Entrevista realizada por Bruno Sgarzini
El embajador venezolano en la Organización de Estados Americanos, Roy Chaderton, ayuda a desentenderse de la liberalidad mainstream y hacer la reconstrucción de la narrativa con la que el anglosionismo ha construido su dominación global e intenta perpetuarla.
En base a estas coordenadas, es que Chaderton reconstruye este relato a partir de su experiencia como canciller y diplomático de carrera en Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos, entre otros países.
Necesario es leerlo en esta entrevista.
En la actualidad hay una gran disputa energética dentro, incluso, de las rutas planificadas para su transporte, mientras China edifica las Nuevas Rutas de la Seda que la llevarían a ser una de las principales potencias del mundo en medio del ascenso de un orden multipolar, como avizoraba Chávez. ¿Cuál es su visión en este contexto de lucha por la creación de este nuevo orden, con Estados Unidos buscando evitarlo a través de conflictos más intensos y complejos de describir?
En mis tiempos de embajador en Londres, recuerdo que en una visita oficial al secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, él afirmó que las próximas guerras serán por la energía y por el agua, y si hay algo que nos sobra en este continente –y Venezuela– son estos recursos naturales, tan importantes para el desarrollo de la humanidad y las naciones. Estas razones bélicas ya se ven en la sucesión alocada de grandes guerras, mini guerras, guerras ocultas y subterráneas, y en la reaparición de formas racistas y opresivas, que incluso se observan en los mismos Estados Unidos donde revive el problema racial y se observa cómo persiste una estructura social totalmente racista, a pesar de las aparentes formas de igualdad y acceso equitativo a posiciones sociales.
En este contexto, también se da la exacerbación del poder económico y el crecimiento desmesurado de la dictadura de la mass media, y aquí es cuando vale la pena hacer un breve recorrido histórico sobre cómo empieza la guerra mediática sin ir a los tiempos bíblicos, ni a Roma, Grecia, ni a las revoluciones panfletarias, sino limitarse a 1887, año en el que la cadena Hearst envía un corresponsal a Cuba para que tome imágenes de la guerra de independencia por su condición de dibujante.
El tema es que cuando llega a La Habana, se da cuenta que no hay imágenes que tomar y pide volver porque realmente se estaba aburriendo, pero su amo, el señor William Hearst, le responde: “Usted ponga las imágenes que yo pongo la guerra”. A partir de ese momento se produce una campaña mediática feroz contra España hasta que un año después, en La Habana, estalla un acorazado estadounidense (conocido como Maine) debido a motivos extraños, y da la excusa para que Estados Unidos entre en guerra con España y le dé con todo, lo que luego derivó en que interfiriera en el proceso de independencia de Cuba.
La primera gran operación de bandera falsa…
La guerra mediática de cuarta generación continúa y no hay que confiarse porque detrás de ella viene la guerra real, pese a que con nuestros medios y las redes sociales se le han propinado algunas derrotas
Casi 38 años después, se filma la película Ciudadano Kane, que por primera vez denuncia la imbricación de los intereses del poder mediático con el económico y político. Pero, obviamente, las guerras mediáticas continúan, pese a algunas resistencias individuales, y nos encontramos ya en los 50 con la persecución del senador borrachín y católico McCarthy contra todo aquel que fuese sospechoso de simpatías o militancia comunista, socialista y marxista, que desata una gran presión contra la prensa y la batalla individual del periodista Edward Murrow, quien tenía un famoso programa en el que terminaba diciendo “buenas noches y buena suerte”.
Lo mismo sucedió en los 60 y 70 en plena guerra de Vietnam cuando Walter Cronkite, de CBS, fue el primero en informar lo que realmente estaba pasando allí, lo que demuestra que frente a la barbarie mediática, reflejo del poder económico, siempre hubo resistencias individuales, aún en Estados Unidos.
Es que hasta el presidente norteamericano Dwight Eisenhower, general de cinco estrellas y comandante en jefe de las fuerzas aliadas en la Segunda Guerra Mundial, se quedó corto cuando dos días antes de entregar el poder denunció al complejo militar industrial e incluso transmitió su temor de que las academias y universidades se convirtieran en centros de investigación para la guerra.
Hoy en día ya son una corporación militar industrial, financiera y mediática, y este es el poder que está enloquecido e inventa guerras como la de Irak, en la que con un total descaro llevaron a la ONU y la comunidad internacional a embarcarse en un conflicto contra un país que no amenazaba la seguridad de Estados Unidos.
Ejemplos como estos hay miles, y lo que vemos en la actualidad es una unificación progresiva de los medios de derecha para enfrentar a los movimientos sociales y a los pueblos libres. Especialmente Venezuela, a la que presentan como una dictadura violadora de los derechos humanos, pese al absurdo de que Estados Unidos sea el principal responsable de estos delitos en el mundo y controle las organizaciones que realizan estas denuncias.
El poder mediático y político ya penetró hasta esto, que antes en América Latina producía luchadores y luchadoras importantes, como el caso de las Madres de Plaza de Mayo, y ahora sólo se centra en expertos en derechos humanos que realizan una defensa acomodaticia y oportunista a través, incluso, de algunos casos que merecen ser considerados, pero en el fondo son una gran mentira funcional a la guerra mundial por la energía y el agua de la que hablamos.
La “nación excepcional e indispensable” contra Latinoamérica (y el mundo)
Es tan fuerte la arremetida a nivel continental que pareciera que estuviésemos a la defensiva, pero es todo lo contrario, nuestros países caminan mucho mejor, mientras que los movimientos sociales y la izquierda están creciendo con sus respectivas diferencias y características
Usted habló de un poder mediático, económico y político y una confluencia con el poder militar. Nombró una serie de hechos en los que esto se va dando, hizo un recorrido por lo que los ultracapitalistas llamaron el Fin de la Historia y el ascenso de Estados Unidos como el sheriff mundial con Irak como mayor ejemplo, y ahora determina que existe una gran represión y avance contra los movimientos sociales y los países que plantean una defensa a su soberanía ¿De qué manera se articula esta ofensiva en América Latina?
El imperio es cada vez más descarado demostrando todas sus miserias, e incluso pienso que se derrumbará por dentro, aunque no creo que viva para verlo. Por el momento, se caen pedacitos de piedra del muro que protege al imperio, que antes eran estructuras monolíticas. De todas maneras, la guerra mediática de cuarta generación continúa y no hay que confiarse porque detrás de ella viene la guerra real, pese a que con nuestros medios y las redes sociales se le han propinado algunas derrotas.
En términos militares hacen lo que sostienen los marines: primero se bombardea la playa para ablandar el terreno y luego llegan las tropas invasoras. En el caso de Venezuela, el ablandamiento es mediático y también tiene que ver con hacernos sentir mal con nosotros mismos, acomplejarnos, hacernos creer que este es el peor país del mundo.
Es tan fuerte la arremetida a nivel continental que pareciera que estuviésemos a la defensiva, pero es todo lo contrario, nuestros países caminan mucho mejor, mientras que los movimientos sociales y la izquierda están creciendo con sus respectivas diferencias y características y el pueblo responde al servicio que los gobiernos progresistas le cumplen.
En Nicaragua, por ejemplo, todo el mundo come y es el más seguro del continente. En Bolivia todos comen y ahora resulta que los bolivianos tienen dinero y distribuyen la prosperidad que antes no tenían porque se robaban todo, como acá. Cosas básicas. Uno antes de grandes sofisticaciones y aspiraciones nacionales o individuales, tiene que pensar en lo básico. El derecho básico es a la vida, pero si uno no come, se muere. Si uno no tiene derecho a la educación, tiene una vida miserable. Entonces ocurre que en muchos países del continente se produce una rebelión de manera pacífica, porque si yo como dirigente facilito la educación y el aprendizaje para el pueblo estoy transfiriendo instrumentos para su defensa y ganarle la guerra a los bandidos.
Por eso Chávez decía que estos tiempos no eran de lucha armada sino de confiar en el pueblo y que la sublevación sea por el voto popular. Es que es evidente que algo está pasando porque uno ve que los países del Caribe, que vienen de una formación conservadora de los británicos, apoyan consecuentemente a Venezuela y no se dejan naricear en la OEA. Eso ocurre solamente cuando el alma es más fuerte que el miedo y la amenaza, y existe gente que no baja la cabeza en circunstancias difíciles y no realiza acciones que no les sale del alma, como robar por mucho que haya en juego.
Pero estamos viviendo momentos de inmenso peligro porque el imperio está desatado y descarado, y sus aliados están acobardados. Ya el patio trasero de Estados Unidos no es América Latina sino Europa. Ya la OEA no es el ministerio de las colonias de Estados Unidos, ya no todo es lo mismo.
¿Recomponer situaciones?
Se plantea la amenaza a los Estados-nación y su fragmentación como consecuencia del avance del proyecto de este 1% basado en un Estado global, con sede en Estados Unidos, en el que haya una masa laboral sobrante producto de una nueva fase tecnológica, lo que genera amenazas y crisis producto de este modelo civilizatorio y la necesidad de los conflictos interminables.
El ascenso de los movimientos populares tiene que ver con esto porque cuando uno escucha sobre fragmentación de los Estados-nación se acuerda de Yugoslavia, que era un país independiente del poder estadounidense y soviético, donde convivían naciones de diferentes orígenes y culturas, pero fue partida mediante una guerra estimulada por Estados Unidos contra Serbia, mientras se apoyaba a Croacia, que era un Estado semifachista con católicos de extrema derecha.
Lo que está pasando en Ucrania es parecido y asombroso porque la OTAN y Estados Unidos están intentando lograr lo que no pudieron ni Napoleón ni Hitler, que es rodear y ahogar a Rusia. Y por esas coordenadas va la fragmentación de Ucrania.
Pero en América Latina también pasó recientemente con el caso de la media luna separatista de Bolivia, que se evitó inmediatamente con una reunión de la Unasur en Chile. Claramente, estos movimientos separatistas son estimulados. Y en Venezuela sucede con los intentos de división de Táchira y Zulia que se conoció como el plan Balboa.
El Zulia, por ejemplo, podría ser tranquilamente autárquico ya que posee energía, produce alimentos en las tierras más fértiles de Venezuela y tiene fronteras internacionales y acceso al mar. En teoría es un lugar ideal para provocar una fragmentación que se produce desde lo interno y lo externo provocando fricciones entre países, creando condiciones para que haya guerritas y que después vengan las Naciones Unidas con Estados Unidos a “recomponer” las situación.
Lo interesante es que en la actualidad podemos encontrar focos de resistencia no convencionales para los que tenemos una visión de izquierda, ya que de pronto te encuentras con un derechista nacionalista antiyanqui. Incluso, a veces, se pueden producir encuentros en espacios de intereses comunes, pero, repito, el imperio está viviendo una etapa paranoica como nunca. Y si uno toma en cuenta lo que me dijo alguna vez un embajador gringo en Venezuela sobre que “todas las políticas son locales”, esto en realidad significa que la política exterior de Estados Unidos está secuestrada por los cubanos de la Florida, un estado que garantiza la impunidad para los terroristas y es el reservorio de la escoria del continente.
Usted se refirió a las intenciones separatistas en Zulia y Táchira, habló del ablandamiento de la cabeza de playa y la ofensiva contra los pueblos libres. En ese contexto, ¿cuál es la fortaleza del pueblo venezolano para salir victorioso del intento de restauración conservadora?
Los inmensos progresos que se han hecho en estos años. Que los que antes no comían ahora coman, eso tiene un precio. En un país donde todo el mundo está estudiando y no hay analfabetos, según la ONU, el que no aprobó primaria pudo completarla, el que no pudo terminar la secundaria lo mismo, al igual que el que no accedió a la educación universitaria. Así cada uno de estos venezolanos, culturizados, se convierte en un instrumento de defensa del sistema que los dignificó, que fue lo primero que ocurrió con la llegada del chavismo.
Es por eso que usted ve algo curioso cuando la gente sale a la calle a defender el proceso y no lo hace con un machete ni un fusil sino con un ejemplar de la constitución. Es un espectáculo realmente maravilloso, independientemente de las realidades que tengamos que manejar con las armas. La gente que hoy empuña la constitución siente que va a perder sus derechos y dignidad, que no recuperó sino que conoció con el proceso venezolano, lo que es una reserva para la resistencia.
Por el otro lado, sí está la coincidencia entre lo que pretenden la dictadura mediática e imperial. Y me atrevo a hacer un paréntesis aquí, ya que creo que hay que llamarlas dictaduras porque en realidad los Estados Unidos no son una democracia y partimos de la base de que son un imperio con democracia ,cuando son una plutocracia.
¿A qué se refiere específicamente?
A que en Washington está el gobierno de los ricos. Abraham Lincoln hablaba de que la democracia era el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, y en cierta medida lo cumplió. Pero hoy lo que existe es el gobierno de los ricos y para los ricos. Hoy si alguien quiere ser senador se es millonario o se tiene millonarios detrás suyo. La prensa está concentrada y silenciada pero no bajo la censura oficial que conocemos en América Latina, sino por la de las grandes corporaciones, quienes venden basura a sus audiencias, las fanatizan religiosamente y las mantienen aisladas de lo que pasa en el mundo.
Porque uno conoce lo que sucede en la medida de lo que le convenga a Estados Unidos. Si Washington está bombardeando o torturando gente en Faluya, Irak, no se entera porque Estados Unidos es parte de la historia. Éste es un país profundamente inculto en el que sus medios pregonan la banalidad y la basura. Pocas veces se ha visto algo más asqueroso que los reality shows donde interrogan a un hombre por embarazar a su abuelita, y ella está ahí con su barriga y de repente se pelean, aparecen unos matones y los separan.
Toda esa basura, toda esa porquería sale de ahí y por eso son el principal productor de pornografía del mundo. Sin embargo son puritanos y se horrorizan cuando el presidente de Estados Unidos tiene una experiencia de fellatio y éste es entrevistado en la Casa Blanca estrujando una lata de Coca-Cola. Es también el lugar donde usted puede perder un cargo de representación popular por un pecadillo como que lo encuentren con otra mujer que no es su esposa, como le sucedió al gobernador de Carolina del Norte cuando le relevaron un amorío con una argentina y se fue a ese país para verla pensando que “nadie se iba a dar cuenta”.
Por favor. Bajo estos parámetros es que se mezcla la crueldad, la maldad, con el ridículo. Es un imperio que va a desaparecer en algún momento, pero va a tomar un tiempo y seguramente no lo vea.
¿Por qué no lo va a ver?
Porque no lo avizoro. Ojalá esté equivocado. El fin en el corto plazo, porque derrumbarlo cuesta. Es un imperio que tiene dinero y está armado, además de que el complejo industrial-militar es más fuerte que nunca. En Vietnam, por ejemplo, el mayor beneficiario fue Halliburton, que proveía desde tanques de guerra hasta hamburguesas. Todo eso está protegido, y el esfuerzo académico está centrado para la guerra; los drones son producto de esto y generan que un señor lejano de California y Texas apriete un botón al frente de una pantalla y asesine a los que ellos denominan villanos.
Los ensayos de guerra civil y los intentos divisionistas
Hay mucha gente que se ha quebrado. Incluso personas del 4 de febrero. Ahí se hace importante la palabra “lealtad”
Con la guerra de cuarta generación se intenta llevar al país a una confrontación civil estilo Siria, pero este escenario se ha desarticulado en las últimas guarimbas, ¿cómo actúa la Revolución Bolivariana y su liderazgo en este contexto en el que la reacción posee una gran beligerancia?
Hay una expresión que sostiene que para bailar tango se necesitan dos. Y para una guerra civil se necesitan dos. En quince años de proceso revolucionario ha habido situaciones muy graves y no se ha producido una guerra civil porque estuvo la sabiduría de Chávez y después la de Maduro. Cuando uno ve el caso de Altamira entiende que el mundo habría entendido un asalto para desarticular a los militares que estaban llamando a la insurrección. Chávez, en cambio, los dejó desvanecerse y se fueron de la plaza a los tres meses.
No tenemos cultura de guerra civil en el país, sí la tuvimos en la Guerra Federal y la Independencia, donde perdimos una tercera parte de la población. Hemos estado en situaciones difíciles, combates internos, golpes de Estado, procesos de desestabilización pero por una u otra razón no se han producido estallidos y se han dado procesos de conciliación. Nosotros nos reconciliamos después de la guerra subversiva de los años 60 y 70 en el proceso de pacificación. Los guerrilleros bajaron de la montaña, nadie los mató, ni tampoco mataron a nadie, e incluso algunos de ellos están en la ultraderecha.
Esa es otra historia que tiene que ver con el ablandamiento de playa: usted que la pasó tan mal como guerrillero, lleno de zancudos, huyendo de las tropas militares, comiendo mal, exponiendo su vida, y de repente encuentra el respeto y reconocimiento de la clase dirigente. De pronto empieza a ganar bien, se casa, tiene un muchachito, un perro y lo invitan a dar una conferencia en Harvard y ahí es cuando realmente se termina de ablandar porque el imperio lo está halagando, y lo deja de ver como un imperio por esas formas de seducción no violentas. Es lo que sucede con un hombre como Henrique Cardoso cuando se suma a jornadas antichavistas, al igual que Joaquín Villalobos.
Una cosa es que se vuelvan moderados o racionales porque una revolución no se hace con locos. Uno de estos racionales y de los más respetados es el economista marxista-leninista Jesús Faría, quien hace poco decía que habría que ayudar a que algunos empresarios produjeran, porque si no nos vamos a desabastecer si le hacemos la vida imposible con medidas burocráticas de supuestos izquierdistas o burócratas y vamos a contribuir a la desestabilización. Entonces, ahí es cuando uno se permite ser racional para encontrar el objetivo máximo que es más justicia social, más igualdad, democracia y libertad.
Hace poco Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, afirmó que hay chavistas que hablan como chavistas pero no son chavistas y hay un sector bastante conocido de la izquierda que amenaza con irse si no cumplen con lo que exigen. ¿Qué opina de esto?
Es muy fácil irse y hacer denuncias en un momento difícil por el asedio, el acoso y nuestros propios errores. Usted nunca corre riesgo. Si las cosas andan bien, usted se queda, si las cosas andan mal, usted se va. Esa no puede ser la moral de un revolucionario. Tenemos gente que piensa de esa manera y tenemos personajes que le hacen mucho daño a la revolución, muchos revolucionarios que no son tales a la hora de la chiquita. Hay mucha gente que se ha quebrado. Incluso personas del 4 de febrero. Ahí se hace importante la palabra “lealtad”.
También hay personas que le hacen daños al proceso desde adentro. Un burócrata, por ejemplo, que le pone trabas a la gente. “Ah, usted quiere un carro, firme esta planilla, otra planilla, llene estos requisitos, regrese tal día”, y cuando vuelve no hay nadie. En el servicio público, un revolucionario no puede tratar mal a la gente, un revolucionario tiene que amar a su pueblo, caerle bien a la gente. Ahora, si usted se siente superior por estar detrás de un escritorio y ver al otro como un miserable por estar delante, es un peligro para la Revolución. Los incompetentes e inconsecuentes le hacen daño al proceso.
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