La paz en Yemen excluye a EEUU de Medio Oriente

Eduardo Jorge Vior para o Blog Saker Latinoamérica e Telam – 12 de abril de 2023

El restablecimiento de relaciones entre Irán y Saudiarabia con la mediación de China y Rusia hizo posible que Yemen alcance una tregua sin participación de Washington
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Tras ocho años de una salvaje guerra civil, incentivada por la reproducción en la otrora Arabia Felix de la rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, la mediación de Rusia, primero, y la de China, después, hicieron posible que los partidos enfrentados en Yemen, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) llegaran a una tregua arbitrada por el Sultanato de Omán.

Vale la pena enumerar la gran cantidad de actores involucrados, para que se entienda cuán abarcadora y compleja es la negociación, pero también cuán definitoria la exclusión de EE.UU., Gran Bretaña e Israel. Asia Occidental está pasando aceleradamente de la hegemonía norteamericana al espacio multipolar euroasiático. Obviamente, a Washington y Tel Aviv no les gusta esta deriva, pero ¿están en condiciones de perturbarla o su exclusión es ya definitiva?

Las respectivas autoridades yemeníes del norte y el sur del país y Arabia Saudita acordaron este sábado 8 con la mediación de Omán extender por seis meses el cese de hostilidades en la guerra que sostienen desde hace ocho años. La tregua anterior expiró en octubre de 2022, pero luego las partes no lograron prorrogarla debido a la demanda del movimiento Ansarulá (gobernante en el norte, comunmente denominado como hutis por una de las familias que lo dirige), para que Riad les destine parte de la renta por la explotación del petróleo y el gas en los yacimientos que los saudíes controlan en el este del país. No obstante, las hostilidades se redujeron a su mínima expresión durante ese lapso.

Para darle mayor duración y estabilidad, el nuevo acuerdo incluye condiciones adicionales: abrir nuevas rutas desde el aeropuerto de la capital de Yemen, Sanaá, levantar las restricciones al paso de barcos hacia y desde el norteño puerto de Hodeida y desbloquear carreteras.

También se acordó que los funcionarios públicos en todo Yemen sean pagados con los ingresos que los saudíes obtienen de la exportación de los hidrocarburos del este de ese país. Una vez en vigor el alto el fuego, se espera que bajo los auspicios de la ONU se ponga en marcha una negociación entre los muchos partidos involucrados, para dar al país un gobierno de unidad.

Inmediatamente después de firmado el acuerdo, Ansarulá instó a los Emiratos Árabes Unidos a que, a su vez, retiren las tropas del sur y oeste del país. Tras el acuerdo interno, el domingo llegaron a Sanaá negociadores saudíes y omaníes, para discutir con los líderes hutis un borrador “casi final” de acuerdo de paz.

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Arabia Saudí lanzó la sangrienta guerra contra Yemen en marzo de 2015 en colaboración con varios de sus aliados y con el apoyo armamentístico y logístico de Estados Unidos y varios estados occidentales, para reinstalar a Abd Rabbuh Mansur Hadi, que dimitió de la presidencia a finales de 2014 y posteriormente huyó a Riad en medio de un conflicto político con el movimiento Ansarulá. El objetivo de la guerra era también aplastar a este movimiento de orientación chiíta, que desde entonces ha estado dirigiendo los asuntos del Estado en ausencia de un gobierno efectivo en Yemen.

En los ocho años subsiguientes en Yemen se desarrolló una guerra por sustitución entre fuerzas del norte apoyadas por Irán y otras del sur sostenidas por los sauditas y emiratíes. Junto a éstos últimos y a veces chocando con todos, en el sureste se instalaron grupos terroristas vinculados a al Qaeda y al Estado Islámico. La guerra civil acarreó la muerte de centenares de miles de yemeníes y una hambruna generalizada.

Para ubicar este conflicto en el mapa de la guerra mundial en curso entre el bloque atlantista y el euroasiático, debe recordarse que el puerto de Adén está localizado al ingreso del estrecho de Bab el Mandeb, entre el Océano Índico y el Mar Rojo, por donde pasa el petróleo del Golfo en camino hacia Europa. Del otro lado del pasaje marítimo, en la africana Yibutí, hay una base naval norteamericana y una china (la única fuera de la República Popular), que protegen la navegación mercante contra los asaltos de los piratas con base en la vecina Somaliland. Para terciar en esta competencia, aprovechando la guerra civil, los emiratíes han ocupado las cercanas islas yemenitas de Socotora.

Cuando las presiones norteamericanas sobre Mohammed bin Salman, el heredero del trono saudita, se tornaron insostenibles para el reino y EE.UU. redujo sus compras de petróleo saudita, el reino se volcó hacia el bloque euroasiático, para ganar mercado y recuperar autonomía. En noviembre pasado, entonces, Xi Jinping visitó Riad. A partir de ese momento y favorecido por la cooperación ruso-saudita contra los límites impuestos por Occidente al precio de los hidrocarburos, Moscú y Beijing ocuparon el rol de árbitros de Asia Occidental. Desde su embajada en Bagdad, Rusia comenzó a arbitrar entre Irán y Saudiarabia y luego traspasó la mediación a su aliado chino. Finalmente, el pasado 10 de marzo, el Reino de Arabia Saudí y la República Islámica de Irán anunciaban en Beijing la reanudación de sus relaciones diplomáticas.

En una sucesión sin hiatos, el 26 de marzo decenas de miles de yemenies salieron a las calles de la capital Sanaá en el octavo aniversario del inicio de la guerra. Luego, el 7 de abril, se filtraba la noticia de que Arabia Saudita anunciaría su decisión de poner fin a la guerra en Yemen.

Durante toda la guerra Estados Unidos participó apoyando las acciones militares de la coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen. Los contratistas militares estadounidenses han prestado apoyo directo, en forma de piezas de repuesto y mantenimiento, a aproximadamente dos tercios de la Real Fuerza Aérea Saudí. Sin esta ayuda estas aeronaves habrían quedado fuera de servicio. Si bien desde marzo de 2022 los norteamericano no tuvieron parte en el lanzamiento de bombas, porque los sauditas respetaron la tregua acordada con los hutis, no por ello dejaron de abastecer a sus aliados.

El único interés propio de EE.UU. en la guerra de Yemen sigue siendo mantener el control del pasaje entre el Océano Índico y el Mar Rojo, tanto más cuanto que los chinos tienen una base del lado africano y los rusos van a abrir una en Sudán. Los acuerdos de este fin de semana dejan a Washington afuera del proceso político de Yemen, pero también reducen poderosamente su influencia sobre toda la península arábiga. Si se combina este tablero con el que están armando Rusia, Irán y Turquía en torno a Siria, el aislamiento de Estados Unidos e Israel se acentúa.

El arbitraje ruso-chino implica también que ambos pierden pie dentro de la política interna de los países árabes. Seguramente intentarán perturbar el proceso de paz, pero parece difícil que puedan frenarlo o dañarlo. Después de 200 años de intromisiones, en Yemen se cimentó la exclusión de las potencias occidentales de Medio Oriente.


Eduardo J. Vior é um veterano sociólogo e jornalista independente, especialista em política internacional, professor do Departamento de Filosofia da Universidade de Buenos Aires (UBA).

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