Cambiar los Valores Culturales
Por LARRY ROMANOFF – 19 de Septiembre, 2020
Traducción: PEC
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La mayoría de los productos nacionales son producto y contienen gran parte del patrimonio cultural y de los valores tradicionales de una nación. Puede ser difícil encontrar mucha cultura en un bolígrafo, pero los pasteles de luna chinos son todo cultura. Las marcas y los productos que se hacen famosos, populares, e incluso queridos, en una nación se ganan esa posición por el patrimonio cultural intrínseco que llevan incorporado. Resuenan con la cultura, las tradiciones y los valores del pueblo. Y en la compra y venta del comercio internacional, estos innumerables productos cruzan los océanos y viajan por los continentes del mundo llevando consigo su bagaje cultural, con ese bagaje descargado en cada otra nación y asimilado en parte o en su totalidad por esas sociedades a partir de una adopción consciente o inconsciente de sus valores culturales inherentes.
Gran parte de ese bagaje cultural es neutro en el sentido de que no resta valor a los elementos culturales autóctonos, sino que puede añadirse a ellos, quizá incluso en un sentido positivo. Los occidentales han adoptado los palillos, el dim sum y las carreras de barcos del dragón, mientras que los chinos han adoptado el día de San Valentín y los adornos navideños, pero se trata de adaptaciones superficiales de costumbres extranjeras encantadoras y atractivas que no sustituyen a la cultura local y, de hecho, las tradiciones culturales subyacentes ni siquiera se comprenden, y mucho menos se adoptan. Los americanos pueden disfrutar de las danzas de los leones chinos y de los petardos durante las fiestas del Año Nuevo chino, pero sólo se aprecian por su colorido atractivo visual, ya que se han despojado de los valores que los sustentan, y la cultura y la filosofía subyacentes no tienen ningún significado. Lo mismo ocurre con la Navidad en China, apreciada sólo por su colorido atractivo visual y por los regalos que se hacen a los amigos, mientras que las vastas tradiciones culturales y religiosas subyacentes son ignoradas e irrelevantes. La inserción de estos artículos en la cultura local es sólo superficial, y ha sido realizada instintivamente por la sociedad local de una manera no intrusiva que no hace daño y no pretende sustituir a la cultura local.
A veces, los valores y actitudes extranjeros son adoptados localmente si la población los reconoce como superiores en algún sentido u ofrecen una utilidad práctica adicional. El yoga podría ser un ejemplo de un producto extranjero adoptado voluntariamente por personas de muchas culturas y que, al menos en parte, incorpora la filosofía y los valores subyacentes, un proceso realizado por asimilación natural más que por promoción. Algo similar ocurre con la adopción de la medicina tradicional china en Occidente. Pero la entrada de empresas extranjeras en los mercados de una nación también entraña riesgos, ya que estos elementos culturales poseen una poderosa capacidad para alterar y controlar los valores sociales nacionales, a menudo de forma perjudicial. Como solemos decir, “el diablo está en los detalles”, en este caso en el marketing.
Hay tres grandes diferencias entre el bagaje cultural americano, los valores incrustados en los productos americanos, y los de otras naciones. La primera es que los valores culturales americanos son falsos. No existen en la vida real, sino que, como ya hemos visto, son simplemente ideales utópicos que no guardan ninguna relación con la realidad en el mundo de los Estados Unidos. La segunda es que los valores americanos están fuertemente politizados, basados en los mitos fabricados que subyacen a la vasta ideología político-religiosa americana. La tercera es que son depredadores, agresivos y beligerantes.
Los valores culturales de los productos americanos no sólo son falsos y profundamente políticos, sino que están en una especie de misión de “búsqueda y destrucción”. No entran en otras naciones, sino que las invaden como un virus, con intención de genocidio. Los americanos no promulgan sus creencias culturales para compartirlas contigo, sino que quieren que su cultura y sus creencias suplanten a las tuyas. Quieren que rechaces tus creencias, tu cultura y tus valores, y que adoptes los suyos, incluidas las ideas evidentemente falsas de la supremacía y la superioridad moral americana, que están incorporadas en los valores culturales de todos los productos, políticas y sistemas americanos.
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