SP — LARRY ROMANOFF — El fraudulento “experimento” del arroz dorado de la Universidad de Tufts en China

No son pocas las pruebas que señalan que las semillas modificadas genéticamente fueron concebidas, financiadas y desarrolladas por el ejército de los EE.UU., junto con el Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA), para su posible uso como arma biológica o, más concretamente, como sistema de distribución de armas. La capacidad de insertar patógenos en semillas modificadas genéticamente es actualmente indiscutible, constituyendo una parte significativa dentro de los programas de desarrollo de guerra bioquímica del ejército de los EE.UU. (2) Una pregunta que nadie parece haberse planteado es por qué, durante más de 50 años, el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de los EE.UU. (AMRIID) ha formado parte de los notorios laboratorios de armas biológicas del ejército de los EE.UU. en Fuerte Detrick, Maryland, con el pretexto de investigar enfermedades “infecciosas”. Esta fue la fuente del ántrax armificado del ejército de los EE.UU., además de otros muchos patógenos.

Todo el programa americano del Arroz Dorado fue financiado por el ejército de los EE.UU. a través del USDA, un departamento conocido por cooperar frecuentemente con el ejército de los EE.UU. especialmente en la producción y el desarrollo de armas biológicas. El USDA no sólo estaba muy involucrado en la financiación de la investigación sobre el arroz dorado, sino que también cultivaba clandestinamente sus propias cepas indocumentadas de este arroz modificado genéticamente en sus propios sistemas hidropónicos, cepas que posteriormente fueron probadas en poblaciones desconocidas. Los peligros de las semillas modificadas genéticamente para uso militar fueron reconocidos hace décadas. En 1998, la revista Time publicó un artículo que detallaba cómo la búsqueda mundial de material genético podía ofrecer notables aplicaciones militares. (3) (4)

•Vitamina A

La vitamina A no es una sola cosa, sino un gran grupo de elementos nutricionales relacionados que incluyen retinoides y carotenoides, retinol, ácido retinoico y componentes como el β-Caroteno (beta-caroteno). Entre los alimentos con alto contenido en vitamina A encontramos las batatas, las zanahorias, las verduras de hoja oscura, los pimientos, el pescado, el hígado y las frutas tropicales. Muchos de estos alimentos forman parte de la dieta diaria en China, y no requieren de suplementos artificiales; por lo que la mayoría de los ciudadanos chinos obtienen todo lo que necesitan simplemente siguiendo su dieta habitual.

Como la mayoría de las vitaminas, la vitamina A es esencial para la salud del cuerpo, pero ésta es única en muchos aspectos ya que su presencia afecta al sistema inmunológico y al funcionamiento genético del cuerpo. Regula la transcripción genética, lo que implica romper los vínculos y separar las dos cadenas del ADN del cuerpo y recombinar y empalmar los núcleos de las células, por lo que desempeña un papel fundamental en el funcionamiento de éstas. Ciertas partes de la vitamina A y sus compuestos relacionados son utilizados como medicamentos para modular las funciones genéticas del cuerpo. Esto no es algo trivial, ya que se trata del objeto de estudio de gran parte de la investigación de la más alta tecnología biológica en la actualidad. También es cierto que, si bien incluso las dosis masivas de otras vitaminas pueden no ser perjudiciales, el exceso de vitamina A es tóxico para el cuerpo humano, especialmente para las mujeres embarazadas, y dadas sus extraordinarias funciones genéticas en el ADN y sus efectos en el sistema inmunológico del cuerpo, no es una sustancia química que se deba tomar en exceso ni en defecto.

•El Arroz Dorado

Este alimento MG (modificado genéticamente) sembró controversia durante más de una década, debido a las preocupaciones de que, como muchos otros alimentos MG, puede ser inseguro. Los alimentos MG son especialmente controvertidos en China, donde no hay consenso sobre su seguridad, están bajo una estricta regulación, y dadas las importantes cuestiones de confianza que implican, lo son aún más cuando participan entidades o investigadores extranjeros. El llamado “Arroz Dorado” (por su color amarillo) fue desarrollado para ser rico en vitamina A y por lo tanto aparentemente beneficioso sobre todo para los niños. En realidad, el arroz no contiene ninguna vitamina A, sino más bien β-Caroteno (a veces llamado pro-vitamina A) que el cuerpo humano sintetiza en la vitamina. El arroz dorado fue desarrollado conjuntamente a principios de 1990 por un profesor suizo de fitología llamado Ingo Potrykus y un profesor alemán de biología celular llamado Peter Beyer, con el apoyo financiero de la Fundación Rockefeller. Esta última información es tan desalentadora como aterradora. Aquí hay una explicación de un comentarista de Internet:

“Estas son las mismas personas que dejaron morir a millones de personas en los EE.UU. durante un período de 30 años por una simple falta de Niacina. ¿Dónde estaban entonces? Si los Rockefeller querían salvar las vidas de los más pobres, ¿Por qué no empezaron por su propio país, especialmente cuando era ampliamente conocido que la enfermedad [la Pelagra] era fácilmente curable? De toda la evidencia disponible, y a pesar de toda la propaganda y el revuelo, no he visto nada que me diga que el Instituto Rockefeller haya estado interesado en algo más que en planes para la reducción de la población. Y eso significa que si están financiando proyectos para insertar beta-caroteno en el arroz, será como ayuda para otras técnicas de esterilización MG”.

Me veo obligado a estar de acuerdo con la afirmación anterior, ya que es indiscutiblemente cierto que la Fundación Rockefeller ha estado durante casi un siglo a la vanguardia de la elaboración de planes de control de la natalidad en todo el mundo, de la reducción de la fertilidad y de la esterilización en todos los países no occidentales, todo ello con el propósito declarado de reducir sensiblemente la población del mundo subdesarrollado. También es cierto que, durante muchas décadas, la Fundación Rockefeller (y el gobierno de los EE.UU.) observaron que millones de personas morían en los EE.UU. por una simple falta de niacina (vitamina B3 o ácido nicotínico), y podrían haberse dedicado fácilmente recursos a la eliminación de este flagelo ya que la causa era bien conocida. Decidieron ignorarlo porque las muertes se produjeron casi en su totalidad en poblaciones pobres y negras.

 •El Tren de la Propaganda del Arroz Dorado

La promoción de este Arroz Dorado y el activo apoyo del público en sus ensayos de campo y experimentos con humanos, no sólo surgen de la Fundación Rockefeller, Syngenta y su llamada Junta Humanitaria del Arroz Dorado, sino también de la lista habitual de sospechosos que incluye a Monsanto y Bayer, y la Fundación Bill y Melinda Gates. Varios autores han señalado que el arroz dorado ha sido altamente promovido por estos importantes agentes de las industrias de la modificación genética y de reducción de la población, pero el arroz alcanzó su principal fama por exhibir lo que los científicos denominan “resultados salvajemente erráticos”. 

A pesar de que Syngenta y otros partidarios a veces se ensañen con sus detractores, la mayoría de los organismos de ayuda y un gran número de científicos de renombre han afirmado sistemáticamente que “el Arroz Dorado es una solución técnica y peligrosa para un problema inexistente”, ya que las vitaminas necesarias pueden ser fácilmente suministradas por las verduras comunes. Como escribió el Dr. Brian John,

“Aunque la industria de los organismos genéticamente modificados pregona que el Arroz Dorado es el salvador de la humanidad y el posible preventivo de millones de casos de ceguera o de muerte, incluso el Banco Mundial ha declarado que el consumo de frutas y verduras locales de hoja verde ha reducido drásticamente durante más de 20 años cualquier deficiencia de vitamina A “de manera muy barata y eficiente”. (5)

La FDA de los EE.UU., quizás de manera sorprendente, declaró que el Arroz Dorado modificado genéticamente no tiene ningún valor nutritivo, que el beta-caroteno de las zanahorias y las espinacas es de 40 a 50 veces mayor y se absorbe más fácilmente y de manera más segura. También señaló que el beta-caroteno del Arroz Dorado tiene una vida muy corta, que es excepcionalmente inestable en presencia de oxígeno y que se degrada en un 90% en unos dos meses. (6)

Según David Schubert, del Instituto Salk de Ciencias Biológicas de La Jolla (California), el Arroz Dorado puede ser particularmente peligroso debido a las impredecibles mutaciones enzimáticas y a que muchos efectos clínicamente tóxicos ni siquiera pueden ser identificados o medidos con la tecnología actual. Se afirmó además que el exceso de ácido retinoico es “sumamente peligroso, en particular para los niños y durante el embarazo”, ya que puede acumularse en el cuerpo y causar diversos defectos de nacimiento. Los resultados de estos y otros muchos estudios a largo plazo indican que “la modificación genética es intrínsecamente peligrosa”. Parece ser que sólo la industria biotecnológica considera consistentemente que las semillas y los alimentos modificados genéticamente son seguros, tal vez en gran parte debido a sus estudios a muy corto plazo, mientras que muchos otros investigadores de la industria han encontrado en sus ensayos con animales una patología casi constante relacionada con el consumo de esos alimentos. 

Este Arroz Dorado transgénico ha sido fuertemente promovido en todo el mundo por una estrategia de inducir a la culpa y fomentar el miedo. Nos dicen que millones de niños sufren de ceguera cada año y que millones más mueren por una simple deficiencia de vitamina A. El Arroz Dorado transgénico, el salvador de los niños del mundo, puede prevenirlo. Es una cuestión de vida o muerte. Si rechazas el arroz transgénico en tu país o frustras los intentos de Bill Gates y los Rockefeller de consumirlo libremente en todos los países (pobres), serás personalmente responsable de esos millones de pequeñas tragedias. El hecho de que esos niños podrían haber sido salvados por espinacas o por zanahorias es irrelevante; ni las espinacas ni las zanahorias han sido designadas por Dios o Bill Gates para salvar al mundo; sólo el Arroz Dorado tiene esa impronta. Incluso si no quieres que la soja o el maíz transgénicos alimenten a tus cerdos y despueblen tu país, ¿cómo puedes ser tan cruel como para rechazar el Arroz Dorado transgénico que evitará millones de muertes y lesiones? En este contexto, el Arroz Dorado tiene un valor propagandístico sustancial porque puede funcionar como el niño del cartel de los alimentos MG, curando enfermedades mientras alimenta al mundo, una afirmación que no puede ser fácilmente hecha por otros alimentos MG.

Pero el Arroz Dorado tiene un segundo y más importante propósito, que es funcionar como una especie de caballo de Troya. Por si no lo saben, esta metáfora surgió de una historia sobre la guerra de Troya entre la antigua Grecia y Troya. Los griegos habían asediado la ciudad durante una década pero no pudieron someterla, así que construyeron un enorme caballo de madera que llenaron con soldados, dejaron el caballo en la puerta de la ciudad aparentemente como un regalo de despedida, y fingieron que navegaban alejándose. Los troyanos ingenuamente arrastraron el caballo a su ciudad y, durante la noche, los soldados griegos salieron, vencieron a la resistencia y abrieron las puertas de la ciudad al ejército griego que había navegado tranquilamente de vuelta a Troya. Los griegos destruyeron Troya (desde el interior, más que por un ataque externo) y ganaron la guerra. Y esta es la verdadera función del Arroz Dorado: obligar a las naciones, por el miedo y la culpa, a abrir sus puertas a todos los alimentos modificados genéticamente, eliminando las restricciones a la importación bajo la apariencia de ayuda humanitaria y superando internamente lo que no puede ser superado por un ataque externo directo.

El “Journal Science” publicó un artículo, escrito por un grupo de respetados científicos internacionales, en el que se afirmaba que los EE.UU. debía justificar mejor la participación militar en la creación de semillas modificadas genéticamente, en lugar de que el Departamento de Estado de los EE.UU. se limitara a afirmar que “el proyecto tiene fines pacíficos y no viola la Convención sobre armas biológicas”. Guy Reeves, biólogo del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva en Alemania, y uno de los autores, dijo que esta tecnología “es más viable como arma -para matar-… que como herramienta agrícola”. Otro co-autor, Todd Kuiken, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, dijo que, “El mero hecho de que este sea un programa militar naturalmente plantearía… preguntas”. (7)

•El Experimento de la Universidad de Tufts

El discurso oficial del Arroz Dorado se basa en que puede proporcionar a los ciudadanos de las naciones más pobres sus necesidades diarias de vitamina A. En 2012, la Universidad de Tufts en Massachusetts conspiró junto con el Departamento de Agricultura de los EE.UU., el Departamento de Estado de los EE.UU. y otros organismos desconocidos, para llevar a cabo un experimento con el Arroz Dorado utilizando niños de origen chino y llevado a cabo en China, aparentemente como un ensayo de campo para probar estas afirmaciones. Sin embargo, se desarrolló como un experimento organizado y realizado en secreto que ya había sido incluso prohibido anteriormente por las autoridades sanitarias de China, y que estaba plagado de deplorables éticas e ilegalidades. Es una preocupación más que habitual que el gobierno de los EE.UU. y una universidad americana presuman de realizar un ensayo encubierto, claramente poco ético e ilegal con un alimento modificado genéticamente en niños de origen chino. (8)

Para este estudio, los investigadores de Tufts siguieron el modelo estándar americano utilizado para sus pruebas en “China”, que consistía en reclutar a un investigador chino nativo entre su personal con el objetivo de que tomara contacto con funcionarios de bajo nivel en una provincia china desfavorecida y conseguir así su cooperación en un proyecto de investigación americano cuyo propósito real era rara vez revelado. Sé por experiencia que esos funcionarios locales suelen ser engañados en cuanto a la verdadera intención de esos estudios, pero son también sin excepción los que se emborrachan, cenan y probablemente a menudo también pagados. Además, en prácticamente todos los casos que he examinado, los participantes de origen chino en estos estudios (suelo referirme a ellos como “víctimas”) nunca fueron informados del hecho de que el ensayo era un experimento, a veces no se les informaba del ensayo en absoluto, sino que simplemente eran participantes involuntarios, y por lo tanto no estaban ni una sola vez en condiciones de dar su consentimiento, ya fueran informados o no. Este caso no fue distinto. De hecho, periodistas chinos encontraron un correo electrónico dirigido al equipo de investigación en el que se instaba a los organizadores a “no hablar abiertamente” del hecho de que los niños estaban siendo alimentados con alimentos modificados genéticamente, porque se consideraba que el tema era “demasiado delicado” para revelárselo a los padres de los niños. (9)

Para llevar a cabo las pruebas, la Universidad de Tufts envió a China a personal no identificado, que podía haber sido o no personal de la Universidad de Tufts, pero si haber sido empleado por el USDA, una empresa farmacéutica de los EE.UU., u otra rama del gobierno de los EE.UU. que podría incluir incluso al ejercito. Llegaron a acuerdos con funcionarios locales de un distrito escolar desfavorecido para alimentar con su Arroz Dorado a un grupo de unos 100 niños diariamente durante varias semanas, durante y después de lo cual les realizaron análisis de sangre y otros análisis ni identificados ni determinados, para luego archivar sus datos y regresar a los EE.UU.

Tufts y el USDA podrían haber escapado con su falsedad y engaño de no haber sido porque Greenpeace se percató de un artículo publicado en agosto de 2012 en “The American Journal of Clinical Nutrition”, que afirmaba que el Arroz Dorado MG había sido utilizado en una prueba experimental en niños de la ciudad de Hengyang, perteneciente a la provincia china de Hunan. Greenpeace informó a los CDC de China sobre las pruebas, afirmando que “los padres probablemente no estaban al tanto o estaban mal informados” del hecho y/o el propósito del estudio, acusación que resultó ser cierta. Cuestionando la legitimidad del ensayo y condenando la investigación por exponer a los niños a riesgos contra su salud, Greenpeace dijo que el ensayo infringía una decisión adoptada por el Ministerio de Agricultura de China en 2008 de abortar los planes para el proyecto, ya que se trataba de una violación de la ética científica y médica, y pidió al gobierno que iniciara una investigación. Fang Lifeng, de Greenpeace, dijo que era “increíblemente perturbador” pensar que una institución americana había utilizado a niños de origen chino como sujetos de su experimento. “Las autoridades agrícolas chinas detuvieron el mismo ensayo hace cuatro años. ¿Cómo se revivió la investigación después de esa enfática prohibición?”

Los funcionarios locales negaron inicialmente las afirmaciones, alegando que en su lugar se había llevado a cabo un estudio sobre la transformación del caroteno vegetal en vitamina A en niños, y que el estudio había sido realizado por el CDC chino en su sucursal de Hunan. Según Xinhua News, los funcionarios declararon además que en el estudio no había participado ninguna institución americana, que se había notificado a todos los padres y les habían aprobado el “experimento”, que el estudio “no incluía arroz u otros alimentos genéticamente modificados”, que todos los alimentos utilizados en el experimento se habían comprado localmente y, por último, que todos los resultados del estudio se habían presentado inmediatamente al CDC de China una vez terminado. Según ellos, el estudio fue aprobado por el comité de examen ético de la Academia de Ciencias Médicas de Zhejiang, y tanto los padres como los alumnos dieron su consentimiento para participar en el estudio.

El gobierno chino investigó el asunto de inmediato y el CDC de China realizó una investigación que duró tres meses e incluyó el envío de representantes a los EE.UU. para entrevistar a los investigadores de la Universidad de Tufts y obtener copias de las muestras de sangre y otros datos que fueron retirados de China sin autorización. Tras el descubrimiento de los hechos, el gobierno aplicó severas sanciones contra las personas involucradas y proporcionó una compensación sustancial a los padres e hijos enfurecidos que fueron víctimas de este experimento clandestino. Varios científicos chinos que participaron en la estafa fueron despedidos de sus cargos, incluidos dos miembros del propio personal de la CDC y el jefe de ciencia y tecnología de la Academia de Ciencias Médicas de Zhejiang.

El supuesto líder de este experimento, un ciudadano chino nativo llamado Tang, era el director del Laboratorio de Carotenoides y Salud (financiado por el USDA) de la Universidad de Tufts. Cuando el CDC de China comenzó su investigación, Tang insistió en que el estudio se había realizado con toda la aprobación regulatoria requerida, por lo que se le pidió a Tang que proporcionara un informe detallado de su investigación y también materiales de apoyo para documentar su autorización. El CDC descubrió que Tang no presentó la solicitud necesaria al gobierno para llevar a cabo su experimento, ni solicitó la evaluación ética del estudio, sino que fabricó (es decir, falsificó) todos los documentos de aprobación del gobierno.

Otra violación ética grave se dio con los formularios de consentimiento, ya que no mencionaban el arroz transgénico y a los padres se les mostró sólo la página de la firma del formulario de consentimiento. Además, parece que fueron utilizados de forma deshonesta al menos algunos formularios de consentimiento de un estudio nutricional local para apoyar este estudio ilegal de Tufts, y que muchos otros formularios de consentimiento y la documentación de apoyo necesaria también  habían sido datados con carácter retroactivo o falsificados en su totalidad. El CDC también descubrió que tanto la Universidad de Tang como la Universidad de Tufts habían traído su Arroz Dorado de los EE.UU. a China ilegalmente, sin declararlo en la aduana china ni a otras autoridades pertinentes. El CDC declaró que los colaboradores americanos, en su pequeña conspiración, “ocultaron meticulosamente la realidad” de que el experimento se refería al Arroz Dorado. En resumen, el CDC acusó a todos los participantes de Tufts de ocultar los hechos principales, velar la verdad, crear repetidamente interferencias a la hora de esclarecer los hechos, y obstruir ilegalmente la investigación.

Todo el programa de Arroz Dorado Americano de Tufts fue financiado por el ejército de los EE.UU., a través del Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA), desde donde se originaron los experimentos ilegales llevados a cabo en China. Aún más, el USDA estaba cultivando clandestinamente cepas indocumentadas de este arroz GM en sus propios sistemas hidropónicos. Fue en cooperación con el Departamento de Agricultura de los EE.UU., y tal vez bajo su directiva específica, que los investigadores de Tufts iniciaron el estudio con los niños de origen chino, presentado como un proyecto de investigación académica independiente de Tufts para ocultar su verdadero origen y propósito.

Además, y aún más grave, la USDA no fue el único organismo gubernamental involucrado en este experimento con niños de origen chino. Otro departamento de salud del gobierno de los EE.UU., llamado NIDDK, estuvo muy involucrado en la financiación y la defensa pública de este experimento, y por lo tanto también en la estrategia y planificación. El mismo NIDDK reveló que el Departamento de Estado de los EE.UU. había dado la aprobación y autorización para este experimento después de revisarlo por “cualquier implicación potencialmente negativa en la política exterior”. Esta última cita tiene una enorme importancia, ya que el Departamento de Estado nunca se involucra en tales asuntos, salvo en condiciones que implican ilegalidades internacionales o la contravención de la soberanía nacional, o tal vez la perspectiva de una revelación pública de subterfugios militares como, por ejemplo, el ensayo clandestino de un patógeno biológico en ciudadanos de una nación extranjera.

El hecho de que este ensayo médico que, a primera vista, era aparentemente inocuo y casi trivial, haya requerido y obtenido la aprobación de la Casa Blanca y el Departamento de Estado es una prueba prácticamente irrefutable de que estaba ocurriendo algo mucho más importante que la absorción de vitamina A.

Debo señalar que la cita del Departamento de Estado anteriormente enunciada no es única. Se ha utilizado en situaciones en las que el ejército de los EE.UU. ha planeado experimentos con armas biológicas y pruebas de campo con un público involuntario, a veces en países extranjeros y a menudo contra ciudadanos americanos. Cuando el Secretario de Defensa de los EE.UU. Robert McNamara planificó y ejecutó sus diferentes 150 programas simultáneos y de armas biológicas de alto secreto a finales de la década de 1960 y principios de 1970, el relato de entonces era el mismo. Como señalé en otro lugar, McNamara ordenó a la Junta de Jefes del Estado Mayor “que consideraran todas las posibles aplicaciones” de estos agentes contra naciones enemigas en un plan coherente para una total “capacidad de disuasión biológica y química”, un plan que incluyera estimaciones de costes y una “evaluación de las consecuencias políticas internacionales”. No me cabe la menor duda de que la revisión anterior del Departamento de Estado de los EE.UU. para “implicaciones potencialmente negativas en política exterior” tiene un origen similar.

No es un secreto que los esfuerzos de Tufts por conseguir el Arroz Dorado en el pasado han estado cubiertos de escándalos, tanto en los EE.UU. como en China, por sus juicios en los EE.UU. que causaron su condena. En un artículo en The Chronicle of Higher Education, Tom Bartlett señaló que “No es la primera vez que se critica la investigación sobre el Arroz Dorado de Tufts”. La Universidad de Tufts ya había hecho lo mismo en Nueva Zelanda y otros países, y también había intentado realizar precisamente esos estudios en China en años anteriores, pero se le denegó el permiso. Se descubrió un estudio similar que se había iniciado en China en 2008 y se le ordenó que se abortara, siendo entonces estos ensayos y experimentos particulares prohibidos específicamente por el gobierno nacional de China.

Los americanos, tanto los investigadores de Tufts como los funcionarios del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y del ejército, no introdujeron su Arroz Dorado transgénico en China por los medios habituales. En su lugar, lo introdujeron de contrabando en el país sin declararlo a los funcionarios de aduanas chinos. No hace falta ser abogado para reconocer que se trata de un acto ilegal de cierta magnitud, ya que la importación de semillas y de la mayoría de los productos alimenticios está fuertemente regulada por todos los países, y si fueran descubiertos es casi seguro que esas personas serían encarceladas. Esta no es la conducta normal que uno esperaría de una respetada universidad americana, ni de un departamento del gobierno de los EE.UU. que realiza un legítimo ensayo de campo sobre vitaminas.

Los americanos cocinaron el arroz antes de introducirlo de contrabando en China, una acción carente de explicación racional, y hasta donde yo sé, Tufts se ha negado a proporcionar una. Como el arroz debía mezclarse con el arroz normal y ser consumido por los niños durante los almuerzos escolares, ambas variedades debían ser cocinadas en el momento, inmediatamente antes de su consumo. Dada la naturaleza clandestina de todo el asunto, encuentro sólo unas pocas posibilidades para ello, una de las cuales puede haber sido un intento cuestionable de evadir la prohibición de China de la importación de productos modificados genéticamente alegando que el arroz cocido no entra en esta definición. Una posibilidad más grave -y más probable- es que el arroz haya sido cocinado para disfrazar material viral u otro material biológico que puede haberse insertado en el ADN del arroz, y que habría sido fácilmente detectable en el arroz no cocido pero no tan fácil de detectar en la versión cocida. Una tercera posibilidad apunta a que para este experimento era necesario un aditivo químico o biológico en el proceso de cocción, lo que habría sido problemático si se hubiera tenido que hacer en China en la cocina de la escuela bajo la observación del personal chino.

Contrariamente a las afirmaciones de la Universidad de Tufts de que no se había realizado ningún daño, hubo repetidos informes de niños que sufrieron reacciones al arroz, como náuseas, malestar estomacal, vómitos y similares, y muchos de ellos desarrollaron mareos y fiebre durante las pruebas. Una madre informó de que su hija de 11 años de edad participó en el programa, recibiendo este arroz transgénico durante 15 días, pero la retiró de las pruebas después de que la niña desarrollara una fiebre severa en al menos tres ocasiones. Ninguna de estas reacciones es normal en el caso del arroz no contaminado, y sugiere firmemente la posibilidad de un patógeno biológico no revelado. También señaló que los niños fueron sometidos a frecuentes análisis de sangre sin explicación alguna, siendo informados de que la sangre sería enviada a los EE.UU. para su análisis. Como más de un grupo de padres preguntaron, “Si es seguro, ¿por qué tenían que engañarnos en esto?” Además, ¿por qué las muestras de sangre de los niños fueron sacadas de China (ilegalmente) y enviadas a los EE.UU. para ser analizadas?

No hay que indagar mucho para saber que estas reacciones físicas, combinadas con el secreto desmesurado y la ilegalidad general, tienen todas las características del suministro a los niños de algún tipo de vacuna sustitutiva o similar. Dado el grave papel genético que desempeña la vitamina A en el cuerpo humano, y su papel en el sistema inmunológico humano -o sistema inmuno-supresor-, encuentro todo esto preocupante. No sé qué pruebas realizó el CDC de China a estos niños durante su investigación, pero me sorprendería si las pruebas posteriores no revelaran la existencia de anticuerpos que no deberían estar presentes. También sería obligatorio examinar si la futura fertilidad de estas pequeñas víctimas se ha visto comprometida de alguna manera por la versión del Arroz Dorado del USDA. Es posible que estos niños se hayan quedado estériles.

La Naturaleza Patógena del Experimento de Tufts

· Las concentraciones reales de arroz dorado eran incluso más bajas que las declaradas originalmente.

· La biodisponibilidad de la vitamina A no es posible, ya que su absorción depende de otros factores que no están contemplados en el arroz dorado.

·El riesgo para la salud humana e incluso para el medio ambiente circundante.

Hay un asunto adicional relacionado con la perpetración de este arroz transgénico en niños de origen chinos, el de la naturaleza patógena inherente de todos los alimentos modificados genéticamente. El hecho de que el Departamento de Agricultura de los EE.UU. estuviera tan decidido a hacer repetidos intentos durante muchos años para llevar a cabo en secreto este experimento con Arroz Dorado en niños de origen chino y en China, despierta muchas alarmas. Si se tratara de una simple cuestión de probar un sustituto de las espinacas por su contenido en vitamina A, no habría necesidad de mantenerlo en secreto ni de contrabandearlo. El simple hecho de que estos experimentos no se hayan llevado a cabo abiertamente es prueba suficiente en sí misma de que el USDA estaba ocultando algo, quizás incluso a los propios investigadores. Y ese “algo” será casi seguro que sea patógeno. Es aún más preocupante si consideramos la determinación del USDA de llevar a cabo estos ensayos específicamente en China y no en ninguna otra nación, lo que lleva inmediatamente a sospechar que los patógenos eran específicos para la raza.

Dado todo el secreto, las negaciones y encubrimientos, y el hecho documentado de que muchos de los niños de origen chino sufrieron reacciones físicas, en algunos casos bastante graves, lleva a cuestionar el contenido real y la intención del experimento de Tufts en China. Esta preocupación se ve exacerbada por el hecho de que el Departamento de Agricultura de los EE.UU. creó y produjo esta cepa particular e indocumentada de Arroz Dorado en sus propios laboratorios, y cultivó el propio arroz en sus propias estaciones hidropónicas. Por lo tanto, no hay documentación ni pruebas de con qué se alimentó exactamente a los niños, más allá de una vaga afirmación de los investigadores de Tufts de que esa cepa contenía grandes cantidades de pro-Vitamina A, afirmación que no nos dice precisamente nada sobre la manipulación genética realizada en las plantas. Una vez más, dadas las reacciones físicas negativas de los niños a este arroz, reacciones que serían imposibles con un arroz normal, es razonable teorizar que los niños fueron alimentados no con una pro-vitamina sino con un pro-patógeno. Y, dada la sospechosa determinación repetida del USDA de realizar este experimento específicamente en China y con niños de origen chino (en vez de en la India con niños indios, o en Japón con niños japoneses), también es razonable teorizar que el patógeno era específico para la raza.

Uno de los peligros expresados por muchos científicos es que las diversas cepas de este Arroz Dorado se elaboraron aparentemente con “técnicas de modificación genética” “que causan mutaciones incontrolables y otros daños colaterales al genoma de la planta huésped, con muchos efectos no deseados y no caracterizados”. Más aterradoramente, ISIS escribió que las secuencias virales “creadas para mejorar la transferencia horizontal de genes y la recombinación son la principal ruta para crear nuevos patógenos”. Otro artículo de ISIS, titulado “El ‘Arroz Dorado’, un ejercicio sobre cómo no hacer ciencia”, afirmaba que la ciencia en cuestión estaba siendo promovida no para la salud humana sino “para salvar una industria biotecnológica agrícola en bancarrota tanto moral como financiera”, concluyendo que estos ensayos clínicos de “experimentos no caracterizados, ni aprobados (Arroz Dorado) en niños… son moralmente inexcusables”.

Un grupo de aclamados biólogos internacionales y otros científicos escribieron una enérgica carta de protesta al profesor Robert Russell, de la Universidad de Tufts, declarando parcialmente, “Le escribimos para expresar nuestra conmoción y denuncia inequívoca de los experimentos realizados por sus colegas que implican la alimentación de Arroz Dorado genéticamente modificado a (niños de origen chino)…”. Estos ensayos poco éticos y potencialmente peligrosos DEBEN ser detenidos”. (10)

Un comunicado de prensa del Dr. Brian John de GM Free Cymru declaró que estos ensayos… “están envueltos en el misterio, e incluso pueden haber sido ilegales ya que el Arroz Dorado no tiene aprobaciones regulatorias ni en los EE.UU. ni en otros lugares para su cultivo o uso como alimento. Ni siquiera hay ningún ensayo de alimentación animal publicado. Los resultados de otras investigaciones están envueltos en misterio y secreto. Es casi increíble que cualquier prueba de alimentación humana del Arroz Dorado sea contemplada por la Universidad de Tufts y las autoridades americanas, ya que esta es una variedad MG que se reconoce como muy inestable e impredecible en su comportamiento, y que no tiene autorizaciones para su cultivo o uso como alimento en ningún lugar del mundo. El uso de niños en estos experimentos es profundamente perturbador, ya que no están en posición de comprender las implicaciones o los riesgos para su salud a largo plazo que podrían surgir de comer una variedad MG no probada. Las cuestiones éticas son aún más perturbadoras… la alimentación de niños vulnerables y enfermos con un arroz MG y no probado es absolutamente imperdonable”.

En un informe del ISIS, la agencia escribió que “Un gran peligro inherente a los organismos MG es la mejora de la transferencia horizontal de genes y la recombinación (que) es considerablemente peor con las plantas transgénicas como el Arroz Dorado porque … (proporciona) un vehículo listo para … la transferencia horizontal de genes a todas las especies … incluyendo las células humanas. En general, la transferencia horizontal de ADN transgénico facilita la creación de nuevos patógenos. La identificación de (estas) secuencias… plantea dudas sobre si el uso generalizado… en la modificación genética ha dado lugar realmente a la creación de un nuevo patógeno para los seres humanos”. Una de las biotecnólogas más respetadas de la India, la Dra. Vandana Shiva, fue ponente en una conferencia internacional de biotecnología en la que dijo que un representante de Syngenta le dijo que el objetivo de Syngenta era “controlar los alimentos” para finales de siglo. (11)

•Negación, Mentiras y Encubrimiento

Tras la divulgación pública de su experimento ilegal y antes de la investigación de la CDC de China, la Universidad de Tufts siguió la pauta americana estándar de negación (como lo ejemplifica la Universidad de Harvard en Anhui (China), por ejemplo), luego de repetidas mentiras sobre los hechos, seguidas de la típica ofuscación y declaraciones erróneas para encubrir sus fallos éticos e ilegalidades. Luego, como también es típico, cuando finalmente se vio obligado a enfrentarse a las verdades indiscutibles, Tufts se exoneró y culpó a los chinos por su falta de ética. (12)

Tufts finalmente admitió que efectivamente se había utilizado a niños de origen chino como conejillos de indias en un experimento con alimentos modificados genéticamente sin revelar ni el hecho ni la naturaleza de su proyecto, y admitió que sus investigadores “no cumplían” con múltiples reglamentos y requisitos. Se trata de una afirmación bastante suave, teniendo en cuenta que muchas de sus acciones no sólo eran poco éticas sino claramente delictivas, pero Tufts “defendió firmemente su experimento” confesando incluso que “violaba las normas éticas”, aunque su definición de esta violación era que “un investigador en China rompió las normas” al no informar a los padres acerca del experimento llevado a cabo ilegalmente con alimentos modificados genéticamente en sus hijos, y al no obtener el consentimiento. La declaración de Tufts da a entender claramente -y falsamente- sin afirmarlo que fue un investigador chino quien cometió esas violaciones.

Fue especialmente preocupante que Tufts y varios organismos gubernamentales de los EE.UU. encargados de la investigación, así como todos los medios de comunicación americanos, no se ocuparan de las evidentes ilegalidades, como el contrabando en China de alimentos prohibidos modificados genéticamente, todos los documentos falsificados y las declaraciones falsas, y que además pasaran por alto con una simple mención el hecho de que los formularios de consentimiento, en la medida en que existían, habían sido falsificados y/o desfasados, y eran claramente fraudulentos. Su supuesta investigación ignoró el hecho de que los investigadores de Tufts mintieron sobre la obtención de la aprobación de las autoridades chinas necesarias, y descuidaron totalmente la enorme alfombra de mentiras emitidas en lo que fue indiscutiblemente un encubrimiento vergonzoso. También ignoraron totalmente el hecho de que su falsedad y su escandalosa conducta ilegal dejaron al gobierno nacional de China con la responsabilidad de proporcionar una compensación sustancial a todas las familias enfurecidas involucradas en este asunto.

Quisiera terminar diciendo que, dadas las repetidas y censurables violaciones éticas por parte de las universidades americanas en China, a ninguna universidad americana se le debería permitir nunca la entrada a China para realizar cualquier tipo de investigación. Todas las universidades e instituciones de investigación de los EE.UU. deben estar prohibidas permanentemente en el país.

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Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghái, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghái y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Se puede contactar con él en 2186604556@qq.com

Notas:

(1) Global Research, 03 de julio de 2014; Los alimentos OGM de Monsanto y sus oscuras conexiones con el “Complejo Industrial Militar”; Steven MacMillan

(2) The Guardian, 19 de junio de 1999, publicó un artículo titulado “The seeds of wrath (Las semillas de la ira)”, en el que se afirmaba que la semilla transgénica fue “Desarrollada con la participación y el apoyo del gobierno y del ejército de los Estados Unidos”. https://www.theguardian.com/environment/1999/jun/19/food.food

(3) Tim McGirk; “Gene Piracy”; Time Magazine; 9 de noviembre de 1998

(4) En febrero de 2016, el Director de Inteligencia Nacional de los EE.UU., James R. Clapper, al presentar un testimonio de “Evaluación de la amenaza mundial” ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, afirmó que la edición genética se había convertido en un peligro mundial para la humanidad y lo incluyó en la sección de su informe que trata de las armas de destrucción masiva.

(5) EL FRAUDE DEL ARROZ DORADO – Cuando las relaciones públicas reemplazan a la ciencia; http://online.sfsu.edu/~rone/GEessays/goldenricehoax.html

(6) El Arroz Dorado MG no ofrece beneficios nutricionales, dice la FDA; Allison Wilson, PhD y Jonathan Latham, PhD

(7) Ciencia, 4 de octubre de 2018; www.dailymail.co.uk

(8) El Estudio del Arroz Dorado violó las reglas éticas, dice Tufts; 17 de septiembre de 2013; http://www.npr.org/sections/thesalt/2013/09/17/223382375/golden-rice-study-violated-ethical-rules-tufts-says

(9) Según el Ministerio de Salud de China, Tufts cocinó el “arroz dorado” en los Estados Unidos y llevó el arroz cocido a China el 29 de mayo de 2008, sin la debida declaración a las autoridades chinas pertinentes. Cuatro días después, Tang y otros participantes en la investigación volvieron a cocinar el arroz transgénico y lo mezclaron con arroz ordinario, y lo sirvieron para el almuerzo de los niños. El equipo de investigación no le dijo a los padres o tutores de los niños que la prueba utilizaría alimentos transgénicos. http://news.xinhuanet.com/english/china/2012-12/07/c_132025944.htm

(10) Científicos condenan el experimento humano con alimentos transgénicos; jueves 19 de febrero de 2009; http://www.scoop.co.nz/stories/WO0902/S00328.htm  ; http://www.i-sis.org.uk/SPUCTGM.php

11) Las semillas genéticamente modificadas y la militarización de los alimentos

(12) Esta ha sido una práctica común de los americanos en China. Unos años antes, la Universidad de Harvard llevó a cabo un estudio aún más fraudulento en China, este aparentemente llevando a cabo una investigación sobre el asma. Sin embargo, según los funcionarios de la policía, los investigadores de Harvard falsificaron todos los documentos de aprobación pertinentes, reclamaron la aprobación de su estudio a una autoridad médica inexistente, expusieron a incontables miles de chinos a diversos patógenos potencialmente letales, y luego recogieron ilegalmente y enviaron de vuelta a los EE.UU. cientos de miles de frascos de ADN chino. Y en una calumnia verdaderamente despreciable, el gobierno de los EE.UU. alegó entonces que el ADN fue enviado a EE.UU. debido a “los riesgos de que el gobierno chino hiciera un mal uso de información genética sensible”. 

Larry Romanoff es uno de los autores que contribuyen en la nueva antología COVID-19 de Cynthia McKinney, “Cuando China estornuda”. 

Copyright © Larry RomanoffMoon of Shanghai, 2020

Traducción: AIX

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