Unos cuantos fraudes históricos
Einstein, Bell & Edison, Coca-Cola y los hermanos Wright
Larry Romanoff • 11 de Julio, 2020
Sólo hay dos naciones en el mundo cuya existencia parece estar fundada principalmente en mitos históricos. En los EE.UU., la falsa mitología histórica impregna cada rincón de la psique americana, resultado de más de 100 años de programación y de propaganda asombrosa e inconcebible, un crimen masivo contra toda una población. Esta condición no sólo se refiere a los acontecimientos pasados que consideramos historia, sino que la mayoría de los artículos que permiten a los americanos “sentirse bien siendo americanos” son cuentos de hadas fabricados por Disney. Este ensayo es una breve introducción a un aspecto menor de este tema.
En la introducción a mi serie de libros (que pronto serán publicados) escribí que “Quizás el 90%, o incluso el 95%, de todo lo que sabemos, o creemos que sabemos, o que creemos que es verdad sobre la historia, está equivocado”. Para expresarlo de otra manera, si tomáramos la historia del mundo entero de los últimos 500 años y la comprimiéramos en un libro de 100 páginas, 50 de esas páginas estarían en blanco. Esa es la medida en la que nuestra verdadera historia ha sido suprimida, completamente borrada del registro y de nuestra consciencia. De las 50 páginas restantes, 45 son falsas en su totalidad o en parte, photoshopeadas, saneadas, retorcidas, y con detalles críticos omitidos para llevar deliberadamente al público a conclusiones erróneas.”[1]
Einstein, el Genio Mítico
Uno de los mayores fraudes míticos de la historia es el de Albert Einstein, el famoso físico que inventó la Teoría de la Relatividad, E=mc², y tantas otras cosas esotéricas. Pero todo esto es una fabricación. Las afirmaciones de que Einstein inventó cualquier teoría de la relatividad, o de la luz y los fotones, o del tiempo, son falsas. Casi todas las afirmaciones -casi todas- de las atribuidas a Einstein son simplemente una mentira. Einstein fue un inepto que no aportó nada original al campo de la mecánica cuántica, ni a ninguna otra ciencia. Lejos de ser un físico competente, incluso una vez negó rotundamente que el átomo pudiera ser dividido, y mucho más tarde admitió que la idea de una reacción en cadena en el material fisible “nunca se me había ocurrido”[2][3].
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