por Leonardo Del Grosso (@LeonardoDGrosso), publicado en HispanTV
Tomado de: http://leonardodelgrosso.blogspot.ch/2016/06/argentina-bajo-fuego.html
En Argentina con Macri las ciudades y los pueblos, las metrópolis y los campos, los comerciantes y los asalariados, se encuentran bajo el fuego del plan de destrucción de los neoliberales. La reintegración de Argentina bajo la bota imperial del Pentágono (de la que la reciente inclusión de Argentina como observador de la Alianza del Pacífico es una de sus últimas manifestaciones) pretende un territorio dominado por la moderna decadente oligarquía occidental que busca someter el Universo, reeemplazar a Dios, como soñó Lucifer. Lo que antes estaba en construcción, con la esperanza en la proa, desde el 15 de Noviembre de 2015, cuando Macri -sin querer- anunció el valor futuro de su dólar, padece un denso bombardeo de sigilosas armas genocidas cuyo objetivo es el empequeñecimiento del país al tamaño de una reptante colonia y la pauperización del pueblo a la dimensión de una turba de mendigos, suplicando la caridad de las jerarquías idiotas para las que Macri, con sus globitos amarillos, se erigió en un ídolo poco menos que como Messi.
El arsenal de estas armas de destrucción masiva está compuesto con diferentes medidas económicas de veloz concentración del poder económico hacia el capital financiero occidental y la burda aristocracia territorial; y de violento enfriamiento de la producción para eliminar todo “lo que sobra”, o sea, todo lo que sustente un nivel de vida digno para esas grandes masas populares que el cipayaje sueña arrastradas a sus pies como alcahuetes afanosos, como desesperados serviles competidores del escalafón de los traidores. Para esta nomenclatura neocolonial es fundamental que en Argentina bajo fuego todos los nidos políticos de la resistencia nacional contra el ataque sean neutralizados, aislados, difamados, aborrecidos, pero no sólo por los que están detrás de la mira acribillando al pueblo, sino además por la mayor cantidad posible de los que están también afincados en el territorio batido, que también sufren, como los resistentes, el castigo de los bombas de Macri, pero que permanecen hipnotizados por Clarín, TeleNoche (programa de noticias en horario central en Argentina), TodoNoticias (canal de noticias del Grupo Clarín) o las diferentes variantes de la “presstitute”.
El sigilo del bombardeo no sólo consiste en que estas bombas no son de artillería -como las que Occidente tira contra Siria e Irak usando a sus paramilitares terroristas estilo Al-Qaeda o “Estado Islámico”-, sino en que su camuflaje consiste precisamente en la confusión ideológica y política, de tal manera que las víctimas no se den cuenta lo que les están haciendo y vean todo de manera invertida, aborreciendo a los que resisten y al mismo tiempo colgándose de los pantalones de los que verdaderamente -desde el gobierno- están arrasando el país. Diversas y constantes operaciones sicológicas de inteligencia hicieron y hacen los antinacionales para lograr estos resultados de confusión política, operaciones que son la combinación de propaganda masiva y repetitiva, con los hechos necesarios para hacerla verosímil; y además de esas operaciones, la simple censura contra las voces que informan con seriedad, como Telesur y Russia Today, a las que Macri eliminó de la grilla de canales de la Televisión Digital Abierta.
El “sinceramiento” y la “bomba que está a punto de estallar”
“Sé que han sido meses difíciles para muchos argentinos; comparto el dolor, las angustias, sincerar la economía ha sido muy duro pero nos dejaron una bomba a punto de estallar”. Esta falacia de Macri, pronunciada hace pocos días, resume el conjunto de la lógica sobre la que se basa la gran manipulación que logra que este tan evidente bombardeo económico para muchos resulte, ¡todavía hoy!, totalmente invisible… “Sincerar” da idea de que hay una mentira que es necesario desenmascarar. “Bomba a punto de estallar” da idea de una trampa tendida que puede explotar y que todo lo que ocurre de malo hoy es porque esas trampas están detonándose.
Pero si analizamos la información objetiva, de fuentes inobjetables de parcialidad en el sentido de lo que pretendo demostrar, nos daremos cuenta que todo esto, como todo Macri, es una gran mentira y que, en realidad, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner dejó las cuentas del Estado en relativamente buenas condiciones y la única trampa que existía era contra los ricos, no contra el pueblo y la Nación.
Los medios son medios, nada más, y depende los fines para los que se utilizan, su legitimidad. En este sentido, toda la política monetaria del kirchnerismo, especialmente en los últimos tiempos, en general es muy poco comprendida en toda su dimensión. En política monetaria el problema no es la emisión, sino a manos de quien va a parar el dinero que se emite: si a manos de los bancos o a manos de los trabajadores y el pueblo. Hoy Macri emite diez veces más que Cristina Fernández de Kirchner, al imprimir títulos de deuda de miles de millones de dólares y pesos. Esos títulos no se emiten para entregárselos a los trabajadores; se emiten para ser entregados a la usura internacional. Son una promesa de vasallaje. Macri es un “bravo” contra el pueblo argentino pero un perro faldero de los banqueros yankis.
En este sentido, la política de desendeudamiento del kirchnerismo no fue una de desendeudamiento absoluto. Fue una de desendeudamiento externo en el sentido de que redujo la ratio de la relación entre PBI y deuda externa, de tal manera de que con el tiempo esa deuda podía seguir reduciéndose. Sí hubo un importante endeudamiento del Estado en pesos. Eso es cierto. Pero si hablamos de pesos las controversia que sucedería en caso de impago sería en suelo nacional, “puertas adentro”. Entonces, en un contexto kirchnerista, si resultaran más importantes los derechos humanos de los ciudadanos argentinos que pagarle una deuda a los codiciosos potentados capitalistas acreedores, si resultaran más importantes los derechos a la vivienda, a la digna alimentación y salud, y a la educación, de todos los compatriotas, los acreedores hubieron tenido que enfrentar esta situación en una mucho mayor debilidad. Aquí el Estado hubiera podido imponer una cesación de pagos a un millonario como Macri o como Paolo Rocca (dueño de Techint), como pudo imponerles la estatización de las AFJP para poder garantizar la universalización de un derecho básico como es la jubilación (por eso Rocca desde ese momento -año 2008- habló de una etapa “confiscatoria”). Pero nunca el Estado Argentino pudo imponerles el default (léase “imprescindible confiscación a los ricos para que todos tengamos derechos”) a los tribunales municipales de Nueva York, estrados desde los cuales EEUU negó un concurso de acreedores con casi el 93 por ciento de los mismos, concurso que había legitimado los términos de una manumisión al final trágicamente frustrada por la victoria electoral de un súperalcahuete. Es muy diferente dar la batalla adentro que darla afuera. La ilegitimidad de la injusticia siempre es la misma, pero la legitimidad para hacer la guerra contra ella (porque la injusticia tiene personeros, no es abstracta) hubiera sido muy diferente. ¡Eso es lo que pretendían sincerar a su favor los eternos frustradores de la Argentina Potencia! ¡Esa éra la bomba a punto de explotar que los ricos se sacaron de las manos! Con Macri se trastocó el apotegma kirchnerista de “no pagar la deuda con la sangre del pueblo” por “hacer correr sangre argentina para perpetuar la dominación de la Patria, usando el endeudamiento como estatuto del coloniaje”.
Y la sangre argentina no sólo corre hoy como hambre, como la depresión y el shock que ya mató a varios trabajadores del Estado despedidos, como el asesinato de ancianos a los que se les desfinancia (se les niega) la medicación, como la violencia horizontal alimentada por la carestía -lo que se manifiesta en los ascendentes índices de delitos callejeros (de los delitos de guante blanco se ocupa “el mejor equipo en 50 años”, contubernio cipayo en el Poder)-, como la bancarrota de la pequeña y mediana empresa y de gran parte de la industria, sino que también corre la sangre cuando el gobierno macrista reprime la lucha reivindicativa, sea a través de medios francos como la policía de uniforme o de medios encubiertos como el accionar de bandas de matones. A la violencia económica se correspondió siempre la violencia política. En ese camino nos está conduciendo Macri. El segundo apotegma, “no reprimir alevosamente la resistencia popular” (porque durante el kirchnerismo hubo numerosas represiones a luchas reivindicativas con víctimas fatales pero también hubo un compromiso desde las más altas esferas del poder político nacional para resolver los conflictos por vías relativamente pacíficas, y de eso es testimonio el caso de Mariano Ferreira, y de otros, donde se procuró generar las condiciones políticas e institucionales para acabar con la impunidad y sofocar el abuso de Poder), se trastoca en el apotegma de “imponer el plan antipatria con toda la violencia necesaria y ejemplificadora”. Para ello existe toda una política oficial de refortalecimiento de la lógica represiva, intentando reescribir la Historia -comenzando por resucitar la “teoría de los dos demonios” (los que hacían la lucha armada contra la banda subversiva que tomó el Poder en 1976 son iguales que esos idiotas útiles al servicio del Pentágono)-, garantizando la impunidad de los viejos verdugos, recomponiendo la capacidad represiva del Nuevo Estado Colonia; haciendo cambios legales de gran trascendencia como leyes de arrepentidos e informantes (donde se comercian las penas y se institucionaliza el buchoneo), como el “protocolo de seguridad”, como la unificación de la justicia contravencional con la justicia de instrucción, como la centralización de la “lucha contra el narcotráfico” en un grupo de jueces adictos (me refiero al poder central, no a la droga, aunque bien podría ser), como el desmantelamiento de todas las reformas hechas por el kirchnerismo (procuradurías contra la trata y explotación de personas, contra el narcotráfico, contra el delito administrativo, contra la violencia institucional, jerarquización de los fiscales en la investigación e instrucción de las causas, etc.), y como otros cambios en los códigos penales y procesales que no sólo buscan facilitar la violencia represiva, sino además verticalizar el Estado en un régimen cada vez más dictatorial.
El contubernio cipayo
De la misma manera que en la década del treinta hubo una parte del radicalismo que pactó con los que derrocaron a Yrigoyen, hoy hay una parte mayoritaria de políticos del Partido Justicialista que prácticamente está cogobernando con Macri. Es por eso que hasta ahora el ser minoría en las Cámaras no le ha impedido a Macri aprobar las peores leyes de que se tenga memoria: derogación de la Ley Cerrojo (que impedía conceder a los fondos buitres mejor trato que al casi 93% los acreedores que habían aceptado la renegociación) y de Pago Soberano (que impide el pago en otros lugares que los establecidos en ella: Argentina y alternativamente Francia); autorización del nuevo endeudamiento para pagarle a los buitres; aprobación de los dos nuevos miembros de la Corte Suprema; reprivatización del ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) y cercenamiento de los derechos adquiridos por los jubilados; blanqueo de capitales…
Los integrantes de Cambiemos (la alianza electoral de PRO -el partido de Macri- con la Unión Cívica Radical -el partido de Fernando de la Rúa, el presidente que huyó en helicóptero de los techos de la Casa Rosada por la debacle del 2001- y otros partidos menores, con la que Macri a ganó las elecciones), del Frente Renovador (el partido que armó Sergio Massa -que estuvo en el gobierno de los Kirchner- para dividir el voto peronista y colaborar con la victoria de Macri), del Bloque Justicialista (los traidores que se fueron del bloque del Frente para la Victoria) y de otros bloques menores, todos ellos aliados en el cogobierno contra el pueblo, constituyen el contubernio de los cipayos, el contubernio de la antipatria, el contubernio de aquellos que viven del soborno o aceptan el chantaje del gobierno central (que usa el presupuesto federal para extorsionar a las provincias), todos parte de la nomenclatura política de un país gobernado directamente por los EEUU y los CEO’s de las corporaciones occidentales.
En este marco se destaca la actitud intransigente de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que se opuso terminantemente al reendeudamiento externo, a la privatización de la ANSES y al blanqueo de capitales que pretende legalizar los dineros mal habidos del “mejor equipo en 50 años”. Esta posición política no fue acompañada por la totalidad de las bancadas de diputados y senadores del Frente para la Victoria (alianza electoral que la llevó a la presidencia) aunque sí por una parte importante de las mismas. La impresionante movilización que la fue a respaldar cuando fue citada a declarar en una causa amañada para perseguirla y la importante influencia que tiene en varios estamentos del Estado, principalmente en las cámaras legislativas y en algunos pocos lugares del Poder Judicial, alcanzan como para demostrar que no se encuentra aislada pero sí que su poder es, desde lo institucional, muy limitado como para entorpecer con éxito esta agresión contra el pueblo y la Nación.
El amplio Frente Nacional que debe construirse para unir a la Resistencia contra las bombas de Macri obviamente que excluirá y señalará con el dedo a todos estos traidores, ya condenados para siempre como eso.
El caso López
Justamente un día antes de que se votara en la Cámara de Diputados el proyecto de ley ómnibus (llamado así porque es un conjunto de reglamentaciones) con el que se pretende reformar el sistema previsional, bajar las jubilacionies, privatizar el ANSES y blanquear los capitales fugados del país por los integrantes de Cambiemos, fue detenido en un poblado de los últimos cordones periféricos de la región metropolitana, en la Ciudad de General Rodríguez, el que fuera subsecretario de Obras Públicas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, José López. El hombre fue visto tirando bultos adentro de un monasterio. Cuando la policía lo detuvo se encontró con aproximadamente nueve millones de dólares en distintas monedas y una carabina Sig Sauer.
Este hecho es por lo menos sospechoso, ya que resulta muy oportuno y provechoso para el macrismo en un momento en que éste venía retrocediendo políticamente, el kirchnerismo venía recomponiéndose y el campo popular había realizado numerosas demostraciones multitudinarias de oposición a las medidas oficiales, y es por lo menos dudoso en sus características, que son muy raras, no sólo por el momento y lugar en que lo encuentran, sino por el estado de desvarío mental, paranoide y diciendo incoherencias, en que se hallaba el hombre. Con esta detención se detona un nuevo ataque de artillería mediática contra la expresidenta, ataque que dedicará horas a los 9 millones de dólares no declarados por López y ni un segundo a los miles que fugan y han fugado sistemáticamente los que integran el “mejor equipo en 50 años” que vino a rematar la Argentina.
Respecto de los kirchneristas, se puede decir que indudablemente cualquier incoherencia en primer lugar está mal, porque por eso es una incoherencia, y en segundo lugar siempre será usada en contra por los enemigos de una Argentina independiente y de un pueblo con derechos. Indudablemente que los funcionarios públicos y los dirigentes patrióticos siempre deben esforzarse por ser virtuosos y tener conducta. Pero por eso no podemos dejar de ver que quienes se rasgan las vestiduras son los verdaderos corruptos porque sus decisiones políticas, para todo el país, son estreguistas y traidoras, y no hay peor corrupción que la traición a la Patria.
En este punto viene al caso citar unos conceptos de ese trascendente pensador nacional que fue Arturo Jauretche: “los gobiernos populares son débiles ante el escándalo. No tienen, ni cuentan con la recíproca solidaridad encubridora de las oligarquías y son sus propios partidarios quienes señalan sus defectos que después magnifica la prensa. El pequeño delito doméstico se agiganta para ocultar el delito nacional que las oligarquías preparan en la sombra, y el vende patria se horroriza ante las sisas de la cocinera”.
Argentina está bajo fuego, no de los López, sino de conspiraciones diabólicas al servicio de los más oscuros intereses. No por nada el Papa rechazó una donación de 16.666.000 pesos (nótese el 666, que tiene un significado bastante concreto) de Macri para un programa impulsado por el mismísimo Francisco I. No por nada aparece un monasterio involucrado en la maniobra en la que López es detenido. ¿Serán casualidades? No lo sé. Lo que sí está claro es que son las medidas de Macri y no la inventada “pesada herencia” las que están produciendo un desplome generalizado de la actividad económica. Son las medidas de Macri las que están teniendo estos pésimos resultados, porque su objetivo no es otro que volver a hacer de Argentina una colonia dócil y del pueblo un rebaño al que explotar sin misericordia. Son las medidas de Macri las que han vuelto a entregarnos como país a los mismos que siempre nos depredaron.
A esta altura, con tanto descontrol generalizado, con una inflación cada vez más alta, con un festival de usureros picoteando la riqueza nacional en medio de una libertad total para el movimiento de los capitales golondrina, con despidos que no dejan de producirse, con un tarifazo de los servicios públicos que es un asesinato en masa, con una quiebra generalizada de gran parte de las empresas, todo provocado por las medidas de Macri, quien no lo quiera ver es porque ha elegido en qué lugar ponerse: del lado de los imperialistas, contra la Nación Argentina.
Argentina está bajo fuego. La Resistencia Nacional tiene el desafío de organizarse para enfrentar el ataque, de unirse políticamente para transformar lo cuantitativo en lo cualitativo. Más temprano que tarde nacerá ese Frente Político y el pueblo argentino encontrará las formas de revertir esta adversa situación, encontrará las formas de recomponerse, encontrará la manera de limpiar las aspilleras desde donde disparan los asesinos y lograr, por fin, retomar el camino del que nos apartaron un desgraciado 22 de noviembre.
Be First to Comment