por Juan Pablo Toledo. En Misión Verdad
Dentro del súbito auge de noticias en torno a las criptomonedas, la cadena de bloques y el Bitcoin, ¿cómo es visualizado el Petro desde las grandes medios de información? ¿Desconfianza o temor en su probable efectividad?
Los medios corporativos no solo atienden a la línea de relacionar las criptomonedas con el crimen organizado, emitida por los banqueros que son los que realmente tienen lazos con las mafias, sino que ahora se superpone ese discurso con un temor evidente ante el posible éxito de la implementación de una nueva arquitectura financiera que permita a los países sancionados por Estados Unidos burlar los arbitrarios bloqueos.
Desde medios modestos regionales, hasta las más conocidas agencias de prensa internacional, conforman una orquesta que sólo vaticina para el Petro un panorama de fracaso. Todos han pintado un escenario lleno de dificultades y se esfuerzan en acentuar supuestas características negativas en el Petro.
Incluso llegan a decir a través de la BBC mediante entrevista a Garrick Hileman, que si el respaldo del Petro es en materias primas, éstas deberían resguardarse en un lugar donde un supuesto árbitro certifique que están disponibles para generar confianza y garantizar la honestidad. Sin temor mencionan a Londres y a Nueva York como posibles lugares de resguardo. Este comentario casi humorístico recuerda la forma en que Inglaterra y EEUU obligaban en el siglo pasado a los demás países a guardar sus reservas de oro allí en aras de “la honestidad y la confianza” que esto generaría en sus monedas soberanas. Hoy todos sabemos qué pasó con todo ese oro, las negociaciones de repatriación son extremadamente complejas y nunca se hacen por la totalidad del oro, inclusive en tiempos recientes vimos cómo EEUU le rechazó completamente a Alemania una solicitud de repatriación de sus reservas.
Por otro lado se argumenta una supuesta centralización que tendría el Petro al ser manejada por el Estado venezolano. En The New York Times se dice que el Petro contradice el principio de administración distribuida de las criptomonedas, comentario donde también aluden al criptorrublo de Rusia. Según pudimos ver en la reciente publicación del Libro Blanco del Petro, donde se explica en detalle sus alcances y características, se establecen las restricciones que tendrá el Estado con respecto al Petro. Lo más resaltable es que no se podrán emitir más Petros que estos 100 millones que entrarán en circulación en los próximos meses. El único atributo que queda en manos del Observatorio Blockchain es la capacidad de “minar” los Petros, que en un principio estará inhabilitada y será facultad de ésta decidir cuándo y bajo cuáles términos se implemetará.
Este medio estadounidense pretende utilizar el dogma de la descentralización de las criptomonedas para desprestigiar el funcionamiento del Petro. La utilización de falacias es un recurso de los medios de desinformación y propaganda al servicio de EEUU. Primero: que el Petro surja como una propuesta desde el Estado mismo no lo hace centralizado, a fin de cuentas será una criptomoneda que funcionará con su propia cadena de bloques distribuida y validada por “Prueba de Participación” como muchas criptomonedas en la actualidad. Segundo: nadie puede alterar la cadena de bloques, ni el mismo Estado, y existen todas las garantías de auditoría de las operaciones en registros de dominio público, tal como sucede con todas las criptomonedas.
En ese mismo artículo hablan también de la inflación descontrolada del bolívar, pero sin nombrar a Dólar Today, las mafias del dinero en efectivo, la extracción fronteriza, la cartelización comercial y los lazos con el financiamiento a la desestabilización desde el exterior. Según ellos es la emisión de bolívares por parte del Banco Central de Venezuela (BCV) lo que genera la inflación, desconociendo un dato que hasta los mismos de Dólar Today admiten: que el total del dinero circulante en bolívares dividido entre las reservas internacionales venezolanas en dólares dan un valor mucho menor del publicado por esa página de especulación y fraude cambiario. Es decir, que para llevar al dólar a un valor de más de 200 mil bolívares, el BCV tendría que multiplicar por más de diez veces la cantidad actual de bolívares circulantes en el país.
El argumento central de la campaña de desprestigio en contra del bolívar, y ahora en contra del Petro, parece consistir en proyectar los problemas del dólar en la inflación, la falta de respaldo, la emisión descontrolada, la falta de capacidad de ahorro y su relación intrínseca con las crisis asociadas a la deuda. Además también se salta el hecho de que en tiempos recientes el Congreso de los EEUU aumenta su límite de endeudamiento cada año para evitar quedar en default, al menos en el papel. Es como si usted tuviera la oportunidad de manejar el límite de su tarjeta de crédito de forma indefinida: obviamente nunca la llenaría, y las cuotas mensuales las podría pagar con crédito de esa misma tarjeta. Pero resulta que Venezula es la que está en “default selectivo” según las calificadoras de riesgo Standard & Poor’s y Fitch.
Quieren dar la sensación de que el Gobierno nacional no sabe lo que hace y toma medidas desesperadas. A pesar de que el Petro surge en medio de una guerra económica voraz, la realidad es que el auge de las criptomonedas en el mundo va en franco ascenso desde la crisis crediticia de 2008, en la que los bancos, el gobierno estadounidense y las calificadoras de riesgo, dejaron en la calle desahuciadas a muchas familias. Hoy son exactamente los mismos actores los que realizan un bloqueo en contra de nuestro país. La desconfianza en el sistema monetario mundial que provocó EEUU y su política económica, impulsó la creación de un mecanismo de intercambio libre del dominio de los bancos y de dicho gobierno, es decir, una moneda que no puede ser dominada por EEUU y el sistema financiero global.
Según un artículo de Foreign Policy, parece que más allá de existir un temor al Petro y al Criptorrublo por parte de los principales bancos y desde EEUU, están más preocupados por la popularización de la tecnología de la “cadena de bloques”. Comentan que actualmente incluso compañías privadas están usando la tecnología subyecente en las criptomonedas para muchas operaciones de comercio, aun cuando siguen usando monedas tradicionales. De esta forma se “saltan” la necesidad de usar intermediarios, abaratan costos, no recurren a instrumentos de pago como SWIFT y además llevan sus registros fuera del sistema tradicional. Esas capacidades que ya están en uso por parte de empresas privadas transnacionales son muy atractivas, y son justo la razón principal para que se elija la “cadena de bloques” como base del Petro. La mayor preocupación de los actores tradicionales es esa: que sus controles ya no sean efectivos por que nadie estaría interesado en usar sus canales y servicios.
También atacan al bolívar porque la gente está comprando criptomonedas y otros activos para evadir la devaluación, pero la realidad es que en todo el planeta está sucendiendo lo mismo: las políticas recientes de pauperización laboral e inflación en gran parte de Europa y EEUU han hecho que las personas recurran a las criptomonedas para ahorrar. Aún sabiendo que aquí en Venezuela el fenómeno de devaluación inducida es mucho más marcado, no deja de estar dentro del “espíritu de la época”, aunque en este caso las políticas que generaron esas condiciones hayan sido impuestas desde fuera del país.
Mientras los ataques siguen llegando desde medios locales e internacionales por igual, la sensación general entre la población es de expectativa más que de derrota. Desde la publicación del Libro Blanco del Petro, en las redes sociales se comenzó a hablar con fuerza de la preventa y de las posibilidades de adquirir Petros en las casas de cambio digital dentro del mercado secundario en bolívares. Desde fuera del país la cosa no es diferente: los inversionistas particulares no dudarán en invertir en un criptoactivo que está limitado a 100 millones de unidades y tiene como respaldo 5 mil millones de barriles de petróleo, además que se venderá con descuento a los primeros que lleguen.
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