Por Pepe Escobar para Asia Times and Vineyard of the Saker
El presidente electo de Irán “mirará hacia el Este” mientras busca salir de la “paciencia estratégica” al tratar con Estados Unidos.
En su primera rueda de prensa como Presidente electo, con el 62% de los votos, Ebrahim Raeisi, ante un bosque de micrófonos, salió a por todas y no dejó nada a la imaginación.
Sobre el JCPOA, o acuerdo nuclear iraní, el expediente que obsesiona completamente a Occidente, Raeisi fue claro:
- Estados Unidos debe volver inmediatamente al JCPOA que Washington violó unilateralmente, y levantar todas las sanciones.
- Las negociaciones del JCPOA en Viena seguirán adelante, pero no condicionan nada en cuanto al futuro de Irán.
- El programa iraní de misiles balísticos no es en absoluto negociable en el marco del JCPOA, y no será frenado.
A la pregunta de un periodista ruso sobre si se reuniría con el presidente Biden en caso de que se alcanzara un acuerdo en Viena y se levantaran todas las sanciones -un importante “si”-, la respuesta de Raeisi fue un “no” rotundo.
Es crucial destacar que Raeisi, en principio, está a favor de la restauración del JCPOA tal y como se firmó en 2015, siguiendo las directrices del Líder Ayatolá Jamenei. Pero si la farsa de Viena se prolonga eternamente y los estadounidenses siguen insistiendo en reescribir el acuerdo hacia otras áreas de la seguridad nacional iraní, eso es una línea roja definitiva”.
Raeisi reconoció los inmensos desafíos internos a los que se enfrenta, en cuanto a poner la economía iraní en marcha, deshacerse del impulso neoliberal del equipo saliente Rouhani y luchar contra la corrupción generalizada. El hecho de que la participación en las elecciones haya sido sólo del 48,7%, frente a la media del 70% en las tres anteriores contiendas presidenciales, lo hará aún más difícil.
Sin embargo, en política exterior el camino de Irán es inequívoco, centrado en la estrategia de “Mirar al Este”, que significa una cooperación más estrecha con China y Rusia, con Irán desarrollándose como un nodo clave de la integración euroasiática o, según la visión rusa, la Gran Asociación de Eurasia.
Como me dijo el profesor Mohammad Marandi, de la Universidad de Teherán, “va a haber una inclinación hacia el Este y hacia el Sur Global. Irán mejorará sus relaciones con China y Rusia, también por la presión y las sanciones de Estados Unidos. El presidente electo Raeisi estará mejor posicionado para fortalecer estos lazos que la administración saliente”.
Marandi añadió: “Irán no perjudicará intencionadamente el acuerdo nuclear si los estadounidenses -y los europeos- avanzan hacia su plena aplicación. Los iraníes corresponderán. Los vecinos y los países de la región también serán una prioridad. Así que Irán ya no esperará a Occidente”.
Marandi también matizó que la política actual fue “un gran error” del equipo de Rouhani, aunque “no por culpa del Dr. Zarif o del Ministerio de Asuntos Exteriores, sino del gobierno en su conjunto”. Eso implica que el gobierno de Rouhani apostó todo al JCPOA y no estaba preparado en absoluto para la ofensiva de “máxima presión” de Trump, la que diezmó de facto a la clase media iraní de mentalidad reformista.
En pocas palabras: en la era Raeisi, se saldrá de la “paciencia estratégica” al tratar con Estados Unidos. Se entrará en la “disuasión activa”.
Un nodo clave de la BRI y la EAEU
Raeisi fue recibido por quienes controlan la narrativa de la “comunidad internacional” con epítetos proverbialmente burlones y/o demonizantes: leal a la “maquinaria represiva” de la República Islámica, “partidario de la línea dura”, violador de los derechos humanos, verdugo en masa, fanático antioccidental o simplemente “asesino”. Amnistía Internacional llegó a pedir que se le investigara como autor de crímenes contra la humanidad.
Los hechos son más prosaicos. Raeisi, nacido en Mashhad, tiene un doctorado en jurisprudencia y fundamentos de la ley islámica y otro título de jurisprudencia en el seminario de Qom. Entre sus cargos anteriores figuran el de miembro de la Asamblea de Expertos y el de jefe de la Judicatura.
Puede que no haya estado expuesto al modo de vida occidental, pero no es “antioccidental”, ya que cree que Irán debe interactuar con todas las naciones. Sin embargo, la política exterior debe seguir las directrices de Jamenei, que son muy claras. Sin entender la visión del mundo de Jamenei, cualquier análisis de las complejidades iraníes es un deporte ocioso. Para conocer los antecedentes esenciales, consulte mi libro electrónico Asia Times Persian Miniatures.
Todo comienza con el concepto fundacional del ayatolá Jomeini de una República Islámica, que en efecto estuvo influenciado por la República de Platón, así como por la Ciudad Virtuosa del filósofo político musulmán al-Farabi (también influenciado por Platón).
En el 40º aniversario de la Revolución Islámica, Jamenei actualizó su concepto de política exterior, como parte de un claro mapa para el futuro. Se trata de una lectura absolutamente necesaria para entender lo que es Irán. Un excelente análisis de Mansoureh Tajik destaca las formas en que el sistema se esfuerza por lograr el equilibrio y la justicia. Jamenei no puede ser más directo cuando escribe
“Hoy en día, el desafío para Estados Unidos es la presencia de Irán en las fronteras que rodean al régimen sionista y el desmantelamiento de la influencia y la presencia ilegítimas de Estados Unidos desde Asia Occidental, la defensa por parte de la República Islámica de los combatientes palestinos en el corazón de los territorios ocupados y la defensa de la bandera sagrada de Hezbolá y la Resistencia en toda la región. Si en aquellos días, el problema de Occidente era impedir que Irán comprara incluso las formas más primitivas de armas para su defensa, hoy, su reto es impedir que las armas, el equipo militar y los drones iraníes lleguen a Hezbolá y a la Resistencia en toda la región. Si en aquellos días, Estados Unidos imaginó que podía vencer al Sistema Islámico y a la nación iraní con la ayuda de unos pocos traidores iraníes que se vendieron a sí mismos, hoy se encuentra een la necesidad de una gran coalición de decenas de gobiernos hostiles pero impotentes para luchar contra Irán. Aún así, fracasa”.
En cuanto a la política de las grandes potencias, la política iraní de “mirar hacia el Este” fue concebida por Jamenei, quien aprobó la asociación estratégica integral Irán-China, valorada en 400.000 millones de dólares, que está directamente vinculada a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI), y también apoya la adhesión de Irán a la Unión Económica de Eurasia (UEE) liderada por Rusia.
Así pues, es Irán como centro clave de conectividad euroasiática el que va a configurar su futuro geopolítico y geoeconómico. Y no Occidente, como subrayó Marandi.
China invertirá en la banca, las telecomunicaciones, los puertos, los ferrocarriles, la sanidad pública y las tecnologías de la información iraníes, por no hablar de los acuerdos bilaterales para el desarrollo de armas y el intercambio de información.
En el frente ruso, el impulso vendrá de la mano del desarrollo del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), que compite directamente con un corredor terrestre de este a oeste que puede verse afectado en cualquier momento por las sanciones extraterritoriales estadounidenses.
Irán ya ha alcanzado un acuerdo provisional de libre comercio con la UEEA, activo desde octubre de 2019. Es posible que en los primeros meses de la era Raeisi se alcance un acuerdo de pleno derecho -con Irán como miembro de pleno derecho-, con importantes consecuencias para el comercio desde el Cáucaso Meridional hasta el sudoeste asiático más amplio e incluso el sudeste asiático: Vietnam y Singapur ya tienen zonas de libre comercio con la UEEA.
La retórica estadounidense sobre el “aislamiento” de Irán no engaña a nadie en el sudoeste de Asia, como atestigua el desarrollo de la interacción entre China y Rusia. Añádase a ello la lectura que hace Moscú del “ánimo de profundizar en el diálogo y desarrollar los contactos en la esfera de la defensa”.
Por lo tanto, a ésto está conduciendo la era Raeisi: a una unión más sólida del chiísmo iraní, el socialismo con características chinas y la Gran Asociación de Eurasia. Y no está de más que la tecnología militar rusa de vanguardia esté vigilando silenciosamente la evolución del tablero de ajedrez.
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