Por Andrew Korybko
Uno de los temas más candentes de la investigación estratégica aquí en Rusia ha sido el estudio de cómo los Estados Unidos (EU) utiliza las revoluciones de colores como una nueva forma para proyectar su influencia y poder. Porque este guión de destabilización puede aplicarse en todo el mundo, y no sólo contra los intereses rusos, quisiera compartir con todos ustedes algunas de mis últimas conclusiones, con la esperanza de que ustedes y sus países puedan reconocer mejor la amenaza que esto plantea y prepararse adecuadamente para defenderse a sí mismos y a sus aliados regionales.
Voy a empezar dándoles información sobre la militarización estratégica de las Revoluciones de Color, y luego les explicaré su aplicación geopolítica prevista para la desestabilización de cada uno de los estados BRICS y sus aliados regionales. Después estaría más que feliz de contestar cualquier pregunta o hablar con el público para ofrecerles una visión más específica.
Así que para empezar, la realidad de las Revoluciones de Color podría no ser la que muchos de ustedes piensan que es, y es necesario reconceptualizarlas para que todos estemos en sintonía. No son fenómenos sociales espontáneos, como los medios de comunicación occidentales los presentan, sino más bien planes militares estratégicos para desestabilizar un área geopolítica determinada. Hablo más sobre esto en mi próximo libro, Guerras Híbridas, que estará disponible de forma gratuita en formato impreso y digital gracias a la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia, pero en resumen, así es como funciona. Son fuerzas desestabilizadoras preplanificadas, una combinación de ciudadanos extranjeros y nacionales que se hacen llamar “oposición”, que incluso no estando afiliados oficialmente con un partido político, secuestran protestas legítimas o diseñan sus propias condiciones para una y luego provocan al gobierno para que responda con fuerza. El objetivo es deslegitimar el estado tanto a nivel nacional como internacional, y debilitarlo hasta el punto de finalmente derribarlo mediante una ofensiva guerrillera urbana. Incluso si no logran derrocar a las autoridades, la desestabilización resultante se extiende por toda la región y crea un entorno estratégico favorable para la política exterior estadounidense, como un pretexto para el despliegue militar regional. También hay escenarios en los que se puede utilizar para crear un movimiento secesionista dentro del estado que está siendo atacado, en cuyo caso compran a determinados grupos étnicos, religiosos o regionales con el fin de ganar una supuesta “legitimidad”.
Es un poco más profundo que eso, pero esta es la esencia principal. Ahora voy a esbozar los aspectos geopolíticos de la estrategia de la Revolución de Color en contra de los BRICS. La idea a tener en cuenta es que las Revoluciones de Colores no son espontáneas, sino que son movimientos de desestabilización diseñados con objetivos geopolíticos concretos. Vamos a empezar con Rusia.
He identificado algo que llamo el “Arco de Color”. Se extiende desde Hungría hasta llegar a Kirguistán, es una línea continua de estados cuya desestabilización política o un cambio ilegal de gobierno podría poner en grave riesgo los intereses y la seguridad exterior de Rusia. Hungría, Serbia, Macedonia y Grecia están entre los objetivos por su potencial de cooperación en el transporte de gas con Rusia, mientras que Turquía e Irán están en la mira de los Estados Unidos porque los nuevos gobiernos allí podrían ser potencialmente anti-rusos y dirigir sus esferas de influencia al norte hacia la zona tradicional de interés de Rusia. Un enfrentamiento de Grandes Potencias entre Rusia y Turquía o Irán, o al menos una competencia inamistosa, sin duda beneficiaría finalmente a los EU. Por último, en Armenia, Turkmenistán, Uzbekistán y Kirguistán, los disturbios en esos países podría conducir a guerras civiles o internacionales que podrían arrastrar a Rusia. He esbozado los escenarios más probables para cada una de sus desestabilizaciones y puedo discutirlas con gusto después si alguien estuviese interesado.
Ahora vamos a pasar a China, que enfrenta amenazas internas y externas de una Revolución de Color. Las del interior del país son Hong Kong, Xinjiang y el Tíbet, y este siempre ha sido uno de los principales objetivos estratégicos de los estadounidense, coordinar que estas desestabilizaciones se generen de forma simultánea y sacar de balance a Beijing. Uno de mis intereses actualmente de investigación es si tal escenario podría o no suceder en partes de Mongolia Interior luego de una Revolución de Color en Mongolia, y también estoy viendo la posibilidad de desestabilización de la ASEAN, en particular en Myanmar, afectando a la provincia de Yunnan. Esto me lleva a otro riesgo externo de Revolución de Color en China. Si Kirguistán se hunde en el caos, entonces este, o especialmente la parte sur del país, podría convertirse en una base para los terroristas Uigures. Un cambio de régimen ilegal en Mongolia o la creación de sub-estados de facto en Myanmar también podrían extender los disturbios y crear oportunidades para el avance de la política exterior estadounidense y la contención de China.
Pasando a la India, no hay realmente ningún riesgo externo de Revolución de Color debido a la geografía política circundante. Los cambios de régimen ilegales en la zona realmente no cambiarían la posición regional actual de la India o impactarían significativamente su estabilidad interna. Una revolución de color en Pakistán, aunque es poco probable que tenga éxito, podría intensificar las tensiones bilaterales si el país cae en el caos. La verdadera amenaza de Revolución de Color contra la India, sin embargo, se encuentra en el interior del propio país. Aunque ciertamente es posible que se produzcan levantamientos prediseñados en las principales ciudades, serían más devastadores en los estados del noreste, o las “Siete Hermanas”, como se les llama. Si se presentan a sí mismos como movimientos pacíficos, de auto-determinación y de afiliación étnica, entonces podrían conseguir potencialmente un montón de apoyo de ciertos segmentos de la población, especialmente los jóvenes. Una escalada de la guerra civil en Myanmar podría agravar este riesgo. Los EU podrían ver en este escenario, que también estoy estudiando actualmente, una forma de castigar a la India por cualquier logro multipolar adicional hacia Rusia y el establecimiento de su propio polo de influencia civilizatorio fuera del control de Washington. Esta región es la más vulnerable a la desestabilización externa, por lo que si los EU desplegara esta estrategia contra la India, seguro empezaría por ahí.
Ahora echemos un vistazo a Sudáfrica. El país sería desestabilizado en gran manera por una ruptura de la ley y el orden en Zimbabwe, que previsiblemente podría iniciar una Revolución de Color. Ya hemos sido testigos de cómo el país ha sido capaz de superar una situación económica difícil, por lo que los motivos supuestamente plausibles para una Revolución de Color en base a esos factores no son suficientes para llevar a la gente a las calles. Muy probablemente, sería el fallecimiento de Robert Mugabe el que activaría el evento. También está, por supuesto, la amenaza estratégica que habría sobre Sudáfrica por el inicio de Revoluciones de Color en Lesotho o Swazilandia, ya que pueden dar lugar a tal nivel de desestabilización, violencia e incluso a un incontrolable flujo de refugiados en los estados, que Pretoria podría verse obligada a una intervención militar. Otro riesgo que enfrenta Sudáfrica en cuanto a Revoluciones de Color es si estalla una en Mozambique. El país tiene el potencial de proporcionar una gran cantidad de hidrocarburos a Sudáfrica, por lo que un cambio en el liderazgo podría forzar a un gobierno pro-estadounidense a militarizarla desestabilizando a su vecino. Además, si la violencia anti-migrante diseñada vuelve a Sudáfrica, entonces la contra-respuesta en Mozambique podría parecerse a una Revolución de Color, donde la gente proteste para presionar a su gobierno para que dé una respuesta, lo que podría obligar a este a usar esta energía como un arma en la forma de un “movimiento inspirado en la justicia”, que en realidad estaría guiado por los estadounidenses.
Por último, pero no menos importante, está Brasil. Externamente, el Mercosur está en una competición continental contra la Alianza del Pacífico, un grupo de comercio neoliberal en gran medida alineado con los intereses económicos de Estados Unidos. Escribí el año pasado acerca de cómo la Alianza quiere traer a Paraguay a su campo, pero la mayor oportunidad para que esto suceda es si Bolivia lo hace primero. Evo Morales es muy popular, pero los EE.UU. ha jugado con la idea de una Revolución de Color indígena contra él. Si tal desestabilización tiene éxito y el gobierno resultante del Golpe de Estado saca al país de sus planes de integración del Mercosur y se incluye en la Alianza del Pacífico, es más que probable que el gobierno de Paraguay le siga. Este secesionismo económico, si se quiere, podría conducir a todo el desmoronamiento del bloque económico y dañaría drásticamente los intereses de Brasil. Perú, a pesar de que es parte de la Alianza del Pacífico, es susceptible a una guerra híbrida de Revolución de Color centrada en los derechos indígenas. Esto se debe a que el país está cooperando con Brasil y China en el Plan del Ferrocarril Bioceánico, lo que me lleva a hablar acerca de las vulnerabilidades internas de Brasil. La “revolución de cachemir”, como la llamó The Economic en octubre, intentó usar en contra de la presidenta Rousseff las elecciones, y aunque falló por poco, siempre puede volver. De hecho, los EU podría incluso dar energía desatando una coalición anti-gobierno de pueblos indígenas, movimientos ambientalistas y miembros de la oposición para que se opongan al Ferrocarril Bioceánico. Es importante destacar que la ruta propuesta también pasa directamente a través del territorio en el que la oposición ganó la mayoría en las últimas elecciones, por lo que es una clara posibilidad que se debe considerar.
Para englobar todo, quiero hacer hincapié en que la aplicación estratégico-táctica de las Revoluciones de Color como herramienta geopolítica de la política exterior de Estados Unidos es en gran parte el resultado de ingeniería inversa. Ellos no siempre encuentran una situación social conveniente y la explotan sino que son capaces de crear sus propias condiciones en ciertas áreas en las que sería más eficaz tener un estallido. Para prepararse para una Revolución de Color en sus propios países o regiones, deben hacerse algunas de las siguientes preguntas básicas:
1) ¿La desestabilización de, o el cambio de régimen en, cual de sus vecinos heriría más los intereses de su país?
2) ¿Cómo pueden interferir fuerzas no estatales externas en las relaciones entre su país y sus vecinos?
3) ¿Qué tan susceptibles son su país y sus vecinos a escenarios de Revoluciones de Color y a las tecnologías de desestabilización política, ya sea en toda la nación o en regiones claves?
4) y finalmente, ¿que mecanismos regionales pueden aprovecharse para asegurar la estabilidad social y prevenir estos escenarios?¿Cómo su país y sus aliados responden una vez que estos eventos se ponen en movimiento?
Si tienen estas consideraciones en mente, será más fácil predecir dónde y cuándo podría aparecer un intento de Revolución de Color, así como ideas efectivas para responder antes de la crisis misma. Asimismo, recuerden que hay una distinción entre protestas legítimas y Revoluciones de Color, pero los EU está difuminando peligrosamente la línea entre los dos con el fin de ocultar su intención estratégica y obtener una cierta negación plausible sobre su participación. Cuando las ONGs extranjeras y miembros de la oposición afiliados a nivel internacional están involucrados, esto suele ser una señal de alerta, así como las declaraciones en apoyo al movimiento por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos o de la embajada americana local. Si una protesta parece apoyar los intereses estratégicos estadounidenses, muy a menudo, en realidad lo hace, y los EU tiene algún tipo de participación directa o indirecta en hacerlo realidad, aunque 9 de cada 10 de los participantes no se den cuenta de esto. Siempre estén alertas, y si tienen en cuenta que los EU ha convertido las Revoluciones de Color en un arma y las ha diseñado con fines geopolíticos, entonces estarán más preparados para hacer frente a este nuevo tipo de arma.
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