por Manlio Dinucci, en Red Voltaire, tomado de Il Manifesto
Mientras el emirato de Qatar promueve la gira internacional de una exposición sobre los crímenes supuestamente cometidos por la República Árabe Siria, Manlio Dinucci pasa en revista –basándose en documentos– lo que realmente sabemos sobre ese conflicto.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos define las operaciones psicológicas (PsyOp) orquestadas por las unidades especiales y los servicios de inteligencia estadounidenses como «operaciones planificadas para influir, mediante determinadas informaciones, sobre las emociones y motivaciones y por consiguiente sobre el comportamiento de la opinión pública, organizaciones y gobiernos extranjeros, para inducirlos o fortalecer actitudes favorables a los objetivos previamente estipulados».
Precisamente ese es el objetivo de la colosal operación psicológica político-mediática emprendida contra Siria.
Después de 5 años de intentos de acabar con el Estado sirio, destruyéndolo desde adentro mediante el uso de organizaciones terroristas armadas e infiltradas desde el exterior y provocando una guerra que ya ha segado 250 000 vidas, ahora que la operación militar está fracasando se inicia une operación psicológica tendiente a hacer creer que los agresores son el gobierno sirio y los ciudadanos que luchan junto a él contra la agresión exterior.
Un objetivo fundamental de esta operación psicológica consiste en demonizar al presidente Assad –como ya se hizo anteriormente con Milosevic en Serbia y con Kadhafi en el caso de Libia– presentándolo como un dictador sádico que disfruta bombardeando hospitales y exterminando niños con ayuda de su amigo Putin –a quien se describe como el neo-zar de un renaciente imperio ruso.
Con ese fin se presentará en Roma, a principios de octubre y por iniciativa de varias organizaciones «humanitarias», una exposición fotográfica financiada por la monarquía absoluta imperante en Qatar y ya presentada en la sede de la ONU en Nueva York y en el Museo del Holocasuto de Washington por iniciativa de Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía. Esa exposición incluye parte de las 55 000 fotos que un misterioso desertor sirio, identificado únicamente como «César», afirma haber tomado para el gobierno de Damasco para documentar las torturas y asesinatos perpetrados contra sus prisioneros, en otras palabras este personaje pretende que el régimen sirio quiso documentar sus propios crímenes (Sobre la credibilidad de esas fotos, ver los informes que acompañan este artículo.).
Lo cierto es que habría que presentar otra exposición para mostrar toda la documentación que echa por tierra las «informaciones» que se pretende inculcarnos en el marco de esta operación psicológica contra Siria.
Habría que presentar, por ejemplo, el documento oficial de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa estadounidense (Defense Inteligence Agency, DIA) con fecha del 12 de agosto de 2012, desclasificado el 18 de mayo de 2015 por iniciativa de la asociación Judicial Watch. En ese documento se señala que «los países occidentales, los Estados del Golfo y Turquía apoyan en Siria a las fuerzas de oposición para establecer un emirato salafista en el este de Siria, conforme a los deseos de las potencias que respaldan a la oposición para aislar al régimen sirio».
Eso explica el porqué del encuentro de mayo de 2013 (por cierto, fotográficamente documentado) entre el senador estadounidense John McCain –como representante de la Casa Blanca– e Ibrahim al-Badri, el hoy autoproclamado «califa» del Emirato Islámico (Daesh, también designado como Estado Islámico o por siglas como EI, EIIL, ISIS o ISIL).
Octubre de 2014. El senador estadounidense John McCain reconoce en televisión que está en contacto permanente con los dirigentes del Emirato Islámico.
Esto también explica porqué el presidente Obama autoriza secretamente, en 2013, la operación «Timber Sycamore», dirigida por la CIA y financiada por Arabia Saudita con varios millones de dólares, para armar y entrenar a los «rebeldes» que posteriormente serían infiltrados en Siria (Ver en el New York Times [1]).
Otro documento en ese sentido aparece entre los correos electrónicos de Hillary Clinton (emails desclasificados «number case F-2014-20439, Doc N° C057944983»), donde, desde su posición como secretaria de Estado, la señora Clinton escribe –en diciembre de 2012– que, dada la «relación estratégica» existente entre Irán y Siria, «el derrocamiento de Assad constituiría un inmenso beneficio para Israel y también haría disminuir el comprensible temor israelí a perder el monopolio nuclear».
Para que la verdad se imponga ante las «informaciones» de la operación psicológica, también hace falta una retrospectiva histórica sobre la manera cómo Estados Unidos ha venido utilizando a los kurdos desde la primera guerra del Golfo, en 1991. En aquel momento, Estados Unidos se sirvió de ellos para «balcanizar» Irak y hoy los utiliza nuevamente para desintegrar Siria. Las bases aéreas que Estados Unidos ha instalado en los territorios sirios bajo control kurdo están al servicio de la conocida estrategia de «divide y vencerás», que no favorece la liberación sino el sometimiento de los pueblos, incluyendo al pueblo kurdo.
Documentos adjuntos
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.
[1] “U.S. Relies Heavily on Saudi Money to Support Syrian Rebels”, por Mark Mazzetti y Matt Apuzzojan, The New York Times, 23 de enero de 2016.
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