Por Rolando Garrido Romo
Al parecer cada vez más estadounidenses están escuchando con atención el mensaje del multimillonario que llama a cerrar la frontera sur, expulsar a todos los inmigrantes indocumentados; rechazar nuevos tratados de libre comercio y servicios, iniciar una ofensiva comercial y económica contra China y México, y traer de nuevo a Estados Unidos las inversiones y los empleos que la globalización le ha quitado.
Trump no dice mucho sobre el “terrorismo”, la “amenaza iraní” o la “agresión rusa”, aunque cuando lo cuestionan al respecto, cae en los mismos conceptos del resto del establecimiento republicano, señalando que será “duro” con el terrorismo, que negociaría mejor un acuerdo con Irán de lo que ahora lo está haciendo Obama, y que no permitiría ningún tipo de reto a la hegemonía estadounidense, aunque en la realidad son más bien ideas vagas, sin verdadero conocimiento de fondo sobre lo que habla y más bien tratando de quedar bien, en la superficie, con la base más pro militarista y neoconservadora del Partido Republicano.
Tampoco se le ve a Trump muy cercano a la base evangélica del partido, que por lo general asume las posiciones neoconservadoras y pro israelíes de la mayoría de los legisladores, gobernadores y dirigentes de dicho partido, que responden a sus patrocinadores económicos, que son principalmente multimillonarios judíos estadounidenses (como Sheldon Adelson, Paul Singer, etc.).
Así que si Trump les gana la partida al ejército de precandidatos que los neoconservadores han puesto a competir entre sí, para ver quien demuestra ser más “halcón” y más pro israelí (a excepción del libertario Rand Paul), seguramente no tendrá en mente precisamente las prioridades de estos últimos, lo que muy bien podría llevar a un serio enfrentamiento dentro del Partido Republicano.
Lo que sí es cierto es que Trump no cuenta con el suficiente poder como para enfrentarse a los “halcones” neoconservadores y pro israelíes que dominan al Partido Republicano, lo que muy bien lo podría obligar a cambiar sus prioridades.
Ya hemos visto cómo durante la administración Obama, éste ha tenido que remar contra corriente en aquéllos temas que son fundamentales para los neoconservadores y sus patrocinadores pro israelíes, aunque en el tema central que ha sido iniciar una nueva guerra en el Medio Oriente, esta vez contra Irán, hasta ahora, Obama ha resistido las presiones y todavía tiene algunas posibilidades de evitarla antes de que deje la presidencia, siempre y cuando pueda lograr el acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, que cada día se dificulta más en concretarse, por la oposición de la mayoría republicana en el Congreso, manejada por las organizaciones que conforman el lobby pro Israel.
Sin duda una presidencia de Trump, con las prioridades que él ha establecido hasta el momento (antiinmigrante, anti libre comercio), sería una verdadera pesadilla para la subclase política mexicana y sus socios oligarcas, que son aliados del proyecto “Norteamérica”, que las grandes corporaciones estadounidenses han confeccionado para que México y Canadá sirvan como aportadores de materias primas baratas, y en el caso de México de mano de obra baratísima, para apuntalar la muy alicaída y emproblemada economía estadounidense.
El proyecto de Trump iría en sentido contrario, pues de cerrar la frontera sur1 como lo pretende, primero ya no pasarían miles de indocumentados para hacer los trabajos más duros y mal pagados de la economía de Estados Unidos, como en el sector de los servicios (restaurantes y hoteles), la construcción y la agricultura, lo que en un período de entre 6 meses y un año repercutiría en las numerosas empresas que dependen del bajo costo de esa mano de obra para obtener utilidades.
Ello evidentemente llevaría al cierre de muchos de ellas o al aumento en el precio de los productos y servicios que proveen a la economía.
Por otro lado, una buena cantidad de marihuana, cocaína y metanfetaminas que pasan por la frontera sur de Estados Unidos, para después venderse en las calles de Los Angeles, Houston, Chicago, Nueva York, etc. dejaría de llegar a esos mercados, lo que dispararía, o al menos elevaría el precio de esas drogas, por la menor oferta de la misma.
¿Qué consecuencias tiene un aumento del precio de la droga para consumidores habituales (alrededor del 10% de la población total de Estados Unidos)? Puede generar desesperación en muchos de ellos, ya sea porque no tengan la cantidad que habitualmente usan (falta de oferta), o porque simplemente ya no les va a alcanzar para comprar toda la que necesitan. Ello puede llevar a un aumento de la violencia de parte de los consumidores, en busca del abastecimiento de la droga que consumen. Y por el lado de los distribuidores, enfrentamientos para hacerse de un mercado que se achica, lo que bien puede generar guerras por el territorio en numerosas ciudades estadounidenses.
Ahora bien, si Trump decidiera no seguir con los Tratados del Pacífico y con la Unión Europea (TPP y TTIP), las grandes corporaciones multinacionales estadounidenses serían las que perderían más y ello las llevaría a enfrentar a Trump, ya sea financiando a candidatos al Congreso opuestos a las políticas de éste último, o de plano declarándole una guerra económica, retirando gran cantidad de dinero de los mercados estadounidenses, con objeto de generarle una crisis económica que lo obligara a cambiar de políticas.
En el caso mexicano, Trump muy bien podría retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que golpearía duramente a las grandes corporaciones estadounidenses, que son las que aprovechan más este tratado, pues importan los insumos que necesitan a sus plantas en México y exportan los productos terminados a Estados Unidos sin ningún arancel o barrera no arancelaria de por medio (y prácticamente sin ningún contenido nacional por parte de México), con lo que abaten sus costos enormemente.
Si Trump les tirara el TLCAN, ya no tendrían esas ventajas enormes (comercio intraempresa), y sus costos se elevarían nuevamente, pues tendrían que elaborar sus productos en países más alejados del mercado estadounidense y probablemente con costos de mano de obra superiores.
Para los gobiernos neoliberales mexicanos sería catastrófico, pues su muy deficitaria balanza comercial y de servicios2 la compensan en gran medida con el saldo positivo que se tiene en el comercio con Estados Unidos, de ahí que perder el TLCAN implicaría un déficit brutal en las finanzas públicas de México.
Pero ello obligaría por fin a impulsar una verdadera política industrial en México, que propicie cadenas de producción y con ello demanda de materias primas, insumos y diversos productos que tendrían que elaborarse en México, lo que en su momento se conoció en el país como “sustitución de importaciones”, durante la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra de Corea, debido a que los productos manufacturados que se importaban de Estados Unidos y Europa, ya no estaban disponibles por la guerra y había que manufacturarlos en el país.
Así también, el que miles de indocumentados mexicanos ya no pudieran entrar al mercado laboral de Estados Unidos, generaría una presión adicional sobre el mercado laboral mexicano, lo que obligaría a impulsar una política de empleo, y por lo mismo a dinamizar el mercado interno para absorber a esa mano de obra (más la que llegara de Estados Unidos expulsada por las deportaciones), con lo que la actual política de indiferencia y hasta desprecio de los gobiernos neoliberales hacia el mercado interno, tendría que cambiar.
Es cierto que la retórica antimexicana de Trump y las políticas antiinmigrante que podría implantar serían perjudiciales para los derechos humanos y laborales de los mexicanos, pero también por otro lado, le estarían cerrando la puerta a la política neoliberal de los gobiernos mexicanos, que ha devastado a la economía mexicana y ha barrido con el tejido social del país.
Por supuesto, todo esto es especulación pura, pero tal parece que la única forma de cambiar la trayectoria de desastre que lleva la economía mexicana desde hace treinta años, dirigida por tecnócratas neoliberales subordinados a Washington y Nueva York, sólo puede lograrse de la misma forma, que desde Washington y Nueva York la obstaculicen y la hagan finalmente descarrilar.
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