por Sergio Martín-Carrillo y Lucía Converti, en Russia Today en castellano
En momentos en que el principal sistema de transferencias bancarias internacionales se ve sometido a las presiones injerencistas de EE.UU., urge para la región desarrollar una opción propia.
En un primer documento publicado en CELAG, evaluamos las diferentes alternativas que actualmente existen al SWIFT, el principal sistema de transferencias bancarias internacionales. El IBAN en Europa, el SPFs en Rusia, el CIPS en China o la reciente iniciativa lanzada desde los BRICS, son algunos ejemplos de opciones nacionales o regionales para eliminar la dependencia del SWIFT y el rol de presión que sobre este juegan los EEUU.
¿Por qué hablamos del poder que tiene EE.UU. a través del SWIFT?
- El SWIFT es una entidad privada en la que participan entidades financieras de todo el mundo. Con sede en Bélgica, se rige por la legislación de ese país, y su funcionamiento es supervisado por los bancos centrales de diferentes naciones. EE.UU. tiene allí un gran poder a través del papel que juegan la Reserva Federal y sus entidades financieras; esto ha posibilitado al gobierno estadounidense ejercer en varias ocasiones su influencia para utilizar el SWIFT como herramienta de guerra financiera.
- El primer país que sufrió un bloqueo financiero a partir del retiro forzoso de sus bancos del sistema SWIFT fue Irán, en el año 2012. En febrero de ese año, el Comité de Banca del Senado estadounidense decidió imponer sanciones para impedir la utilización del SWIFT por parte de las entidades persas, a menos que hicieran lo que les exigía la Casa Blanca. Tras una ronda de consultas con diferentes países, finalmente la empresa belga bloqueó a las entidades financieras de Irán a partir del 17 de marzo de ese mismo año.
- Actualmente (2017), las entidades financieras de Corea del Norte han sido igualmente suspendidas del SWIFT.
- No sólo EE.UU. ha intentado ejercer su poder sobre el sistema para bloquear las transferencias internacionales de un país. En 2014, Gran Bretaña amenazó a Rusia con sacar a sus entidades financieras del SWIFT. En este caso, las presiones británicas no lograron ser tan “persuasivas” como las estadounidenses y la empresa rechazó la medida mediante un comunicado en el que declaró que “SWIFT lamenta la presión y también las especulaciones mediáticas que la rodean, ya que ambas cosas ponen en riesgo la naturaleza sistemática de los servicios que provee a sus clientes en todo el mundo”. A pesar de esto, en 2017 una entidad financiera rusa, el banco Tempbank, fue desconectada del SWIFT.
- En agosto de 2017 se aprobaron nuevas sanciones económicas y financieras contra Venezuela. Y aunque no incluyeron la supresión de la pertenencia de las entidades financieras venezolanas al SWIFT, esa medida está en discusión en la mesa del injerencismo estadounidense, por lo que podría aplicarse en un futuro.
Estas razones son las que motivan que diferentes países o grupos de países estén avanzando en alternativas reales, seguras, ágiles y baratas que permitan que sus transacciones financieras no se vean amenazadas si no siguen el juego que les marca la cancha estadounidense. La supresión de la membresía de las entidades financieras en el SWIFT paraliza las posibilidades de realizar transferencias internacionales de manera segura y eficaz, provocando con ello un bloqueo financiero de facto.
Es, por tanto, una cuestión de soberanía el poder contar con un sistema propio para transferencias internacionales, alternativo al SWIFT. Hoy, en la región latinoamericana y caribeña, es Venezuela el principal país amenazado por las sanciones financieras, pero mañana podría ser cualquier otro. En consecuencia, es necesario avanzar sin dilación en la construcción de un mecanismo regional que permita sortear los intentos de bloqueo financiero que quieran imponer potencias externas a la región.
Es cierto que la alternativa no abarcaría la totalidad de las transacciones, pero al menos debería englobar todas aquellas transacciones financieras internacionales que se realicen entre entidades públicas o privadas que se encuentren al interior de la región y formen parte del mecanismo. Esta alternativa latinoamericana al SWIFT vendría a unirse a otras de orden financiero y aún en construcción en la región, como el Fondo del Sur o el Banco del Sur.
¿Qué supone contar con un sistema regional para realizar transferencias internacionales de forma segura?
El poder de contar con un cifrado y codificación regional debe pensarse como un paso más dentro del proceso de integración económica. Los sistemas alternativos presentados en el artículo anterior parten de ideas regionales, como la de la Unión Europea, o nacionales, como el sistema ruso o el chino, pero con la perspectiva -al igual que en estos últimos casos- de que pueda ampliarse a más países, como se ha planteado en los BRICS.
La integración refuerza la posición de la región en el mundo. Un programa de cifrado propio le otorgaría una mayor independencia para las operaciones intrarregionales y una opción alternativa al SWIFT para las operaciones internacionales.
¿Cuáles son las características con las que debería contar el proceso de codificación para Latinoamérica?
- En principio, este programa debe reunir a todas las instituciones financieras de Latinoamérica. Este paso supondría un importante avance a favor de una mayor autonomía financiera regional;
- Una segunda etapa sería lograr la conexión internacional. Sin embargo, debido a la multiplicidad de programas de codificación existentes (SWIFT, BRICS, CIPS, SPFs, IBAN), lograr que el sistema permita una conexión compatible y capaz de compartir la información parece la opción más viable;
- El sistema deberá ser pensado para que la información que brinde pueda ser compartida. Ningún país ha de poseer su mando, cada uno debe tener la posibilidad de mirar el tablero de sus repectivas transacciones dentro de los límites de su propia legislación;
- Es necesario que el sistema cubra estratégicamente la mayor cantidad de horas activas, incluyendo feriados y fines de semana. La carencia de esa capacidad se registra en otros sistemas y se convierte en un escollo para las transacciones con el resto del mundo;
- Debe tener capacidad para interactuar en diferentes idiomas y sistemas de caracteres, incluso el chino;
Internamente, el precio de las transferencias debe minimizarse, tal como ocurre dentro de cada país. A nivel internacional, el costo dependerá de la combinación de los sistemas usados; - Debe realizarse un estudio pormenorizado de las regulaciones técnicas. Estas deben garantizar todos los requerimientos de calidad y seguridad necesarios, pero no constituirse en una traba burocrática.
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