SP –- LARRY ROMANOFF — Parte 3 de 5 – Bernays y la Propaganda – El Control de la Democracia – February 21, 2021

Bernays y la propaganda – El control de la democracia

Parte 3 de 5

Por Larry Romanoffpara el Saker Blog
21 de febrero de 2021

Traducción: PEC

• Bernays y la Propaganda
EPÍLOGO – Capitán América – El hombre con dos cerebros – 21 de marzo de 2021
Parte 5 de 5 — La Propaganda Sigue Sin Cesar – March 11, 2021
Parte 4 de 5 — La Transición a la Educación y el Comercio – March 01, 2021
Parte 3 de 5 –El Control de la Democracia – February 21, 2021
Parte 2 de 5 — El Marketing de la Guerra – February 15, 2021
Parte 1 de 5 — February 06, 2021
Introdución — Si América se disuelve… January 31, 2021

A partir de sus experiencias en la formulación, manipulación y control de la percepción y la opinión pública con el CPI, tanto Lippman como Bernays escribieron más tarde su abierto desprecio por un “público maleable e irremediablemente mal informado” en los Estados Unidos. (1) Lippmann ya había escrito que el pueblo en una democracia era simplemente “un rebaño desconcertado” de “forasteros ignorantes y entrometidos” (2) que debían mantenerse sólo como “espectadores interesados”, para ser controlados por el “gobierno secreto” de la élite. Llegaron a la conclusión de que en un sistema electoral multipartidista (una democracia), la opinión pública debía ser “creada por una inteligencia organizada” y “maquinada por un gobierno invisible”, con el pueblo relegado a la condición de observador desinformado, situación que ha existido ininterrumpidamente en los EEUU durante los últimos 95 años. Bernays creía que sólo unos pocos poseían la visión necesaria de la Gran Imagen para que se les confiara esta sagrada tarea, y se consideraba a sí mismo como un miembro de ese selecto grupo.

“A lo largo de su carrera, Bernays fue totalmente cínico en su manipulación de las masas. Sin tener en cuenta la importancia personal de sus valores, aspiraciones, emociones y creencias sinceras, consideraba que no tenían ningún significado más allá de su uso como herramientas para promover los fines comerciales y políticos de sus empleadores”.

En su libro “Propaganda”, (3) (3a) (4) Bernays escribió: “Fue, por supuesto, el asombroso éxito de la propaganda durante la guerra lo que abrió los ojos de los pocos inteligentes en todos los departamentos de la vida a las posibilidades de reglamentar la mente del público. Era natural que, una vez terminada la guerra, las personas inteligentes se preguntaran si no era posible aplicar una técnica similar a los problemas de la paz. La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizadas de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática. Los que manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país.”

El proyecto original de Bernays era asegurar la entrada de los EE.UU. en la guerra europea, pero más tarde se preocupó principalmente por el afianzamiento de los sistemas gemelos de democracia electoral y capitalismo sin restricciones que las élites habían creado para su beneficio, y por su defensa ante el aumento del malestar, la resistencia y la oposición ideológica. Al descubrir que el rebaño desconcertado no era tan complaciente como deseaba, Bernays reivindicó la necesidad de aplicar “la disciplina de la ciencia”, es decir, la psicología de la propaganda, al funcionamiento de la democracia, donde sus ingenieros sociales “proporcionarían al Estado moderno una base sobre la que podría realizarse una nueva estabilidad”. Esto era lo que Lippmann denominaba la necesidad de “inteligencia y control de la información” en una democracia, afirmando que la propaganda “tiene un papel legítimo y deseable que desempeñar en nuestro sistema democrático”. Ambos imaginaron que la sociedad americana moderna estaba dominada por “un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas”. Para Bernays, esto era el “resultado lógico de la forma en que está organizada nuestra sociedad democrática”, sin tener en cuenta que fueron sus manipuladores europeos los que la organizaron así en primer lugar.

Lippman y Bernays no eran independientes en su visión pervertida de la propaganda como una “necesidad” de la democracia, como tampoco lo eran en el marketing de guerra, sacando sus teorías e instrucciones de sus amos sionistas en Londres. El sistema electoral multipartidista no se diseñó e implementó porque fuera la forma de gobierno más avanzada, sino porque era el único que ofrecía las mayores oportunidades para corromper a los políticos mediante el control del dinero y para manipular la opinión pública mediante el control de la prensa. En su libro “The Engineering of Consent”, (5) (5a) Bernays afirmó sin tapujos que “la ingeniería del consentimiento es la esencia misma del proceso democrático”. En otras palabras, la esencia de una democracia es que unas pocas “personas invisibles” manipulen al rebaño desconcertado para que crea que tiene el control de un sistema de gobierno transparente, eligiendo a uno de los dos candidatos preseleccionados que ya están comprados y pagados por las mismas personas invisibles.

Incluso antes de la guerra, el “gobierno secreto”, es decir, los manipuladores europeos de Lippman y Bernays, habían reconocido plenamente las posibilidades de control de la población a gran escala y habían desarrollado sus propias ambiciones de largo alcance en términos de “control de la democracia”, utilizando al gobierno americano una vez más como herramienta. Su interés no se limitaba únicamente a la población americana, sino que rápidamente incluyó a gran parte del mundo occidental. Con Lippman y Bernays como sus agentes, esta gente invisible hizo que el gobierno americano aplicara los principios de Bernays en naciones de todo el mundo, añadiendo el Proyecto Mockingbird de la CIA (6) (7) (8) (9) (10), la VOA (11) (12), Radio Free Europe y Radio Free Asia, Radio Liberty, y mucho más a sus herramientas de manipulación de las percepciones y creencias de los pueblos de docenas de naciones. El Departamento de Estado de Estados Unidos, ya totalmente de acuerdo, afirmó que “la propaganda en el extranjero es indispensable” para lo que denominó “gestión de la información pública”. También reconocía la necesidad de mantener un secreto absoluto, afirmando que “si el pueblo americano llegara a tener idea de que la poderosa maquinaria de propaganda estaba trabajando sobre ellos, el resultado sería un desastre”. Pero la poderosa máquina estaba trabajando sobre ellos, y continuó hasta un punto que podría haber impresionado incluso a Bernays.

La historia de la propaganda y su uso para manipular y controlar la opinión pública en los Estados Unidos, y en las democracias occidentales en general, es una larga historia que incluye muchos acontecimientos aparentemente dispares y sin relación entre sí. Un punto de crisis importante para el control de la democracia americana por parte de las élites fue la guerra de Vietnam, el único periodo de la historia en el que el pueblo americano recibió una cobertura mediática precisa de lo que su gobierno estaba haciendo realmente en otro país. Debido a las horribles revelaciones sobre la tortura y la brutalidad americanas, las protestas públicas se extendieron tanto que Estados Unidos estuvo al borde de la anarquía y se volvió casi ingobernable. Los americanos rompían sus avisos de reclutamiento militar y huían a Canadá para escapar del servicio militar. Las calles y los campus universitarios se vieron desbordados por las protestas y los disturbios, al menos hasta que Nixon ordenó disparar a los estudiantes por la espalda. (13) (14) (15) Eso fue en 1970, pero en 1971, Daniel Ellsberg robó “Los Papeles del Pentágono” de la corporación RAND donde trabajaba y los filtró a los medios de comunicación, y eso fue el principio del fin. Tras las consecuencias políticas y la dimisión de Nixon, el gobierno secreto de Bernays se puso en marcha y el panorama político americano cambió para siempre.

Una parte importante de esta “sobrecarga democrática” fue la creación casi inmediata en julio de 1973, por parte de David Rockefeller, Rothschild y algunos “ciudadanos privados”, de un grupo de expertos con sede en los Estados Unidos llamado “Comisión Trilateral”. (16) En ese momento, Rockefeller era presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de Rothschild, así como presidente del Chase Manhattan Bank, controlado por Rothschild. Zbigniew Brzezinski, que fue asesor de política exterior de Obama, fue “cofundador”. La necesidad de formar este grupo se atribuyó oficialmente a la crisis del petróleo en Oriente Medio, pero se centraron en una crisis mucho más importante: la de la democracia, que estaba mostrando claros signos de ir a donde ningún hombre debería ir. En aquel momento, cuando quedaba un mínimo de prensa libre, el Washington Post publicó un artículo titulado “Cuidado con la Comisión Trilateral” (17). No volverían a hacerlo. Cualquier crítica a la Comisión está hoy oficialmente catalogada por el gobierno americano como “teoría de la conspiración”. (18)

No he podido encontrar ningún informe de la Comisión Trilateral sobre la crisis del petróleo en Oriente Medio, y parece que su primer informe importante, publicado por la Universidad de Nueva York en 1975, sólo dos años después de su formación, se titulaba “La crisis de la democracia” (19) (20), cuyo autor principal era un profesor de Harvard llamado Samuel Huntington.

En el documento, Huntington afirmaba que “la década de los 60 fue testigo de un aumento del fervor democrático en los Estados Unidos”, con un incremento alarmante de ciudadanos que participaban en marchas, protestas y manifestaciones, todo ello prueba de “una reafirmación de la igualdad como objetivo en la vida social, económica y política”, siendo la igualdad algo que ninguna democracia puede permitirse. Afirmó que “la esencia de la oleada democrática de la década de 1960 fue un desafío general a los sistemas de autoridad existentes, públicos y privados. De una forma u otra, se manifestó en la familia, la universidad, las empresas, las asociaciones públicas y privadas, la política, la burocracia gubernamental y los servicios militares”.

Huntington, que había sido consultor de propaganda del gobierno de los EE.UU. durante su guerra en Vietnam, se lamentaba además de que el pueblo llano ya no consideraba a las élites y a los banqueros como superiores y se sentía poco obligado a obedecer. No hace falta leer mucho entre líneas para ver que la verdadera queja de Huntington era que las élites ricas, las del gobierno secreto, estaban siendo atacadas cada vez más por la opinión pública debido a las revelaciones de grandes abusos de su riqueza y poder. Ya no se les admiraba y respetaba, ni siquiera se les temía especialmente, sino que se les despreciaba cada vez más. El pueblo también abandonó la confianza en su gobierno al darse cuenta de la amplia infiltración en la Casa Blanca y el Congreso por parte de los “astutos operadores” de Bernays, lo que condujo, en palabras de Huntington, a “un declive de la autoridad, el estatus, la influencia y la eficacia de la presidencia”.

Huntington llegó a la conclusión de que EE.UU. sufría de “un exceso de democracia”, escribiendo que “el funcionamiento eficaz de un sistema político democrático suele requerir apatía y no participación”, afirmando que esto era crucial porque eran precisamente estas cualidades del público las que “permitían que la democracia funcionara eficazmente”. Fiel a sus raíces racistas, identificó a “los negros” como un grupo que se estaba volviendo “demasiado democrático” y que representaba un peligro para el sistema político. Terminó su informe afirmando que “la vulnerabilidad de la democracia, esencialmente la ‘crisis de la democracia’, provenía de una sociedad que se estaba educando y participando”, y que la nación necesitaba “una existencia más equilibrada” con lo que denominó “límites deseables a la extensión de la democracia política”. En otras palabras, la verdadera crisis de la democracia era que el pueblo empezaba a creer en la parte del “gobierno del pueblo, para el pueblo”, y no sólo se implicaba realmente, sino que empezaba a despreciar y a desobedecer a quienes habían estado dirigiendo el país únicamente para su propio beneficio financiero y político. Y, por supuesto, la solución fue diseñar una situación social con menos educación y democracia y con más autoridad del gobierno secreto de las élites.

La democracia, según Huntington, consistía en la apariencia pero no en la sustancia, una construcción por la que las astutas élites seleccionaban candidatos por los que el pueblo podía fingir que votaba, pero que estarían controlados por sus amos y les obedecerían a ellos. Después de participar en la “democracia”, se espera que la gente vuelva a su estado normal de apatía y de no participación.

Noam Chomsky también señaló en un artículo que en el activismo estudiantil de los años 60 y principios de los 70, la nación aparentemente corría el riesgo de estar demasiado educada, creando la “crisis de la democracia” de la Comisión Trilateral. En otras palabras, la ignorancia necesaria para el mantenimiento de un sistema de gobierno multipartidista corría el riesgo de ser erosionada por los estudiantes que estaban aprendiendo cosas que el gobierno secreto de Bernays no quería que aprendieran. “La Comisión, en un informe, denunció la atención prestada a lo que denominó “grupos con intereses especiales”, como las mujeres, los trabajadores y los estudiantes, que intentaban obtener derechos en el ámbito político que iban claramente “en contra del interés nacional” [del 1% más rico]”. La Comisión declaró que estaba especialmente preocupada por las escuelas y universidades que no estaban haciendo su trabajo de “adoctrinar adecuadamente a los jóvenes” y que “tenemos que tener más moderación en la democracia”. A partir de ahí, el camino a seguir estaba claro: los jóvenes de los Estados Unidos serían ahora “debidamente adoctrinados” tanto por el sistema escolar público como por las universidades, para ser “más moderados”, más ignorantes y, sobre todo, para evitar exigir cosas como la igualdad social y los derechos de los trabajadores, que iban tan claramente en contra del “interés nacional” de las élites y de su “gobierno secreto”.

Antes de Huntington y del activismo estudiantil de los años sesenta, teníamos otro experto de renombre en propaganda, política y fascismo, en la persona de otro judío americano, Harold Lasswell, que ha sido descrito con admiración como “un destacado politólogo y teórico americano de la comunicación, especializado en el análisis de la propaganda”, afirmando que Lasswell estaba “clasificado entre la media docena de innovadores creativos de las ciencias sociales del siglo XX”. Su biógrafo, Almond, afirmó con firmeza que “pocos cuestionarían que [Lasswell] fue el politólogo más original y productivo de su tiempo”. (21) Un gran elogio, que recuerda al que recibieron Lippman y Bernays, y por las mismas razones.

Incluso antes, a finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, la Universidad de Chicago celebró una serie de seminarios secretos sobre “comunicación”, financiados por la Fundación Rockefeller, en los que participaron algunos de los investigadores más destacados en los campos de la “comunicación y la sociología”, uno de los cuales era Lasswell. Al igual que Lippman y Bernays antes que él, y Huntington y otros después, Lasswell opinaba que la democracia no podía sostenerse sin una élite con credenciales que diera forma, moldeara y controlara la opinión pública mediante la propaganda. Afirmaba que si las élites carecían de la fuerza necesaria para obligar a la obediencia de las masas, entonces los “gestores sociales” debían recurrir a “toda una nueva técnica de control, en gran medida a través de la propaganda”, debido a la “ignorancia y superstición de las masas”. Afirmaba que la sociedad no debía sucumbir a los “dogmatismos democráticos de que los hombres son los mejores jueces de sus propios intereses”, porque no lo eran. Además, “los mejores jueces son las élites, a las que hay que garantizar, por tanto, los medios para imponer su voluntad, en aras del bien común”. La Fundación Rockefeller y otras fundaciones y think-tanks han estado ejecutando lentamente este consejo desde hace casi 100 años.

Entre los muchos resultados del trabajo de Lippman y Bernays estaba la subsunción, inicialmente de la rama ejecutiva y eventualmente también de la rama legislativa, del gobierno de los EEUU, en un plan global de los banqueros europeos y americanos y sus intereses corporativos y políticos de los EEUU. Hoy hablamos abiertamente de que la Casa Blanca y el Congreso de los Estados Unidos están controlados de forma abrumadora por el lobby judío y sus corporaciones multinacionales, pero este bosque fue plantado hace 100 años. A principios del siglo XX ya teníamos un gobierno americano firmemente sometido a la poderosa influencia de, y efectivamente controlado por, lo que Bernays denominó el “gobierno secreto”, y que era controlado prácticamente de la misma manera que el rebaño público desconcertado. Durante su campaña electoral presidencial en 1912, Theodore Roosevelt dijo: “Detrás del gobierno visible hay un gobierno invisible en el trono que no le debe al pueblo ninguna lealtad ni reconoce ninguna responsabilidad”, (22) y afirmó que era necesario destruir este gobierno invisible y deshacer la unión corrupta de los negocios y la política. De nuevo Roosevelt:

“Era natural y tal vez humano que los príncipes privilegiados de estas nuevas dinastías económicas, sedientos de poder, alcanzaran el control del propio gobierno. Crearon un nuevo despotismo y lo envolvieron en los ropajes de la sanción legal. Un pequeño grupo había concentrado en sus propias manos un control casi total sobre la propiedad de los demás, el dinero de los demás, el trabajo de los demás y la vida de los demás. Para demasiados de nosotros la vida ya no era libre; la libertad ya no era real; los hombres ya no podían perseguir la búsqueda de la felicidad. Estos monárquicos económicos se quejan de que buscamos derrocar las instituciones de los Estados Unidos. De lo que realmente se quejan es de que buscamos quitarles el poder”.

Arthur Miller escribió que “Los que formalmente gobiernan, toman sus señales y mandatos no del electorado como cuerpo, sino de un pequeño grupo de hombres. Existe aunque se niegue su existencia, y éste es uno de los secretos del orden social americano, pero uno que no debe discutirse.” Y, como nos dijo Baudelaire, “el mejor truco del diablo es persuadirte de que no existe”. La verdad está a la vista por todas partes, pero pocos quieren mirar.

Volviendo a Bernays y a su propaganda para salvar la democracia, y a las versiones promulgadas por sus herederos, había dos corrientes entremezcladas en ese río. La más importante era que los banqueros e industriales (en su mayoría extranjeros) recuperaran el control total del gobierno de los Estados Unidos, especialmente de los sectores económicos, siendo el primer paso la reparación del flojo control de los propios partidos políticos y de los políticos que los habitan. Hay un interesante documento chino que aborda con precisión la profunda influencia judía en el gobierno de los EE.UU. en ese momento, afirmando: “El Partido Demócrata pertenece a la familia Morgan, y el Partido Republicano a la familia Rockefeller. Sin embargo, Rockefeller y Morgan pertenecen a Rothschild”. (23) Entonces se requerían nuevos y amplios esfuerzos para recuperar el control social y político de la población. Lo que necesitaban era una vacuna, no para proteger al pueblo americano, sino para infectarlo con una enfermedad incurable agradablemente llamada “democratización”, pero que sería más fácilmente reconocible como zombificación. Lo consiguieron.

La democracia siempre se había promocionado en Occidente como la forma de gobierno más perfecta, pero bajo la influencia de una enorme campaña de propaganda pronto se transformó en el pináculo de la evolución humana ilustrada, ciertamente en la mente de los americanos, pero en Occidente en general. Dado que el sistema electoral multipartidista constituía la base del control externo (extranjero) del gobierno americano, era imperativo inyectar esta ficción directamente en la psique de los americanos. Lo hicieron hasta el punto de que la “democracia”, con sus miles de significados, equivale hoy a un pasaje de la Biblia: un mensaje de Dios que, por su naturaleza, no puede ser cuestionado. Bernays y su gente fueron la fuente de la convicción profunda y duradera -y patentemente falsa- en cada corazón americano de que la democracia es un “valor universal”. Uno de los mitos más insensatos y persistentes que esta gente creó fue el cuento de que a medida que cada pueblo evolucionaba hacia la perfección y la iluminación, su ADN mutaría y desarrollaría un anhelo divino, quizá genético, por un sistema político multipartidista. Esta convicción es un completo disparate, sin una pizca de evidencia histórica o de otro tipo que la respalde, un mito tonto creado para engañar aún más al rebaño desconcertado.

Pero era necesario mucho más en términos de control social. Cuando Reagan sustituyó a Carter en 1980, todos los engranajes estaban en marcha para privar permanentemente a los ciudadanos americanos de todo lo que no fuera su ya amada “democracia”. El asalto de Reagan al público americano fue totalmente frontal, con Volcker de la FED hundiendo a los EE.UU. en una de las recesiones más brutales de la historia, haciendo caer los salarios y la propiedad de la vivienda, destruyendo la acumulación de toda una vida de bienes personales, aumentando dramáticamente el desempleo, eliminando los sindicatos casi por completo, y haciendo que toda la nación se sometiera políticamente por miedo. Curiosamente, cuanto más les empobrecía y castigaba su preciada democracia, más fuertemente se aferraba a ella el público americano, que ya no conservaba ningún deseo de igualdad, sino que se limitaba a esperar la supervivencia. Los ocho años de la presidencia de Reagan fueron algunos de los más brutales de la historia de los Estados Unidos, pero con el poder de la propaganda y la complicidad de los medios de comunicación, el pueblo americano no entendía lo que le estaba ocurriendo. Se aprendieron bien las lecciones de los años setenta y de la guerra de Vietnam, y el “pueblo invisible” de Bernays reclamó a los Estados Unidos como colonia, tanto el gobierno como el pueblo, la reclamación inteligentemente “diseñada por un gobierno invisible”.

Toda la naturaleza maquiavélica de esta propaganda, su verdadera intención y sus resultados, no serán inmediatamente evidentes para los lectores de este breve ensayo. El siguiente ensayo de esta breve serie, una descripción de la posterior transición de los métodos de propaganda de Bernays a la educación y el comercio, llenará muchas de las lagunas y permitirá a los lectores conectar más puntos y obtener una imagen más clara de todo el panorama.

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• Bernays y la Propaganda
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Los escritos del Sr. Romanoff se han traducido a 28 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en idiomas extranjeros en más de 30 países, así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado altos cargos ejecutivos en empresas de consultoría internacional y ha sido propietario de un negocio internacional de importación y exportación. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases del último año del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de Cynthia McKinney “When China Sneezes” (Cuando China Estornuda).

Su archivo completo puede verse en
https://www.moonofshanghai.com/ y
http://www.bluemoonofshanghai.com/

Se puede contactar con él en 2186604556@qq.com

Notas

(1) https://alethonews.com/2012/07/31/progressive-journalisms-legacy-of-deceit/

(2) http://thirdworldtraveler.com/Chomsky/MediaControl_excerpts.html

(3) https://www.amazon.com/Propaganda-Edward-Bernays/dp/0970312598

(3a) https://www.voltairenet.org/IMG/pdf/Bernays_Propaganda_in_english_.pdf

(4) https://archive.org/details/BernaysPropaganda

(5) https://www.amazon.com/Engineering-Consent-Edward-L-Bernays/dp/B0007DOM5E

(5a) https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/1/1b/The_Engineering_of_Consent_%28essay%29.pdf

(6) https://www.thedailybeast.com/how-the-cia-paid-and-threatened-journalists-to-do-its-work

(7) https://thenewamerican.com/cia-s-mockingbirds-and-ruling-class-journalists/

(8) https://apps.washingtonpost.com/g/documents/local/cia-report-on-project-mockingbird/295/

(9) https://allthatsinteresting.com/operation-mockingbird

(10) https://www.bibliotecapleyades.net/sociopolitica/sociopol_mediacontrol03.htm

(11) https://euvsdisinfo.eu/report/radio-liberty-and-voa-are-a-part-of-american-propaganda-machine-and-are-banned-in-the-usa/

(12) La VOA rodeó China desde todos los países vecinos, e incluyendo una presencia masiva en Hong Kong, emitiendo propaganda sediciosa americana en China (según la plantilla de Bernays) 24 horas al día durante generaciones. Fracasó, y finalmente fue cerrada en 2019. Además, cuando el científico taiwanés identificó los 5 haplotipos originales del virus COVID-19 y demostró que se habían originado en los Estados Unidos, fue la VOA la que acosó tanto al hombre en Internet que cerró todas sus cuentas en las redes sociales y se oscureció. Como la democracia es una moneda con una sola cara, a los EE.UU. le molestó mucho que China Radio International emitiera “programas favorables a Pekín en más de 30 emisoras americanas, muchas de ellas en las principales ciudades de los EE.UU.”. http://chinaplus.cri.cn/opinion/opedblog/23/20181006/192270.html

(13) https://www.independent.co.uk/news/world/americas/kent-state-massacre-vietnam-war-national-guard-50-year-anniversary-a9497501.html

(14) https://www.nationalgeographic.com/history/reference/united-states-history/ohio-kent-state-university-shooting/

(15) http://news.cnr.cn/native/gd/20200606/t20200606_525118936.shtml

(16) http://www.antiwar.com/berkman/trilat.html

(17) https://www.washingtonpost.com/archive/lifestyle/1992/04/25/beware-the-trilateral-commission/59c48198-9479-4c80-a70a-a1518b5bcfff/

(18) http://mail.conspiracy-gov.com/the-new-world-order/trilateral-commission/

(19) https://www.trilateral.org/download/doc/crisis_of_democracy.pdf

(20) https://ia800305.us.archive.org/29/items/TheCrisisOfDemocracy-TrilateralCommission-1975/crisis_of_democracy_text.pdf

(21) https://www.nap.edu/read/1000/chapter/10

(22) https://www.sgtreport.com/2020/11/former-presidents-warn-about-the-invisible-government-running-the-united-states/

(23) The Age of Innovation 2013 Issue 6 95-97 pp. 3 of 1003, The database of scientific and technological journals of Chinese science and technology; http://www.cqvip.com/QK/70988X/201306/46341293.html

Este artículo apareció por primera vez en Saker Blog

Copyright © Larry Romanoff, Moon of Shanghai, Blue Moon of Shanghai, 2021

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