EL REFERÉNDUM HOLANDÉS, ¿PRINCIPIO DEL FIN DE LA UNIÓN EUROPEA?

Tomado de Kathehon: http://katehon.com/es/article/el-referendum-holandes-principio-del-fin-de-la-union-europea

Lunes, 11 de abril de 2016

El referéndum holandés es el último de una serie de acontecimientos que hace contemplar a la Unión Europea ahora, cada vez más, como la Unión Soviética durante la última fase de su existencia. Por supuesto, si se comparan estas dos estructuras (la UE y la URSS) se encuentran una gran cantidad de diferencias. Pero a pesar de estas diferencias existe una sorprendente “similitud estructural” en el funcionamiento de ambas estructuras y en su carácter multinacional, lo que probablemente puede explicar por qué estructuras tan grandes, y aparentemente tan fuertes, pueden resultar extremadamente vulnerables en condiciones específicas.

Los votantes holandeses volvieron a hablar, ya que hablaron en junio de 2005, cuando rechazaron, junto con los votantes franceses, el tratado propuesto de Constitución Europea. Los referéndum francés y holandés de 2005 significaron, ya a partir de ese momento, el fin político del “euroliberalismo”.

En 2005, ningún poder en Francia, Holanda o Europa quiso recibir el mensaje de los electores. Ahora, tal vez nos enfrentamos a la probabilidad de que pronto no habrá ningún poder en Bruselas para recibir el mensaje, de una manera u otra.

Europa está, probablemente, viviendo el principio del fin del régimen que prevalece en el continente. En cuanto a la propia UE, se enfrenta a una posibilidad muy real de una crisis caótica que podría dar lugar a una “muerte súbita”.

No estamos todavía ahí, pero ya asistimos a un aumento exponencial de diversos factores de inestabilidad y a ningún liderazgo serio, tanto a nivel nacional como de la Unión, dispuesto o capaz de hacer frente a los enormes retos a los que esta estructura se enfrenta.

Al votar No, los votantes holandeses rechazaron el Acuerdo de Asociación Ucrania-Unión Europea. Es demasiado pronto para decir cuáles serán las consecuencias prácticas de su veredicto. Pero la consecuencia política es ya enorme y ningún líder europeo fue capaz, hasta el momento de escribir estas líneas, de comentar de alguna forma cabal la ensordecedora “señal política” emitida por los ciudadanos holandeses.

Los votantes no han rechazado simplemente un acuerdo. Por cierto, tampoco es serio afirmar que votaron, el sentido de su voto, simplemente por miedo a los refugiados o por terror. Los votantes holandeses, chipriotas, franceses, irlandeses, griegos, una y otra vez, rechazaron las políticas que se les propusieron, cuando tuvieron alguna oportunidad de hacerlo. Lo hicieron mucho antes de que el refugiado y la crisis del terror aparecieran y los afectaran. Por supuesto, ambas crisis han jugado un papel aquí, pero hasta un máximo, que se añade al ya profundo rechazo de los ciudadanos europeos ante la dirección que han tomado tanto sus estados como la Unión. Los ciudadanos europeos sienten mucho mejor que sus supuestos “líderes” el abismo al que sus políticas les están conduciendo, y reaccionan a eso.

A veces, los políticos europeos culpan exclusivamente a la Unión por lo que ellos hacen. Pero la mayoría de las decisiones de la Unión se toman con el consentimiento de los gobiernos nacionales. Atribuyendo la culpa a las políticas de Bruselas que ellos mismos han votado, hacen un muy mal servicio a la idea misma de cualquier integración europea. Y lo contrario también es cierto. Centrándose con razón, pero exclusivamente, en las políticas de Bruselas, se tiende a olvidar otros aspectos importantes de los problemas europeos, como qué hacer para afrontar el tremendo poder de las corporaciones multinacionales y de las finanzas internacionales, o la cuestión de la independencia europea.

Al rechazar el acuerdo con Ucrania, los votantes holandeses rechazaron también la política “ciega” de “extensión” continua e ilimitada de la Unión. Sin un desarrollo serio y una ayuda a la integración, esta política de ampliación no es de ninguna ayuda para los nuevos países. ¡Pero se usa para destruir el estado de bienestar social en los “viejos”! Y también para negar a la Unión los medios para su independencia (los estados de la “nueva Europa” son esencialmente neo-protectorados estadounidenses, al menos en cuanto a su política exterior y de defensa) y que sea ingobernable, y por tanto, más gobernable por parte de oscuras fuerzas financieras y geopolíticas.

Los ciudadanos holandeses se negaron también, con su voto, clara aunque indirectamente, a la política hacia Rusia que los neoconservadores y la OTAN han impuesto a los gobiernos europeos y a la Unión, habiéndose todos ellos mostrado más que obedientes a sus desiderátum, de la manera más irresponsable.

El mensaje más general emitido una y otra vez por los votantes chipriotas (2004), los votantes franceses y holandeses (2005), los votantes irlandeses (2007), los votantes griegos (2015) es que los europeos rechazan las políticas tanto de sus elites nacionales “locales” y gobiernos, como de los organismos de la Unión Europea que las deciden y aplican. Sin molestarse en exceso en tener en cuenta lo que la gente piensa de ellas y, a veces, incluso en explicar sus políticas.

Lo que los ciudadanos europeos, en número creciente, sienten la necesidad de hacer, en cada ocasión que tienen, es tratar de solicitar la devolución de, al menos, parte del poder de sus estados nacionales y de la Unión, secuestrada por las corporaciones multinacionales, financieras, por fuerzas geopolíticas extremistas, ocultas detrás de las elites nacionales, la burocracia de Bruselas o el BCE.

En cuanto a un posible derrumbamiento de la Unión Europea, es una buena noticia para todos aquellos que se exasperaron con las políticas europeas. Aún se debe tener cuidado. El colapso de una estructura que no gusta es, a veces, la condición necesaria para sustituirla por un orden mejor, sobre todo si esta estructura no es “reformable”. En algunas condiciones tal colapso no se puede evitar. Aún así, como el ejemplo soviético mostró demasiado bien a todo el mundo, la desaparición de una estructura que no gusta también puede llevar a una situación mucho peor. En tales crisis, el resultado final depende de las capacidades estratégicas y la posible dependencia de las fuerzas implicadas.

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