por Peter Korzun. En diario en línea de la Fundación para la Cultura Estratégica. Traducción de Leonardo Del Grosso
La embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, Kay Bailey Hutchison, es una diplomática de alto rango. Sus palabras, sean las que sean, son oficiales, e incluyen los ultimátums y amenazas que se han convertido en el lenguaje cada vez más utilizado por los diplomáticos estadounidenses para implementar la política de persuasión forzosa o diplomacia coercitiva. Las declaraciones belicosas se están utilizando de esta manera como una herramienta.
El 2 de octubre, la embajadora lo volvió a demostrar. Según su declaración, Washington está listo para usar la fuerza contra Rusia. En realidad, presentó un ultimátum: Moscú debe detener el desarrollo de un misil que, según lo que cree Estados Unidos, está violando el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (Tratado INF. “Intermediate-Range Nuclear Forces”). Si no, el ejército estadounidense lo destruirá antes de que el arma entre en funcionamiento. “En ese punto, estaríamos estudiando la capacidad de neutralizar un misil (ruso) que podría golpear a cualquiera de nuestros países”, dijo Hutchison en una conferencia de prensa. “Las contramedidas (por parte de Estados Unidos) consistirían en destruir los misiles que Rusia está desarrollando en violación del tratado”, agregó. “Están en aviso”. Esto no es otra cosa que una advertencia directa de un ataque preventivo.
Es cierto que el cumplimiento del Tratado INF es un tema controvertido. Moscú ha sostenido muchas veces que Washington lo estaba violando, y esa posición ha sido comprobada. Por ejemplo, el sistema Aegis Ashore, que se ha instalado en Rumania y se va a desplegar en Polonia, utiliza el lanzador Mk-41, que es capaz de disparar misiles Tomahawk de rango intermedio. Esto es una violación flagrante del Tratado INF. El hecho es innegable. Estados Unidos acusa a Moscú de poseer y probar un misil de crucero lanzado desde tierra con una capacidad de un rango de 500 km a 5.500 km (310-3,417 millas), pero nunca ha habido ninguna prueba que respalde esta afirmación. Rusia ha negado sistemáticamente las acusaciones. Dice que el misil en cuestión, el 9M729, cumple con las disposiciones del tratado y nunca ha sido actualizado ni probado para el rango prohibido.
Esta es una afirmación razonable. Después de todo, no hay manera de evitar que tales pruebas sean detectadas y monitoreadas por los satélites. Estados Unidos podría plantear el asunto en la Comisión Especial de Verificación (SVC). En cambio, amenaza con comenzar una guerra.
Esto es trascendental, porque las palabras de la embajadora no fueron una declaración fallida o un comentario casual, sino que, de hecho, siguieron a otra “advertencia” hecha por un funcionario de los EEUU recientemente.
Hablando el 28 de septiembre en un evento de la industria en Pensilvania organizado por la Alianza de Energía del Consumidor, el secretario del Interior, Ryan Zinke, sugirió que la Marina de los EEUU podría usarse para imponer un bloqueo para restringir el comercio de energía de Rusia. “Los Estados Unidos tienen esa capacidad, con nuestra Armada, para garantizar que las rutas marítimas estén abiertas y, si es necesario, para bloquear … para asegurarse de que su energía no vaya al mercado”, dijo, revelando que esto era una opción. El Departamento del Interior no tiene nada que ver con la política exterior, pero el Sr. Zinke es un miembro de alto rango de la administración.
¡Dos declaraciones bélicas hechas una tras otra y ambas son poco menos que una declaración de guerra! Un bloqueo es un acto hostil que sería contrarrestado con la fuerza, y Estados Unidos es muy consciente de esto. También es muy consciente de que Rusia se defenderá. Es importante tener en cuenta que de la Casa Blanca no surgieron comentarios o explicaciones. Esto confirma el hecho de que lo que los funcionarios han dicho refleja la posición de la administración.
Esto trae a la mente el hecho de que la Ley de Interdicción y Modernización de Sanciones ha pasado a la Cámara de Representantes. La legislación incluye la autoridad para inspeccionar los puertos chinos, iraníes, sirios y rusos. Entre estos últimos se encuentran los puertos de Nakhodka, Vanino y Vladivostok. Este es un acto abiertamente hostil y una flagrante violación del derecho internacional. Si el proyecto se convierte en ley, es probable que comience una guerra donde los Estados Unidos actúan como agresores.
Trident Juncture, el mayor evento de entrenamiento organizado por la OTAN desde 2002, comienza el 25 de octubre y durará hasta el 7 de noviembre de 2018. Se llevará a cabo pegado a las fronteras de Rusia. El ejercicio ruso Vostok-2018 en septiembre fue el más grande visto desde la Guerra Fría, pero se llevó a cabo en el Lejano Oriente, lejos del área de responsabilidad de la OTAN. Es la OTAN, no Rusia, quien está escalando la ya tensa situación en Europa al realizar un ejercicio a gran escala adyacente a las fronteras de Rusia.
Rusia no es el único país amenazado con la guerra. También se están haciendo intentos para intimidar a China. Las tensiones están aumentando en el Mar de China Meridional, donde los barcos estadounidenses y chinos tuvieron una interacción “insegura” entre sí el 30 de septiembre. Apenas se evitó una colisión. Como resultado, el Secretario de Defensa estadounidense James Mattis tuvo que suspender su visita a China cuando fue cancelada por Beijing. El diálogo de seguridad entre las dos naciones se ha estancado.
Quizás lo único que queda por hacer es renunciar a tener una relación normal con los Estados Unidos. La declaración de la embajadora Hutchison está enviando un mensaje claro de: “olvídate de la diplomacia, volvemos a la Edad de Piedra”, con Washington a la cabeza. Esta es la nueva realidad, así que acostúmbrate. Solo encógete de hombros y trata de vivir sin los Estados Unidos, pero mientras tanto mantente alerta y listo para repeler un ataque que es muy probable.
Cabe señalar que Moscú nunca ha amenazado a Estados Unidos con una acción militar. Nunca ha desplegado fuerzas militares cerca de las costas de Estados Unidos. No empezó todas esas sanciones interminables y guerras comerciales. Al exponer las violaciones de los acuerdos internacionales por parte de Estados Unidos, nunca ha afirmado que el uso de la fuerza fuera una opción. Se ha esforzado por revivir el diálogo sobre control de armas y coordinar las operaciones en Siria. Pero también ha tenido que dar advertencias sobre las consecuencias, en caso de que fuera provocado, de responder a un acto hostil. Si sucede lo peor, todos sabremos quién tiene la culpa. Washington tiene la responsabilidad de llevar al mundo al borde de la guerra.
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