Original publicado por Caja de Respuestas
Foto Original: Marcos Salgado
El pasado sábado 4 de agosto, el pueblo venezolano asistió en vivo y en directo a uno de los sucesos más dramáticos de su historia: un atentado terrorista que buscaba asesinar al presidente Nicolás Maduro, así como a la casi totalidad del Poder Ejecutivo, a los principales representantes del resto de los poderes, a integrantes del cuerpo diplomático y el Alto Mando militar.
Con el transcurso de los días, las venezolanas y venezolanos caemos en la cuenta que poco faltó para que estuviéramos ahora en una casi adivinable guerra civil que sería de imprevisibles consecuencias.
Durante la conmemoración del 81° aniversario de la creación de la Guardia Nacional Bolivariana, dos drones DJIM600 cargados con explosivo C4 estallaron sobre y detrás de la tarima en la que se encontraba el mandatario venezolano, quien era acompañado en el acto por todo el gabinete de ministros, así como el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello; el magistrado presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno; el titular del Poder Ciudadano y Fiscal General de la República, Tarek Wiliam Saab, todo el Alto Mando militar, así como representantes del cuerpo diplomático acreditado en el país, entre otras autoridades presentes en este acto.
El objetivo, por tanto, no era solamente eliminar al presidente Nicolás Maduro, sino descabezar al Estado venezolano para dar curso a otras acciones golpistas que permitieran lograr la aspiración largamente soñada por la oposición violenta de hacer caer al Gobierno Bolivariano y apropiarse de un zarpazo del poder.
Por fortuna, el sistema de interferencia de las señales celulares que se activa por medidas de seguridad en los actos presidenciales provocó que los drones perdieran el control y uno de ellos terminó explotando en el aire a una altura de cerca de 50 metros, mientras que otro chocó contra la fachada de un edificio para luego caer al piso y detonar allí.
Uno de los drones había sido lanzado desde un edificio de oficinas ubicado a cerca de cinco cuadras y otra de las aeronaves fue desplegada desde un vehículo que se encontraba estacionado a unas cuadras detrás de la tarima que encabezaba el evento.
La seguridad presidencial se encargó de la inmediata protección de Nicolás Maduro y de retirar al mandatario, que a pesar del atentado intentó por unos segundos continuar con el discurso.
Como consecuencia de la explosión del primer dron, siete guardias nacionales que se encontraban en la formación resultaron con heridas, mientras que vecinos del edificio donde impactó el segundo resultaron con lesiones leves (para ver la cronología completa de eventos, ingresar a https://www.telesurtv.net/multimedia/maduro-claves-atentado-venezuela-20180805-0035.html).
Las grandes heroínas
Ya a los 15 minutos del incidente estaban siendo develados sus autores materiales e intelectuales gracias al valor del pueblo venezolano y particularmente de sus mujeres.
Un grupo de vecinas de la zona en la que fue lanzado uno de los drones desde un vehículo en plena calle, entendieron que ese suceso no era normal y se acercaron a los terroristas.
Luego de la primera explosión “que venía desde arriba”, presumieron que había alguna vinculación entre esto y el despegue del vehículo que habían presenciado apenas unos minutos antes.
Las vecinas llamaron a la Policía y rodearon junto con otros vecinos a los terroristas para impedir que se fugaran mientras llegaban las autoridades.
Al ser capturados junto con las pruebas del delito flagrante, los terroristas inmediatamente comenzaron a rendir declaraciones que permitieron identificar a algunos de los autores intelectuales que se encuentran en la República de Colombia y los Estados Unidos.
Del mismo modo, identificaron a sus cómplices que fueron capturados cuando huían por vía terrestre hacia la misma Colombia.
¿Primero Justicia?
La acción de los cuerpos de seguridad permitió a partir del propio sábado la captura de 19 civiles y militares vinculados al intento de magnicidio y descabezamiento del Estado, así como a quienes desde fuera del país participaron en su entrenamiento, así como en la organización y financiamiento de esta acción que de haber logrado su objetivo hubiera sido atroz.
Las personas capturadas revelaron que los drones fueron traídos desde Colombia, país donde el grupo terrorista también recibió su entrenamiento, específicamente en la hacienda Atalanta, ubicada en el municipio Chinóteca del departamento Norte de Santander, fronterizo con Venezuela.
Norte de Santander es uno de los municipios con mayor incidencia del paramilitarismo colombiano que fundara el expresidente Álvaro Uribe Vélez, cuna de las tristemente célebres “Águilas Negras” y lugar donde 22 líderes sociales han sido asesinados desde el 1° de enero de 2016.
Los detenidos revelaron que para poder cruzar libremente la frontera entre ambos países contaban con la protección del diputado Juan Requesens, quien era el responsable del contacto con al menos un funcionario de Migraciones de Colombia, de nombre Mauricio Jiménez Pinzón, quien franqueaba el paso de los confabulados.
Las declaraciones de los detenidos señalaron al también diputado Julio Borges (quien se encuentra autoexiliado en Bogotá) como el jefe político de esta operación.
Ambos diputados pertenecen al partido de ultraderecha Primero Justicia, al que también pertenece el ex candidato presidencial opositor Henrique Capriles Radonski, quien actualmente reside en New York.
Primero Justicia ha sido identificada como la organización que bloqueó la posibilidad de suscribir un acuerdo producto del diálogo entre el Gobierno Bolivariano y la oposición de derecha que se realizó en República Dominicana.
Particularmente Borges habría impedido que se firmara el documento luego de recibir una llamada del exsecretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson.
En la mañana de este miércoles, la Asamblea Nacional Constituyente levantó la inmunidad parlamentaria de ambos legisladores a efectos de que puedan ser juzgados por este crimen.
Como financista de la operación aparece Osman Delgado Taboski, quien según los avances preliminares estuvo directamente al frente de la planificación y dirección del atentado desde Miami (Florida, Estados Unidos) en comunicación directa con los involucrados a través de mensajes de voz.
También este miércoles, el canciller Jorge Arreaza se reunió con James Story, encargado de negocios de Estados Unidos en Venezuela para solicitarle la cooperación de ese país en la captura y extradición de Delgado Taboski, de quien existe convicción plena de su participación en el macabro plan.
Los otros financistas serían Raider Russo y el coronel (R) de la GNB Oswaldo García, quienes residen en Colombia.
Los militares capturados están presuntamente vinculados con el asalto al fuerte Paramacay, ocurrido en agosto de 2017, del que fue sustraído armamento y municiones, así como con Oscar Pérez, el comando policial que desde un helicóptero tiroteó y lanzó granadas contra las sedes del Tribunal Supremo de Justicia y el Ministerio del Interior.
Ni tan santo…
El presidente Maduro realizó una comparecencia en cadena de radio y televisión pocas horas después del atentado y señaló que todo apuntaba hacia el hasta ese momento presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
“Todo apunta a la derecha, a la ultraderecha venezolana en alianza contra la ultraderecha colombiana y que el nombre de Juan Manuel Santos está detrás de este atentado, no tengo dudas, la saña asesina de la oligarquía colombiana, estoy seguro aparecerán todas las pruebas, estoy seguro, pero los primeros elementos de investigación apuntan a Bogotá, por eso los anuncios dramáticos del final de Maduro, del final del régimen”, acusó el mandatario venezolano.
Maduro recordó también que “precisamente en el momento en que me encontraba denunciando el plan golpista, el plan violento, conspirador contra el pueblo de Venezuela que han ido adelantando y anunciando los factores de la ultraderecha, la ultraderecha venezolana, de la ultraderecha bogotana, colombiana, de la ultraderecha miamera, en un plano de desesperación total, que teníamos tiempo que no veíamos, teníamos tiempo que no veíamos esas declaraciones maximalistas, pudiéramos llamar premonitorias de tragedia, de violencia, teníamos tiempo que no veíamos cómo se alineaban las declaraciones de un Juan Manuel Santos, por ejemplo, diciendo que Venezuela está al borde del final del régimen, que Maduro está al borde del final de su vida, por ejemplo, Juan Manuel Santos lo ha declarado en varias reuniones: “Estamos en los días finales de Maduro…” Y si lo dice Juan Manuel Santos que es parte de la oligarquía asesina bogotana, qué se pueden esperar ustedes”.
El pasado martes, Maduro realizó una alocución televisiva con diversas pruebas obtenidas de los dispositivos electrónicos de los complotados, así como de sus propios testimonios.
“Creo que lo que ha sucedido el 4 de agosto, sin lugar a dudas, significa una inflexión definitiva de la derecha golpista en relación a la lucha política en el país”, señaló al tiempo que recordó que -aún en tiempos de lucha armada- la izquierda venezolana jamás apuntó a la eliminación física del adversario político.
Mientras tanto, “la oposición venezolana en todos estos años ha estado en dos aguas: en las aguas infestadas del golpismo, de la conspiración permanente nacional e internacional y en las aguas de las luchas políticas y electorales. Cuando han venido a las aguas de la lucha política para recoger firmas y participar en las elecciones, han sido bienvenidos, y donde han triunfado, como siempre, hemos sido los primeros en salir a reconocer sus triunfos del tamaño y la magnitud que fuesen”.
Ay, los medios
El papel de los medios de comunicación social en las primeras horas posteriores al atentado fue vergonzoso. A pesar de la evidencia de los hechos transmitidos en cadena nacional de televisión, grabado por decenas de teléfonos celulares y con responsables materiales casi inmediatamente capturados, las grandes cadenas noticiosas negaron y ridiculizaron los hechos y se mantuvieron en este papel hasta que empezaron a surgir quienes reivindican la autoría del hecho.
Entre ellos, el grupo “Soldados de franela (camiseta)” quien reivindicó el atentado a través de un comunicado leído el propio sábado por Patricia Poleo, periodista venezolana que reside en Miami desde algún tiempo después del golpe de Estado cometido contra el comandante Hugo Chávez en abril de 2002 en el que estuvo directamente involucrada.
En un vomitivo programa televisivo emitido el pasado lunes por un canal maiamero, el comunicador peruano Jaime Bayly, quien también reside en esa ciudad, no solamente reconoció estar enterado de estas acciones con anterioridad por haberse reunido con sus organizadores, sino que reivindicó el apoyo a dicho intento de asesinato en masa.
Por último, el exjefe de la Policía del municipio San Diego del estado Carabobo cuando esa localidad era gobernada por Primero Justicia, reivindicó también desde Miami su autoría en la acción.
Uno podría suponer que los medios reconocerían la evidencia. Sin embargo, para estas horas lo que hacen es dedicarse a discutir las cantidades de C4 que se informó transportaban los drones.
De todas maneras, para tristeza de las comunicadoras y comunicadores, ya nadie les cree a los medios hegemónicos en este país.
El pueblo venezolano, a pesar de las dificultades y las agresiones internas y externas, no ha cesado de movilizarse por la paz y rechazar la violencia una y otra vez.
Mientras tanto, resiste la guerra económica y cifra esperanzas en la soberanía productiva y la reconversión económica que iniciará a partir del próximo 20 de agosto.
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