanos, impuestos que ya se han gastado durante los próximos 40 años para devolver los préstamos a los banqueros. El gobierno griego ahora sólo tiene dos funciones: una, recaudar impuestos, y dos, mantener el orden social por cualquier medio necesario para que los impuestos puedan seguir siendo recaudados y pagados a los banqueros. Grecia ha dejado prácticamente de existir como nación soberana, y hay muchas otras como ella.

Hace tiempo que se reconoce en el mundo en desarrollo que instituciones como el FMI y el Banco Mundial son simplemente uno de los medios por los que las potencias occidentales controlan sus colonias. Las políticas financieras que se imponen a las naciones en desarrollo a cambio de ayuda financiera, son precisamente las que infligirán el máximo estrangulamiento colonial para impedir a estas naciones cualquier posible progreso económico o social. Son simplemente instrumentos del poder financiero imperial, que enarbolan banderas moralistas de liberalización del mercado libre mientras saquean a las víctimas. Bajo un nuevo régimen internacional de dependencia política y financiera, unido a una constante amenaza militar, las naciones subdesarrolladas siguen siendo explotadas por Occidente en el marco de un sistema capitalista internacional, “en el que es prácticamente imposible para cualquier país desvincularse de la estructura general”. Joseph Stiglitz, economista ganador del premio Nobel y ex economista jefe disidente del Banco Mundial, lo describe como algo que “ha llevado al desastre a Rusia y a Argentina y deja un rastro de economías en desarrollo devastadas a su paso”.

El Banco Mundial y el FMI fueron diseñados principalmente para saquear al mundo en desarrollo en nombre de la clase dominante estadounidense y europea. Los proyectos de desarrollo del Banco Mundial a menudo destruyen la cultura y el medio ambiente locales, al tiempo que proporcionan infraestructuras casi gratuitas para que las empresas multinacionales con sede en Estados Unidos obtengan más beneficios. Las medidas financieras impuestas por el FMI obligan a abandonar los programas sanitarios, educativos y sociales y permiten que los activos públicos, como las infraestructuras, sean adquiridos por multinacionales con sede en Estados Unidos o por banqueros internacionales por una fracción de su valor real. “El efecto neto de todo esto es que, en contra del mito cuidadosamente alimentado, las naciones en desarrollo han transferido mucha más riqueza a los EE.UU. de la que les ha sido transferida, y esa, por supuesto, es la idea.”

En su artículo “El imperio del Capital”, George Monbiot señaló acertadamente que estas instituciones y las grandes potencias que las controlan obligaron a las naciones asiáticas a liberalizar sus monedas sólo para que los especuladores financieros judíos como George Soros, Goldman Sachs y los banqueros europeos pudieran atacarlas. Los estadounidenses leen sobre la “crisis financiera asiática” presentada como un acto accidental de Dios, sin que se les diga que fue deliberadamente planeada y ejecutada. Todas las recetas del FMI están destinadas a vaciar a las naciones en desarrollo y mantener la disparidad de ingresos. Son instrumentos de poder financiero para los ricos occidentales, que no pusieron fin a sus controles coloniales hasta que no establecieron otros medios de subyugación. William Blum expuso la situación con precisión cuando escribió: “Fue bajo la influencia de la administración Reagan cuando el FMI y el Banco Mundial comenzaron a imponer ampliamente el paquete de políticas conocido como ajuste estructural -con desregulación, privatización, énfasis en las exportaciones, recortes en el gasto social- que ha sumido a un país tras otro del mundo en desarrollo en la miseria económica”. El jefe del FMI de la época fue cruelmente honesto sobre lo que se avecinaba, al decir en 1981 que, para los países de bajos ingresos, “el ajuste es particularmente costoso en términos humanos”.

Las políticas del Banco Mundial y del FMI están diseñadas para tener un alto índice de fracaso, dejando a las naciones con una deuda perpetua y una transferencia constante de riqueza del Tercer Mundo a los banqueros occidentales. A pesar de las afirmaciones de que ayudan al desarrollo y alivian la pobreza, estas instituciones suelen hacer lo contrario, y en casi todos los casos obligan a las naciones a reducir todos los servicios sociales y gubernamentales, a restringir la educación y la atención sanitaria y, en general, a forzar a las naciones pobres a una ignorancia y pobreza perpetuas. El dinero prestado a esas naciones pobres debe ser gastado casi en su totalidad en los Estados Unidos u otra nación occidental, operando esencialmente como un programa de bienestar corporativo para firmas como Bechtel, Halliburton y Brown and Root, dejando a estas compañías con el dinero, y a las pequeñas naciones con proyectos fallidos y una deuda impagable. James Corbett escribió sobre el Banco Mundial: “Este proceso fue descrito de manera muy famosa por el ex agente y autodenominado “sicario económico” John Perkins, quien escribió sus “Confesiones de un Sicario Económico” para arrojar luz sobre los medios por los que el aparentemente benévolo sistema del FMI/Banco Mundial se utiliza para oprimir y saquear a las mismas poblaciones para las que está diseñado para enriquecer.

Según Perkins:

“Entonces, ¿cómo funciona el sistema? Nosotros, los sicarios económicos, tenemos muchos medios para conseguirlo, pero quizás el más común es que identificamos un país -generalmente un país en desarrollo- que tiene recursos que nuestras corporaciones codician, como el petróleo, y entonces organizamos un enorme préstamo a ese país del Banco Mundial o de una de sus organizaciones hermanas. Ahora bien, casi todo el mundo en nuestro país cree que ese préstamo va a ayudar a los pobres. No es así. La mayor parte del dinero nunca llega al país. De hecho, va a nuestras propias empresas. Va a los Bechtels y a los Halliburtons y a los que todos oímos hablar, normalmente dirigidos por empresas de ingeniería, pero se trae a muchas otras empresas que hacen fortunas con la construcción de proyectos de infraestructura en ese país. Centrales eléctricas, parques industriales, puertos, ese tipo de cosas. Cosas que no benefician en absoluto a los pobres; no están conectados a la red eléctrica, y no consiguen los puestos de trabajo en los parques industriales porque no tienen la suficiente formación.

Pero ellos, como clase, se quedan con una enorme deuda. El país se endeuda profundamente para que esto ocurra, y unos pocos de sus ricos se enriquecen mucho en el proceso. Son los dueños de las grandes industrias que se benefician de los puertos, las autopistas, los parques industriales y la electricidad. “El país se queda con esta enorme deuda que no puede pagar, así que en algún momento nosotros, los sicarios económicos, volvemos y decimos: ‘Ya saben, no pueden pagar sus deudas. Nos deben una libra de carne; nos deben un gran favor. Así que vendan su petróleo muy barato a nuestras compañías petroleras, o voten con nosotros en la próxima votación crítica de las Naciones Unidas, o envíen tropas en nuestro apoyo a algún lugar del mundo, como Irak’. Y así, utilizamos todo este proceso como, en primer lugar, un medio para obtener su dinero (dinero que les prestamos) para enriquecer a nuestras propias corporaciones, y luego para utilizar la deuda para esclavizarlos.”

En su libro “La Globalización de la Pobreza y el Nuevo Orden Mundial”, el profesor Michel Chossudovsky, de la Universidad de Ottawa, proporciona una amplia documentación sobre cómo ha funcionado precisamente este proceso a lo largo de los años a través de los programas de Préstamos de Ajuste Estructural y de Préstamos de Ajuste Sectorial a disposición del Banco Mundial. Esta documentación incluye detalles de la supervisión del Banco del aumento del presupuesto militar de Ruanda en el período previo a su sangrienta guerra interna de 1994, la propia admisión del Banco de cómo su desregulación del mercado de cereales de Vietnam, dictada por los préstamos, condujo a la malnutrición infantil generalizada en el país, y la contribución del Banco Mundial (junto con el FMI) al saqueo sin precedentes de Rusia que tuvo lugar tras el colapso soviético. El Banco Mundial, a pesar de su apariencia amistosa y de los elevados tópicos que sus defensores esgrimen en su defensa, sigue respaldando un sistema de explotación y esclavización a la deuda de los países en desarrollo. Durante medio siglo, el Banco ha sido responsable del fomento de una Pax Americana construida no sobre la paz, la prosperidad y el libre comercio, sino sobre la violencia, la deuda y la servidumbre forzada.

Parte 6 – Espionaje y Más

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Los escritos del Sr. Romanoffse han traducido a 32 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en más de 30 países, así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de Cynthia McKinney “When China Sneezes (Cuando China Estornuda — Cap. 2 — Tratar con Demonios)”.

Su archivo completo puede verse en https://www.bluemoonofshanghai.com/ y https://www.moonofshanghai.com/

Puede ser contactado en: 2186604556@qq.com

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Reference links How the US Became Rich – Part 5

Japan’s Golden Lily project

(1) https://www.voltairenet.org/article30068.html

(2) https://www.amazon.ca/Gold-Warriors-Americas-Recovery-Yamashitas/dp/184467531

(3) https://rense.com/general49/sece.htm

(4) https://australianpoultry.net/gold-warriors-seagrave-34

(5) https://theunredacted.com/the-legend-of-golden-lily-yamashitas-gold/

(6) https://apnews.com/article/f9d140b7106e715fb9f44f9317901442

(7) https://www.pacificatrocities.org/blog/the-legend-of-the-golden-lily-operation#:~:text=Kin%20no%20yuri%2C%20other%20wise%20known%20as%2C%20Golden,Philippines%20where%20it%20was%20then%20transferred%20to%20Japan.

(8) https://parapoliticaljournal.com/2014/01/13/operation-golden-lily-and-the-secret-legacy-of-the-black-eagle-trust/

(9) https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/esp_sociopol_fed05e.htm

Chalmers Johnson Review of Seagrave’s ‘Gold Warriors’,

(10) https://www.lrb.co.uk/the-paper/v25/n22/chalmers-johnson/the-looting-of-asia

(11) https://avalonlibrary.net/ebooks/Sterling%20Seagrave,%20Peggy%20Seagrave%20-%20Gold%20Warriors%20-%20America’s%20Secret%20Recovery%20of%20Yamashita’s%20gold.pdf

Edward Michaud  “Corregidor The Treasure Island of WWII”,

(12) https://www.corregidor.org/chs_trident/trident_01.htm

(13) https://corregidor.org/chs_trident/trident_03.ht

(14) http://thehollowearthinsider.com/archives/11747

(15) https://corregidor.org/chs_trident/trident_02.h

(16) https://corregidor.org/chs_trident/trident_11.ht

(17) https://corregidor.proboards.com/thread/2126/corregidor-treasures-pictures-links

Citibank

(18) http://news.cri.cn/gb/41/2004/03/31/107@114806.htm

US Silver Purchase Act of 1934

(19) https://www.cato.org/publications/commentary/americas-plan-destabilize-china

(20)https://en.wikipedia.org/wiki/Executive_Order_6814#:~:text=On%20August%209%2C%201934%2C%20U.S.,the%20United%20States%20for%20Coinage.

    (20a)file:///C:/Users/Lu%C3%ADsa/Downloads/Executive%20Order%206814%20Required%20Turning%20in%20of%20Silver%20Bullion%20to%20the%20U.pdf

Copyright © Larry RomanoffBlue Moon of Shanghai, Moon of Shanghai, 2022

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