Por Larry Romanoff
Global Research, 30 de octubre de 2019
En la larguísima lista de atrocidades espantosas y abominables cometidas por los EE.UU., hay una que destaca como especialmente obscena por la espantosa e hipócrita inhumanidad de los líderes del gobierno de los EE.UU. Se trata del “Proyecto 100.000”, un programa militar estadounidense promulgado por el entonces Secretario de Defensa Robert McNamara para reclutar a 100.000 nuevos soldados por año durante una época de gran oposición pública a la guerra de Vietnam, y que fue promovido como parte de la “Guerra contra la Pobreza” del Presidente Johnson. En palabras del propio McNamara, fue “un programa para salvar a los jóvenes de nuestra sociedad marcados por la pobreza”, para darles dos años de servicio militar y luego insertarles en “una vida de actividad productiva en la sociedad civil americana”.
Además, declaró,
“La pobreza en América marca a sus víctimas por dentro. Si no se controla y no se revierte, ese gueto interior de la personalidad marcada por la pobreza de esos hombres puede enconarse en frustraciones explosivas de amargura y violencia. Con fracasos escolares crónicos durante toda su infancia, están destinados a una espiral descendente de fracaso y decadencia… Si no se hiciera nada para darles un fuerte sentido de su propio valor y potencial, ellos, sus esposas y sus hijos serían casi inevitablemente los receptores improductivos de alguna forma de subsidio de desempleo dentro de diez años. Cientos de miles de hombres pueden ser rescatados de la plaga de la pobreza, y el Departamento de Defensa -sin perjuicio de su función principal- está particularmente bien equipado para salvarlos”. (1) (2)
Eso suena bien, excepto que ese programa se inició durante una época en la que los EE.UU. se daban cuenta de las altísimas bajas en Vietnam, que ya habían admitido que la guerra era “imposible de ganar”, y que los reclutas más adecuados estaban cogiendo prórrogas de estudios o evadiendo el reclutamiento huyendo a Canadá. La solución de McNamara fue pasar un cedazo por los guetos de América, una solución ingeniosa y diabólica para “librar a la nación” de su excedente de negros y pobres, en un programa que pudo haber ideado con el consejo de Margaret Sanger, ella en Planned Parenthood/Paternidad Programada. Al ejecutar ese programa, McNamara bajó los estándares hasta el punto de que estos reclutas estaban en el cuartil inferior de inteligencia y de habilidad, muchos de ellos con un coeficiente intelectual de 60 o 65 y ninguno por encima de 80.
Esos nuevos “soldados” eran analfabetos funcionales, capaces de leer sólo en un nivel de grado 3 o inferior. Eran tan severamente deficientes (educativamente) que los militares tuvieron que crear pequeños cómics para sustituir a los manuales de entrenamiento, y a muchos se les tuvo que enseñar hasta cómo atarse los cordones de sus botas. Como otros autores han señalado, esos hombres a menudo fallaban varias veces en su entrenamiento básico tan simplificado, y la mayoría eran “reciclados” repetidamente hasta que finalmente alcanzaban un deplorable nivel mínimo de preparación. Ninguno tenía la capacidad mental para valorar lo que les estaba pasando.
El programa funcionó durante cinco años y reclutó en total a unos 500.000 jóvenes con retraso mental, y les dio un billete de ida a Vietnam, esos jóvenes indefensos murieron a un ritmo muchas veces mayor que el de los soldados regulares. Muchos investigadores han afirmado que una abrumadora mayoría de esos hombres, especialmente los negros, recibieron asignaciones de combate, y “formaban una abrumadora mayoría de… las muertes en batalla”, y también fueron destinados generalmente a “lo que se consideraban tareas militares peligrosas”. A esos hombres se les proporcionaban “placas de identificación” especiales que comenzaban con “US67″… para que pudieran ser identificados rápidamente por otros soldados. Por lo que se dice, las tropas regulares no querían estar asociadas a esos hombres, ciertamente no en una situación de batalla, creyendo que su falta de inteligencia y de entrenamiento simplemente ponía en peligro las vidas de todos los que les rodeaban. Muchos han informado de que cuando se tomaban decisiones en el campo de batalla, dado que esos hombres no podían aprender nada mucho más complicado que apretar un gatillo, simplemente eran enviados a la muerte, “terminando en el Muro Conmemorativo de Vietnam a un ritmo alarmante muy superior a la media”. Un joven veterano de Vietnam informó de que una orden común emitida a esos jóvenes “rescatados de la plaga de la pobreza” era “Ve allí y mira a ver si hay un francotirador en ese árbol”.
Las cifras de víctimas estadounidenses se dispararon después de la introducción de este programa, cuyas víctimas eran simplemente carne de cañón, y por esta y otras razones, sigo convencido de que hay una alta probabilidad de que las muertes estadounidenses en Vietnam no se reportaran en absoluto y de que una gran cantidad de esos casi 500.000 simplemente nunca regresaran y sus registros ya no existen. No sólo es posible, sino probable, que las muertes americanas en Vietnam fueran de hecho diez veces más de las 50.000 declaradas. Varias organizaciones de los EE.UU. han intentado producir estadísticas precisas de las víctimas de Vietnam, pero con poco éxito aparente.
Como afirma una de esas organizaciones,
“La guerra de Vietnam presenta múltiples desafíos para los historiadores debido a las discrepancias oficiales con el número de reclutamientos, la disputa sobre el número oficial de soldados desplegados, y la falta general de transparencia del gobierno de los EE.UU. durante la guerra, lo que lleva a una posible desinformación en los registros históricos”.
En otras palabras, las fuentes oficiales de estadísticas básicas sobre el número real de hombres reclutados, el número enviado a Vietnam y el número de los que murieron allí, suelen estar desaparecidas, a veces son contradictorias y a veces muy inexactas, y los ejercicios militares estadounidenses sólo obstaculizan a los interesados en remediar la situación. Además, sin Internet ni teléfonos móviles, y sin capacidad de establecer redes sociales, los padres de esos hombres no tenían forma de conocer el enorme número de bajas de su grupo.
El 30 de mayo de 2002, la revista Salon Magazine publicó un artículo de Myra MacPherson sobre la película de HBO “Path to War/Camino a la Guerra”, en el que habla del intento de Hollywood de “humanizar” a McNamara “mientras pasa por alto por completo… uno de sus actos más atroces” e ignora su “arrogancia e hipocresía”. Ella señala que la película de HBO omite “algunas de las más vergonzosas tormentas de ideas de las mentes maestras de la guerra de Vietnam -incluyendo un poco conocido programa de reclutamiento que convirtió a los deficientes mentales y físicos en carne de cañón-“.
Detalla cómo los reclutadores militares “barrieron los guetos urbanos y las carreteras secundarias rurales del sur”, ofreciendo a cientos de miles de pobres retrasados -con un coeficiente intelectual tan bajo como el de 60- “un billete de ida a Vietnam”, y que “el Cuerpo de Idiotas de McNamara, como fueron patéticamente apodados por otros soldados, entraron en combate en cantidades desproporcionadas”, señalando que recibieron asignaciones de combate al 250% de la tasa de los soldados en servicio. MacPherson nos dice que hoy en día son pocos los que conocen lo que ella llama “este capítulo particularmente vergonzoso” de la historia americana, y que sus historias de este episodio fueron “generalmente recibidas con incredulidad”. Todo este proyecto fue tan bien enterrado por el gobierno que casi nadie estaba al tanto de su existencia, y pocos podían creer que fuera posible que el gobierno estadounidense perpetrara una parodia genocida tan evidente contra su propia población, especialmente después de que los militares ya hubieran admitido que la guerra “no podía ganarse”.
En un artículo de 2006 en el New York Times (3), este proyecto fue descartado por ser “un experimento fallido” que era “de poco beneficio para los hombres para los que fue creado para ayudarles”, pero mi investigación me lleva a concluir que, al contrario de ser un experimento fallido, este programa fue un “éxito”, un método verdaderamente ingenioso y criminal de aplicar la eugenesia para eliminar la pobreza (especialmente la pobreza de los negros), y la idiotez en América utilizando a los deficientes mentales como carne de cañón en una guerra inventada, lejos de ser la primera vez que los pobres que sobraban en la nación se encontrasen en condiciones similares. En reconocimiento de su éxito, McNamara fue recompensado con el puesto de Presidente del Banco Mundial.
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Larry Romanoff es un consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Se puede contactar con él en 2186604556@qq.com.
Es un colaborador frecuente de Global Research.
Notas
(1) McNamara’s Folly: Lowering the Standards to Fill the Ranks
(3) Don’t Dumb Down the Army – The New York Times, February 17, 2006
La fuente original de este artículo es Global Research
Copyright © Larry Romanoff, Moon of Shanghai, 2020
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