por Vicky Peláez, en Sputnik
La clase dominante norteamericana y sus colegas europeos, promotores de la globalización y la creación de un nuevo orden económico del 1% de los más ricos y poderosos, han considerado al presidente de EEUU, Donald Trump, como un símbolo del nacionalismo y populismo que representa un desafío a su agenda a nivel planetario.
La historia está escrita por los ganadores y por los que dominan. (Edward Said, 1935-2003)
Desde su elección como presidente norteamericano, las élites mundiales se han enfrascado con todos sus medios en una lucha contra este nuevo líder de EEUU y están decididos a no permitir el proceso de desglobalización que, al parecer, quiere iniciar Donald Trump con su consigna ‘America First’ (Primero América).
Tan grande es el temor de las élites neoliberales globales al liderazgo que puede ejercer Donald Trump sobre el mundo, que desde el día de su investidura lograron promover, con la ayuda de los medios de comunicación a su servicio, protestas en Washington y muchas otras ciudades norteamericanas, utilizando inclusive a manifestantes profesionales. El popular portal Craiglist ofreció 1.500 dólares a la semana para participar en las protestas denominadas ‘Parar a Trump’. La Marcha de Mujeres en Washington fue programada el año pasado con tres demandas fundamentales: Justicia de Género, Justicia Racial y Justicia Económica. También fue reorientada ‘misteriosamente’ hacia una agenda anti-Trump. Lo interesante fue que las manifestaciones de mujeres contra Trump el pasado 21 de enero se realizaron en 670 ciudades norteamericanas y en otras 70 del mundo.
La periodista Asra Nomani denunció en un reciente artículo, ‘Women in the World’ publicado por The New York Times, que existía una relación entre los donantes de la campaña electoral de Hillary Clinton y los patrocinadores de la Marcha de Mujeres en Washington. El llamado ‘levantamiento de mujeres contra Trump’ no fue una expresión espontánea de las organizaciones independientes de base, como lo presentaron los medios de comunicación globalizados. Resulta que los 403 grupos participantes en la marcha eran socios (partners) y, de ellos, según Nomani, 56 grupos fueron auspiciados por la Open Society Foundation del multimillonario George Soros, que se declaró en guerra contra Donald Trump. También Asra Nomani reveló que en una protesta anterior de 100 Mujeres de Color contra Trump participaron 33 mujeres pertenecientes a la organización Black-Brown Activism, patrocinada por el ‘filántropo’ Soros.
Resulta que este multimillonario neoliberal y partidario de la creación de un Gobierno global ha patrocinado a más de 213 organizaciones que participaron en la diseminación de ‘fake news’ (noticias falsas) con el propósito de desacreditar a Donald Trump. La lucha de Soros contra Trump no solamente está relacionada con el enfrentamiento de la ideología globalizadora contra la proteccionista, sino que encierra un rechazo personal del filántropo Soros al que él llama “impostor”, “estafador” y “dictador en potencia”: Donald Trump.
Además, Soros cometió un error profesional al haber declarado que si Trump ganaba las elecciones, las acciones en la bolsa de valores caerían dramáticamente. Lo que no calculó el especulador filántropo fue que al día siguiente del triunfo de Trump las acciones subirían un 10%, pero Soros Fund Management de alto riesgo perdió por un mal movimiento 1.000 millones de dólares en un día. Entonces, lo ideológico se mezcló con lo profesional y lo personal en la guerra de George Soros y la clase hasta ahora dominante a nivel nacional e internacional que él representa, contra Donald Trump.
El rechazo de las élites al nuevo presidente de Estados Unidos ha sido motivado también por haber desestimado desde el comienzo de la campaña electoral que un candidato como Trump hubiera podido ganar las elecciones. Este 1% consideraba a Trump como un ‘ignorante’ en la política, con una “visión ahistórica y distorsionada de América” (The New York Times), usando la consigna ‘America First’, que “fue popularizada por los simpatizantes nazis” (Washington Post) etc. Resultó, finalmente, como lo explicó el experto en redes digitales y asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, Martin Hilbert, que el ‘ignorante’ Trump contrató a una de las más avanzadas compañías en el uso de la Inteligencia Artificial (IA), Cambridge Analytica, para su campaña electoral. Según Hilbert, el equipo de Trump usó una base de datos para crear casi 250 millones de perfiles de ciudadanos norteamericanos.
Martin Hilbert aclaró que, “teniendo entre 100 y 250 likes tuyos en Facebook, se puede predecir tu orientación sexual, tu origen étnico, tus opiniones religiosas y políticas, tu nivel de inteligencia y felicidad, si usas drogas, si tus papás son separados o no. Con 150 likes, los algoritmos pueden predecir el resultado de tu test de personalidad mejor que tu pareja. Y con 250 likes, mejor que tú mismo”. Después de clasificar a cada individuo, según estos datos, los especialistas de Trump empezaron a usarlo de manera personalizada. Hilbert afirmó que Barack Obama también “manipuló mucho” a la ciudadanía en el 2012 usando 16 millones de perfiles, pero acá (con Trump) estaban todos para lavar el cerebro. “No tiene nada que ver con democracia. Es populismo puro, te dicen exactamente lo que quieres escuchar”.
En realidad, Trump prometió lo que la gente quería escuchar desde hacía mucho tiempo. Ya en 1998, el filósofo neoyorquino Richard Rorty predijo que “algo se va a quebrar en Estados Unidos. El electorado no suburbano decidirá que el sistema le ha fallado y buscará un hombre fuerte para votarlo”. Y así sucedió 19 años después de la conclusión de Rorty. Un hombre ‘fuerte’ llegó a la Presidencia de EEUU y, por el momento, nadie puede predecir exactamente qué es lo que hará Trump como líder de su país. En sus primeros días de presidente cumplió con lo prometido: puso fin a la participación de EEUU en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), firmando una orden ejecutiva para iniciar el retiro del país del acuerdo, que en realidad morirá tras este paso. Anunció también la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) entre EEUU, Canadá y México. También ya se encontró con los directores ejecutivos de las más grandes corporaciones norteamericanas para elaborar un plan del retorno de empleos a EEUU.
Digan lo que digan sobre el ‘ignorante’ y el posible ‘futuro dictador’ Trump, el desmantelamiento del TPP es una suerte para cuatro países de América Latina firmantes del acuerdo: México, Chile, Perú y Colombia, pues el TPP había sido considerado como uno de los pilares de la globalización neoliberal para terminar con la existencia de Estados nacionales de los países firmantes. Este hecho significa también un fracaso del neoliberalismo globalizado y de los Gobiernos entreguistas al servicio de las élites mundiales. Sin embargo, América Latina tiene que estar atenta a la nueva política internacional norteamericana.
Existen unas contradicciones entre las promesas y declaraciones del presidente Trump y de sus designados secretarios (ministros) del Gobierno, especialmente en sus comparecencias ante el Senado para su aprobación. Trump declaró, por ejemplo, que dejaría a cada país decidir su propio futuro, pero el recién confirmado secretario de Estado, Rex Tillerson, ya declaró: “Creo que estamos totalmente de acuerdo en cuanto a la calamidad que ha sucedido en Venezuela, en gran medida debido a la incompetencia y la disfunción primero, con Hugo Chávez y ahora con su sucesor designado, Maduro”.
“Así como cooperamos con organismos multilaterales, como la OEA, buscaremos una transición negociada de Venezuela a la democracia”, aseguró Tillerson. Lo curioso es que la opinión sobre Venezuela de un representante de un Gobierno considerado por la prensa globalizada como reaccionario, conservador y hasta ‘fascista’ coincidió con la conclusión del estudioso de renombre Noam Chomsky, supuestamente de ideología izquierdista progresista. Este intelectual declaró en el 2015 que en América Latina “el modelo de Chávez ha sido destructivo”. (Perfil.com). Esto significa la existencia de una gran confusión entre la ideología de lo que se llama izquierda y la derecha, sea liberal o neoliberal, conservadora o neoconservadora, sobre la percepción del proceso de globalización iniciado en los años 50 del siglo pasado por las élites mundiales.
Lo que no dicen los globalizadores es que, a pesar de la crítica devastadora del discurso de investidura de Donald Trump por The New York Times, The Huffington Post, Los Angeles Times, Washington Post etc., gran parte de la población del planeta lo recibió con agrado, percibiendo que Trump está abriendo un camino nuevo en EEUU y, posiblemente, en el mundo entero. También al pueblo del planeta le agradó su relación como padre con su hijo Barron, aparentemente autista. Este chico de 10 años, que habla tres idiomas —inglés, francés y esloveno— ha sido víctima de burlas de varios medios globalizados y redes sociales, como ocurrió en el ‘show’ Saturday Night Live (NBC), donde la guionista Katie Rich escribió un tuit anunciando que “Barron será el primer francotirador educado en casa”.
En mayo 2016, durante una entrevista en CNN, Trump expresó su escepticismo sobre la vacunación de niños, mencionando su propia experiencia. “Cuando [Barron] de niño fue vacunado, y una semana después se le subió la fiebre y se sintió muy, muy enfermo y ahora es autista”. Dijo que no estaba contra la vacunación, pero exigió una investigación previa y prolongada de cada vacuna. El famoso neurocirujano Ben Garson comentó también que “probablemente aplicamos vacunas en un período muy corto de tiempo”. Actualmente, esta investigación ha sido ordenada por el presidente estadounidense.
Esta es la parte humana de Donald Trump que también fue considerada por la prensa globalizada como un comentario anticientífico del candidato republicano.Solamente el tiempo dará la razón a Trump o a sus detractores globalizados. Debemos “esperar y ver antes de formarnos una opinión” sobre el nuevo presidente norteamericano, tal como le aconsejó al mundo el papa Francisco.
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