por Federico Ruiz Tirado, en Misión Verdad
Hace unos 8 años, John Walters, el llamado “zar” antidrogas de Estados Unidos, lanzó uno de los primeros petardos paradójicamente humeantes (hielo seco) compuestos en los todavía desperezados laboratorios de la guerra fría contra el país que daba señales intercontinentales de ruptura y desprendimiento de los nexos imperiales. Sin subterfugios dijo: “Hugo Chávez se estaba convirtiendo en el gran facilitador del tráfico de cocaína hacia Europa y otras partes del hemisferio por su negligencia para combatir el narcotráfico”. Mr. Walters sube el telón de lo que habría de ser una serie infamante de la guerra asimétrica o de Cuarta Generación contra nuestro país y bajo el tinte de modalidades diversas, esta vez mediática rociada de intoxicación psicológica: una semilla para sembrarnos en el que todavía consideraba un patrio trasero no para cultivar hortalizas sino las matrices, esa vez del narcoestado y, además, para convertir a Hugo Chávez en el gran Capo Tropical, suerte de Pablo Escobar.
Curiosamente, la agencia de noticias inglesa Reuters pesca en esas imputaciones alucinónegas de Walters -y en el mismo texto- una contradicción tan grande como la cordillera de los Andes: “Por su posición geográfica -dice la nota de prensa-, Venezuela es considerada un punto estratégico en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa desde la vecina Colombia, el mayor productor de cocaína con unas 610 toneladas al año”.
Muchos se preguntaron -y ya lo sospechábamos desde hacía pocos años- qué había sido de la vida del “Plan Colombia” -o “Plan Patriota” como prefiere llamarlo Uribe-, de su componente militar, siendo éste “concebido” para combatir la producción de drogas en el vecino país. ¿Le costaba mucho dinero al Imperio la quema de amapolas so pretexto de las FARC, o al revés? ¿No y que eran muy eficientes los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas norteamericanas, aparte de los mercenarios que también actúan, aparentemente con el propósito de erradicar los cultivos? ¿Por qué en Afganistán, donde también mantienen una fuerte presencia militar, la producción de opio se cuadruplicó desde que llegaron sus “salvadores”? Por supuesto que eso que dijo Walters no se lo cree nadie, salvo los opositores criollos, los pitiyankis encrespados en la MUD, que en este país abundan y fuera de él rebuznan. Además, ¿no se sabe acaso que Uribe está registrado con el número 82 en el Departamento de Estado como el principal jefe del cartel de Medellín? Si vamos al fondo del asunto, para dejar al señor Walters tal como vino al mundo, como a menudo ocurre con ciertos torpes voceros imperiales, encontraremos matices interesantes.
Negocio y dinero
A los grandes grupos financieros de los EEUU, y al propio Estado norteamericano, no les interesa la desaparición del negocio de la droga. Ya lo señaló Raúl López Guédez en Misión Verdad: sus principales bancos reciben cientos de miles de millones de dólares cada año de esta actividad, a la que fingen combatir. Este dinero circula dentro de la economía de éste y de otros países, generando enormes ganancias que no las van a rechazar ni a perder. ¿Alguien ha sabido que los banqueros suizos, por ejemplo, preguntan el origen de los dineros que reciben de estos caballeretes del planeta? Recordemos a James Petras:
“Los investigadores del Congreso de los Estados Unidos, algunos ex banqueros y los expertos bancarios internacionales coinciden todos en que los bancos estadounidenses y europeos blanquean cada año entre 500 mil millones y un billón (con ‘b’) de dólares de dinero sucio, suma a la cual la mitad corresponde a los bancos estadounidenses. El senador Levin lo resume así: ‘Se calcula que una suma de entre medio millón y un billón de dólares, procedente de los medios de la delincuencia internacional se mueve en esa escala y se deposita en cuentas bancarias. La mitad de esa suma viene a parar a los Estados Unidos’. En la última década, los bancos estadounidenses blanquearon entre 2,5 a 5 billones de dólar”.
El dolor caería en coma
Expertos norteamericanos en materia de finanzas internacionales, como Raymond Baker, colaborador del conocido Brookings Institute, estima que “ese dinero sucio pasó a formar parte del circuito financiero de los Estados Unidos”. En la actualidad el déficit comercial norteamericano se acerca a los 700 mil millones de dólares. “Sin el dinero sucio, la balanza comercial sería totalmente insostenible, el nivel de vida se derrumbaría, el dólar perdería valor, el capital de inversión y préstamos disponible se contraería y Washington sería incapaz de mantener su imperio global”. Para los fines comparativos conviene reparar que este informe fue elaborado meses antes del 11-S, fecha a raíz de la cual los gastos de este país se dispararon al igual que su déficit. Después “cayeron” Las Torres Gemelas. Y cierto tiempo después, la CIA levantó de sus literas a sus “tanques de pensamiento” y les ordenó ponerse de pie y trabajar: vinieron las guerras psicológicas, el adueñamiento de los medios de comunicación privados, la creación de matrices y submatrices: Estado a la deriva, fallido, forajido, dirigido por un Maduro colombiano, guerra económica, caotización en las fronteras, narcoestado… y así.
Lo cierto es que el dinero blanqueado no hará sino aumentar. Fuentes informativas públicas pronostican un importante crecimiento del blanqueo del dinero por parte de los bancos. “Según las previsiones, el monto del dinero blanqueado alcanza billones de dólares, con un crecimiento desproporcionado respecto a los fondos legales”, dijo una fuente recientemente. Los 500 mil millones de dólares de origen ilegal que ingresan en los principales bancos estadounidenses y circulan por ellos superan los ingresos netos de todas las compañías de computación en los Estados Unidos. “Estas entradas anuales sobrepasan todas las transferencias netas realizadas por las principales compañías petrolíferas y militares y fabricantes de aviones. Los mayores bancos de Estados Unidos -Bank of America, J.P. Morgan, Chase Mannhattan y en particular City Bank- obtienen un alto porcentaje de sus beneficios bancarios de los servicios prestados a estas cuentas de dinero sucio de origen criminal. Los grandes bancos e instituciones financieras estadounidenses son el soporte del poderío global de los EEUU mediante sus operaciones de blanqueo de dinero y de gestión de fondos extranjeros de origen ilegal”.
Terrorismo e impunidad
El capital, aunque sea de origen criminal o mafioso, es bienvenido. “¿Por qué casi todos los dirigentes políticos y banqueros delincuentes de la América Latina van a Miami, donde reciben todo tipo de honores y protecciones especiales para jamás ser extraditados?”, es la pregunta más sonora en el mundo. La razón es obvia. Allí disponen de garantías plenas, igual que terroristas como algunos líderes opositores que viven allá muy protegidos por el mafioso gobierno gringo.
Sostiene el periodista Gallart Smith, experto en Criminología, que el régimen de Estados Unidos aprovecha al narcotráfico para afianzar su dominio en el continente americano, en especial en América Latina. El aparato de propaganda del régimen estadounidense ha difundido en el orbe la imagen de que Estados Unidos es la víctima mundial del tráfico de narcóticos, mientras las autoridades de ese país fingen combatirlo. ¿Cómo es que la nación más poderosa del mundo en el plano económico y militar es impotente para derrotar al narcotráfico? La respuesta es clara. El narcotráfico es un aliado perfecto de Estados Unidos. Decomisos ocasionales de narcóticos, arrestos espectaculares de jefes del narcotráfico, tiroteos con muertos, imágenes conmovedoras de jóvenes adictos -sobre todo negros y latinos-, y robos violentos relacionados con las drogas, son sólo parte del espectáculo con actores reales montado por la propaganda del régimen de Washington.
El narcotráfico no es un fenómeno nuevo en los Estados Unidos. Desde antes de Eliot Ness, los Kennedy y otros intocables, los jefes del hampa traficaban narcóticos y alcohol en su país. En tiempos más recientes, los gobiernos de Estados Unidos se aliaron a narcotraficantes para vender droga entre sus habitantes para adquirir recursos a fin de armar y financiar una fuerza que combatiera al gobierno sandinista de Nicaragua -lo que se llamó el caso Irán-Contras o canje de drogas por armas para la extrema derecha de ese país. En política exterior, el narcotráfico se convirtió en el pretexto ideal de Washington para entrometerse en los asuntos internos de otros países, en especial latinoamericanos, e intentar someterlos a sus designios. En décadas anteriores, el aparato de propaganda de Washington pintó los conflictos armados en Centroamérica como un pleito entre Washington y Moscú, y no como sucesos originados por la desigualdad y la opresión en los Estados afectados, es decir, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
En el plano económico, el narcotráfico beneficia a Estados Unidos a través del lavado de dinero, ya que los narcotraficantes dejan droga y se llevan millonadas de dólares, pero cargan al mismo tiempo con inflación de ese país. Estados Unidos riega inflación en sus miles de millones de dólares que circulan en el mundo.
Estados Unidos no sólo ocupa el primer lugar como potencia económica y militar, sino también como Estado terrorista, genocida, narcotraficante y consumidor de drogas en toda la historia de la humanidad.
Ahora buscan la paja en el ojo ajeno.
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