por Ejército de Liberación Nacional (Colombia). Editorial de Revista Insurrección. Publicado el 15 de Agosto de 2016 en el Portal Voces de Colombia
El pasado 5 de agosto, hicieron público el plan estratégico de transformación del Ejército del régimen, en una ceremonia en que los invitados especiales fueron los generales de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), verdadero ideólogos del plan.
En esta transformación de fondo, los planificadores estratégicos se cuidaron de mantener intactos la cantidad de tropas y de recursos, que desde antes el Ejército tiene asignados. La hipótesis en que basan este plan, es que luego de la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, queda desocupada una porción de la maquinaria militar del régimen; la que proyectan enganchar completamente al dispositivo de guerra global de la OTAN.
Como hicieron al inicio del Plan Colombia, esta vez también colocan como propósito, librar la “lucha contra el narcotráfico”; según justificó el ministro Pinzón el 25 de abril de 2013, al firmar el Acuerdo que convirtió al régimen colombiano en aliado de las guerras de la OTAN.
Posteriormente la Corte Constitucional de Colombia declaró inexequible este Acuerdo con la OTAN, pero a los firmantes poca importancia les merece este llamado y llevando la contraria, prosiguen con la ejecución del Acuerdo.
En octubre de 2015, buques de la Armada de Colombia participaron junto a otras fragatas de la OTAN, en las Fuerzas de tarea internacionales 465 y 508. Entre las últimas actividades conjuntas realizadas, están las visitas de altos oficiales del Cuartel general de la OTAN en Bruselas, Bélgica, quienes hasta el 4 de agosto, supervisaron la confección del citado nuevo plan estratégico del Ejército del régimen colombiano.
Esta, más que una transformación es un verdadero salto de guerra, constituye el cambio más trascendental impuesto al Ejército -fundado por el Libertador Simón Bolívar hace más de 200 años-, es monitoreada por el Comando Aliado de la OTAN.
Hay que recordar que el actual comandante supremo de las tropas de la OTAN, es el general estadounidense Curtis Scaparrotti, nombrado directamente por el presidente de los Estados Unidos. Cuando los 27 países que integran esta Alianza -y sus aliados, como Colombia-, colocan sus tropas bajo el mando de un general extranjero, están perdiendo su soberanía y están violando la Carta de principios constitutivos de la ONU.
El enganche del régimen colombiano con la OTAN implica entrar en ‘las grandes ligas de la guerra’. Pues en su origen, esta fue una alianza para la defensa, pero en su Cumbre de Lisboa en 2010, decidió operar en todo el mundo y pasar a realizar operaciones ofensivas; doble salto que definió, así: “Desplegar fuerzas militares robustas donde y cuando sea requerido por nuestra seguridad, y ayudar a promover seguridad común con nuestros socios alrededor del globo”… (para responder a) “los conflictos más allá de las fronteras de la OTAN, a los problemas derivados del cambio climático y de la escasez de los recursos naturales”.
Con estas intenciones la OTAN está destrozando a Libia y Siria desde 2011; como lo hizo antes con Yugoeslavia desde el 24 de marzo de 1999, donde ejecutó un golpe de Estado contra la ONU. Agresión que repitió en marzo de 2003, cuando comenzó el arrasamiento del pueblo iraquí, bajo la falsa acusación de que allí existían depósitos de armas de destrucción masiva. Nunca podremos olvidar, que en medio de estos planes de guerra de la Alianza, en 2006 crearon el monstruo llamado Estado Islámico (EI).
Ahora con la puerta que les abre el régimen colombiano, la OTAN se inmiscuye en la única región del mundo en donde hasta ahora no había intervenido; porque sus naciones rechazan importar conflictos ajenos y se esfuerzan por convertirla en una Zona de Paz, según la decisión colectiva tomada por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).
La funesta decisión adoptada por el régimen colombiano quiebra el equilibrio geopolítico de la región y va en contravía del anhelo de paz de la sociedad, quien ve con esperanza los acuerdos de solución política al conflicto que se negocian con las guerrillas; mientras de manera obstinada la minoría gobernante amarra el país al carro de guerra de la OTAN.
Desde la inmortalidad, el Libertador Simón Bolívar nos recuerda que es muy triste el destino de un país, donde su ejército en vez de cuidar las fronteras, se dedica en sojuzgar a los ciudadanos. Pero más tristeza vamos a sufrir los colombianos de estas y las futuras generaciones, al observar que además de sofocar a este pueblo, el Ejército que Bolívar fundó, de ahora en adelante se va a dedicar a violar las fronteras de otras naciones.
Los colombianos y colombianas tenemos que reclamar, para decir, “pobre país: tan cerca de la OTAN y tan lejos de la paz”, e ir más allá para movilizarnos y exigir que una decisión tan trascendental para el futuro de Colombia, no la tome una minoría privilegiada, que piensa solamente en sus intereses.
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