por Leandro Lutzky. En Russia Today en castellano
El referente del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y líder de su delegación en los diálogos de paz con el Gobierno, Pablo Beltrán, fue entrevistado en exclusiva por RT.
Es jueves 5 de abril por la tarde en la República del Ecuador. A una hora de Quito, la capital, hay una pequeña y humilde localidad llamada Cashapamba, dentro de la provincia de Pichincha, donde desde hace más de un año que representantes del Gobierno de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de aquel país están desarrollando los denominados diálogos de paz. La intención, en los papeles, es poner fin a un conflicto armado que lleva más de cinco décadas entre el grupo guerrillero y las fuerzas del Estado. Sin embargo, falta mucho para que terminen los enfrentamientos.
El predio obtenido por la Presidencia ecuatoriana para brindar un escenario a las negociaciones pertenece a la Pontificia Universidad Católica, que cedió su sede campestre para destrabar el conflicto. El sitio está escondido, y a pesar de su gran tamaño los vecinos desconocen su existencia. En otras palabras, tampoco saben que allí se está desarrollando uno de los debates más intensos de América Latina. Al final de una pequeña calle interna, puede observarse un portón negro custodiado por policías ecuatorianos. Nos dejan ingresar, pero advierten que no pueden tomarse fotografías en aquel bello terreno universitario, ideal para un día de campo.
Un oficial nos acompaña para encontrar al anfitrión de la jornada, quien aguarda en una lujosa casa al fondo de la propiedad. El lugar es vigilado por las autoridades locales, que saludan y sonríen ante nuestra visita. El comandante Pablo Beltrán, uno de los miembros más influyentes del ELN y jefe de la delegación de diálogos en las negociaciones, aparece en escena y saluda con una sonrisa. Sería difícil suponer que este hombre de 63 años, estatura mediana y una serenidad llamativa —considerando el grado de tensión existente en su país—, conforma el Comando Central del grupo armado.
La sala donde se desarrolla el reportaje está custodiada por los propios militantes del ejército revolucionario, que cuentan con un organizado operativo de seguridad para esta clase de encuentros. Allí se comunican entre ellos con transmisores y receptores portátiles. Uno de los guerrilleros nos ofrece café, y todo está listo para comenzar la entrevista a la milicia, que aún no firmó un acuerdo de paz con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Beltrán entró al movimiento en los años 70, cuando estudiaba la carrera de Ingeniería. Por aquel entonces, el grupo tenía gran influencia dentro del mundo universitario. La tendencia ideológica del ELN es socialista, principalmente con raíces marxistas. Los colores rojo y negro que representan al conjunto guerrillero están inspirados en la acción revolucionaria nicaragüense de Augusto Calderón Sandino, impulsada en la década de 1920, y el movimiento 26 de Julio de la revolución cubana, nacido en los 50. La doctrina guevarista, que plantea la guerra de guerrillas para obtener el poder, es un bastión fundamental en la conformación del conjunto rebelde. De hecho, el entrevistado no oculta que el objetivo final es tomar las riendas de Colombia.
Cuando no se mencionan las víctimas o los efectos colaterales del conflicto, el discurso del comandante se torna teórico: “Mientras muchos países de la región tuvieron procesos democratizadores, en el siglo XX en Colombia eso no ocurrió. Hay una élite que es muy refractaria a los cambios. Por ejemplo, si mira los agentes estatales, están muy subordinados a las multinacionales mineras, y si mira las zonas de mayor extracción minera, son las más miserables. Los índices de la concentración de la tierra, son peores. Si observa cualquier índice de desarrollo humano, Colombia es uno de los países más desiguales del continente”, comenta el dirigente para explicar por qué empuñan las armas hace casi 53 años.
RT: ¿Cree en la democracia representativa?
P.B.: Al no haber más, por lo menos es algo. Sin embargo, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) se acaba de convertir en partido político y hay un ambiente de hostilidad, de cerco y hostigamiento donde ni siquiera le quieren dejar surgir como fuerza política. Entonces, para que haya cambios en Colombia tiene que haber una participación muy grande de la sociedad.
RT: ¿Se puede hacer la revolución sin apoyo social? ¿Cuentan con la aceptación del pueblo colombiano?
P.B.: Por favor… No estaríamos tantos años como guerrilla si no tuviésemos bases sociales, o si no representáramos los intereses de gran parte de la población en Colombia. Es la única explicación, porque de enemigos tenemos la maquinaria militar más grande que ha conocido la historia de la humanidad, que es Estados Unidos, y la oligarquía colombiana es su aliado estrecho. ¿Qué elemento de la maquinaria militar estadounidense no se probó aquí? Ninguno.
RT: La Administración de Santos afirma que el ELN posee tan solo 1.500 miembros. ¿Esto es real?
P.B.: Nos alegra que el Gobierno tenga sus cifras —se ríe—, pero no cuentan a los sectores urbanos o adherentes de otras regiones del país. Es difícil decir cuántos somos.
RT: ¿Ve factible desarrollar una plataforma electoral para el Ejército de Liberación Nacional?
P.B.: Nuestro fuerte es tener una amplia inserción social. Promover la organización de la gente y también de aquellas personas que tienen opciones electorales. Pero no es nuestra única aspiración, los cambios en Colombia solo van a llegar, como mínimo, si hay grandes sectores de la sociedad organizados que presionen. Si no, va a seguir igual.
RT: El próximo 27 de mayo habrá elecciones presidenciales en Colombia. ¿Con qué candidato el ELN se vería más fortalecido? ¿Se inclinan por alguno en particular?
P.B.: Han pasado tantos presidentes… Lo fundamental es que cualquier Gobierno que quede, el que sea, le dé continuidad al proceso de solución política. Invitamos a todos los candidatos a hablar con nosotros.
RT: ¿Su objetivo último es la toma del poder?
P.B.: Por supuesto. Si hay clases minoritarias privilegiadas que gobiernan para sí mismas, hay que sacarlas del poder.
RT: Y si toman el poder, ¿cómo podría ser aquel escenario?
P.B.: Es un escenario muy simple. Cualquier Gobierno que quiera ser exitoso en América Latina tiene que hacer reformas sociales. Las principales son salud y educación. El dinero sale de los recursos, que los poseen las multinacionales. Conclusión: usted termina haciendo una pelea soberanista.
RT: El comandante Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía reconoció que el ELN secuestró al gerente de la Empresa Municipal de Servicios Públicos del departamento de Arauca, José Leonardo Ataya Rodríguez, y al ingeniero de Ecopetrol, Rafael Andrés Riaño. A su vez, recientemente fueron liberados el excandidato a alcalde por el municipio de Teorama, Arturo Baene, y los ciudadanos Yulbreider Pallares Baene, Ronald Montejo y Leonardo Pallares, quienes según la Policía local habían sido secuestrados por su agrupación. ¿Por qué realizan esta clase de acciones?
P.B.: La mayoría de las privaciones de libertad son por condiciones de seguridad. Colombia es un país en guerra, usted no puede aparecer en cualquier rincón y no decir a qué va, de dónde viene o quién es. Son acciones muy comunes. Otras privaciones son de propósito económico. En las zonas donde estamos la gente paga unos impuestos. Cuando no pagan, se hacen privaciones temporales para presionar el pago de esos impuestos.
RT: ¿Funcionan como un Estado paralelo?
P.B.: Correcto.
RT: ¿En qué consiste el pago de impuestos?
P.B.: Por ejemplo, los productores en una zona ganadera pagan a gusto una cuota de seguridad. Además, cuando un comerciante entre a comprar coca, tiene que pagarnos un dinero extra.
RT: ¿Las privaciones de libertad no generan rechazo social?
P.B.: No, porque resulta que hay muchas regiones donde el Estado no existe, con mafias y bandas, y entonces la guerrilla siempre implica una regulación social. Ahora que se desmovilizó la FARC y muchos de los fenómenos criminales se han disparado, el mismo Gobierno los explica por la ausencia de la guerrilla. Entonces, el Estado no está o solo tiene una expresión represiva. En esa zona, nuestra guerrilla hace control social, pero sobre la base de las normas de convivencia de las comunidades.
RT: ¿Qué mensaje se quiere dar con los secuestros?
P.B.: Mire, si hay penetración de espías, en las zonas nuestras, se considera como una acción defensiva detenerlo. En la mesa de negociaciones quedó claro que las acciones defensivas se siguen haciendo.
RT: Si cualquier individuo entra a alguno de sus territorios, ¿lo secuestran?
P.B.: Pues, vamos a ver qué ha aparecido. Usted puede llevar una cámara, pero también puede contener un chip satelital. Esto es una guerra. Puede decir que viene del Vaticano, pero primero debería demostrarlo.
RT: ¿Cuáles son las zonas donde tienen mayor influencia?
P.B.: Si se mira todo el Pacífico, desde Panamá a Ecuador, son 900 kilómetros. Si mira la frontera entre Colombia y Venezuela, son 2.200 kilómetros. Si mira toda la parte sur occidental de Colombia, donde los Andes se abren en tres cordilleras, y si ve donde termina la cordillera central, y a los llanos o las selvas que van a la Amazonía, todas ellas son zonas donde tradicionalmente la presencia de la guerrilla ha sido histórica.
RT: ¿En aquellos lugares no existe el Estado formal?
P.B.: No hacen presencia. Mire el departamento del Chocó, si alguien se enferma tiene que ir al municipio de Pereira o Medellín para recibir atención de salud, porque no hay hospitales. Es un Estado fallido, entonces no existe.
RT: ¿Es verdad que reciben apoyo de Venezuela, como insinúa el Gobierno de Santos?
P.B.: Bueno, las relaciones existen, porque los campesinos que viven cerca de la frontera compartida, es como si tuviesen doble nacionalidad. Pero no recibimos apoyo logístico en territorio colombiano.
RT: ¿Por qué se vincula a la guerrilla con el narcotráfico?
P.B.: Los campesinos que hacen cultivo de coca lo hacen porque es el único cultivo rentable. Si cultivan otra cosa, no sirve. Colombia hoy importa arroz, café y maíz. Con la globalización, desde la década de 1990, hubo una apertura económica. La importación de alimentos es muy grande y la economía campesina está quebrada. Neoliberalismo. En el último año los cultivos han crecido. En nuestros territorios, el aumento existe, y lo que hacemos es organizar asociaciones campesinas de cocaleros. Entonces vienen las fumigaciones aéreas con glifosato y la represión, pero los campesinos se están organizando para impedirlo.
RT: No responde la pregunta. ¿Los vínculos con el narcotráfico son reales o un invento de la prensa?
P.B.: Le cobramos impuestos a los tipos que van a comprar la coca a nuestras zonas, pero tenemos absoluta prohibición de involucrar nuestras fuerzas en laboratorios, pistas, cargamentos o rutas. En toda la cadena, solo incidimos en la primera etapa, que es el tipo que entra a las zonas campesinas a comprar la hoja de coca.
RT: Pero, saben lo que pasa después con esa hoja de coca, ¿cierto?
P.B.: Sí, hay laboratorios, pero nosotros buscamos que no estén en nuestras zonas de influencia, porque hacen procesamientos muy artesanales y dañinos. De allí sale el crack, por ejemplo. Pero ello tiene un estudio económico. Si mira desde que el campesino siembra hasta que la cocaína se vende en las calles de Nueva York, el 98% de la ganancia se queda en EE.UU. El 2% está entre el comerciante pequeño, que la saca de la zona y la pone en los puertos, y el campesino, que con dificultad logra pagar sus costos.
RT: Más allá de su defensa al campesinado, ¿no es contradictorio participar del proceso conociendo su destino final?
P.B.: Sí y no. Nosotros siempre vamos a estar al lado de la gente. Defendemos que el campesino no hace algo criminal. Si el campesino tuviese otra fuente de ingreso, somos los primeros en decir que haya una sustitución de cultivos voluntaria, como ya lo expresó Naciones Unidas.
RT: FARC denunció públicamente que el ELN mató a algunos de sus miembros. ¿Es verdad?
P.B.: Hubo choques. Estuvimos reunidos aquí con sus dirigentes, examinamos la situación y en muchas zonas hay mezclas muy difíciles. Por ejemplo, grupos que se consideran de FARC y que no se metieron al proceso de paz, otros que se salieron de los sitios donde ellos estaban concentrados. En la zona del Pacífico hay bandas vinculadas a los cárteles de México. En esas zonas conflictivas, pudieron haber choques o errores nuestros, con FARC.
RT: ¿Errores son muertes?
P.B.: Sí, claro.
RT: ¿Pueden visualizar un trabajo en conjunto?
P.B.: Nos encontramos con FARC en todas las esquinas de Colombia, para todo. En la lucha social, electoral o en la organización de comunidades cooperativas. Son esfuerzos de unidad de acción. Hay que hacer procesos conjuntos para que prosiga el proceso de paz. Es decir, que nuestras negociaciones avancen, pero que el Gobierno cumpla su acuerdo con FARC. El incumplimiento de la Presidencia nos dice que no es una buena contraparte.
RT: ¿Habrá un nuevo cese al fuego?
P.B.: Estamos trabajando en eso.
RT: ¿En qué situación se encuentran las negociaciones con el Gobierno?
P.B.: Por un lado, se está haciendo un balance del cese anterior y se proyecta uno nuevo. Otra parte de la mesa se ocupa de crear el diseño del diálogo nacional, para que la sociedad participe en la solución política. El cese al fuego debe ser para favorecer el avance de la agenda. La agenda debe plantear transformaciones que cambien las causas que motivan el alzamiento armado. No es darle una salida a una guerrilla, porque nosotros somos un medio más. Esto debe servir para que más gente salga de la apatía, con un efecto movilizador. Que se escuche a la gente que nunca se escucha y se empodere a amplios sectores.
RT: ¿Qué pacto hicieron con Santos a cuatro meses de finalizar su mandato?
P.B.: En ese tiempo hay que lograr avanzar lo más posible las negociaciones para dejar el proceso avanzado en un punto de consolidación, para que cualquier presidente que llegue se vea presionado a darle continuidad.
RT: ¿Cuáles son sus exigencias para dejar las armas?
P.B: Llevamos tantas décadas en guerra… Lo primero es sacar la violencia de la política y que se pueda consolidar una fuerza alternativa que la rete.
RT: Entonces falta mucho para ver la paz en Colombia.
P.B.: El camino es largo. No en vano es el principal aliado de EE.UU. en América Latina, y ellos saben cómo mantenerse en el poder. A este pueblo hay que organizarlo. Falta bastante.
RT: ¿Mató a alguien alguna vez?
P.B.: No, porque generalmente en el rol de mando uno nunca está en las primera filas. Comencé en la guerrilla urbana y lo que más hacíamos era propaganda o expropiaciones económicas, como robo de bancos y joyerías, porque se necesita dinero.
RT: ¿Mataría por la paz?
P.B.: Esta oligarquía nunca va a gobernar para el pueblo, esa idea hay que sacarla de la cabeza. ¿Conclusión? Hay que organizarse para tomar el poder, ese es el trabajo. La oligarquía debe decidir de qué manera entregarlo, si de manera pacífica o mediante las armas.
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