Por Rolando Garrido Romo
El 8 de enero en Los Mochis, Sinaloa, según información del gobierno mexicano, fue recapturado Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, por efectivos de infantería de Marina de la Secretaría de Marina, Armada de México.
Guzmán Loera, considerado el líder del cártel de Sinaloa, se fugó del penal de máxima seguridad (sic) del Altiplano, en el Estado de México, el 11 de julio del 2015, supuestamente por un túnel; después de estar prófugo desde el 2001, cuando se fugó del penal de Puente (“Puerta”) Grande, Jalisco, luego de que fuera capturado por primera vez en 1993 en Guatemala por el ahora encarcelado ex presidente de Guatemala, general Otto Pérez Molina.
Toda una historia de película, de un tipo que apenas sabe articular palabra, no sabe sumar, restar, multiplicar, ni dividir; tiene más faltas de ortografía que un infante de 4 años, y que estaba herido (después de que fue casi apresado hace unos meses y resultó seriamente herido en un choque automovilístico), y enfermo de diabetes.
Este “monstruo” que se hacía humo, que se fugaba de cárceles de “máxima seguridad”, que tiene 22 años de ser una especie de leyenda en la cultura popular mexicana, quien se ha burlado en dos ocasiones del gobierno federal (de Fox en el 2001, y de Peña en el 2015), una vez más está bajo custodia de las corruptas, ineficientes y cómplices del crimen organizado, autoridades mexicanas.
Pues resulta que este, supuestamente super rico criminal (según Forbes con más de mil millones de dólares en su haber), sólo estaba protegido por 6 tipos, 5 de los cuales fueron abatidos.
La realidad es que Guzmán Loera ya no dirige, ni dirigía el cártel de Sinaloa; su fuga tuvo que ver más con pugnas dentro del gabinete de “seguridad” de Peña Nieto, pues Jesús Murillo Karam, el anterior procurador general de la República se había negado terminantemente a extraditar a “el Chapo” a Estados Unidos, debido a que él lo iba a exprimir antes en México. Esto es, no sólo le iba a sacar información sobre los políticos y funcionarios públicos panistas y priistas bajo sueldo de “el Chapo”, sino que le iba a sustraer varios cientos de millones de pesos, a cambio de dejar en paz a su familia y principales colaboradores.
Pero he aquí que se cruzó el asunto de Ayotzinapa, otro escándalo relacionado con drogas, ya que la pugna entre dos desprendimientos del cártel Beltrán Leyva, los Rojos y los Guerreros Unidos, por el control de la exportación de heroína a Estados Unidos, provocó el desastre de los 43 estudiantes (no desaparecidos, sino asesinados) de la normal rural de Ayotzinapa, lo que metió a Murillo Karam en una espiral decreciente, que lo llevó a su destitución y por lo mismo, a ya no poder mantener a “el Chapo” como rehén, lo que le permitió a este, junto con sus socios en el gobierno federal (Cisen y PGR), a llevar a cabo su fuga.
Ahora “el Chapo” es recapturado por la Marina, con información de la DEA, y se rumora que ahora sí, será inmediatamente extraditado a Estados Unidos.
¿Qué sabe “el Chapo” sobre generales, policías, políticos, funcionarios, empresarios, ligados con el narco, que no sepa ya la DEA, el FBI, la CIA?
¿Además de que Peña Nieto se “reivindique” internacionalmente con la recaptura de Guzmán Loera, qué logrará para detener, acotar, debilitar, desmantelar a la red del crimen organizado que corroe a todo el sistema político y económico de México, del cual él es quien lo encabeza?
La realidad es que “el Chapo” ya no cuenta como articulador entre los operadores del crimen organizado y sus verdaderos jefes en México y Estados Unidos. Guzmán Loera ya era una pieza descartable, tanto en México como en Estados Unidos, y pueden apostar a que no aportará nada relevante en materia de información, como para desmantelar la red de “lavado de dinero” que existe en México (55 mil millones de dólares en lo que va del gobierno de Peña) y en Estados Unidos; y morirá, sin pena ni gloria en alguna cárcel estadounidense, mientras el negocio del narcotráfico y sus ramificaciones, siguen a todo vapor, protegidos por lo hipócritas gobernantes de Los Pinos y la Casa Blanca .
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