Un Caso de Estudio en la Creación de Noticias Falsas
Por Paul Craig Roberts – 6 de Enero, 2017
Durante muchas semanas hemos sido testigos del extraordinario ataque de la CIA, de sus asalariados en el Congreso, y de los medios de comunicación sobre la elección de Donald Trump. En un esfuerzo sin precedentes para deslegitimar la elección de Trump como producto de la interferencia rusa en las elecciones, la CIA, los medios, los senadores y los representantes han hecho consistentes y salvajes acusaciones de las que no tienen evidencias. El mensaje de la CIA a Trump está claro: Alinéate con nuestra agenda o te la vamos a liar.
Está claro que la CIA está en guerra contra Trump. Pero los medios patrimonio de la CIA le han dado la vuelta a los hechos en su cabeza y están culpando a Trump de tener una visión negativa de la CIA.
Consideremos el artículo del Wall Street Journal del 4 de Enero, por Damian Paletta y Julian E. Barnes, que comienza: “El Presidente electo Donald Trump, un duro crítico de las agencias de inteligencia de los EEUU…” Las dos presstitutas* argumentan su falsa noticia poniendo los zapatos en el pie contrario. Es Trump el duro crítico en vez de la víctima de las duras acusaciones de la CIA. Argumentado de esta forma, la historia sigue:
“Los oficiales de la Casa Blanca se han visto cada vez más frustrados por las confrontaciones de Mr. Trump con los funcionarios de inteligencia. Es terrible”, dijo el oficial. “Nunca ningún presidente se había enfrentado a la CIA y quedó con buena imagen”.
Ya que la historia es que Trump se está enfrentando a la CIA y no que la CIA se está enfrentando a Trump, el caso puede ponerse en contra de Trump.
Los analistas acostumbrados a una mayor cohesión con la Casa Blanca están “agitados” por el escepticismo de Trump sobre la afirmación de la CIA de que Putin le hizo salir elegido. Se supone que Trump iba a responder a tal alegación diciendo: No soy legítimo. Aquí os devuelvo la presidencia.
Assange, de WikiLeaks, ha afirmado inequívocamente que no hubo hackeo. La información llega a WikiLeaks como una filtración que sugiere que viene de dentro del Comité Nacional Demócrata. Que Trump lo vea de esta manera significa, de acuerdo con un funcionario no identificado, que “Es totalmente horrible para mi que él se esté poniendo del lado de WikiLeaks por encima de las agencias de inteligencia”. Como se ve, se supone que Trump debe ponerse del lado de la CIA que está intentando destruirle.
¿Se ha disparado la CIA en su propio pie? ¿Cómo puede la política de control de la agencia manipular la información dada al Presidente cuando el Presidente no confía en la agencia?
Bueno, hay están los medios de comunicación, que pueden utilizarse para controlar las explicaciones y acorralar al Presidente. En su último libro publicado, “La CIA como Crimen Organizado”, Douglas Valentine informa que a principios de los 50 el éxito de la Operación Mockingbird de la CIA puso en manos de la ésta a respetables miembros del New York Times, Newsweek, CBS, y otras organizaciones de comunicación y a sus corresponsales, llegando a entre cuatrocientos o seiscientos de los humanos empleados en los medios. Y eso no acabó ahí.
“La CIA estableció una red de inteligencia estratégica de revistas y editoriales, como también de organizaciones estudiantiles y culturales, y las utilizaban como organizaciones tapadera para operaciones encubiertas, incluyendo operaciones de conflicto político y psicológico dirigidas contra los ciudadanos americanos. En otros países el programa se enfocó en lo que Cord Meyer llamó la Izquierda Compatible, lo que en América se traduce por liberales y buscadores de status pseudo-intelectual que son fácilmente influenciables.
“Todo eso sigue pasando, a pesar de haber sido expuesto a finales de los 60. Varios avances tecnológicos, incluyendo Internet, han extendido la red por todo el mundo, y mucha gente ni siquiera se da cuenta de que es parte de ella y están promoviendo la línea de la CIA. “Assad es un carnicero”, dicen, o “Putin mata periodistas”, o “China es represiva”. Ellos no tienen ni idea de lo que están diciendo, pero todos ellos escupen esta propaganda”
Y ahí está Udo Ulfkotte, quién valiéndose de su experiencia como editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung escribió un libro en el que informa de que la CIA tiene su mano sobre todo periodista significativo en Europa.
Algunos defensores de la verdad esperan que la disminución de la influencia de los medios impresos y de TV controlados por la CIA afectará a la capacidad del Estado Profundo de controlar las explicaciones. Sin embargo, la CIA, el Departamento de Estado, y aparentemente también el Pentágono, ya están operando en los medios sociales, y utilizan a trolls en los foros para desacreditar a los que dicen la verdad.
Los editores del New York Times se han revelado a si mismos como completas herramientas de la CIA, respaldando cualquier proclama absurda sobre el hackeo ruso a pesar de la total ausencia de cualquier prueba y de cualquier evidencia que lo indique, y denunciando a Trump por no creer las alegaciones sin fundamento de las agencias de inteligencia de los EEUU. Ante los esfuerzos de John Brennan y James Clapper por deslegitimar la presidencia de Donald Trump, el NYT se pregunta: “¿Qué razón plausible podría tener Trump para intentar desacreditar tan duramente a las agencias de inteligencia de América y a su hallazgo de que Rusia interfirió en las elecciones presidenciales?”
La pregunta arroja otra pregunta por si misma: “¿Qué razón plausible podría tener el NYT para intentar desacreditar tan duramente la presidencia de Trump sobre la base de salvajes alegaciones sin demostrar?”
Las noticias falsas están proliferando. Hoy (6 de Enero) Reuters informó: “La CIA ha identificado a funcionarios rusos que pasaron a WikiLeaks material del Comité Nacional Demócrata y de líderes del partido, en dirección al Presidente Ruso Vladimir Putin a través de terceras partes, de acuerdo con un nuevo informe de la inteligencia de EEUU que dieron unos oficiales (sin identificar) el jueves”.
Quizás, lo que Reuters quería decir pero no dijo era: “Unos oficiales que hablaron en el anonimato declararon que la CIA ha identificado a los funcionarios rusos que le pasaron a WikiLeaks los emails hackeados, pero los oficiales no le dijeron a Reuters quiénes eran los funcionarios rusos ni cómo les identificaron”.
En otras palabras, la historia de Reuters es sólo otra historia sembrada por la CIA, un favor de un medio de comunicación pagado. Como nos dijo Udo Ulfkotte, así es como funciona.
Lo siguiente que nos dice Reuters es que el informe es Top Secret, lo que significa, naturalmente, que nosotros nunca veremos evidencia alguna de las alegaciones de la CIA. Se supone que tenemos que confiar en que la CIA tiene la información pero no puede decírnosla. El informe de Reuters no ve nada anormal en esto. Otro favor de un asalariado.
En el informe de noticias de Reuters cargado de favores, nos dice que el material hackeado le llegó a WikiLeaks desde la agencia de inteligencia militar de Rusia a través de “una ruta enrevesada” para que Assange no conociera el origen del material y así no pudiera decir que le fue dada por una agencia del estado.
¿Qué podría estar pasando aquí? Algunas cosas vienen a la mente. Quizás hay un esfuerzo de forzar a Assange a revelar su fuente (que podría ser que el staff del CND fue el que lo lanzó misteriosamente a la calle), porque esto sería una forma infalible de deshacerse de WikiLeaks. WikiLeaks nunca ha revelado una fuente. Si lo hace ya no fluirán las filtraciones hacia WikiLeaks.
Otra posibilidad es que haciendo persistentemente salvajes acusaciones sin base de que Trump fue elegido por Putin, la CIA le está dejando claro a Trump que ellos no se detienen ante nada. Trump en un hombre fuerte, pero no será sorprendente si llega a asumir el informe de la CIA aceptando su historia, porque podría ser llevado a la conclusión de que la alternativa a la conformidad con la CIA podría ser la muerte.
Traducción: PEC
* Presstitutas:
Juego de palabras mezclando “Press” (prensa) y “prostitutas”.
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