Eduardo Jorge Vior para o Blog Saker Latinoamérica e Telam – 3 de junho de 2023
El bombardeo de la represa de Nueva Kajovka hace saltar los límites de una guerra que ya resultaba muy difícil de controlar y ahora amenaza ampliarse indefinidamente.
La destrucción de la represa hidroeléctrica de Nueva Kajovka, en el curso bajo del río Dniéper, indica que la guerra en Ucrania ha traspasado un límite y ha expandido el ámbito del enfrentamiento por lo menos a todo el territorio ucraniano, cuando no a los vecinos.
El 6 de junio por la madrugada el alcalde de la ciudad de Nueva Kajovka reportó una serie de ataques con lanzamisiles múltiples Oljá del ejército ucraniano contra la central hidroeléctrica de Kajovka, ubicada en la región de Jersón, controlada por Rusia y vecina con la península de Crimea. Al menos tres tramos de la represa colapsaron bajo la presión del agua, luego de que los proyectiles destruyeran las vigas de compuerta en la parte superior de la instalación. Como resultado empezó una descarga descontrolada del agua y la ciudad de Nueva Kajovka se vio anegada. El ataque derrumbó parcialmente la planta de energía y liberó aguas que arrastraban la represa, inundando pueblos y ciudades cercanas y provocando la evacuación de 1.500 personas de los territorios controlados por Rusia.
Por su parte, el ex presentador de la cadena norteamericana Fox, Tucker Carlson publicó en la mañana del miércoles 7 en su canal por Twitter lo siguiente: “La presa de Kajovka era en realidad rusa. Fue construida por el gobierno ruso. Actualmente se encuentra en territorio controlado por Rusia. El embalse de la presa suministra agua a Crimea, que ha sido la sede de la Flota rusa del Mar Negro durante los últimos 240 años. La destrucción de la represa es mala para Ucrania, pero aún más perjudicial para Rusia, razón por la cual el gobierno ucraniano consideró destruirla.”
Y añadió: “Cualquier persona en su sano juicio llegaría a la conclusión de que los ucranianos probablemente la volaron, al igual que volaron el gasoducto ruso Nord Stream el pasado otoño. Y de hecho, como ahora sabemos, los ucranianos hicieron precisamente eso. No parece que Vladimir Putin pretenda desencadenar una guerra contra sí mismo.”
¿A qué se debe la certeza del periodista conservador norteamericano? Sólo a un razonamiento lógico. Seis represas construidas en la época soviética jalonan el curso del Dniéper en el territorio ucraniano. La de Nueva Kajovka es la última, construida entre las provincias de Zaporiyia y Jersón, después de la curva en la que el río tuerce su dirección norte-sur a noreste-suroeste hasta desembocar en el Mar Negro al sur de la capital provincial de Jersón. Desde octubre pasado el curso fluvial marca en este sector la línea del frente entre ucranianos y rusos. La margen derecha, en manos de Kiev, es alta; la izquierda, bajo control ruso, es baja y anegadiza. De hecho, quien hoy mire el mapa de Google (empresa norteamericana), verá que toda la costa izquierda aparece como inundada. O sea, se ha perjudicado más el territorio bajo soberanía moscovita que el que controla el gobierno de Zelenski.
Además, como señala Carlson, desde el embalse de Zaporiyia, ubicado 130 km aguas arriba de la represa, se alimenta el canal que lleva el agua potable a la península de Crimea, integrada a Rusia desde 2014. No es plausible que Moscú haya querido dejar sin agua a su población y sus tropas. Se ha dicho también que la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, ubicada cerca del lago artificial, recibiría del mismo el agua para enfriar sus reactores. Sin embargo, versiones de técnicos señalan que la central reciclaría su agua en circuito cerrado y no necesitaría mayores tomas de agua del embalse.
Desde el punto de vista táctico, las posiciones defensivas rusas en la orilla izquierda del río han sido más perjudicadas que las ucranianas, ubicadas en la margen alta. El anegamiento de las vegas litorales ha inundado los campos de minas colocadas por el ejército ruso y sus trincheras. Rusia tendrá que retrasar apresuradamente su dispositivo defensivo en varios kilómetros.
Por otra parte, a la inundación sobrevendrá una baja general del nivel de las aguas que el mando ucraniano previsoramente está compensando desde antes de la voladura del dique abriendo las compuertas de las represas superiores. De este modo, aun con un nivel bajo de las aguas, se evitará su enlodamiento y el ejército ucraniano podrá traspasar su curso con facilidad. Finalmente, este debilitamiento de la línea defensiva rusa sobre el Dniéper obligará a su estado mayor a destinar mayores reservas a ambas provincias, alargará el frente de combate en unos 300 km y restará a los rusos valiosos efectivos en otras zonas del frente hoy afectadas por la contraofensiva ucraniana en curso.
Con bastante certeza puede inferirse, entonces, que la destrucción de la central hidroeléctrica de Kajovka es una operación planificada por las FF.AA. ucranianas, para cubrir el flanco de la contraofensiva actual en la provincia de Zaporiyia. Desde principios de mes el ejército ucraniano está atacando a los rusos en el este de la provincia, cerca de la frontera con Donetsk. Si consiguen avanzar hacia el Mar Negro, en la dirección de Melitopol, probablemente se produzca un desembarco en la orilla izquierda del Dniéper para encerrar a los rusos en una maniobra de pinza. Todo indica que Kiev y sus asesores de la OTAN eligieron esta zona como la principal para su avance hacia el sur.
Sin embargo, hasta ahora las fuerzas ucranianas no han logrado ningún triunfo significativo en ninguno de los cinco frentes en los que vienen atacando. Si Rusia prevalece en la guerra de desgaste que ha impuesto a su contrincante, ¿cuánto tiempo más seguirán los aliados occidentales enterrando armas y dinero en la tierra negra de Ucrania? Las protestas contra la guerra y la inflación que las sanciones provocaron se están multiplicando. En los mismos Estados Unidos la mayoría de la población reclama que el gobierno se ocupe más de los problemas internos que de la lejana guerra en Europa Oriental.
Si los aliados occidentales comienzan a retacear su apoyo a Zelenski, es dudoso que sus fuerzas puedan resistir mucho tiempo el embate ruso. En este caso, la baja del caudal del Dniéper lo convertirá en una avenida abierta, para que el embate ruso llegue hasta Odessa y las fronteras de Moldavia y Rumania.
Si, contra todos los cálculos racionales, en la OTAN se impone la línea guerrerista, intentarán en pocos meses, cuando el suelo se haya secado, atacar al ejército ruso por el frente del sur. Quizás pasen el río y avancen profundamente, ¿hasta dónde?, ¿hasta cuándo? El espacio ruso es inmenso y al verano sucede el invierno. ¿Cuántas tropas piensa enterrar la OTAN en esta guerra?
Con la destrucción de la represa de Nueva Kajovka la OTAN ha abierto un nuevo frente en su guerra contra Rusia. La guerra sigue saliéndose de madre y no aparece nadie que la vuelva a su cauce. Pronto la inundación puede taparnos a todos.
Eduardo J. Vior é um veterano sociólogo e jornalista independente, especialista em política internacional, professor do Departamento de Filosofia da Universidade de Buenos Aires (UBA).
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