por Yusuf Fernández. En Al Manar en castellano
El pasado domingo, el Ejército sirio dio un paso hacia la restauración de la seguridad en el país. Frente a las críticas de algunos países occidentales acerca de la operación de liberación de la Guta Oriental, cabría solo una pregunta: ¿qué país del mundo estaría dispuesto a dejar varios suburbios de su capital en manos de unos terroristas que atacaran de forma continuada dicha ciudad?
Uno de los factores que decidieron precisamente al Gobierno y el Ejército sirios a actuar en la Guta Oriental fue el creciente número de bajas de civiles en Damasco.
El primero paso parra la puesta en marcha de la ofensiva fue la elaboración cuidadosa de un banco de datos sobre las posiciones, fortificaciones y otros objetivos de los grupos terroristas que deberían ser destruidos por medio de la artillería, aviación etc. Este hecho desmiente así las alegaciones propagandísticas de que el Ejército ataca civiles, una campaña puesta en marcha por los terroristas y difundida por los medios occidentales. Estos mismos medios celebraron, sin embargo, la campaña de Mosul, en Iraq, donde la coalición liderada por EEUU mató al menos a 9.000 civiles, muchos más que terroristas, y arrasó barrios enteros. Ningún medio occidental se refirió entonces a las “víctimas civiles”.
La realidad es que la población de la Guta Oriental ha estado pidiendo al Ejército sirio, a través de las redes sociales, parientes en la capital etc, que les libere del yugo de los militantes, que han convertido su vida cotidiana en un infierno y han mantenido a la población en una situación de penuria y pobreza extremas.
Antes del inicio de la ofensiva, el gobierno sirio intentó unas negociaciones con los líderes de los grupos armados de la Guta Oriental pidiéndoles que salieran de esta región, como ha sucedido en otras partes de Siria, o al menos permitieran a los civiles abandonarla. Estas conversaciones, llevadas a cabo con la mediación de oficiales egipcios, fracasaron debido a la intransigencia de los terroristas y Rusia fue rápida en declararlo así. Ante tal fracaso, ya sólo le quedaba al Ejército sirio poner en marcha la operación militar.
En el primer día de ofensiva, al menos cuatro localidades de la Guta Oriental fueron liberadas, incluyendo Al Nashabiya, situada cerca de Duma, la capital de los grupos militantes en la región.
El Ejército y el liderazgo sirios están determinados, pues, a liberar la Guta Oriental y todos sus habitantes y poner fin a los bombardeos contra la capital, que han causado la muerte y heridas a centenares de civiles en estos últimos años.
En realidad, los grupos armados intentaron tomar Damasco desde la Guta en varias ocasiones, pero todos los intentos fracasaron. Ellos perdieron definitivamente la iniciativa para intentar establecer un sitio de la capital después de la muerte del líder del Yaish al Islam, Zahran Allush, en 2015. A partir de entonces, la Guta Oriental se ha convertido en un área cerrada desde el punto de vista político y militar. Para Damasco, la toma de la región significará también eliminar una presión sobre la capital y una carta en la mesa de negociaciones por parte de los opositores armados.
El intento de algunos países occidentales, como Francia, de intentar frenar la ofensiva de la Guta Occidental no ha tenido ningún éxito, puesto que existe una firme decisión de la alianza ruso-iraní-siria de tomar la región. Tanto, el presidente ruso, Vladimir Putin, como el general Mohammad Baqari, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes han dejado claro que la reciente tregua aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU no se refiere a grupos terroristas como el Frente al Nusra o el Yaish al Islam.
Dado que los militantes han tenido cuatro o cinco años para fortificar sus posiciones, construir túneles etc es fácil adivinar que los medios dirigidos a la toma de esta región por parte del Ejército deberán ser más poderosos y sofisticados que en otras regiones como Deir Ezzor., donde los terroristas actuaban en campo abierto y con una mayor movilidad.
La liberación de la Guta Oriental supondrá no sólo una derrota de los terroristas sirios, sino de sus patrocinadores, y en primer lugar Arabia Saudí, Qatar, Turquía, EEUU, Francia, Israel y otros. Estos últimos comprenden que esta batalla es decisiva y que una vez ganada por el Ejército sirio ellos perderán un instrumento de presión sobre el Estado sirio, al que, una vez lograda la victoria en dicha región, le será relativamente fácil acabar con los militantes en las (cada vez más pequeñas) zonas donde todavía operan.
La victoria en la Guta Oriental convencerá a los patrocinadores de los terroristas de que el logro de sus objetivos en Siria -desde el cambio de régimen, a través esta vez de “mecanismos constitucionales”, o la división del país- son imposibles de alcanzar, aunque las derrotas que han acumulado en estos siete años de guerra deberían haberles bastado para llegar a tal conclusión.
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