Fuente: http://thesaker.is/war-on-syria-not-quite-according-to-plan-part-2-the-plot/
Por Ghassan Kadi
Antes de pasar a describir y analizar los acontecimientos en el campo de batalla en Siria y lo que ha llevado a la situación actual, debemos introducir aquí un rápido vistazo a los acontecimientos que culminaron con la decisión de desatar la “guerra contra Siria”.
Después del nacimiento del infame Nuevo Orden Mundial (NOM) luego de la desaparición de la Unión Soviética, “orden” mundial que prácticamente le dio a Estados Unidos (EU) un mandato ilimitado para ejercer su sueño de ser el policía del mundo y la potencia hegemónica, rápidamente los EU pasaron por encima del derecho internacional e invadieron Irak y más tarde Afganistán, Irak nuevamente, bombardearon y saquearon Libia y luego estuvieron a punto de literalmente invadir Siria.
Pero incluso antes del nacimiento del Nuevo Orden Mundial, e incluso durante el apogeo del poder soviético, América llevó a cabo acciones militares directas en decenas de países y bombardeó a la mayoría de ellos. La lista es bien conocida y no hace falta desarrollarla en este artículo.
En cada situación, con o sin resolución del CSNU (Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas), Estados Unidos no dudó en absoluto en clasificar a naciones como amistosas o de formar parte del “eje del mal”. George W. Bush (GWB) lo dejó bien claro cuando dijo: “o están con nosotros o están con los terroristas”. Con esto realmente quiso decir: “o hacen exactamente lo que les decimos, o los bombardeamos”, en la práctica, los Estados Unidos se dio a sí mismo el mandato de bombardear y saquear a aquel que estimara conveniente.
Por tanto, es cierto que Estados Unidos es fiel a una promesa, su historia revela que siempre cumple la promesa de bombardear a un país que dice querer bombardear.
Así que, ¿qué detuvo a Estados Unidos de bombardear Siria durante más de cuatro años después de haber manifestado públicamente su intención de bombardearla? Podría uno preguntar.
En retrospectiva, los responsables de la política exterior estadounidense debe estar sintiéndose muy molestos, por decir lo menos, por perder la única oportunidad de invadir Siria, pero eso fue en 2003. De hecho, hubo otra oportunidad antes, en 1991, pero esa en particular fue frustrada por Assad padre.
Estados Unidos la tuvo en Siria desde que el presidente Hafez Assad con calma y diligentemente trabajó con Hezbolá para convertir la invasión del Líbano de 1982 de Israel en una humillante derrota.
En la ominosa fecha del 5 de junio, Israel atacó Líbano en 1982 con la firme decisión de destruir a la OLP y expulsarla del Líbano. Llegó a caer incluso la propia capital Beirut, y casi la mitad del Líbano quedó bajo el control de Israel. En ese momento, Israel podría haber ocupado todo el Líbano, pero sintió que no había necesidad de seguir avanzando, sobre todo después de negociar un acuerdo que llevó al éxodo de la OLP de Beirut a Túnez.
El recuerdo de una guerra anterior, que también comenzó el 5 de junio (1967) todavía estaba fresco en la mente de todos los árabes. Las lecciones aprendidas de anteriores guerras con Israel le indicaba a los árabes que (Israel) era invencible y que cada pulgada de terreno ocupado por las fuerzas israelíes se mantenía bajo control israelí. La victoria parcial árabe en la guerra de octubre 1974 no hizo mucho para cambiar esta imagen, sobre todo porque la diplomacia de Kissinger le dio luego a Israel más poder y ventajas de las que nunca logró militarmente.
Ese fue un verano largo, caliente y deprimente en el Líbano, empañado por la desesperanza y la desesperación. El horror de las masacres de Sabra y Chatila heló al mundo entero, y parecía no haber absolutamente ninguna esperanza en el horizonte de que por algún medio Israel empacase y se fuera.
Fuera del estado de indefensión absoluta, la resistencia nació y creció y creció. Hafez Assad era un genio estratega con una tenacidad ilimitada. Estaba decidido a dar vuelta a los desarrollos en favor de Siria después de muchos años de política de engaño por parte de Kissinger quien se centró claramente en la seguridad del Estado de Israel por cualquier medio posible. La forma en que Estados Unidos aisló a Siria sacando a Egipto fuera de la ecuación dejó a Siria en una posición muy vulnerable que necesitaba un gran cambio en el equilibrio de poder con el fin de permitirle proteger sus fronteras e integridad. En su libro “Asad”, Patrick Seale dedica una parte importante a la época de la diplomacia de Kissinger y su impacto en Siria.
Hafez Assad sabía bien que no ganaría una guerra convencional contra Israel, y con el liderazgo de Hezbollah decidieron que sólo una guerra asimétrica librada contra Israel podría lograr derribarla.
Desde que inició Hezbolá, y sus ataques tipo guerrilla contra las fuerzas israelíes en el sur del Líbano empezaron a pasar factura, el eje estadounidense-israelí prometió vengarse de Assad.
A raíz de la invasión no calculada de Saddam a Kuwait, Bush padre quiso atacar a Irak y Siria, pero el presidente Assad senior estropeó sus planes comprometiendo a una unidad militar simbólica en la coalición contra Irak y convirtiéndose así en un aliado.
Debemos recordar que era 1991, en un momento en que Siria había perdido el apoyo de la URSS y Rusia estaba inmersa en sus propios problemas internos. El presidente Assad tomo una decisión sabia y pragmática.
Como los ataques de Hezbolá contra Israel se volvieron cada vez más sofisticados y eficaces, Israel tenía dos opciones; realizar otra gran escalada o simplemente retirarse. Finalmente, el 25 de mayo del 2000, decidieron salir del Líbano. Lo llamaron salida cuando en realidad se trataba de una retirada luego de una derrota decisiva. El presidente Hafez Assad, afortunadamente, vivió lo suficiente para ver el fruto de su trabajo y murió sólo unas semanas más tarde.
Aparte de ser un estadista de fondo, Hafez Assad era un constructor de la nación en muchos niveles. Por ejemplo, prohibiendo ciertas importaciones, que no sólo apuntaban a la austeridad, sino también como un medio para desarrollar las industrias locales. Cuando asumió el poder en 1970, Siria se tambaleaba por muchos años de inestabilidad política, y sufría de un gran éxodo financiero y de experiencia hacia el Líbano. Sus sectores industriales y agrícolas se vieron gravemente afectados, sus carreteras estaban deterioradas y eran un desorden. Assad fue capaz de revertir todo esto, a la vez que mantuvo una estrecha vigilancia del aumento suficiente de la financiación para el Ejército y el aparato de seguridad.
En el plano social, Assad era incondicionalmente secular. Mientras el Líbano tenía un sistema sectario y toda posición de gobierno desde el presidente hasta el portero fueron asignados en base a una división sectaria que era catalogada como “justa”, en Siria fue prohibida cualquier forma de sectarismo y se ilegalizó que un ciudadano indagara sobre la religión y secta de otro ciudadano.
Todo lo anterior desagradó a los vecinos de Siria y sus oponentes. Israel no puede justificar su existencia sionista basada en el judaismo y ser capaz de defender el argumento de que la única forma de seguridad y estabilidad que es factible en el Levante tiene que basarse en la teocracia, en presencia de un Estado laico exitoso a su lado. Por otra parte, Arabia Saudita tenía preocupaciones similares fundadas en el sunismo relacionadas al advenimiento del secularismo. Por último, pero no menos importante, los avances que Siria hizo en las áreas de la industria, la tecnología, la agricultura y otros campos habían puesto en peligro la seguridad a largo plazo de Israel. La alianza anti-siria, encabezada por Estados Unidos e Israel asumió con más firmeza y decisión detener el progreso de Siria y enviarla de vuelta a la Edad Media.
Para el año 2003, tras el 11 de septiembre y la invasión de Afganistán, Estados Unidos estaba decidido a aprovechar la oportunidad como un pretexto para finalmente ejecutar su largo sueño aún vigente de invadir Siria, pero necesitaba una muy buena justificación que fuera internacionalmente aceptable.
En 2003, Estados Unidos no tenía ninguna necesidad o razón válida de invadir Irak. Después de más de una década de sanciones, Irak había sido drenada, prácticamente en bancarrota, con escasos recursos, su gente mal nutrida, su economía en ruinas y su otrora poderoso ejército reducido a una gastada fuerza. La fabricación de la historia de las ADM tenía la intención de incrementar el odio global por el ya odiado Saddam, pero Saddam no era el pez grande que Estados Unidos quería freír.
Toda la obsesión de Estados Unidos con el Medio Oriente ha tenido siempre dos aspectos; la seguridad de Israel y el petróleo, y en este orden.
Con el petróleo saudí a su entera disposición, Estados Unidos no “necesitaba” invadir Irak para obtener petroleo. Solo queda entonces la seguridad de Israel, y eso era lo que estaba en su corazón; no el petróleo. El petróleo era sólo el bálsamo para atraer a las grandes e insaciables corporaciones y la influencia política que traen con sigo.
Pero, ¿por qué Estados Unidos ataca a Saddam si él no era capaz de amenazar a Israel? La respuesta simple está nuevamente en que Saddam no era el objetivo.
Estados Unidos quería ocupar Irak solo para usarla como un trampolín para atacar e invadir Siria e Iran, desvaneciendo así a los estados que se oponen a los planes estadounidenses-israelíes de lograr la hegemonía total en Medio Oriente, cortando el soporte vital de Hezbollah, poniendo fin al “Eje de la Resistencia”, y garantizando para siempre la seguridad de Israel.
De hecho, poco después de la caída de Bagdad, Estados Unidos comenzó a hacer acusaciones contra Siria de apoyar y armar a los insurgentes iraquíes. No perdieron tiempo para comenzar a incrementar el sentimiento anti-sirio.
En su arrogancia, los estadounidenses pensaban que iban a ser capaces de controlar totalmente y someter a Irak y que la invasión de Siria e Irán sería un paseo por el parque. No sólo sobrestimaron su propio poder, sino que como de costumbre, subestimaron la fuerza de sus adversarios.
Arrogantes y miopes podrían ser, pero los que elaboran la política exterior estadounidense no podrían haber planeado convertir deliberadamente a Irak en un caos total. Eso se convirtió en su plan B de contingencia. La intención inicial era convertir a Irak en un estado vasallo, estable, pero que saltara cuando se le dijera que saltara. Querían un Irak que tuviera una buena relación con Israel, y que fuera lo suficientemente fuerte como para frenar cualquier expansión iraní hacia occidente. Querían que el nuevo Irak fuese un modelo para Occidente, un estado para ser nutrido y protegido por Occidente, una espina en las costillas para Siria e Irán, y utilizar su lealtad a Estados Unidos para acusar falsamente a los sirios e iraníes de injerencia a su seguridad, o para provocar lo suficiente como para realmente generar este tipo de acciones. Lo más importante es que querían que todo el mundo se levantara en armas en apoyo a Irak cuando sus “totalitarios y no democráticos” vecinos amenazaran su recién fundada democracia y su libertad. Este sería su pretexto para inflamar serias pasiones internacionales anti-sirias y anti-iraníes hasta un punto en que fueran suficientes para justificar la guerra contra ambos.
Al final resultó que, Estados Unidos fue incapaz de controlar a Irak y mucho menos pensar en la expansión más allá de sus fronteras. Poco después de la declaración de “misión cumplida” de Bush Junior, el ejército de Estados Unidos llegó a la conclusión de que la invasión de Irán y Siria tuvieron que ser declaradas como “misión abortada”, o deberíamos decir retrasada, hasta que fuera más oportuno hacerlo. La siguiente mejor opción que los estadounidenses tenían para Irak era convertir a Irak en un Estado fallido.
Para invadir Siria, Estados Unidos tenía primero que demonizar a Assad y levantar a tantos enemigos contra él como fuese posible, inclusive creando nuevos, a nivel nacional, regional e internacional.
El asesinato del ex Primer Ministro Libanes Rafiq Hariri en un carro bomba en Beirut en febrero de 2005 fue una importante pieza en el rompecabezas. Siria fue acusada rápidamente del asesinato, en el momento en que sus fuerzas estaban aún en el Líbano controlando su seguridad.
Preparar un asesinato en el Líbano no es del todo dificil, pero las personas normalmente no planean y ejecutan tales acciones a menos que puedan beneficiarse del resultado. En todo caso, Siria tenia mucho que perder de este asesinato, y nada que ganar. Los ganadores con el asesinato fueron aquellos que fueron capaces de capitalizar de dichos eventos con el objetivo de levantar una enorme rabia y hostilidad hacia Siria. Si bien no se puede probar, este asesinato tenía el sello y la huella que apuntan a un complot israelí-estadounidense destinado a demonizar a Assad y a preparar el terreno político internacional para una invasión a su país.
Los líderes Árabes, especialmente los líderes Árabes Suníes, así como los líderes locales Libaneses Suníes decidieron, sin una pizca de evidencia, que Siria era responsable del asesinato, y como resultado, las fuerzas sirias fueron obligadas a abandonar el Líbano, dejando el Líbano no sólo en manos del poderoso Hezbollah, sino también en manos de pandillas de matones del “Movimiento del Futuro” (por ejemplo, el partido de Hariri) y la llamada Coalición 14 de marzo que se formaron y unieron casi inmediatamente después del infame asesinato.
Los sentimientos anti-sirios se convirtieron en la moda de las estaciones de TV Libanesas y otros medios que apoyaban la Coalición 14 de Marzo, y había claros indicios de que esto eventualmente llevaría a un punto crítico.
Los preparativos para la Primavera Arabe la hicieron mas factible, pero tendría que esperar seis años más.
Lo que ocurrió a continuación fue un esfuerzo internacional conjunto que fue preparado para emplear cualquier fuerza posible, independientemente de su naturaleza y resultado, simplemente con el fin de derrocar al Gobierno de Siria y destruir su cultura, historia, laicismo y pluralidad religiosa. Sin embargo, con toda su ferocidad, este “Cóctel Anti-Sirio” ha sido hasta ahora incapaz de librar su soñado ataque liderado por la OTAN sobre Siria como será discutido y explicado posteriormente.
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