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No estamos solos

Por Larry Romanoff para The Saker Blog,
11 de Septiembre, 2021

Traducción: PEC 

Me ha movido a escribir este ensayo una extraña circunstancia que me ocurrió el viernes (10 de Septiembre).

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Parte 1: En el centro de Shanghái hay un magnífico templo budista (El Templo de Jing’An) separado de un centro comercial por un paseo peatonal. Al otro lado de la calle hay un gran parque con un pequeño lago (un estanque, en realidad) escondido en su centro, y en la orilla del estanque hay un restaurante tailandés. Hace unos dos años, un amigo me invitó a comer a este restaurante. El entorno era bonito, pero el restaurante no era excepcional y no me gustó la comida, por lo que no tenía intención de volver.

Parte 2: Tengo una oficina cerca del Templo, y el viernes estaba en mi escritorio trabajando en una investigación cuando me vino a la mente este restaurante, pero no podía recordar su nombre. Lo pensé por un momento, pero no tenía ningún interés especial y lo descarté. Diez o quince minutos más tarde, la idea volvió a aparecer. Volví a pensar en el tema y confirmé mi primera conclusión: no me gustaban ni el restaurante ni la comida, no tenía intención de volver y, por tanto, no me importaba recordar el nombre. Volví a mi trabajo, pero diez minutos más tarde el pensamiento regresó de nuevo. Lo descarté de nuevo, pero volvió a aparecer. La maldita cosa se negaba a dejarme en paz. Finalmente me rendí, hice una breve búsqueda en Internet para encontrar el nombre del restaurante. Sin resultado, pero sin más interrupciones.

Parte 3: Unas horas más tarde, salí de mi oficina y caminaba por el paseo peatonal cerca del Templo, como hacía habitualmente, cuando me fijé en un grupo de cuatro mujeres extranjeras (americanas, creo) que estaban de pie al lado. Cuando me acerqué, una de ellas se volvió, me vio y vino corriendo. Me dijo: “Por favor, ¿puede ayudarnos? Estamos intentando encontrar un restaurante. Todo el mundo nos dice que está muy cerca, pero nadie puede decirnos cómo llegar”. Le contesté: “No lo sé. ¿Cómo se llama el restaurante?”. Y por supuesto, era el mismo restaurante que acababa de buscar en Internet.

La versión de las señoras habría sido que tuvieron suerte de encontrar a alguien que las dirigiera al restaurante, pero no fue tan sencillo como podrían haber imaginado. Por supuesto, un suceso trivial no es prueba de nada, pero cuando viví en Italia llevé durante siete u ocho años un diario en el que anotaba cualquier cosa de interés, y hojeando ese diario, más tarde descubrí que había registrado literalmente cientos de incidentes de este tipo. Todos eran diferentes, pero en cierto sentido todos eran iguales. Cada uno de ellos requería un poco de “suerte” poco común, o quizás de magia, para su realización. Algunos eran breves y se ejecutaban rápidamente, mientras que otros eran prolongados y más complicados. He aquí un ejemplo más complicado de mi época en Roma:

El Muchacho Perdido

Nie Yuan's version of “A Chinese Ghost Story“ was 18 years old, and the male protagonists had lost their looks, and the female protagonists were still very good at fighting. | DayDayNews

Yo vivía en Roma en una zona principalmente residencial que daba a una pequeña plaza con una fuente en el centro y rodeada de cafeterías, un hotel, una basílica y otros edificios. Una tarde, en una pequeña mesa al aire libre en una cafetería de la acera, vi a un joven chino de unos 15 años sentado solo, después de que la cafetería hubiera cerrado. A la mañana siguiente seguía allí, con la cabeza apoyada en la mesa, y me pregunté si había pasado la noche allí. Intenté hablar con él, pero no sabía inglés ni italiano y la conversación era imposible.

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