La cumbre de Ginebra: ¿hamburguesa de nada o punto de inflexión?

esta columna fue escrita para Unz Review

La tan esperada cumbre entre los presidentes Putin y Biden ha tenido lugar finalmente, pero ¿ha sido un éxito? ¿Cambiará algo? La respuesta a esta pregunta depende en gran medida de las expectativas de cada uno. Echemos un vistazo más de cerca, empezando por el contexto.

Contexto de la cumbre

Lo único en lo que coinciden tanto los observadores estadounidenses como los rusos es que el estado de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos están en su peor momento (en mi opinión personal, incluso mucho peor que durante la crisis de los misiles en Cuba o cualquier otro momento de la Guerra Fría). Como he mencionado muchas veces, creo que el Imperio AngloZionista y Rusia han estado en guerra al menos desde 2013. ¿Recuerdan a Obama y su expresión “la economía rusa hecha “jirones”? Ese era el resultado que Obama le prometió al pueblo de EEUU (Recordatorio rápido: la empresa Deloitte hizo recientemente una escuesta entre los directores generales de las principales empresas rusas y sólo el 4% de ellos reportó sentirse “pesimista” acerca de sus perspectivas financieras y las evaluaron como “negativas” , el 40% respondió “igual que antes” y el 56% respondió “optimista”). Por supuesto, no se trata de una guerra convencional, sino de 80% de información, un 15% de economía y sólo un 5% de guerra cinética. A pesar de todo, esto no cambia el hecho de que esta guerra sea una guerra existencial para ambos bandos, una guerra en la que sólo un bando podrüa prevalecer mientras el otro, si no desaparece del todo, al menos perdería totalmente su estatus de superpotencia. Se trata de una guerra de civilizacional, que enfrenta a los modelos de civilización (cultural, social e incluso religiosa) de Occidente y Rusia, siguiendo más o menos las siguientes líneas:

Por un lado, la visión del mundo estadounidense/anglosionista: somos la “ciudad sobre una colina”, el faro de luz y esperanza para la humanidad. Nuestro “destino manifiesto” es “expandir el área de la libertad” por todo el mundo. Tenemos las mejores fuerzas armadas de la historia, la economía más fuerte, lo mejor de todo. Somos los “líderes del mundo libre” cuya “responsabilidad” es dirigir el mundo. Esto no es imperialismo, es el “deber” y la “responsabilidad” que nos impone la historia. Nuestros valores son valores universales y deben ser aceptados universalmente por todos. Los que se niegan a sumarse a nuestro modelo son “estados canallas” autoritarios. Rusia debe aceptarlo porque perdió la Guerra Fría y porque los valores occidentales se han impuesto. Los que se niegan a aceptarlo son “revanchistas” que quieren anular el resultado de la Guerra Fría y reconstruir la Unión Soviética. Estados Unidos tuvo que ampliar la OTAN hacia el Este para proteger a Europa de la “agresión rusa”. Ahora “América” hestá de vuelta y, con nuestros aliados y amigos, crearemos un orden internacional “basado en reglas” que haremos cumplir benévolamente para inmensa gratitud de toda la humanidad.

La visión rusa del mundo:

Rusia rechaza cualquier forma de imperialismo, para sí misma y para los demás. Rusia quiere un orden mundial multilateral, basado en el derecho internacional y en la plena soberanía de las naciones. Cada nación debe tener derecho a seguir su propio modelo cultural, económico, espiritual y de civilización sin ser amenazada, sancionada, bombardeada, subvertida o invadida. Rusia rechaza los llamados “valores occidentales” (turbocapitalismo, imperialismo, wokismo, multiculturalismo, ateísmo militante, teoría racial crítica, fluidez de género, etc.). Estados Unidos puede ondear banderas homosexuales en sus embajadas, pero no tiene por qué decir a los demás cómo deben vivir. De hecho, Estados Unidos tiene que aceptar dos realidades estrechamente relacionadas: en primer lugar, Estados Unidos no tiene los medios para imponer su ideología al resto del planeta y, en segundo lugar, el resto del planeta ve la total hipocresía de un país que dice defender unos valores que él mismo viola todas las veces que quiere. Cualquier comparación es inmediatamente descartada con palabras como “¡¡¡pero esto es completamente diferente!!!”.

Una vez más, Rusia acepta que Estados Unidos sea bienvenido a vivir en un delirio de postverdad, postrealidad, si quiere, pero también cree, y lo dice, que Occidente no tiene derecho a tratar de imponer sus valores aparentes a los demás, especialmente cuando los viola constantemente cada vez que le conviene.

La cuestión de fondo

La creencia central que subyace a estas visiones del mundo tan diferentes es extremadamente sencilla: EE.UU. se ve a sí mismo como excepcional y, por tanto, dotado de derechos especiales, y ve a Rusia como un interlocutor muy inferior que debe aceptar la hegemonía estadounidense sobre el mundo. Por el contrario, Rusia niega a los Estados Unidos cualquier estatus especial y exige que los líderes estadounidenses acepten a Rusia como un interlocutor igual antes de pasar siquiera a discutir cualquier diálogo o cooperación significativa.

Creo que sería justo mencionar que aproximadamente entre 2013 y 2020 ambos países han hecho esfuerzos enormes en una especie de lucha armamentística masiva para demostrar su prevalencia.

Durante un tiempo brevísimo, Trump trató de poner en marcha una forma de diálogo, pero fue rápida y completamente castrado por los neoconservadores y los imperialistas mesiánicos de su propio bando (pienso en Pompeo, por ejemplo) y sus esfuerzos, por sinceros que fueran, no prosperaron en absoluto: Trump no fue capaz de poner fin a la guerra iniciada por Obama.

Luego llegó Biden e inicialmente, las cosas parecían no tener remedio. Viendo el enorme fracaso de la primera reunión entre Estados Unidos y China en Alaska, podía esperarse un resultado similar, o tal vez peor, de alguna reunión entre Biden y Putin. Muchos (a ambos lados) creían que esa reunión sería inútil, en el mejor de los casos, ya que EE.UU. se había colocado a sí misma en una situación de suma cero en la que a excepción de un intercambio de insultos sería visto por los medios de comunicación estadounidenses (y la opinión pública a la que dan forma) como una “derrota”, una “rendición” y posiblemente incluso una “traición” por parte de Biden. Ese es, sin duda, el mensaje que transmiten gran parte de los medios de comunicación estadounidenses, incluyendo a Fox.

Nota al margen: Quiero expresar mi total disgusto con los republicanos de EE.UU. quienes, durante cuatro años, fueron literalmente acosados por los medios de comunicación de EE.UU. por la supuesta “concesión” de Trump a Putin o incluso por ser un “candidato manchuriano” puesto en el poder por “Putin”. Ahora los republicanos utilizan el mismo lenguaje vergonzoso acusando a Biden de “debilidad” y de “ceder” ante Putin. Verdaderamente, los demócratas y el Partido Republicano son como Coca-Cola y Pepsi: el mismo producto con diferentes etiquetas. Y lo que es peor, tanto los demócratas como el Partido Republicano anteponen sus intereses mezquinos al bienestar de Estados Unidos y de su pueblo. Considero que ambos partidos son traidores a los Estados Unidos y a su pueblo].

Lo que realmente ocurrió

A pesar de todos los detractores (a ambos lados), Putin y Biden se reunieron. Es cierto que la reunión no tuvo resultados espectaculares, pero sería un error concluir que no ocurrió nada importante.

En primer lugar, el tono de la administración Biden hacia Rusia y Putin cambió, de forma notable, especialmente después del infame “uhu, es un asesino” de Biden. Se levantaron algunas sanciones, EE.UU. básicamente renunció a intentar impedir que se completara el North Stream 2 (NS2), y se lograron una serie de pequeños pasos, entre ellos:

  • Un acuerdo para discutir la ciberseguridad a nivel de expertos (algo que los rusos llevaban años reclamando, pero que EE.UU. había rechazado de plano).
  • Una declaración conjunta de estabilidad estratégica (más adelante se habla de ella)
  • Un acuerdo para discutir las cuestiones pendientes a nivel de expertos
    El regreso de los embajadores de EE.UU. y Rusia a sus antiguos puestos
    Un debate sobre un posible canje de prisioneros
  • Un debate sobre posibles acuerdos futuros de control de armas

También son interesantes los puntos que se mencionaron de pasada, sobre todo por parte de EE.UU., pero que claramente no se centraron en ellos. Entre ellos se encuentran:

  • Ucrania y Bielorrusia
  • Los derechos humanos (alias “Navalyi” y compañía)
  • La supuesta interferencia rusa en las elecciones occidentales
  • Las supuestas operaciones encubiertas rusas contra Estados Unidos
  • La supuesta amenaza rusa en la UE o en el Ártico
  • Los vínculos rusos con China e Irán

Esta es la imagen oficial. Pero seamos un poco más prudentes: las delegaciones de EE.UU. y Rusia (formadas por unas 400 personas cada una) incluían algunos funcionarios de muy alto rango, incluido el Jefe del Estado Mayor ruso. Ninguna de las partes se habría molestado en organizar una empresa tan masiva sólo con el propósito de intercambiar amenazas, ultimátums o insultos. Y este tipo de cumbres nunca se organizan a menos que las partes tengan al menos una perspectiva razonable de alcanzar algún tipo de entendimiento (¡por eso se anunció el regreso de los embajadores antes de la cumbre!).

Entonces, ¿qué es lo que ha pasado realmente aquí?

Para responder a esta pregunta, primero tenemos que ver lo que no ocurrió.

En primer lugar, está bastante claro que el lenguaje/tono de la administración Biden ha cambiado drásticamente. Los medios de comunicación estadounidenses (infantiles mentales) se dieron cuenta inmediatamente de ello y atacaron a Biden en su conferencia de prensa por no ejercer suficiente presión sobre Putin. Por supuesto, Biden les ofreció la palabrería habitual llena de tonterías rusófobas en las que los medios de comunicación estadounidenses parecen estar eternamente atascados, pero está bastante claro que los medios de comunicación de EE.UU. no consiguieron lo que querían: querían que Biden “uniera a todo Occidente detrás de EE.UU.” y que luego “dijera” a Putin que “se comportara” y admitiera algo -cualquier cosa- sobre las “fechorías” rusas. Putin no les dio exactamente nada en absoluto. En todo caso, podríamos decir que sostuvo un espejo enfrente del tío Shmuel y que el tío Shmuel no tuvoa nada que responder al respecto.

En segundo lugar, y por primera vez en mucho tiempo, Estados Unidos no lanzó ninguna amenaza ni ultimátum. En todo caso, fue bastante sorprendente ver a Biden enfadarse con un imbécil periodista de la CNN (creo) que le preguntó a Biden por qué esperaba que Putin “cambiara su comportamiento” cuando éste no había admitido ningún error. Más tarde, Biden se disculpó, pero estaba claramente frustrado por el nivel de imbecilidad de los medios de comunicación estadounidenses.

[Nota al margen: los medios de comunicación estadounidenses mostraron realmente su verdadera cara durante ambas conferencias de prensa. Con Putin, hicieron preguntas estúpidas y tendenciosas, basadas en sus propias suposiciones delirantes, y Putin rechazó fácilmente esas preguntas señalando hechos innegables y bien conocidos. La conferencia de prensa de Biden fue, como de costumbre, completamente aséptica, con una lista preparada de reporteros y preguntas, y sin que se permitiera la presencia de periodistas rusos (¡¿pluralismo, medios de comunicación libres o libertad de expresión, aló?!). El infantilizado público de Estados Unidos no se percató de esto, pero en el resto del mundo -en la Zona B si se quiere- la gente notó inmediatamente la sorprendente diferencia entre los dos líderes y entre las dos conferencias de prensa. Será muy difícil para EE.UU. hablar de “libertad de expresión” cuando no se puede confiar en que su Presidente hable a solas con su homólogo (Bliken nunca se apartó de su lado, al igual que Dick Cheney hizo con Bush Jr. o Don Regan con Reagan en sus últimos años) y no puede aceptar preguntas sin guión de los medios de comunicación (supuestamente) “libres”. Los medios de comunicación estadounidenses querían claramente que Biden fuera a Ginebra y le dijera a Putin “ahora te sometes o si no…” y sólo el público estadounidense, completamente ignorante e infantilizado, podía ser capaz de tomarse en serio semejante tontería. Cuando eso no ocurrió, se volvieron contra Biden y le acusaron de debilidad por “no haber hecho ningunas amenazas”].

En tercer lugar, y de manera crucial, al NO discutir cuestiones tontas sino centrarse en los temas reales e importantes que subyacen en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, Biden admitió de facto dos cosas:

  • La política de EEUU hacia Rusia desde 2013 ha fracasado y
  • Rusia es un socio igual a los EE.UU. que no puede ser intimidado, amenazado o atacado

Hasta aquí llegó el “hablar con los rusos desde una posición de fuerza” que nos prometieron como un mantra TODOS los líderes occidentales. Por el contrario, el Kremlin no tuvo que hacer ninguna amenaza: los recientes ejercicios militares, que realmente asustaron a la OTAN y a la UE, hicieron innecesaria cualquier postura por parte de Rusia.

Tampoco soy tan ingenuo como para creer que nada de esto es inamovible.

En primer lugar, sabemos que los políticos estadounidenses normalmente se reúnen con sus homólogos rusos y dicen “A” para luego volver a casa, ceder al lobby de la guerra, y luego declarar “no A”. Trump hizo eso, al igual que Kerry y muchos otros. Los diplomáticos estadounidenses son en su mayoría ignorantes designados políticos y/o neoconservadores belicistas que simplemente no están intelectualmente equipados para tratar con sus homólogos rusos (James Baker fue probablemente el último Secretario de Estado estadounidense verdaderamente sofisticado). En segundo lugar, todos entendemos que Biden es realmente “Biden” (el hombre en sí mismo es sólo una fachada, las decisiones reales son tomadas por el colectivo “Biden”), lo que significa que mientras él e incluso Bliken pueden estar de acuerdo en algo, lo que de ninguna manera implica que se mantendrán firmes en lo que acordaron. Por último, es objetivamente muy difícil deshacer lo que se hizo: ocho años de delirios autodestructivos sobre sí mismo y el resto del mundo han hecho un daño inmenso a Estados Unidos y se necesitaría algo muy parecido a un milagro para revertir ahora un curso que al menos dos administraciones estadounidenses han insistido tan tontamente en seguir.

Sin embargo, lo que hizo y dijo Biden fue claramente muy deliberado y preparado. Este no es el caso de un presidente senil que pierde la concentración y se limita a soltar incoherencias (derrotistas). Por lo tanto, debemos concluir que también hay quienes en la actual configuración del poder (real) de EE.UU. decidieron que Biden debe seguir un curso nuevo, diferente, o, al menos, cambiar de retórica. No sé quién/qué es este segmento de la configuración de poder de EE.UU., pero sostengo que ha sucedido algo que obligó al menos a una parte de la clase dirigente de EE.UU. a decidir que la guerra de Obama contra Rusia había fracasado y que se hace necesario un enfoque diferente. Al menos, esta es la visión optimista.

El punto de vista pesimista sugeriría que, al igual que un boxeador que ha lanzado tantos golpes que ahora necesita recuperar el aliento, los líderes del Imperio sólo necesitaban un breve descanso, para “recuperar el aliento”, antes de reanudar el ciclo interminable de ataques mezquinos, amenazas y acusaciones contra Rusia.

El tiempo demostrará qué grupo tiene razón. Yo apuesto por los pesimistas (como siempre).

Lo que podemos decir ahora es lo siguiente: el período 2013-2021 vio un enorme declive del poder de Estados Unidos en el extranjero y la explosión de una crisis política y social interna igualmente enorme que sigue perjudicando catastróficamente a Estados Unidos (Obama y Trump fueron realmente los peores y más débiles presidentes de la historia de Estados Unidos). En fuerte contraste, los mismos años 2013-2021 vieron un enorme aumento del poder militar, político, económico y social de Rusia. Negar esta realidad para siempre simplemente no es una opción para los Estados Unidos (aunque los medios de comunicación estadounidenses nunca informen sobre esto). Parece que la Administración Biden ha decidido mantener el mismo lenguaje infantil que sus predecesores para consumo interno, pero ha decidido que es urgente un cambio de actitud en el frente internacional, aunque sólo sea para evitar enfrentarse a Rusia y a China (y, posiblemente, a Irán) al mismo tiempo. La historia también demuestra que incluso el mero hecho de hablar con Rusia desde una supuesta “posición de fuerza” era inútil en el mejor de los casos y suicida en el peor. La historia del imperialismo occidental en China ofrece una imagen más ambigua, pero el actual resurgimiento del poder chino bajo Xi también sugiere que los chinos no cederán ante sus antiguos amos coloniales.

¿Qué pasa con China?

Si se mencionó a China, no fue de forma oficial. El Kremlin ya había indicado en numerosas declaraciones que intentar poner a China y a Rusia en contra de cada una no es una opción realista, así que por parte rusa no había expectativas de que algo cambiara al respecto. Además, mientras que China tiene mucho que ofrecer a Rusia, Estados Unidos no tiene literalmente nada que Rusia quiera o necesite. Lo mismo ocurre con Irán, aunque en menor medida. Hay quienes en la clase dirigente estadounidense creen que China es un enemigo mucho más peligroso para el Imperio AngloZionista que Rusia y es posible que esos sean los intereses que empujaron a Biden a adoptar una postura más realista. La verdad es que cualquiera que sepa algo sobre la relación chino-rusa (que los chinos llaman ahora oficialmente “asociación estratégica integral de coordinación para la nueva era”) entiende que estos dos países se necesitan mutuamente de forma vital. ¿Esperaban realmente los diplomáticos estadounidenses que podrían convencer a Rusia de que se pusiera de su lado? Probablemente no. Así que, como mucho, lo que necesitaban era una breve pausa o, al menos, algún tipo de estabilización temporal del “frente ruso”.

¿Y los europeos?

Los europeos están atrapados en una especie de tierra de nadie política: algunos quieren una confrontación a toda costa (3B+PU), especialmente desde que la UE dejó de financiarlos, mientras que otros están claramente hartos (Alemania, Francia, Italia, etc.) de la situación actual. Todos se dan cuenta de que algo acaba de cambiar, pero parecen no saber qué, por qué y cómo. ¿Y cómo tratará ahora la UE a Biden? En primer lugar, mientras que odiar a Trump era considerado “políticamente correcto” por las clases dirigentes de la UE, odiar a Biden es bastante impensable. En segundo lugar, si bien Biden “consultó” con el G7 y la OTAN, estas “consultas” no produjeron ningún resultado significativo. A diferencia de la cumbre con Putin, estas “cumbres preparatorias” no fueron más que bonitas relaciones públicas, un evento simbólico del tipo “rah-rah, estamos todos unidos”. Piensa en ello como un rey imperial que visita sus colonias: divertido pero no muy importante. Pero reunirse con el líder de una “gasolinera disfrazada de país” requirió la presencia de unos 400 altos funcionarios estadounidenses y meses de preparativos. Por último, el hecho de que “Biden” tuviera que ceder ante Alemania en el NS2 demuestra que el control del tío Shmuel sobre Alemania se está debilitando, “otra escritura en la pared” que “Biden” aparentemente leyó.

Entonces, ¿quién ganó?

En este momento no creo que podamos decir que alguien ganó. De hecho, la guerra existencial que opone el imperio anglo-sionista a Rusia no ha terminado. A lo sumo, será un alto al fuego temporal que permitirá al tío Shmuel recuperar el aliento. Pero creo que también podemos concluir con justicia que la guerra de Obama contra Rusia ha fracasado y que la Administración Biden está más en contacto con la realidad de lo que nunca estuvo Obama. Nadie sabe cuánto durará este nuevo realismo. No creo que debamos dar mucha importancia a la idea de que ahora ha comenzado una nueva era de paz o colaboración. Pero tal vez, sólo tal vez, EE.UU. deje de jugar a lo que yo llamo el “juego de la gallina nuclear” con una superpotencia que está por lo menos una década por delante en tecnología nuclear militar (¡y civil!) y vehículos de lanzamiento y una superpotencia que ahora está trabajando como un binomio con otra superpotencia nuclear, China.

Conclusión: la Declaración Conjunta de Estados Unidos y Rusia sobre la Estabilidad Estratégica

Este es el texto completo de la Declaración Conjunta EE.UU.-Rusia sobre Estabilidad Estratégica que mencioné anteriormente: (énfasis añadido)

Nosotros, el Presidente de los Estados Unidos de América, Joseph R. Biden, y el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, constatamos que los Estados Unidos y Rusia han demostrado que, incluso en períodos de tensión, somos capaces de avanzar en nuestros objetivos compartidos de garantizar la previsibilidad en la esfera estratégica, reduciendo el riesgo de conflictos armados y la amenaza de guerra nuclear. La reciente ampliación del Nuevo Tratado START ejemplifica nuestro compromiso por el control de las armas nucleares. Hoy, reafirmamos el principio de que no se puede ganar una guerra nuclear y que nunca debería librarse. En consonancia con estos objetivos, Estados Unidos y Rusia se embarcarán juntos en un Diálogo de Estabilidad Estratégica bilateral integrado en un futuro próximo que será deliberado y sólido. A través de este Diálogo, pretendemos sentar las bases para futuras medidas de control de armas y de reducción de riesgos.

El lenguaje aquí es muy importante: se trata del repudio a un gran engaño estadounidense que comenzó con la “Guerra de las Galaxias” de Ronald Regan y que fue compartido por cada uno de los siguientes presidentes: la noción de que Estados Unidos puede ganar una guerra nuclear contra Rusia derrotando tecnológica o económicamente a Rusia. El sitio web “Defense One” (que no es un “medio de desinformación ruso”) dijo lo siguiente sobre esta ilusión de décadas:

Biden puede corregir los errores del pasado. El futuro de la defensa antimisiles se estudiará a fondo como parte de una revisión más amplia de la postura/disuasión nuclear que se iniciará en las próximas semanas. Consciente de que siempre pueden desarrollarse armas ofensivas menos costosas para abrumar, sabotear o destruir cualquier sistema defensivo imaginable, su administración puede volver a la diplomacia, buscar reducciones mutuas verificables, impedir el desarrollo de nuevas amenazas y abordar preocupaciones crecientes como la militarización del espacio y las ciberamenazas. Eso permitiría transferir fondos de las armas que no funcionan a programas que reconstruyan y añadan seguridad a Estados Unidos.

Si esto es realmente lo que está ocurriendo (¡y tenemos que esperar antes de sacar conclusiones precipitadas!), entonces son buenas noticias. Buenas noticias para Rusia, que no tiene nada que ganar con una “Guerra Fría recargada” con Occidente, buenas noticias para los europeos, que necesitan recuperar al menos un mínimo de agencia, buenas noticias para los EE.UU., que está desangrado y se está convirtiendo rápidamente en un país subdesarrollado del tercer mundo, y buenas noticias para todo el planeta, que sería devastado por cualquier guerra nuclear entre cualquier combinación de superpotencias. Si esto es realmente lo que ocurrió.

Por el momento, los “locos del sótano” siguen tan locos como antes (ver aquí y aquí para algunos buenos ejemplos). También lo están los “woke-freaks” (ver aquí y aquí). También lo está el homo-lobby (ver aquí y aquí). Todos ellos odian a Rusia y a Putin con pasión, y no van a desaparecer pronto. Además, no es que “Biden” vaya a hacer otra cosa aparte de darles a todos ellos una ovación, apoyo total y millones de dólares a su causa: estas “minorías” (más exactamente: esta coalición de minorías) son la base ideológica de toda la presidencia de Biden, le llevaron al poder y no puede renunciar a ellas.

Sin embargo, nadie sabe hasta cuándo las ovejas con el cerebro lavado y el pensamiento correcto seguirán “arrodillándose” por el “racismo sistémico”.

En el frente exterior, Estados Unidos no puede renunciar a su ideología mesiánica y a sus pretensiones de excepcionalidad. Esto sería realmente impensable para la gran mayoría de los estadounidenses. Esto no cambia el hecho de que, como he escrito muchas veces, el imperio anglo-sionista y el actual sistema político de EE.UU. no son sostenibles ni reformables. Además, los imperios son casi imposibles de reformar. Por eso suelen acabar derrumbándose. Y cuando lo hacen, suelen intentar arremeter contra aquellos a los que culpan de sus propios fracasos. Esto es exactamente lo que ha sucedido desde 2013 y esto no cambiará y, de hecho, no puede cambiar hasta el colapso final -e inevitable-.

No habrá amistad, ni siquiera asociación, entre los Estados Unidos y Rusia mientras los Estados Unidos sigan sirviendo como el último anfitrión del parasitario Imperio AngloZionista. Como el portavoz de Putin, Peskov, acaba de declarar “Hasta ahora, no hay razones para excluir a Estados Unidos de la lista de países inamistosos”.

Por último, ¿ha “ganado” Putin?

Yo respondería que sí y que no. Sí, ganó en el sentido de que su estrategia para hacer frente a un Imperio en pie de guerra contra Rusia ha demostrado ser extremadamente eficaz. Todos los detractores (liberales o neomarxistas) han estado acusando a Putin de ceder a casi todo en todas partes, sin embargo, es Estados Unidos quien tuvo que comer cuervo, abandonar todas sus condiciones previas y pedir una cumbre. Ninguno de los numerosos ataques propagandísticos contra Rusia (el MH17, Skripal, las armas químicas, Bielorrusia, la guerra de Karabaj, Navalnyi, el dopaje, los deportes y las banderas, la toma de oficinas diplomáticas rusas, el secuestro de ciudadanos rusos, las sanciones económicas y políticas, las amenazas, el ruido de sables en las fronteras, etc. etc.) han funcionado o incluso han dado algún resultado significativo. En ese sentido, sí, Putin ganó. Pero esa guerra existencial no ha terminado, ni para Estados Unidos, ni para Rusia y tampoco para China, Irán y cualquier otro país que desee una verdadera soberanía.

En ese sentido, lo que ocurrió en Ginebra no es el principio del fin (principalmente porque ese principio del fin ya ha tenido lugar hace tiempo, aunque nunca se informara de ello en la Zona A), pero es definitivamente una oportunidad para cambiar algunas dinámicas en la escena internacional. La infinita arrogancia de personajes como Trump y Pompeo ha sido sustituida por un enfoque mucho más cauto y realista, al menos en las relaciones entre superpotencias. Pero Putin/Rusia sólo habrá ganado de verdad cuando EEUU acepte la realidad de que el Imperio ha muerto y que EEUU, como todos los ex imperios, debe ahora convertirse en un país “normal” (como todos los antiguos imperios tuvieron que hacerlo). Suena fácil, pero esto es casi infinitamente difícil cuando el imperialismo es con lo que has nacido, crecido, educado y condicionado a vivir y cuando crees sinceramente que tu marca de imperialismo es de alguna manera benévola, incluso altruista. Rusia/Putin sólo habrá ganado de verdad cuando el último imperio de la historia dé paso finalmente a un orden mundial internacional civilizado. Hasta entonces, la lucha de Rusia -y de todos los demás miembros de la resistencia contra el Imperio- continuará.

El Saker

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