por Manlio Dinucci, en Red Voltaire
La reforma constitucional presentada a los italianos y rechazada por estos tenía como primer objetivo centralizar el poder, extendiendo los poderes del primer ministro a expensas de los de las regiones. Y a la vez ignoraba el desmantelamiento del Artículo 11 de la Constitución italiana, que prohíbe la guerra.
En franco desafío a los medios del poder, alineados junto al primer ministro Matteo Renzi, la mayoría de los italianos echaron por tierra el plan de reforma anticonstitucional redactado por este jefe de gobierno. Pero, para que este acontecimiento abra realmente un nuevo camino a Italia, es necesario otro «No» de importancia fundamental: un «No» a la «reforma» belicista contra el Artículo 11, uno de los pilares esenciales de la Constitución italiana [1].
Las opciones económicas y en materia de política interna presentadas por Renzi y rechazadas por la mayoría de los italianos, en realidad están indisolublemente vinculadas a las de la política exterior y militar. Las primeras corresponden a las segundas. Cuando nos proponen, acertadamente, aumentar los gastos sociales, no se puede pasar por alto que Italia dilapida en gastos militares 55 millones de euros cada día –cifra proporcionada por la OTAN pero que en realidad es mucho más elevada. Cuando se pide, con toda razón, que la ciudadanía tenga voz y voto en materia de política interna, no se puede ignorar el hecho que no tiene derecho a capítulo en cuanto a la política exterior, que sigue orientada hacia la guerra.
Mientras se desarrollaba con bombo y platillo la campaña sobre el referendo, se observó un silencio casi total sobre el anuncio que hizo a principios de noviembre el almirante estadounidense Backer:
“La estación terrestre del MUOS, en Niscemi, que cubre gran parte de Europa y África, ya está en servicio”.
Instalada por el gigante estadounidense de la industria de guerra General Dynamics, con ingresos ascendentes a 30 000 millones de dólares al año, la estación de Niscemi, en Sicilia, es una de las 4 estaciones terrestres del sistema MUOS, las otras 3 se hallan en Virginia, Hawái y Australia. A través de los satélites de Lockheed Martin –otro gigante de la industria de guerra estadounidense, con ingresos ascendentes a 45 000 millones de dólares– el MUOS conecta la red de mando del Pentágono con submarinos y navíos de guerra, cazabombarderos y drones, así como vehículos militares y destacamentos terrestres en movimiento en cualquier lugar del mundo donde se encuentren.
La entrada en servicio de la estación del MUOS de Niscemi refuerza la función de Italia como trampolín para el inicio de las operaciones militares de Estados Unidos y la OTAN hacia el sur y el este en momentos en que Estados Unidos se prepara para desplegar en suelo italiano sus nuevas bombas nucleares B61-12.
Durante la campaña sobre el referendo, también se observó un silencio prácticamente total sobre el «plan para la defensa europea» presentado por Federica Mogherini, plan que prevé el uso de grupos de batalla capaces de proyectarse, en 10 días, a distancias de hasta 6 000 kilómetros de Europa. El mayor de esos grupos de batalla, cuya «nación guía» sería Italia, realizó durante la segunda mitad de noviembre el ejercicio «European Wind 2016» en la provincia [italiana] de Udine. Participaron en ese ejercicio 1 500 soldados de Italia, Austria, Croacia, Eslovenia y Hungría. El grupo de batalla que Italia liderea fue certificado como fuerza en plena capacidad operativa y está listo para su despliegue, a partir de enero, en «áreas de crisis», principalmente en el este de Europa.
Para evitar todo malentendido con Washington, Federica Mogherini precisó que eso «no significa crear un ejército europeo sino disponer de más cooperación por una defensa más eficaz en plena complementaridad con la OTAN», lo cual es una manera de decir que la Unión Europea quiere fortalecerse en el plano militar manteniéndose bajo las órdenes de Estados Unidos en el seno de la OTAN, alianza militar a la que pertenecen 22 de los 28 países miembros de la Unión Europea.
Mientras tanto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, agradeció al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, por «haber mencionado la cuestión de los gastos militares» y precisó que «a pesar de los progresos realizados en cuanto a la repartición de la carga, todavía queda mucho por hacer».
En otras palabras, los países europeos miembros de la OTAN tendrán que asumir gastos militares mucho más elevados. Así que los 55 millones de euros que los italianos pagamos cada día para el sector militar están llamados a aumentar dentro de poco. Pero sobre ese asunto no habrá referendo.
Fuente: Il Manifesto (Italia)
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