por Yusuf Fernández, en Al-Manar en español
El pasado 12 de Junio, quedó abierta la frontera entre Siria e Iraq y los camiones comenzaron a cruzar, por primera vez en años, en ambos sentidos, con mercancías de cada país con destino al otro. Esta apertura llevará a un rápido desarrollo de las relaciones económicas entre Siria e Iraq y, más ampliamente, entre esos países con el Líbano e Irán. La circulación en la ruta se reanudó después de que las fuerzas aliadas limpiaran la frontera de las minas y trampas explosivas dejadas tras de sí por los terroristas del EI.
Las tropas sirias y de Hezbolá alcanzaron el pasado 9 de Junio el límite con Iraq e izaron la bandera nacional siria en su lado de la frontera. Este hecho irá ampliando su alcance en las próximas semanas, según lleguen las fuerzas aliadas a más puntos fronterizos de la larga frontera de 630 kms de longitud. Se trata, pues, de un acontecimiento geopolítico de gran importancia, que va a cambiar rápidamente la situación estratégica en la región.
Este avance de las tropas sirias y la liberación de los puntos fronterizos permitirá la creación de una vía terrestre entre Damasco y Bagdad y, más extensamente, entre Teherán y Beirut. Esto hará posible que la ayuda iraní a Siria llegue más fácilmente por tierra a partir de ahora en lugar de por aire o por mar. Asimismo, esto supondrá una aceleración del declive del EI en Siria e Iraq para disgusto de sus patrocinadores. El significado de esta victoria ha quedado reflejado por la presencia en la frontera del cerebro gris de las operaciones anti-EI en Siria e Iraq, el célebre general Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Al Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán.
EEUU intentó mediante amenazas y ataques aéreos frenar esta victoria en Al Tanf, pero fue incapaz de lograrlo. Un grupo de fuerzas especiales estadounidenses se desplegó en la zona y el mando norteamericano advirtió al Ejército sirio y Hezbolá en contra de “todo intento destinado a aproximarse al perímetro de seguridad”, que los propios estadounidenses habían creado de forma unilateral.
Indiferentes ante tales amenazas, el Ejército sirio y Hezbolá dejaron claro que no se detendrían ni permitirían la violación de la soberanía de Siria y advirtieron que una mayor implicación de EEUU arrastraría a este país a una guerra no sólo contra Siria, sino también contra la Resistencia libanesa e iraquí y también contra Rusia e Irán. Por lo tanto, el eje de la Resistencia siguió adelante con sus planes y nada pudo hacerlo volver atrás: ni tres bombardeos norteamericanos contra sus posiciones desde el 19 de mayo ni las presiones políticas.
Desde el punto de vista militar, la llegada a la frontera del Ejército sirio bloquea el traslado de los grupos armados apoyados por EEUU hacia Deir Ezzor, donde el Ejército sirio va a librar otra importante batalla para levantar el asedio del EI a la ciudad y la base aérea y para llegar a un nuevo punto en la frontera entre Siria e Iraq. Esto, unido a la debilidad de los grupos terroristas aliados de EEUU, significa la victoria indiscutible del Ejército sirio en la batalla de la frontera.
Consecuencias de la victoria
La comunicación entre Siria e Iraq cambiará, pues, las ecuaciones regionales e impondrá una nueva realidad que afectará no sólo al Oriente Medio árabe, sino al mundo islámico en su conjunto. Ella significa, en primer lugar, el fin de los sueños de los enemigos de Siria para derrocar al gobierno legitimo del presidente Bashar al Assad, cuya victoria ahora es indiscutible y una cuestión de no mucho tiempo. También pone fin al plan para la división de Siria, ya sea política o administrativa.
En segundo lugar, refuerza la cohesión dentro del eje de la Resistencia, que va desde Irán al Líbano y al que probablemente se reincorporará en breve Hamas.
En tercer lugar, supone otro golpe más contra la llamada “cumbre de Riad”, que ya había quedado prácticamente muerta después de la crisis de Qatar y la negativa de la gran mayoría de estados árabes e islámicos a seguir la pauta saudí y decretar sanciones contra ese país. Arabia Saudí ha demostrado ser un estado impotente y con poca influencia, que se crea enemigos rápidamente y se halla inmerso ahora en varios conflictos contra Yemen, el pueblo de Bahrein, Qatar y la población de la Provincia del Este en un conflicto que se prolonga ya durante un mes. Los Hermanos Musulmanes y Hamas han sido los últimos en añadirse a la lista.
En cuarto lugar, la victoria de Al Tanf ha arruinado las esperanzas del régimen israelí tras la dosis de optimismo insuflada en el mismo por la cumbre de Riad. La reincorporación de Hamas al eje de la resistencia fortalecerá a la organización palestina en Gaza y esto supone una grave fuente de preocupación para los israelíes, como también lo es el restablecimiento de vínculos estrechos entre Turquía e Irán y entre esos países y Qatar.
Por último, la unión y comunicación del Ejército sirio con el iraquí y con las milicias de las Fuerzas de Movilización Popular de Iraq creará una poderosa fuerza capaz de destruir al EI en un período corto de tiempo y más teniendo en cuenta que los combatientes sirios e iraquíes cuentan con el apoyo de Irán, el Hezbolá libanés y Rusia, que luchan junto a ellos en el campo de batalla. Esta poderosa fuerza es suficiente no sólo para concluir victoriosamente la guerra en Siria sino para poner fin a la amenaza del terrorismo en la región.
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