Por Dmitry Orlov – 27 setembro – 2022
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La gran noticia del día es que Biden voló 3 de los 4 gasoductos que no suministraban gas natural ruso a Alemania. Biden hizo exactamente lo que prometió y en este momento no veo ninguna razón para dudar de él, ya que hay muchas pruebas indirectas que apuntan a la participación de Estados Unidos en el acto: buques de la USN merodeando por la zona, probablemente colocando minas en las tuberías y partiendo justo antes de las explosiones. Tenemos que esperar a que la Casa Blanca culpe a Rusia del incidente; lo que sería un marcador adicional de culpabilidad. (Siempre es el ladrón el que grita más fuerte “¡Coged al ladrón!”). Pero no soy ni el juez ni el jurado en esto.
Sin embargo es necesario entender algunas cosas importantes acerca de la prematura desaparición de NordStream.
La potencia europea representada por la economía alemana ha desaparecido. Todo el milagro económico alemán estaba basado en la disponibilidad de un suministro constante de gas natural de bajo costo suministrado por Rusia; sin él, la industria alemana debe cerrar, despidiendo a cientos de miles de trabajadores y contemplando un nivel de angustia y malestar público nunca visto desde los días de la República de Weimar. Dado que la economía alemana ha sido la locomotora que ha arrastrado a gran parte del resto de la Unión Europea, la desaparición de NordStream es también una noticia espectacularmente mala para el resto de la UE. Los europeos tendrán ahora la formidable tarea de reprogramar los cerebros de unos y otros para hacerlos entender que Estados Unidos no es un amigo sino un enemigo.
El argumento económico de que EE.UU. está en capacidad de asumir el relevo como principal proveedor de gas natural a Europa mediante remesas de gas natural licuado producido a través de fracking es estrictamente una idiotez. El fracking en Estados Unidos ha sido posible fundamentalmente por el acceso a dinero a muy bajo costo, casi gratis, gracias a la política económica de Quantitative Easing. El fracking es extremadamente intensivo en capital, ya que requiere una inversión constante y masiva en equipos de perforación, bombas, explosivos, agua, arena, fluido de fracking y transporte. A diferencia de la explotación de pozos de petróleo y gas convencionales, los pozos de fracturación (fracking, ndt) son extremadamente efímeros, y la producción de un pozo determinado disminuye en orden de magnitud de dos dígitos cada año. Ahora que la inflación en EE.UU. se acerca a los dos dígitos y el dinero es cada vez más costoso en lugar de gratuito, el ritmo de la fracturación hidráulica se ha ralentizado. En resumen, EE.UU. pronto se enfrentará a una escasez, más que a un excedente, de gas natural y no estará en condiciones de sostener, y mucho menos de ampliar, sus exportaciones de GNL. Añádase a esto el hecho de que el fracking se está concentrando ahora en la cuenca del Pérmico, donde todavía hay pozos productivos que encontrar, ya que gran parte del resto del territorio de fracking ya ha sido agotado; por lo tanto, no hay razón para esperar que el fracking en EE.UU. vuelva a estar en auge, incluso en caso que el dinero volviera a ser gratis. Añádase a esto el hecho de que no tiene la capacidad industrial ni la capacidad de transporte para hacerlo. La idea de que este ataque terrorista a los oleoductos es parte de un esfuerzo de competencia desleal simplemente no se sostiene.
Algunos pensadores profundos han expresado la idea de que todo esto podría formar parte de un plan maestro para obligar al capital y a la industria europeos a trasladarse a Estados Unidos, donde la energía sigue siendo algo abundante. Hay un pequeño puñado de problemas con este plan. En primer lugar, el capital europeo está atado a lo que ahora se está convirtiendo en activos varados: plantas y equipos parados, muchos de los cuales nunca se volverán a poner en marcha, casas sin calefacción que sufrirán daños por las heladas; cadenas logísticas estancadas; y gente cada vez más angustiada y enfadada. En segundo lugar, los sistemas financieros de EE.UU. y Europa están muy unidos por la cadera y la destrucción de uno no augura nada bueno para el otro. Lo más probable es que el contagio financiero se extienda de Europa a EE.UU., que, al ser el más endeudado y el más habitualmente deficitario tanto en las finanzas nacionales como en la balanza comercial, es el más precario. Si el plan de Biden era suicidarse rebotando en Europa, sería brillante; si no, es tan inteligente como senil es Biden.
El último punto es quizás el más importante: este ataque terrorista a los oleoductos no cambia nada. NordStream 1 ya estaba cerrado debido a las sanciones occidentales: las turbinas fabricadas por Siemens que bombeaban gas a través de él ya no pueden ser mantenidas. NordStream2 estaba listo para entrar en servicio cuando se completara, pero los reguladores alemanes, presionados por Estados Unidos, se negaron a dar su aprobación. Desde entonces, Rusia ha anunciado que ha encontrado mejores usos para la mitad del gas que estaba previsto: va a dar servicio de gasoducto a algunas de sus propias regiones (Nóvgorod, Carelia) que actualmente están desabastecidas, lo que permitirá a los habitantes de las pequeñas ciudades y pueblos pasar de calentarse con leña a hacerlo con gas. Así, la mitad de NordStream2 ya era redundante. En teoría, todavía hay gas para la otra mitad, que, por cierto, no sufrió daños en el ataque.
Sólo hay un sentido en el que este incidente es realmente importante: su función para la superación de una cierta barrera mental. Ya no hay vuelta atrás; el mundo que conocías ha desaparecido. La Pax Americana ha muerto. Ha terminado con una gigantesca columna de gas que brota del fondo del Mar Báltico: un gigantesco punto al final de una larga frase atropellada, llena de pompa y circunstancia, pero que al final no significa nada.
Fonte: https://boosty.to/cluborlov/posts/99c967eb-327e-4ad9-b36b-409cf74cb2be?share=post_link
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