“En Washington, Londres y otras capitales occidentales no han llegado a sacar conclusiones de las tragedias de Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Ucrania”

por Serguéi Lavrov, Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia. En sitio oficial en castellano del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia

Discurso de Serguéi Lavrov en la VII Conferencia sobre la Seguridad Internacional de Moscú, 5 de abril de 2018.

Estimados colegas,

Señoras y señores,

Estoy muy contento con la posibilidad de intervenir una vez más en la Conferencia sobre la Seguridad Internacional de Moscú organizada por el Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia. Saludo a sus participantes: altos representantes de muchos Estados del mundo, de dirigentes de las organizaciones internacionales, del poder legislativo, sociedad civil, científicos y expertos.

Durante los años transcurridos este foro confirmó su utilidad en calidad de la plataforma para intercambiar opiniones profesionales sobre los problemas político-militares clave de la actualidad. Es este diálogo abierto y constructivo el que brinda la posibilidad de encontrar los puntos en común basados en el equilibrio de los intereses.

De ello ya hablaron ayer mis colegas rusos, que expusieron de forma detallada nuestras posturas sobre los temas candentes de la agenda global y regional. Por mi parte, me gustaría compartir las evaluaciones de la complicada situación en las relaciones internacionales, ya que desde nuestro encuentro el año pasado se continuó agravando a pesar de todos nuestros esfuerzos.

La principal causa de ello, que ya es evidente para muchos, son los persistentes pasos unilaterales de Occidente, liderado por EEUU, que, en la mayoría de los casos, tienen un carácter eminentemente destructivo y conducen a un peligroso desequilibrio de los mecanismos de gestión global.

En Washington, Londres y otras capitales occidentales no han llegado a sacar conclusiones de las tragedias de Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Ucrania. En las recientemente publicadas estrategias de la seguridad y defensa nacionales de EEUU el mundo actual está visto a través de un prisma de la rivalidad político-militar, empleando la lógica de «amigo y enemigo», «con nosotros o contra nosotros».

Aumenta el desdén hacia el Derecho Internacional y organizaciones multilaterales, incluida la de Naciones Unidas. Parece cada vez más cuestionable la capacidad de EEUU de ponerse de acuerdo, especialmente dados sus intentos de arruinar los grandes acuerdos internacionales, como el Plan de Acción Integral Conjunto para el programa nuclear iraní, las decisiones de la ONU sobre el arreglo en Oriente Próximo, la declaración de la Cumbre del Clima de París, los principios básicos de la OMC. Observamos claramente la tendencia al revisionismo en los asuntos mundiales.

Se intenta revisar también los Acuerdos de Minsk sobre el arreglo de la crisis ucraniana, cuya implementación se ve saboteada por las autoridades actuales de Kíev. Sus patrocinadores en EEUU y Europa hacen la vista gorda estimulando a la vez las acciones del «partido de la guerra» en Kíev que pretende solucionar el problema de Donbás por vía militar.

En diferentes regiones del mundo continúan los dudosos juegos geopolíticos «de suma cero», que de hecho son «de suma negativa». No cesan los intentos de coquetear con los terroristas, de dividirlos en «malos» y «no tan malos», de lo que ayer hablaron detalladamente los representantes rusos analizando, como ejemplo, la situación en Siria y otros países de Oriente Próximo y Medio. Da una persistente sensación de que los estadounidenses pretenden mantener este extenso espacio geopolítico en un estado de caos dirigido, para justificar la indefinida presencia militar de EEUU en la región con el objetivo de promover su agenda unilateral.

En el ámbito de la estabilidad estratégica Washington prioriza su política dirigida a asegurar la supremacía militar y socavar la paridad. Se intensifican los esfuerzos de desplegar el sistema global de defensa antimisiles. Se refuerzan las posiciones y aumentan las actividades militares de la OTAN cerca de las fronteras rusas. La preocupación más seria nos provocan las propuestas de EEUU de rebajar el «umbral» de empleo de las armas nucleares. Se han llegado a formular las ideas de clasificar los problemas en el ciberespacio conforme el artículo 5 del Acuerdo de Washington de la OTAN. Al mismo tiempo, nuestras insistentes invitaciones a iniciar una conversación profesional sobre las medidas de confianza y la neutralización de amenazas en este ámbito no encuentran recibimiento positivo ni en Washington, ni en Bruselas.

Para agravar la confrontación y seguir demonizando a Rusia se orquestan burdas provocaciones políticas. El llamado “caso de los Skripal” ha sido un pretexto, inventado o instrumentado, para una infundada expulsión masiva de diplomáticos rusos no solo de Estados Unidos y el Reino Unido, sino de una serie de países, a la mayoría de los cuales simplemente les doblaron el brazo. Hacía mucho tiempo que no se veía una burla tan desembozada del derecho internacional, la ética diplomática y los modales más elementales. Subrayo que continuaremos reaccionando de manera adecuada a las acciones inamistosas, pero al mismo tiempo queremos establecer la verdad.

Insistimos en que la investigación se lleve a cabo conforme a lo establecido en la Convención para la Prohibición de la Armas Química. Como confirmó la sesión extraordinaria del Consejo Ejecutivo de la OPAQ convocada por Rusia el pasado 4 de abril, será inviable intentar ignorar las preguntas legítimas que planteamos a base de la Convención en cuestión.

Es inadmisible, tanto en relación al incidente en Salisbury como a muchas otras situaciones (desde las elecciones en EEUU hasta los ataques químicos en Siria o el referendo en Cataluña), en lugar de presentar pruebas concretas y realizar una honesta investigación, presentar acusaciones infundadas. Es en la famosa obra de Lewis Carroll donde la Reina exige imperativamente que la sentencia vaya primero y el veredicto después. Pero lo de Lewis Carroll es un cuento satírico. Y la discusión de ayer en La Haya dejó claro que las personas adultas no creen en los cuentos. Exhortamos, una vez más, a nuestros colegas a solucionar cualesquiera problemas en el marco del Derecho internacional, de forma honesta y presentando pruebas. Nosotros estamos preparados para llevar a cabo este trabajo conjunto, lo cual confirmó de nuevo el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, durante la rueda de prensa de Astaná de ayer.

Estimados colegas:

El incremento de la confrontación y desconfianza genera una incertidumbre estratégica, estimula la carrera armamentista y, lo más peligroso, conduce a la militarización del pensamiento. Y, como resultado final, socava la arquitectura de la seguridad creada después de la Segunda Guerra Mundial y basada en la primacía de la Carta de la ONU.

Semejante estado de cosas reduce notablemente las posibilidades de cooperación tan necesaria si queremos reaccionar de modo eficaz ante las amenazas y retos comunes para toda la humanidad, incluidos el terrorismo internacional, el crimen organizado, el tráfico de drogas, la extensión de las armas de destrucción masiva, el cambio climático y muchos otros.

Ante un colectivo tan representativo sobra explicar que en el último cuarto de siglo el paisaje geopolítico mundial ha cambiado radicalmente y sigue cambiando. Se consolidan los nuevos centros de poder económico y financiero y la consecuente influencia política que aplican una política exterior correspondiente con sus intereses. Nadie puede denegarles este derecho absolutamente natural. Ha cobrado fuerza la voz del mundo emergente que exige la justa realización de sus expectativas.

Está en nuestro interés común trabajar para que la consolidación de este nuevo mundo policéntrico siga una dinámica constructiva que no caótica, contribuya a entablar una cooperación mutuamente beneficiosa y una asociación fructífera de los Estados clave. Para ello es necesario renunciar a las fobias y los estereotipos, las contradicciones coyunturales, las ambiciones imperiales y neocoloniales, aprender a respetar los intereses de los demás, encontrar las fuerzas para trabajar en conjunto en aras de un futuro seguro y próspero de la humanidad. En otras palabras, hace falta reconocer la necesidad de democratizar las relaciones internacionales. Pero por ahora nuestros colegas occidentales, que se posicionan como luchadores por el triunfo de la democracia en todo el mundo, evitan por todos los medios introducir en los documentos multilaterales el objetivo de democratización del sistema global de comunicación intergubernamental.

En estas condiciones, Rusia, como centro independiente de la política mundial, continuará promoviendo la agenda positiva en los asuntos mundiales en aras de la estabilidad global.

No le imponemos nada a nadie, no aspiramos a la exclusividad ni menos aún a actuar como nos plazca. En nuestras relaciones nos guiamos por el Derecho internacional, reconocemos el papel central de la ONU, respetamos los intereses, las tradiciones y la identidad de todos los pueblos y las naciones.

No estamos interesados en la confrontación ni en desatar una carrera armamentista pero Rusia empleará todo el arsenal de medios de que dispone para defender sus intereses, soberanía e independencia. Lo ha confirmado en reiteradas ocasiones el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, en particular en su Mensaje a la Asamblea Federal del pasado 1º de marzo.

En Occidente deben por fin entender que no se puede jugar contra una sola portería, que no tiene ningún futuro intentar conseguir ventajas unilaterales a costa nuestra y que la seguridad en la zona euro-atlántica, en Asia-Pacífico y en el mundo en general deberá ser igual e indivisible.

Abogamos consecuentemente por un amplio diálogo sobre las cuestiones más candentes de la actualidad, incluido el mantenimiento de la estabilidad estratégica en todos sus aspectos y tomando en consideración todos los factores que influyen en ella en las condiciones actuales. De esto los Presidentes de Rusia y EEUU hablaron por teléfono el pasado 20 de marzo. Nos gustaría que esta especial atención de los dos líderes no se viera frenada por los juegos burocráticos e intrigas políticas.

Rusia está a favor de trabajar para fomentar el control sobre las armas y la no proliferación de las armas de destrucción masiva a partir de los principios de transparencia y previsibilidad. Por nuestra parte, concluimos el proceso de destrucción de nuestros arsenales químicos, cumplimos los compromisos según el tratado START e instamos a EEUU, de acuerdo con los procedimientos previstos por el Tratado, a arreglar conjuntamente las cuestiones relativas al reciclaje de una parte de los portadores estratégicos estadounidenses. Presentamos a la Conferencia para el Desarme en Ginebra nuestras propuestas de la convención para la lucha contra los atentados terroristas químicos y biológicos y la iniciativa ruso-china para prevenir el emplazamiento de las armas ofensivas en el espacio.

Por supuesto, Rusia seguirá haciendo su aporte al arreglo político-diplomático de numerosos conflictos, en particular en Oriente Próximo y África del Norte, la situación en torno a la Península de Corea. Continuaremos trabajando para fomentar la asociación estable en el territorio de la CEI profundizando la integración euroasiática, para ayudar a solucionar problemas que surgen entre nuestros vecinos.

En su Mensaje a la Asamblea Federal el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, invitó a sentarse en la mesa de negociaciones y pensar conjuntamente en un sistema renovado de seguridad internacional y un desarrollo sostenible de la civilización. Contribuyen a avanzar hasta este objetivo la OCS, la OTSC, BRICS. Tiene buenas posibilidades el Grupo de los Veinte que reúne a todos los países del G-7 y BRICS a la vez. Rusia está abierta a un trabajo honesto, abierto, equitativo y respetuoso con todos los que estén sinceramente interesados en un futuro pacífico y la prosperidad de la humanidad.

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