Una epidemia de fraude extranjero en China
Por Larry Romanoff – 19 de septiembre de 2020
Traducción: AIX
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El fraude comercial a los consumidores por parte de las multinacionales extranjeras en China se ha generalizado tanto que los factores de confianza normales, como la popularidad de la marca, los altos estándares o una reputación exitosa, ya no son indicadores fiables para los consumidores chinos. Cientos de empresas extranjeras de bienes de consumo han violado, tan consistente y repetidamente, no sólo innumerables leyes, sino todas las normas y estándares de moralidad y ética, de orgullo por el producto e incluso de simple decencia común, que el buen funcionamiento de los mercados podría convertirse pronto en algo imposible. La mayor parte de estas infracciones no son menores; sino que casi todas son punibles y una gran parte de ellas serían calificadas como delitos graves en Occidente. Estarían incluidas la publicidad fraudulenta y los fraudes de precios de consumo de todas las naturalezas, la fijación constante de precios y la manipulación de los precios al por menor, las violaciones de la ley contractual, la conducta de JVs (Joint Venture) fraudulentas, la evasión fiscal, el fraude al consumidor, el soborno, el espionaje, las violaciones de visados, la fijación ilegal de precios de transferencia, las denegaciones de servicios de garantía, la venta de productos usados o reacondicionados como nuevos, la grave contaminación ambiental, el abuso físico de los trabajadores, los salarios por debajo de los niveles legales, las horas extras no pagadas, la venta a sabiendas de carne en mal estado y productos alimenticios contaminados, el envío intencionado de alimentos y bienes de consumo de baja calidad a China, las violaciones flagrantes de la salud. La lista es casi interminable.
Multinacionales americanas como Wal-Mart, Coca-Cola, Pepsi, Nike, Apple y P&G no sólo muestran una terrible falta de responsabilidad social, sino que denotan un claro desprecio mordaz tanto para los consumidores a los que defraudan como para los gobiernos. Se especializan en la explotación de mano de obra barata en los países en desarrollo, combinada con una amplia gama de estrategias comerciales ilegales y criminales, y luego emplean poderosas tácticas de relaciones públicas, cabildeo y soborno, para evitar saldar cuentas por sus productos o acciones. Y en todos los casos, cuando se descubre otro fraude u otra violación, estas empresas responden con una arrogancia que parece casi surrealista, una especie de locura basada en mentiras y negaciones, afirmaciones sobre “valores fundamentales” y “altos estándares”, forzosamente seguidas por una serie de donaciones caritativas, una estrategia de Relaciones Públicas habitual en los hermanos Saatchi. Cuando se descubrió que Coca-Cola vendía productos que contenían niveles peligrosos de pesticidas y de cloro puro, la compañía simplemente negó la indiscutible evidencia, afirmando airadamente que sus productos eran seguros para el consumo, y se negó a retirarlos. Cuando finalmente se vio obligada a destruir todos los productos en mal estado, la compañía emitió una enfurecida y arrogante verborrea de insensateces sobre los altos estándares y los valores fundamentales, recordando a los chinos que Coke había hecho contribuciones a organizaciones benéficas locales. Creo que la mayoría de los chinos renunciarían con gusto a la caridad de Coca-Cola si la compañía retirase los pesticidas de sus bebidas y sus distribuidores se abstuvieran de agredir a los empleados hasta dejarles inconscientes cuando reclaman sus salarios.
Las multinacionales americanas y europeas son mundialmente famosas por presionar a los gobiernos locales para evitar que se establezcan normas de salud, laborales, ambientales u otras normas que interfieran con su rentabilidad, a menudo recurriendo al poder político del Departamento de Estado para intimidar a los gobiernos locales y conseguir así que reduzcan su nivel de exigencia o eviten el enjuiciamiento de sus directivos. La administración presiona a los gobiernos de todas partes en sus intentos de prevenir o descarrilar la legislación laboral y salarial, así como conspirar e interferir en las leyes ambientales. Estos problemas existen en todas las naciones, pero los países en vías de desarrollo son los más afectados debido a una legislación inadecuada y al poder de conspiración de estas empresas en lo relativo a la presión política y al soborno. Existen muchos informes de directivos que, como práctica comercial regular, con frecuencia intimidan y/o sobornan a funcionarios locales y políticos para que pasen por alto las infracciones y evitar así las correspondientes sanciones por violar las leyes. Además, existen muchos informes similares de directivos que ejercen su poder en muchos países para influir en los medios de comunicación y hacer que se supriman las noticias negativas sobre los productos de la compañía, siendo un ejemplo las dimisiones a punta de pistola de Coca-Cola en México.
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