por Vicky Peláez, en Sputnik en español
Donde no se piensa, salta la liebre
(Miguel de Cervantes, 1547-1616, frase de Sancho Panza)
Mientras Donald Trump está tratando de promover su ‘América First’ y se opone a los acuerdos mundiales de libre comercio, Xi Jinping y Vladimir Putin construyen aceleradamente las nuevas reglas de comercio e inversión globales justas, razonables e incluyentes; libres de presiones y sanciones como las creadas por Washington para imponer al mundo su propio modelo de globalización.
De acuerdo al director de los Estudios Internacionales de la Academia China de Ciencias Sociales (CASS), Zhang Yunling, la era del modelo ‘Globalización 1.0’ (que comenzó después de la firma por parte de las Naciones Unidas de los Acuerdos de Bretton Woods en julio de 1944 y que se caracterizó por su agresividad e injusticia) llegó a su fin en 2008 con el inicio de la crisis mundial económica que se inició en Estados Unidos. Actualmente China está lanzando un nuevo modelo y método de desarrollo, ‘Globalización 2.0’ para el Siglo XXI. Para poner en marcha este proyecto, China no podrá prescindir de Rusia debido a su potencial energético, tecnológico y ubicación geográfica.
La idea de este modelo pertenece originalmente a Deng Xiaoping y fue resucitada por el primer ministro ruso Evgueni Primakov en los años 90. Primakov consideraba que una unión económica entre Rusia (que todavía disponía de un gran potencial tecnológico), China e India podría contrarrestar el poder unipolar norteamericano. Pero en aquel entonces, el proyecto no pudo realizarse debido a las consecuencias trágicas de la perestroika y el desmantelamiento de la Unión Soviética en términos físicos, económicos, financieros y humanos. A la vez, no hay que olvidar que al igual que Londres y Washington, Pekín estaba interesado más en sus intereses nacionales que en la creación de alianzas y búsqueda de amistades.
El modelo actual de ‘Globalización 2.0’ nació cuando ambos países discutieron la posibilidad de formar una alianza anti dólar. Desde entonces tanto Pekín como Moscú han buscado una mayor cooperación en inteligencia, la proliferación nuclear y en la guerra cibernética. Precisamente en aquel entonces ambos países empezaron a buscar una alternativa financiera a la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias Financieras Mundiales (SWIFT) y al modelo económico norteamericano impuesto al mundo entero y también al ‘Consenso de Washington’. La SWIFT establece permanentemente la tasa de cambio de divisas contra el dólar norteamericano.
Finalmente, el año pasado Rusia creó para el mercado doméstico su propio sistema de pagos, análogo del SWIFT. Un año antes, en 2015, el Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvo que incluir la divisa china, el yuan o renminbi, en la cesta de monedas que conforman los derechos especiales de giro (SDR). El yuan se sumó así al dólar, el euro, la libra esterlina y el yen en su papel de divisa de reserva internacional. Esto significa que los bancos centrales están autorizados para ser portadores del renminbi, lo que hace bajar la compra de dólares y como consecuencia la reducción de la porción del dólar en los bancos a nivel mundial.
Hay que mencionar también un paso muy importante que dieron Rusia y China en 2014 para la subvaloración del dólar, cuando Moscú y Pekín firmaron un contrato de gas natural de 30 años de duración por valor de más de 400.000 millones de dólares. Aquel acuerdo fue declarado el más grande en la historia de la industria de gas natural. Simultáneamente en 2014, el banco estatal ruso Sberbank abrió una línea de crédito para sus clientes corporativos en yuanes. Ahora el recién lanzado modelo chino, llamado la ‘Nueva Ruta de la Seda’, ‘Cinturón Económico’, o ‘Un cinturón, una ruta’ representa una nueva oportunidad para Rusia de tener un fuerte socio geopolítico en el oriente.
China, a la vez, debido a sus complejas relaciones con EEUU y su mutua interdependencia económica y comercial, necesita un fuerte aliado como Rusia que no obedece a los dictados de Washington, que tiene su propia agenda geopolítica y es miembro fundador de la Unión Económica Euroasiática (UEE) conformada por cinco países y dos naciones observadores. Putin dio su fuerte respaldo a la ‘Globalización 2.0’ declarando que para “desatar los nudos, habrá que terminar con la retórica bélica, acusaciones mutuas y reproches. Se necesitan ideas frescas, libres de estereotipos. Eurasia está lista para esta tarea y mostrará al mundo un ejemplo del futuro basado en justicia, igualdad y el respecto a la soberanía nacional”.
Sin embargo, la tarea de “desatar los nudos” va a ser extremadamente difícil debido a la resistencia de EEUU, la Unión Europea (UE), Japón e India a este modelo ‘Globalización 2.0’ propuesto por China. Por lo pronto, Europa no tiene recursos financieros para invertir en el proyecto y los líderes de Alemania, Reino Unido y Francia no firmaron el documento final del Fórum ‘Un cinturón, una ruta’ celebrado recientemente en Pekín. Para EEUU el modelo chino representa un peligro para su dominio del mundo y no cabe duda que Washington hará todo lo posible no solamente para poner trabas a la Nueva Ruta de la Seda, sino que tratará de hacerla fracasar desde el comienzo con la ayuda de sus aliados incondicionales que tiene en todo el mundo.
Para empezar, los medios de comunicación globalizados no prestaron ninguna atención a la iniciativa china. Simplemente se limitaron a decir que en Asia la infraestructura necesita más de 20 billones de dólares para su renovación y que Europa está escasa de dinero para facilitar su salida de la crisis económica. EEUU a la vez, por muchos problemas internos que tenga y que se agudizaron después de la elección de Donald Trump, igual que la lucha entre su élite, tiene según uno de los asesores económicos del presidente Putin, Serguei Gláziev, “la supremacía de los bonos del Tesoro y otras obligaciones de deuda mediante los cuales el resto del mundo está subsidiando la agresión militar y la hegemonía global de Norteamérica”. La misma China ocupa el segundo lugar en el mundo después de Japón por tener más de un billón de dólares en bonos del Tesoro y Rusia posee bonos por un valor de 99.800 millones de dólares.
Mientras esta situación no cambie, será muy difícil romper el dominio norteamericano en el planeta y crear un modelo más humano de la globalización. La historia muestra que con cualquier presidente, lo que más persigue Washington es la inalterabilidad de su dominio global y para lograr su objetivo no escatima ningún medio. Comienza siempre con su lema principal ‘Divide y Reina’. Hace poco el presidente Trump, sabiendo de las relaciones especiales que existen entre China y Corea del Norte comentó que el presidente chino Xi Jingping le contó durante el encuentro que alguna vez la Península de Corea pertenecía a China. Por supuesto, el presidente chino nunca habría dicho esto porque Corea del Norte para China, como lo expresó alguna vez Mao Zedong, es como los “labios que protegen los dientes”.
Para los norteamericanos estas sutilezas no existen y el 64% de los estadounidenses, según la encuestadora Kyle Dropp Morning Consult, ni siquiera pueden localizar la península de Corea en el mapa. Sin embargo, la mayoría de la población norteamericana está convencida de que Corea del Norte representa un peligro para la seguridad norteamericana. Igual están considerando que Rusia es “el enemigo principal”, “un agresor”, “un anexionista”. No cabe duda que el modelo chino ‘Globalización 2.0’ será considerado por esta mayoría, si es que no recibe un estímulo financiero de China, como un peligro para la seguridad nacional del país pues atentaría contra su excepcionalidad.
Dijo alguna vez el escritor norteamericano, Kurt Vonnegut (1922-2007) que “Somos lo que pretendemos ser. Por eso debemos ser muy cuidadosos sobre lo que pretendemos”.
¡Ojalá que los chinos sean también muy cuidadosos con lo que pretenden hacer con el modelo ‘Globalización 2.0’ en las condiciones del actual nivel del desarrollo del capitalismo cuando el Don Dinero se apoderó del alma y el cuerpo humano!
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