por Rubén Castillo. En Misión Verdad
Este artículo sólo aborda las capacidades defensivas enfocadas principalmente en la negación del espacio aéreo (aclaración del Editor).
Desde el mismo momento en que la Revolución Bolivariana se instala en Miraflores en el año 1999, uno de los compromisos más dedicados del Comandante Presidente Hugo Chávez fue la modernización de todo el sistema de defensa en manos de la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana), esto avizorando el posible escenario hostil que enfrentaríamos a futuro. Es así como una serie de dispositivos de defensa son instalados progresivamente, en distintos puntos estratégicos de la nación, con la finalidad de estar preparados para un eventual conflicto bélico.
Las experiencias recientementente vividas por otros pueblos, como los casos de Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y Siria nos muestran el posible escenario que podríamos enfrentar ante una potencial ofensiva imperial contra Venezuela. Una basada contra los pueblos que ellos consideran no puedan defenderse o posean capacidad disminuida para la defensa, escenario que aunque hipotético no está descartado para Venezuela según lo expresado por el propio presidente Donald Trump
Otro elemento a resaltar es que esta forma de embestida militar no es para nada nueva, la misma ha sido usada desde mediados de la Segunda Guerra Mundial, cuando bajo el bombardeo en alfombra o bombardeo por saturación (carpet bombing en inglés) se exterminaban pueblos enteros. De Guernica (1937) para acá, esa táctica intervencionista culmina en 2012, cuando se inicia una forma distinta con Siria a través del uso gradual de los ejércitos privados (mercenarios), la cual a su vez permitió otra modalidad combinada entre el bombardeo y el mercenariato como lo es el caso de los misiles lanzados por los ocupantes sionistas desde Palestina a territorio sirio, en apoyo a ofensivas o retiradas de estos ejércitos privados. Todo con la venia de la OTAN.
Partiendo de estos hechos reales y concretos, y manejando con criterio esos posibles escenarios hipotéticos de bombardeo por saturación y ejércitos privados (células terroristas y paramilitares), o ambas formas de ataque en simultáneo, podemos ver potencialmente las capacidades militares venezolanas, que en 2013, con la adquisición de los sistemas antiaéreos S-300VM, cerró un ciclo iniciado en 1999 en cuanto a la modernización de nuestro sistema de defensa.
Ventaja estratégica de carácter geográfico y tecnológico
Venezuela cuenta con una ventaja estratégica proporcionada por su ubicación geoterrestre. Dicha ventaja viene dada por los sistemas montañosos, conocidos como Cordillera de la Costa, ubicada al norte del país, y la Cordillera Andina, ubicada al suroeste. Ambas cordilleras en promedio superan los 2 mil metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), permitiendo a nuestros radares detectar la entrada vía aérea de cualquier objeto volador, bien sea un dron, un misil crucero o un avión, debido a que dicha altura lo obliga a elevarse para poder ingresar, por ejemplo, al Valle de Caracas (vía más directa para un eventual bombardeo de las sedes administrativas del Estado que allí se concentran).
La misma situación sucedería en un eventual ataque desde la frontera colombiana, puesto que la Cordillera de los Andes obligaría a un levantamiento, como mínimo por encima de los 1 mil 200 m.s.n.m., situación que expondría a cualquier objeto volador que trate de cruzar nuestro espacio aéreo.
Los radares de fabricación china adquiridos entre 2005 y 2014 están desplegados en todo el territorio nacional. Estos radares tienen la particularidad de poder desplegarse en campo abierto a través de vehículos que le otorgan movilidad en cualquier terreno, o dentro de una instalación elevada en forma de domo diseñada específicamente para ello. Tienen una capacidad de detección de cualquier objeto volador a unos 320 km de distancia y un techo de detección de 25 mil metros de altura (en el caso de los modelos de última generación JL11 y JYL-11).
Es decir, que si usted traza desde Miraflores en línea recta esta distancia (320 km), se encontraría en un punto medio del Mar Caribe muy próximo a Puerto Rico. Ahora, suponiendo que un potencial enemigo pudiera evadir este primer sistema de radares volando a ras del mar, para poder entrar al Valle de Caracas, cualquier objeto volador, tendría que elevarse, y al hacerlo (en teoría) sería detectado. Ahora súmele a esto que cada una de los sistemas antiaéreos de defensa que tiene Venezuela de origen ruso de última generación, poseen su propio sistema de detección y enganche de objetivos.
Por ello esta sofisticada batería de radares y nuestra posición estratégica representan el primer bastión en la defensa aérea del territorio.
Defensa aérea escalonada
Con la finalidad de garantizar el mayor porcentaje de derribo de cualquier intruso detectado (cabe destacar que en la actualidad ninguna fuerza aérea moderna puede permitirse una tasa de derribos superior al 20% y nuestro sistema de defensa antiaérea está muy por encima del 25%), Venezuela ha diseñado un sistema de defensa escalonado, de largo, medio y corto alcance.
Corto alcance
Conformada por los cañones antiaéreos ZU-23 con un alcance efectivo de 2.5 km, misiles portátiles Iglas-S con un alcance efectivo de hasta 5 km, y se estima en varios miles de unidades operativas y distribuidas en todo el territorio, estos proporcionan una ventaja táctica por ser portables e imposibles de detectar hasta que ya ha sido accionado.
Mediano alcance
Sistema antiaéreo Pechora 2M, con un alcance efectivo de hasta 10 km, y sistemas de misiles móviles Buk-M2E, con un alcance efectivo de hasta 45 km.
Largo alcance
La guinda del pastel: el sistema S-300VM ruso, el cual permite interceptar toda clase de objetivos, sean misiles subsónicos, drones o aviones en un rango de hasta 200 km, la mayor fortaleza de este sistema (radares y armamento) no radica en su fases prolongadas y de escaladas recurrentes o defensas por oleadas, sino en que el mismo es móvil, lo cual dificulta el trabajo de inteligencia enemiga para ponerlo fuera de combate.
Otro dato de gran importancia es que Venezuela cuenta con un sistema de defensa costero proporcionado por nuestros aviones Su-30MK2, equipados con misiles antibuque que pueden ser lanzados a 120 km de distancia del objetivo, proporcionando una defensa total, en altamar como en ultramar, así como tienen la capacidad de enfrentar una fuerza potencial antes de que invada el espacio aéreo venezolano. La autonomía de vuelo de un Su-30 es de 3 mil km, es decir podría volar a Miami desde Caracas sin novedad.
La Defensa Integral de la Nación es el eje transversal de la nueva doctrina militar en Venezuela. La FANB, basada en el enfoque de guerra asimétrica (disuadir o derrotar a un enemigo potencial, económica, numérica y tecnológicamente superior), fortalece sus capacidades armamentísticas, tecnológicas y militares convencionales, conjugándolas con una doctrina de negación del espacio aéreo.
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